'¿Ya
qué buscan?... Ya se les fue'
Reforma, Almoloya
de Juárez, Estado de México (15 julio 2015).- Las cientos de toneladas de
tierra extraídas para construir el túnel por donde se fugó Joaquín "El
Chapo" Guzmán fueron acomodadas en un corral bardeado con blocks.
En
algunos tramos de la barda el apilado de los blocks van de los siete a los
nueve niveles.
La
estrategia no fue detectada por los constantes sobrevuelos de las autoridades
federales en la zona.
Aun
cuando en el corral no existía ganado, el plan de la fuga pasó desapercibido.
El
área disfrazada de corral fue edificado a unos 10 metros de la bodega donde
termina el túnel que procede desde la celda del capo.
La
tierra fue extraída mediante un riel armado en los mil 500 metros que mide el
túnel, y después sacada con una polea conectada a un sistema eléctrico.
Dentro
de la bodega, REFORMA constató que fueron utilizados dos tambos para la
extracción del escombro. Todavía una carretilla está repleta de tierra, que fue
utilizada cientos de veces para llevarla al falso corral.
También
quedaron en el lugar decenas de herramientas entre llaves, serruchos, pinzas,
cortadoras de metal y martillos; además de un remolque rojo de dos ejes para el
traslado de combustible y pertrechos.
Con
la boca de salida del túnel se observa otro orificio de unos 20 metros de
profundidad que funge como respirador.
"El
Chapo", luego de recorrer el túnel desde su celda, subió por dos
escaleras, una de unos 20 escalones, que lo llevó a un sótano construido bajo
la bodega de unos 3 por 3 metros, y después en una escalera de unos ocho
escalones, hasta llegar al ras de la construcción.
La
propiedad
La
casa, de tres cuartos además de la bodega, se comenzó a construir hace un año,
coinciden testigos.
Está
enclavada en una propiedad de 5 hectáreas y que fue valuada en 5 millones de
pesos.
Solo
la edificación ocupa una hectárea dentro de la propiedad, rodeada de
matorrales, milpas y sembradíos de avena y haba.
Los
vecinos cercanos a la propiedad aseguraron que en ella habitaban dos hombres y
dos mujeres, y que la obra del túnel era supervisada por un hombre que acudía
todos los días en una camioneta blanca, tipo pick up, común en la región.
"Ninguno
de ellos era de aquí, el señor de la camioneta era muy amable, saludaba todo el
tiempo, quién se iba a pensar que hasta a mí me iba a dar en la madre", se
quejó don Lauro, de 74 años y quien habita un rancho vecino por donde también
pasa el túnel, en la comunidad de Santa Juana.
Ahora
el campesino lidia con la presencia de federales que con sus camionetas le
estropean la pastora para su ganado.
"¿Ya
qué buscan?... Ya se les fue, no va a estar en mis parcelas", les gritó el
labriego a los federales.
Ya
calmado, explicó que en los últimos meses ni él ni su familia escucharon ruidos
de maquinaria extraños ni mucho menos observaron el paso constante de camiones
cargados con escombros.
Desde
su rancho, el penal del Altiplano se observa en su totalidad, más allá de los
sembradíos y una vía de tren.
Entre
la verde pradera, después de la propiedad de don Lauro, a un kilómetro, se ve
la barda metálica perimetral de la penitenciaria.
Luego
el gran muro de concreto, las 12 torres de vigilancia, el movimiento de
vehículos y hasta de helicópteros.
Incluso
la maquinaria utilizada para las reparaciones del Sistema Cutzamala que
complica el tránsito local y el de vigilancia.
El
terreno por donde se escapó "El Chapo" es parte de un complejo de 20
hectáreas que fueron vendidas en los 80 por un terrateniente recordado como
Mario Torres a los hermanos Calixto, Cecilio y Luis Estrada Castillo.
Cecilio
se quedó con 10 y las ocupó para sembrar avena, Luis se quedó con 5 y las
utilizó para sembrar maíz.
Pero
Calixto vendió sus 5 hectáreas a la red que liberó al capo sinaloense.
"¿Si
alguien compra un terreno, qué le vas a decir? Nada, ni modo que va a andar uno
preguntando que de dónde viene o si es narcotraficante, aquí vive cada quien su
vida", indicó una vecina de Santa Juana.
Peritos
trabajan dentro del túnel y en la casa desde donde sé fraguó el escape del
cabecilla del Cártel de Sinaloa.
Los
albañiles fueron instruidos a borrar todo tipo de evidencias como huellas
dactilares. Incluso quemaron las latas de cerveza que bebieron durante la
construcción del túnel.
Afuera
de ese ducto los operativos federales no cesan.
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