Semanario
Proceso
# 2023, 8 de agosto de 2015...
El
Altiplano era la oficina del “Chapo”/ANABEL
HERNÁNDEZ
Para
El Chapo Guzmán, la cárcel de máxima seguridad de El Altiplano no era un lugar
de castigo. Más bien era una oficina, un lugar donde el capo cultivaba
relaciones, establecía estrategias legales con sus abogados, cerraba negocios y
recibía visitas cuando quería y como quería. De acuerdo con el expediente de la
causa penal 48/2015, cuyo contenido empezó a publicarse en exclusiva en Proceso
la semana pasada, el líder del Cártel de Sinaloa se desenvolvía de esa manera
pese a la vigilancia de custodios del penal, del Cisen y de la Policía Federal.
Incluso
desde prisión, los tentáculos de Joaquín El Chapo Guzmán Loera, líder del
Cártel de Sinaloa, alcanzaban a jueces, magistrados y políticos por conducto de
un grupo de abogados que religiosamente lo visitaba en el penal de máxima
seguridad El Altiplano, de donde el narcotraficante se fugó la noche del pasado
11 de julio.
El
expediente de la causa penal 48/2015 –copia del cual tiene Proceso y que
contiene la averiguación previa de la Procuraduría General de la República
(PGR) sobre la fuga–, muestra que El Chapo nunca fue “neutralizado” tras su
captura y encarcelamiento en febrero de 2014.
Durante
el año y cuatro meses que estuvo encarcelado, el capo convirtió El Altiplano en
su oficina alterna, ante la vista de los agentes del Centro de Investigación y
Seguridad Nacional (Cisen), de policías federales y custodios que lo vigilaban,
y a despecho de las cámaras de seguridad instaladas en su celda, en los
locutorios, el área de visita familiar y la de visita íntima.
Las
declaraciones ministeriales rendidas ante la PGR revelan que dentro de la
cárcel de máxima seguridad El Chapo abiertamente hacía negociaciones con otros
capos para ayudarlos a traficar droga.
Mediante
un grupo de al menos cuatro abogados, encabezados por Óscar Manuel Gómez Núñez
–enviado por Ismael El Mayo Zambada, la otra cabeza del Cártel de Sinaloa–,
Guzmán enviaba mensajes, coordinaba acciones e incluso pensaba demandar a una
televisora estadunidense que estaba haciendo una serie sobre su vida.
Aurioles
aseguró que Granados Flores le dijo al capo que conocía a la actriz Yolanda
Andrade y que ésta podía ayudarlo. Andrade, originaria de Culiacán, trabaja en
Televisa desde el inicio de su carrera y actualmente conduce para esa
televisora los programas Mojoe y Netas divinas.
Proceso
buscó a Andrade para conocer su versión. La actriz y conductora aseguró
categóricamente que ella no conoce al abogado Granados Flores ni al Chapo.
“¿En
qué lo puedo ayudar? No tiene sentido. Yo no conozco a ese señor ni al Chapo;
lo único que tenemos en común es que somos paisanos. ¿En qué puedo ayudar yo a
ese señor que hizo un túnel y se escapó? ¿En qué lo puedo ayudar? Es muy raro
que me mencionen con esa persona y en esa situación. ¿Qué vela tengo yo en ese
entierro? ¿De qué manera podría yo ayudar al todopoderoso? ¿Sí me explico?”
Afirmó
que la PGR no la ha citado a declarar, que le parece peligroso que la mencionen
en ese contexto y piensa que se dijo su nombre sin sentido, como se pudo decir
el de cualquier otra persona.
Según
Aurioles, todo lo que estaba declarando a la PGR “fue debidamente reportado a
la Dirección de Seguridad del Centro”.
Granados
fue el abogado que entró al penal el 11 de julio a visitar a Guzmán. La reunión
terminó apenas una hora y 52 minutos antes de que el líder del Cártel de
Sinaloa se fugara.
Actualmente
aquél es el representante legal del Chapo en el amparo 59/2015 promovido a
principios de este año para que el narcotraficante no fuera cambiado de prisión
“con fines de extradición, deportación o expulsión del país”. También fue
promotor del amparo 1085/2014 contra la extradición.
Otro
de los abogados que visitaban al Chapo era uno a quien en el expediente sólo se
identifica como Refugio. El capo le decía El Cuco, y siempre que lo veía le
decía que él lo iba a defender argumentando las violaciones en el proceso y
basado en derechos humanos.
Había
un cuarto litigante a quien Guzmán Loera y los otros abogados llamaban
Toroloco. Los testigos no recordaron su nombre. “Por lo que se refiere al
Toroloco”, declaró Aurioles, “El Chapo nunca lo vio como abogado, más bien
siempre fue su chofer, porque así lo señaló”.
Ofreció
su avión
Guzmán
ocupaba la celda número 20 en el pasillo dos del área de Tratamientos
Especiales, que supuestamente tenía mayor seguridad pues ahí están los presos
más peligrosos. Sus compañeros de módulo eran de diferentes cárteles, pero eso
no fue obstáculo para entablar negociaciones con al menos uno de ellos, según
el expediente de la causa penal 48/2015.
Aurioles
declaró a la PGR que El Chapo conversaba y negociaba con los otros internos, y
que el contenido de las pláticas él lo reportaba a la Dirección de Seguridad
del Penal y a sus superiores en el Cisen.
Dijo
que Sigifredo Nájera Talamantes, El Canicón –zeta, antes enemigo de Guzmán–,
visitó a Guzmán: “en una ocasión nos llamó la atención que El Chapo le propuso
que le prestaría un avión para comprar mercancía (droga) y que éste se pusiera
de acuerdo con su gente”. Con Mario Cárdenas Guillén –hermano de Osiel, exlíder
del Cártel del Golfo, y también su viejo enemigo– hablaba de propiedades,
ganado, fiestas, viajes y mujeres.
Emma
Guzmán
Loera era despertado todos los días a las cinco de la mañana. A veces caminaba
un rato alrededor de la celda de tres por cuatro metros o se volvía a recostar
y veía televisión mientras le llevaban el desayuno. Siempre comida caliente,
declaró Teodoro García Simental, El Teo, a la PGR, quejándose de que a los
demás les dan los alimentos fríos.
Tras
desayunar en su celda lavaba su charola y caminaba un poco más, hasta que a las
10:00 horas lo llevaban a un patio donde estaba una hora. A las 11:00 regresaba
a su estancia, se bañaba y lavaba su ropa. Se acostaba y miraba un poco más
televisión mientras llegaba la hora de la comida.
Además
de recibir la visita de sus abogados tenía distintitas actividades: clases de
pintura, visitas familiares, iba a juzgados a audiencias o tenía terapia
psicológica.
“En
su mayoría todas éstas eran las actividades que contenía el parte de novedades
y de las cuales nos encargábamos de monitorear”, declaró Aurioles.
Según
los testimonios de la gente del Cisen, policías federales y custodios, desde
que ingresó al penal, cada nueve días sin falta recibía las visitas de su
esposa, Emma Coronel Aispuro, quien iba a las visitas familiar y conyugal a las
cuales El Chapo por ley tenía derecho. Los encuentros se realizaban en la sala
7.
Emma
–reina de belleza en la Feria del Café y la Guayaba en Canelas, Durango, en
2007, a los 18 años– tiene ahora 26 y es madre de las gemelas del capo, de casi
cuatro años.
“Derivado
de nuestras funciones ubicábamos perfectamente a la concubina de Joaquín
Archivaldo Guzmán Loera alias El Chapo Guzmán que es Emma Coronel Aispuru (sic)
quien estaba en la visita íntima y familiar además de que estaba autorizada
como persona de confianza y asistía a todas las audiencias”, dijo Aurioles.
El
Teo declaró a la PGR que Guzmán tenía cuatro horas de visita familiar y cuatro
de visita íntima, un estímulo que sólo se daba si los presos se portaban bien.
“Al
señor Joaquín Guzmán Loera sí se lo otorgaban, decía él que por órdenes del
licenciado Librado Carmona García”, aseguró García Simental. Carmona era
director técnico del penal cuando ocurrió la fuga.
Sánchez
García señaló que cuando Emma veía a su esposo en los juzgados también se
comunicaban por señas o hablaban en voz baja, lo cual siempre era reportado a
sus superiores en el Cisen.
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