El Universal, 8 de agosto de 2015.
Aafloran
los rumores de que Miguel Basañez será el nuevo embajador de México en Estados
Unidos. Es, para muchos mexicanos, un nombre poco conocido, precisamente porque
no viene del interior del círculo rojo del poder, pero, a nivel global, Basañez
es uno de los mexicanos mejor conocidos y respetados, un académico que fue
pionero en los estudios de la opinión pública, un empresario que fundó una
compañía de encuestas a nivel internacional y un convencido de la democracia,
quien jugó un papel clave en la transición democrática mexicana.
Su
nombramiento quizá señale que los círculos de poder se están abriendo e
incluyendo a nuevas voces, algo saludable en medio de los cuestionamientos que
están pendiendo sobre la clase política en estos días. De confirmarse, sería
una elección inspirada y audaz, una apuesta a presentar una cara fresca y de
confianza en la relación bilateral.
Basañez
tuvo una larga trayectoria en la política durante los años 70 y 80 y tuvo
cercanía con líderes políticos del Estado de México, incluso fue procurador
estatal y asesor clave de Alfredo del Mazo, un familiar del presidente Enrique
Peña Nieto, a quien también conoce desde hace más de tres décadas. Pero Basañez
también empezó a tener un compromiso con los estudios de la opinión pública,
una ciencia nueva en México en esos tiempos que él había aprendido durante su
doctorado en Inglaterra y un año en la Universidad de Michigan trabajando con
Ronald Inglehart, el fundador de la Encuesta Mundial de Valores. Tuvo una
carrera profesional exitosa en gobierno, pero también publicaba libros y
exploraba la opinión pública desde el ámbito gubernamental.
Durante
las elecciones de 1988, Basañez realizó lo que son probablemente las primeras
dos encuestas independientes publicadas en medios mexicanas, primero una
encuesta de intención de voto en la ciudad de México que mostraba una ventaja
ahí para Cuauhtémoc Cárdenas, y luego una segunda encuesta a nivel nacional que
indicaba que Carlos Salinas de Gortari tenía la ventaja a nivel nacional pero
con Cárdenas pisando sus talones. Estas encuestas le ganaron fama porque eran
los primeros esfuerzos para sondear a la opinión pública mexicana, no sólo la
opinión de los líderes del partido, pero molestaron a muchos políticos al
interior del PRI.
Después
de las elecciones de ese año abandonó la política, refugiándose en el ITAM como
profesor de opinión política, publicando encuestas y artículos, fundando, con
otros colegas, la revista Voz y Voto y dedicándose a formar una nueva
generación de encuestadores y expertos en opinión pública. Luego se mudó a EU,
donde fundó una empresa de opinión pública y luego fue invitado a ser profesor
en Fletcher, una de las mejores universidades de estudios de posgraduado en
estudios internacionales a nivel global. Fue el primer mexicano que lideró la
Asociación Mundial de Investigación en la Opinión Pública (WAPOR, por sus
siglas en inglés), el gremio internacional de encuestadores y estudiosos de la
opinión pública.
Nunca
cortó sus lazos de amistad con sus antiguos compañeros del PRI, incluyendo con
los amigos en el Estado de México, pero siguió otro camino, escogiendo el
conocimiento por encima del poder y construyendo una de las anclas claves de la
transición democrática mexicana, un compromiso con entender lo que piensan y
opinan los ciudadanos.
Falta aún
que se confirme el rumor de su nombramiento y, de ser así, que Basañez sea
confirmado por el Senado mexicano, pero si esto pasa sería un muy digno
representante de México en Estados Unidos, un hombre que conoce de cerca a este
país pero también goza de confianza de los gobernantes en México, alguien quien
representa una visión pluralista de México y quien trabajó para construir el
México democrático que hoy existe, pero quien también tiene cercanía con los
grupos actualmente en el poder. Es decir, tendría el peso para representar al
actual mandatario, pero con la visión abierta e incluyente que se necesita para
manejar una relación bilateral tan complicada y plural.
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