9 ago 2015

La “Niña de Azúcar” ultrajada/José Gil Olmos

La “Niña de Azúcar” ultrajada/Jose´Gil Olmos
Revista Proceso # 2023, 8 de agosto de 2015..
La brutalidad perpetrada en el caso de la colonia Narvarte se dimensiona y multiplica al observar las vidas, los rostros y los anhelos de los asesinados. Nadia Dominique, por ejemplo, era una joven poeta que se distinguió en Veracruz por su valor: una y otra vez denunció la corrupción del gobierno de Javier Duarte; una y otra vez fue reprimida; una y otra vez fue solidaria. Y aseguró que si algo malo le ocurría, responsabilizaba al mandatario veracruzano. La Niña de Azúcar, como le decía su mamá, se había exiliado en el Distrito Federal para atajar ese riesgo…

 Nadia Dominique Vera Pérez nació en la misma ciudad que Rosario Castellanos: Comitán, Chiapas. También era escritora y poeta. Tenía la voz ronca y en Xalapa, donde radicaba desde que era estudiante, era reconocida entre los universitarios por su carácter aguerrido pero dulce, por su solidaridad y, sobre todo, por su tesón y valentía para denunciar el estado de terror en Veracruz durante el gobierno del priista Javier Duarte.
 Niña de Azúcar, le decía su madre, Mirtha Luz Pérez Robledo, también poeta chiapaneca, quien en 2011 le dedicó uno de sus escritos, llamado “Balada para una niña citadina”.
 No te vayas de mí niña de azúcar/ A deshacerte entre la piel del llanto
 No te vayas de mí pájara libre/ Hacia el páramo frío de la ausencia
 No te vayas de mí niña de azúcar/ A plantar margaritas en tus huesos
 No me dejes sin tus ojos/ Ciega
 No me dejes sin tu voz/ Silente
 No me dejes sin tu luz/ A oscuras
 No me dejes sin tu piel/ Desnuda
 No me dejes sin ti/ Niña de azúcar.
 La guerrera

 Nadia era integrante de la Asamblea Estudiantil de Xalapa y del movimiento #YoSoy132. Desde 2012 y hasta 2014 participó en las movilizaciones estudiantiles y de agrupaciones sociales en contra del autoritarismo del gobierno de Enrique Peña Nieto y del de Duarte.
El primero de septiembre de 2012 asistió a una manifestación en contra de las irregularidades en las elecciones de ese año. La respuesta fue la represión.
“La idea era manifestarnos pacíficamente, pero había un operativo para desarticularnos en el desfile”, explicó en una entrevista difundida en redes sociales. Policías de civil los atacaron y les quitaron sus celulares.
El Comité Universitario de Lucha de la capital veracruzana recuerda ese pasaje en una carta difundida tras el asesinato de la activista chiapaneca: “En Xalapa, tu Xalapa, te vamos a recordar como la estudiante universitaria que participó activamente en las movilizaciones en contra del alza al transporte. Con tu voz firme y tus pies pequeños que dejaron huellas que muchos comenzamos a seguir poco después. Te vamos a recordar como la activista que la tarde del 1 de septiembre de 2012, tras los fraudulentos comicios, entró junto con nosotros a tomar el Palacio Municipal de Xalapa, desde el que elevamos nuestras enérgicas protestas en contra de la farsa electoral.
“Inmediatamente después, cuando aún sonaba el eco de esas marchas multitudinarias organizadas por 63 días desde la Acampada Lerdo, recuperamos y activamos junto contigo el espacio que todos conocimos como Casa Magnolia. Ahí te vimos reír, te vimos gritar, dormir, bailar, discutir, aprender, enseñar, ayudar y construir eso que era nuestro proyecto colectivo más ambicioso, nuestro centro cultural autogestionado.”
Nadia participaba en talleres de danza, actos culturales, conferencias y fiestas que realizaban los universitarios para aglutinar a la sociedad civil que sufría la escalada de violencia consentida desde las oficinas de gobierno.
“Recordamos, por ejemplo, que el 15 de septiembre de 2012 fuimos golpeados y tres de nosotros ‘levantados’, torturados y amenazados por policías estatales, obligados a recitar las últimas palabras con una pistola en la nuca para –después de sembrado el terror– ser abandonados en las cercanías de la central de abastos”, se lee en la misma carta del Comité Universitario de Lucha.
A raíz de su participación en esos actos pacíficos, la casa de Nadia fue allanada por desconocidos que voltearon su hogar al revés.
“Tenía yo tanto desmadre en la casa que, para que yo me diera cuenta de que se habían metido, hasta tuvieron que limpiar y ordenar un poco… sólo por eso lo noté. Después vi que hasta se habían bañado…”, dijo Nadia entonces, con ironía, a sus compañeros. Les comentó que no se mudaría.
El 20 de noviembre de ese año Nadia y sus compañeros de #YoSoy132 organizaron una nueva protesta contra la represión del gobierno duartista. Una vez más fueron reprimidos y encarcelados por mostrar una enorme pancarta que decía: “Javier Duarte, te tenemos en la mira. El pueblo no olvida ni perdona”.
Ese día fue sometida por mujeres policía que la arrastraron por la calle, la golpearon y la despojaron de su celular. Luego de esta experiencia comenzó a detectar que la perseguían.
Recuerda el Comité de Estudiantes: “Después de ese día, Nadia, nos contaste que te sentías amenazada. Que te estaban siguiendo constantemente, que te vigilaban, que afuera de tu casa reconociste más de una vez a una de las mujeres que te detuvieron en aquella ocasión y sólo entonces te convencimos y te convenciste de mudarte de casa”.
No obstante, durante 2013 y parte de 2014 Nadia continuó participando en otras manifestaciones y protestas contra las reformas estructurales y el gobierno estatal, que cada vez se mostraba más intolerante con la prensa y los activistas.
Sus compañeros del Comité de Lucha recuerdan en su misiva ese periodo: “Usando tu cuerpo de pancarta, protestaste con nosotros contra la reforma energética que entregó Pemex al mejor postor. Siempre sabia, siempre con palabras fuertes para los que no tomábamos las medidas de seguridad adecuadas, viste crecer a nuestro lado el hostigamiento, la persecución, la vigilancia constante de nuestros pasos. La represión”.
En 2013 marchó al lado de miles de maestros que rechazaban la reforma educativa. El 14 de septiembre de ese año fueron desalojados con violencia de la ahora llamada plaza Regina –antes plaza Lerdo– por agentes estatales que golpearon a profesores, estudiantes y periodistas con bastones eléctricos.
“Estuviste ahí en los largos y aburridos tiempos de espera en la Comisión Estatal de Derechos Humanos, mientras levantábamos nuestras quejas. Tú lo sabías, nosotros lo sabíamos, era un ejercicio casi inútil, pero un precedente más para evidenciar la violencia del estado”, se lee en la misiva difundida el pasado lunes 3.
El exilio y la acusación directa
Todavía en 2014 Nadia participó en las marchas para exigir la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Pero de nuevo sintió el acoso y decidió dejar Xalapa y exiliarse en el Distrito Federal, donde empezó a trabajar en la gestión, producción y promoción cultural.
“Desde allá apoyaste nuestros pasos, las denuncias, la difusión, el monitoreo, la acción solidaria ante el aumento de la violencia, que creció más y más hasta llegar a ese 5 de junio, hace apenas dos meses, en el que ocho de nuestros compañeros de lucha fueron brutalmente atacados por un grupo parapolicial, con machetes, palos, bates y armas de fuego. La agresión más brutal y más directa que vivimos… hasta entonces”, expresa el Comité Universitario de Lucha.
En noviembre de 2014 la activista advirtió en una entrevista en Rompeviento TV que temía por su seguridad y responsabilizó al gobernador Javier Duarte, de cualquier cosa que pudiera sucederle:
“Responsabilizamos totalmente a Javier Duarte Ochoa y a todo su gabinete sobre cualquier cosa que nos pueda suceder a los que estamos involucrados y organizados en todo este tipo de movimientos. Sí queremos dejar muy marcado que es totalmente responsabilidad del estado nuestra seguridad, porque son directamente los que están mandando a reprimirnos”, dijo.
 Visiblemente nerviosa ante la cámara de la televisión independiente que se trasmite por internet, Nadia explicó la difícil situación de Veracruz a raíz de la llegada de Duarte en 2010, principalmente para los activistas y periodistas. En sólo cuatro años ha habido 200 agresiones a periodistas y medios de comunicación, 13 muertos, 37 desplazados y tres desaparecidos.
 “Hay que entender el contexto de quién es Javier Duarte Ochoa, le dieron poder a un ignorante porque ni siquiera tiene conciencia del costo político. A Regina Martínez la mataron y no pasó nada, acaban de matar a Gregorio Jiménez, otro periodista, y no pasó nada, llevamos muchos periodistas asesinados y no ha pasado nada”, abundó.
 “¿Cuántos estudiantes, cuántos defensores de derechos humanos, cuántos activistas han sido asesinados, levantados o desaparecidos? Tenemos un nivel de desaparecidos impresionante y tiene que ver con el personaje que tenemos gobernando. Y todavía se levanta el cuello diciendo que es el estado más seguro ahorita. Creo que no tiene un poquito de vergüenza.
 “Nos empezó a preocupar mucho porque empezó a elevarse el índice de desapariciones a partir de 2010, con la entrada de Javier Duarte como gobernador; la violencia se comienza a destapar y nos empieza a preocupar porque resulta que nosotros empezamos a ser el producto que ellos necesitan. A la mujer la agarran para la trata, al estudiante para el sicariato, el problema somos todos, que le estorbamos tanto al gobierno como al narco. Estamos entre dos frentes de represión: la ‘legal’ y la ilegal.”
 Sin cortapistas, Nadia dijo que en Veracruz en realidad no gobernaba Duarte, sino el narco, específicamente Los Zetas.
 “El narco es el que gobierna en este estado, Los Zetas son los que tienen todo el estado manipulado, te cobran derecho de piso, te cobran por tener un bar, te cobran por trabajar, aquí la mercancía eres tú.”
Por eso, dijo, era necesario accionar socialmente, “porque nos están aniquilando. Es necesario que nosotros sí hagamos algo”.
El fin
Nadia, La Niña de Azúcar, como le escribió su madre, la integrante del movimiento estudiantil #YoSoy132, la promotora cultural, ya no dio más entrevistas después de hablar para Rompeviento. Se dedicó a trabajar y a apoyar a sus compañeros veracruzanos.
Así lo hizo el 9 de junio, cuando ayudó a Rubén Espinosa –su amigo y cómplice de lucha–, quien ese día abandonó Veracruz debido a las amenazas que había recibido por parte de la administración duartista.
Ambos fueron asesinados el 31 de julio pasado en un departamento de la colonia Narvarte, junto a Yesenia Quiroz, Mile Virginia Martín y Alejandra Negrete.
Yesenia Quiroz era la más joven, con 18 años. Originaria de Michoacán, radicó un tiempo en Baja California, hasta que hace dos años se fue a vivir a la Ciudad de México.
De acuerdo con las primeras indagatorias, Yesenia era sobrina política del exgobernador interino de Michoacán Jesús Reyna (PRI), quien se encuentra en la cárcel acusado de haber recibido dinero de Los Caballeros Templarios para la campaña del entonces candidato Fausto Vallejo.
Mile Virginia Martín nació el 20 de octubre de 1983 en Bogotá, Colombia. Según las primeras informaciones provenientes de ese país, su profesión era estilista, pero deseaba ser modelo y por eso vino a México en 2012.
“Ella era un persona cariñosa, una persona muy extrovertida, no le hacía daño a nadie, era una persona buena gente”, indicó una pariente de Virginia en una entrevista para Noticias Caracol, difundida por el portal mexicano 24 Horas.
“Ella se dedicaba allá al modelaje. Ella era estilista como profesión, pero no sé si ella la desempeñaba allá”, abundó la entrevistada, quien aseguró que Virginia estaba en trámites para regresar a su país.
“Nos dijo que ella estaba preparando papeles para devolverse para acá, para Colombia, para estar con nosotros”, dijo.
Alejandra Negrete, en tanto, vivía en Naucalpan, Estado de México, y se dedicaba a la limpieza de casas. Al parecer vivía con su hija, que al quedarse sola recibirá apoyo del municipio, aseguró la presidenta municipal sustituta, Claudia Oyoque Ortiz.

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