Semanario
Proceso
# 2023, 8 de agosto de 2015...
Y el DF no le
dio cobijo/José Gil Olmos
Rubén
Espinosa se dedicaba a registrar con su cámara fotográfica los movimientos
sociales de Veracruz y la consecuente represión contra ellos aplicada por la
administración de Javier Duarte. Su trabajo no agradaba a las altas esferas del
poder. Reiteradamente amenazado y agredido por personas fácilmente
identificables como agentes del gobierno, el fotoperiodista decidió volver a la
capital del país, una ciudad que alguna vez tuvo fama de ser refugio para
comunicadores de todo el país. No fue suficiente. La “ciudad de la esperanza”
no lo salvó.
Rubén
Espinosa Becerril llegó a la Ciudad de México el pasado 9 de junio en busca de
un lugar más seguro que Veracruz, donde a últimas fechas había sido amenazado
por hombres armados. No era el primer periodista exiliado de esa entidad; antes
habían huido otros 30, buscando refugio en otros países o en la inmensidad de
la capital.
Pero
esa ilusión terminó el 31 de julio, cuando el fotorreportero fue ejecutado
junto con su amiga, la activista social Nadia Vera, Yesenia Quiroz, Mile
Virginia Martín y Olivia Alejandra Negrete.
Originario
de esta capital, Rubén decidió no quedarse con su familia para no ponerla en
riesgo y anunció que mientras estuviera exiliado viviría con amigos y
conocidos. Su meta era regresar a Xalapa pues, decía, “no se vale que uno esté
seguro y deje a los compañeros en peligro”.
Desde
sus primeros días en el Distrito Federal, el fotoperiodista de 31 años explicó
públicamente su situación. Se dirigió a la organización Artículo 19 para
denunciar el acoso; en entrevistas con medios nacionales e internacionales
habló de las amenazas en su contra y también de la difícil situación de los
periodistas y de los ciudadanos en Veracruz donde, dijo, “no hay estado de
derecho”.
En
una de esas entrevistas –el 9 de julio en el programa de la organización
Periodistas de a Pie en el canal de internet Rompeviento–, Rubén reveló que
desde el 6 de junio comenzaron a vigilarlo y a perseguirlo en Xalapa: a las
09:00 horas de ese día vio a una persona afuera de su casa que no dejó de
vigilarlo; luego, a las 15:00 horas, tres sujetos lo siguieron cuando volvía del
trabajo.
“Vi
a tres tipos que estaban afuera de mi casa con un taxi prendido. Era muy
notoria su presencia. Ellos querían que los viera… uno de ellos me tomó una
foto y me hizo una seña. Era el mismo que había visto en la mañana, con una
playera azul, bermudas blancas, alto, de corte militar…”, explicó en la
entrevista con los periodistas Daniela Pastrana y Luis Guillermo Hernández.
A
partir de ese día, el colaborador de Proceso y de la agencia Cuartoscuro, quien
no cubría temas de narcotráfico ni policiacos, sino movimientos sociales,
detectó que lo perseguían y así se lo comunicó a sus compañeros más cercanos y
de mayor confianza.
Ese
mismo 6 de junio, por la noche, al volver a su casa vio que a esos tres hombres
se les agregaron otros dos, vestidos de negro, que lo provocaron mientras
caminaba por una de las calles céntricas de Xalapa, capital estatal.
Rubén
hizo pública esta situación en las redes sociales y avisó que se iría del
estado el 8 de junio; lo hizo sólo para tratar de engañar a sus perseguidores,
pues en realidad su plan era salir de Veracruz el día 9.
“Para
mí esto ha sido muy difícil por cuestión mental, emocional y económica… Me da
mucho coraje, tristeza, dolor y rabia que una persona decida el rumbo de mi
vida”, manifestó en la entrevista realizada en las instalaciones de Rompeviento
el primer día de su exilio en la Ciudad de México.
Registro
puntual
El
fotorreportero era de los más fervientes defensores de la libertad de prensa en
Veracruz y también uno de quienes seguían exigiendo la investigación en torno a
los asesinatos de reporteros en ese estado. Un día antes de su salida de la
entidad, junto con otros periodistas había recolocado la placa en la Plaza
Lerdo de Tejada, frente al Palacio de Gobierno, en memoria de Regina Martínez,
corresponsal de Proceso asesinada hace tres años.
Con
su cámara Nikon registró los momentos más crudos de la administración de Javier
Duarte, sobre todo la represión ejercida contra organizaciones sociales y
periodistas. También los gestos más adustos y rabiosos del gobernador, que se
publicaron en diversos medios e incluso fueron portada en este semanario
(Proceso 1946).
El
13 de septiembre de 2013 Rubén y otros fotorreporteros fueron agredidos por la
policía estatal, que les quitó sus equipos fotográficos luego del violento
desalojo de los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE) que ocupaban la Plaza Lerdo, en Xalapa.
Rubén
y sus compañeros Óscar Martínez, de la agencia Reuters, y Roger Martínez y
Ricardo Matus, de Imagen del Golfo, quisieron denunciar el hecho ante la
Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Cometidos Contra la Libertad
de Expresión, que abrió el acta circunstanciada 123/FEADLE/2013. En ésta se
quejaban de que la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) estatal se negó a
mostrar a los policías que agredieron a maestros y periodistas en el desalojo
de la plaza.
Los
fotógrafos narraron después que la SSP y el gobierno de Duarte les ofrecieron
dinero a cambio de retirar la querella. Rechazaron el ofrecimiento. Algunos de
ellos presentaron la denuncia penal en el fuero local; sin embargo, Espinosa
declinó la demanda, pues adujo que no creía en las instituciones y que la SSP y
la entonces procuraduría estatal eran la misma cosa.
Rubén
prefirió hacer una denuncia pública, junto con otros reporteros, asesorados por
un abogado. En conferencias de prensa consignó la serie de agresiones por parte
de agentes de la SSP vestidos de civil, desde noviembre de 2012 y hasta la
última, cuando se documentó el ataque a unos estudiantes el 5 de junio de 2015.
Semanas
antes de salir de Xalapa, el fotógrafo dio su última entrevista en Veracruz. El
27 de mayo los periodistas Laurence Cuvillier y Fréderic Toussaint, de la
televisora francesa Arte TV, se reunieron con él en la plaza Lerdo, rebautizada
por el propio Rubén y sus colegas como Plaza Regina Martínez. Ahí enlistó
varios de los incidentes que le había tocado vivir en la entidad.
Entre
los más importantes citó el ocurrido el 20 de noviembre de 2012, durante una
golpiza de policías vestidos de civil y de personal de ayudantía del gobernador
contra estudiantes del movimiento #YoSoy132 durante la celebración del desfile
conmemorativo de la Revolución. En esa manifestación participó Nadia Vera (otra
de las víctimas del homicidio múltiple en Narvarte), quien fue detenida y
golpeada.
En
esa ocasión, una vez que logró saltar el corral de reporteros, custodiado por
policías uniformados, Rubén logró colocarse afuera del bar México, donde
ocurrió la agresión a los estudiantes.
Ante
las cámaras de la televisión francesa Rubén recordó: “Estudiantes desplegaron
una lona, desde una habitación del Hotel México. Decía: ‘Duarte te tenemos en
la mira’. Cuando logré llegar, civiles golpeaban a manifestantes. Eran
policías, hombres y mujeres; detuvieron a varios. Yo empecé a disparar mi
cámara y llegó un elemento de ayudantía (del gobernador), me dio un golpe y me
dijo: ‘¡Bájale de güevos si no quieres terminar como Regina!’”.
A
partir de ahí –narra Rubén– se volvió incómodo en los eventos del mandatario
estatal. Las agresiones continuaron con golpes y amenazas a reporteros –entre
ellos Espinosa– en el desalojo de maestros de la CNTE en septiembre de 2013.
En
el puerto de Veracruz les narró a Cuvillier y a Toussaint que ahí también fue
golpeado por un grupo de la delincuencia organizada y por el equipo de campaña
de un candidato a diputado federal.
“En
Veracruz hay muchas presiones, el soborno, muchos compañeros reciben dádivas
del gobierno; le llamamos chayo. Lo hacen por cuadrar información a modo de la
clase política. Pero también está el temor, los asesinatos (de compañeros), la
policía no te permite trabajar… Estamos en una total indefensión, en la marcha
siempre hay ‘orejas’, policías que toman registros de la manifestación, pero
también de los reporteros, esto es de todos los días.”
Mientras
la reportera francesa entrevistaba a Rubén, el fotoperiodista iba señalando con
la mano a cada uno de los “orejas” que lo monitoreaban.
Espinosa
remataría en esa entrevista: “A ojo de buen cubero, hay como 12 o 14 ‘orejas’
por sólo siete u ocho periodistas. Nos doblan en cantidad”.
Llegada
al DF
El
pasado 5 de junio Rubén cubrió la brutal golpiza a ocho estudiantes
universitarios por un grupo de civiles, encapuchados y con chalecos de tipo
policial, quienes llegaron con bates, palos, machetes y armas largas. La
Asociación Defensora de los Derechos Humanos Decide denunció una campaña de
agresión contra todo activista social por parte del gobierno de Duarte.
“En
Xalapa hay un estado de sitio en la práctica”, aseveró Giovanna Mazzotti,
integrante de esa agrupación. Josué Bello, otro de los estudiantes agredidos el
5 de junio, denunció que grupos paramilitares “le hacen el trabajo sucio al
Estado”.
Al
día siguiente, el 6 de junio fue cuando Rubén detectó que lo perseguían. Tres
días después viajó a la Ciudad de México. La noche del 31 de julio fue
asesinado junto con Mile Virginia Martí, originaria de Colombia; Yesenia
Quiroz, nacida en Michoacán y quien había radicado en Baja California; Olivia
Alejandra Negrete, dedicada a trabajos domésticos, y con la activista Nadia
Vera, nacida en Comitán, Chiapas.
Al
llegar al Distrito Federal Rubén se mostraba nervioso y aseguraba que lo
estaban siguiendo, incluso aquí. En una comida con fotógrafos y reporteros de
Proceso confió que un sujeto lo había abordado en una cafetería o restaurante
para decirle: “Oye, ¿tú eres el fotógrafo que salió huyendo de Veracruz,
verdad?”
Acudió
a la agencia Cuartoscuro y a la revista Proceso para solicitar apoyo y advertir
de su situación, así como a organizaciones defensoras de periodistas, entre
ellas Artículo 19, a denunciar las amenazas que había recibido en Xalapa,
responsabilizando de ello a Duarte.
Durante
los 52 días que permaneció en la Ciudad de México no dejó de estar activo.
Acudió a cubrir manifestaciones de maestros, campesinos, estudiantes; tomaba
imágenes de vida cotidiana y dio una clase en el curso de fotografía impartido
en la revista Proceso, donde expuso su testimonio.
Rubén
Espinosa Becerril es el primer periodista asesinado en el exilio en la capital
del país y su caso ha dado la vuelta al mundo.
La
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
(ACNUDH) expresó “su más firme condena” por el asesinato. “Si las investigaciones
confirman que este aberrante múltiple homicidio tiene relación con la labor
periodística de Rubén Espinosa, estaríamos en presencia de un acto gravísimo
contra la libertad de expresión que, sin duda, causa un efecto inhibitorio en
el ejercicio del periodismo en México”, señaló el organismo en un comunicado
emitido el lunes 3.
“Preocupa
aún más el hecho de que una posible represalia se haya podido materializar en
el Distrito Federal, que cuenta con una baja tasa de incidencia de este tipo de
agresiones”, agregó y consideró que el fotógrafo “era una voz reconocible en
los llamados de justicia de otros colegas periodistas asesinados y
desaparecidos en Veracruz.”
Por
ello, el organismo pidió a las autoridades mexicanas “redoblar esfuerzos en la
investigación de este caso, tanto en el Distrito Federal como en el estado de
Veracruz, agotando todas las posibles líneas de investigación”, además de
reforzar la protección a periodistas y defensores de derechos humanos.
El
mismo día Amnistía Internacional exigió una investigación “inmediata,
exhaustiva e imparcial” y advirtió que son insuficientes las declaraciones de
los funcionarios condenando el crimen. “Las declaraciones de las autoridades
que califican estos hechos como aberrantes son insuficientes si no se acompañan
de acciones concretas que prevengan ataques a periodistas, y que cuando
sucedan, se investiguen y juzguen adecuadamente”, señaló en un comunicado.
La
Delegación de la Unión Europea, las embajadas de los Estados Miembros de la
Unión Europea y la UNESCO condenaron también el asesinato de cuatro mujeres y
del fotoperiodista, y exhortaron a las autoridades mexicanas a dar protección a
todos los periodistas.
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