24 may 2011

Presidente Calderón, durante la Promulgación de la Ley de Migración

Presidente Calderón, durante la Promulgación de la Ley de Migración
24 may 2011 | Discurso          
Qué tal, muy buenos días, amigas y amigos.
Señor Diputado Jorge Carlos Ramírez Marín, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Señora Diputada Josefina Vázquez Mota, Presidenta de la Junta de Coordinación Política de la Cámara.
Señor Senador José González Morfín, Presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República.
Doctor Raúl Plascencia Villanueva, Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Diputada Leticia Salazar, Presidenta de la Comisión de Asuntos Migratorios de la Cámara de Diputados.
Químico Andrés Granier Melo, Gobernador del Estado de Tabasco. Muchas gracias por su presencia aquí.
Licenciado Juan José Sabines Guerrero, Gobernador del Estado de Chiapas. Muchísimas gracias por su presencia en esta promulgación.
Estimada Olga Sánchez Martínez, Presidenta de la Asociación Jesús del Buen Pastor y el Migrante.
Padre Flor de María, Fundador de las Casas del Migrante en Chiapas, Baja California, muchas partes del país.
Distinguidos invitados especiales.
Doctora Susana Sottoli, Directora General de UNICEF en México.
Embajadora Rita Claverie, Embajadora de Guatemala en nuestro país.
Embajador Horacio Brenes Icabalceta, Embajador de Nicaragua en México.
Señoras y señores:
Me es muy satisfactorio el recibirles hoy en la Residencia Oficial de Los Pinos, que es casa de todos los mexicanos, para la promulgación de esta importante reforma: la nueva Ley de Migración, que modifica, además, numerosos artículos de otros cuerpos legislativos asociados al tema.
Estamos convencidos todos de que las condiciones en las que se da actualmente la migración ponen a las personas en una grave situación de vulnerabilidad. Las ponen en condición de vejación y son objeto de abusos de toda índole.
En muchas ocasiones, tanto los propios ciudadanos mexicanos, como los extranjeros, que entran sin documentos a nuestro país, se ven obligados a actuar en la clandestinidad en sus recorridos, fundamentalmente hacia el Norte, en su búsqueda de oportunidades en los Estados Unidos.
Eso los expone a situaciones que son sumamente riesgosas y, como hemos visto recientemente, algunas de ellas verdaderamente dramáticas.
Todos tenemos muy presentes los dolorosos e indignantes acontecimientos que han tenido en dos ocasiones en el mismo municipio, en Tamaulipas, y que reflejan el grado de maldad, de perversidad, que ha alcanzado el crimen organizado, que abusa, precisamente, de la condición de ilegalidad que prevalecía en la ley anterior.
Conocemos, también, cientos de historias, desgarradoras, de migrantes que han sido víctimas de autoridades corruptas, y que nos dan muestra de que las cosas están, simple y sencillamente, funcionando mal, y que hay que corregirlas.
Esta ley corrige lo que está funcionando mal, y esperamos, desde luego, que este marco regulatorio nuevo nos permita hacerla funcionar bien.
Esta realidad ha exigido que el Estado modernice su marco legal. Y, por eso, es una buena noticia que hoy nos reunamos para promulgar la nueva Ley de Migración, que es una legislación de avanzada, una legislación que privilegia el respeto y la protección de los derechos humanos; una legislación que parte de algo fundamental: parte de la dignidad humana del migrante, independientemente de su nacionalidad.
La elaboración del proyecto que ha dado vida a esta ley requirió  de un trabajo muy profundo de legisladores e instituciones del Gobierno Federal.
Agradezco a mis colaboradores haber puesto tan singular empeño, precisamente, en este proyecto y, desde luego, a los legisladores, quienes se involucraron totalmente en su discusión.  Todos esos esfuerzos  han, finalmente, fructificado, y hoy tenemos esta nueva Ley de Migración.
Sé que también el proyecto tomó en cuenta, porque así  fui informado, diversas propuestas de la sociedad civil, de académicos, de expertos en el tema migratorio. Así que también quiero agradecer, a todos los que trabajaron para que esta ley fuera una realidad, su gran colaboración.
A la sociedad civil, como la propia señora Olga Sánchez, aquí presente; o el Padre Flor de María. Muchas personas que, así como el testimonio que hoy nos ha compartido Olga, tienen un espíritu generoso, un espíritu humano y humanista que ha permitido ayudar a los migrantes, a las migrantes, en sus terribles condiciones a su paso por el país.
Quiero hacer, insisto, un reconocimiento muy especial al compromiso, a la altura de miras, a la gran responsabilidad con la que los legisladores, las y los legisladores trabajaron; la apertura al diálogo con los representantes del Gobierno Federal, con los distintos actores relacionados con el tema de la ley, porque todo ello permitió que se acordara, se votara por unanimidad.
Y espero que esta nueva Ley Migratoria simbolice también una nueva era migratoria para México.
Felicito también, desde luego, a las y los legisladores aquí presentes, muchos de ellos integrantes de la Comisión de Fronteras y Asuntos Migratorios.
Hay algunos aspectos que vale muchísimo la pena destacar de la nueva Ley de Migración.
Primero. La nueva ley establece obligaciones muy claras de coordinación a las autoridades de los tres órdenes de Gobierno, para la persecución y prevención de los delitos contra los migrantes. Así, todas las autoridades que tengan bajo su mando algún tipo de fuerza pública o policial, estamos obligadas a colaborar en los esfuerzos de protección migratoria.
La división de competencias no será, no debe ser ya un pretexto para no atender los delitos ofensivos, graves, contra quienes migran, como son el secuestro, la extorsión, el tráfico de personas, la violación y muchas otras.
Segundo. Para garantizar los derechos de los migrantes, es indispensable contar con autoridades migratorias honestas, responsables y comprometidas. Es ofensivo, es inadmisible que puedan existir autoridades que participen en la violación de derechos humanos o que, incluso, se coludan con los delincuentes.
Por ello, este Decreto contempla la formalización en la ley, de un Centro de Evaluación y Control de Confianza, en el que se evaluará de manera permanente al personal que labora en el Instituto Nacional de Migración.
El Instituto ha desarrollado este Centro recientemente, y ahora la ley nos garantiza que tendrá que cumplir con los mismos estándares de confiabilidad que el resto de las instituciones del Sistema de Seguridad Nacional.

Recientemente hemos empezado a incorporar en la ley, por ejemplo, en la Ley de Seguridad Pública, esta herramienta valiosa, que ciertamente no es suficiente por sí misma, pero sí muy necesaria, muy útil para explorar la confiabilidad de quienes tienen a su cargo algún poder delegado de autoridad.

La ley, además, obliga al personal a cursar y, desde luego, a aprobar los programas de formación, de capacitación, de profesionalización, para su ingreso y permanencia.

En otras palabras, la ley obliga, y qué bueno, a que el personal esté permanentemente revisado, que labora en las agencias o en las instituciones migratorias del país.

Con ello, estamos avanzando en nuestro objetivo de que todos los funcionarios migratorios actúen bajo los principios de legalidad, de profesionalismo y de honradez.

También, la nueva ley establece sanciones para las autoridades migratorias que violen los derechos de los migrantes, y elimina disposiciones existentes en el marco normativo anterior, que favorecían la arbitrariedad, la ambigüedad y propiciaban, desde luego, la corrupción de los servidores públicos y la extorsión a los migrantes.

Quiero destacar aquí, que más allá de lo contemplado en la nueva ley, el Gobierno Federal, a mi cargo, ha iniciado un profundo proceso de evaluación y depuración de las filas del Instituto Nacional de Migración; he instruido al Secretario de Gobernación, y le instruyo nuevamente, a que acelere este proceso de manera clara y que informe sistemáticamente del avance de dicho proceso.

Seguiremos adelante con las investigaciones y quienquiera que viole la ley será llevado ante la justicia.

Tercero. La ley favorece la migración al país de una manera más ordenada y más segura. En ese sentido, se simplifican los trámites para la estancia de extranjeros en México, con lo que se busca ordenar los flujos migratorios, y propiciar el movimiento internacional de personas de manera formal.

Además, se contempla un sistema de cuotas y apertura de empleo a ciudadanos extranjeros. Y algo muy importante. Para garantizar la protección de los derechos humanos, se deroga el tipo penal previsto en el Artículo 156 del Código Penal Federal, que establecía pena de uno a dos años de prisión a los extranjeros que ya hubieran sido expulsados del país y que regresen nuevamente.

Esto es digno de destacarse. Yo quiero subrayar aquí, porque hace ya tres años iniciamos, con la iniciativa que presenté al Congreso de la Unión, el proceso para descriminalizar el fenómeno migratorio.

La migración dejó de ser un delito hace tres años y el único tipo penal que quedaba pendiente de resolver, era éste, el de la reincidencia del migrante que hubiese sido expulsado.

Con esta nueva ley, se deroga completamente la criminalización del fenómeno migratorio en el país.

Por eso, el Gobierno mexicano está haciendo lo que durante muchos años hemos pedido, por ejemplo, a los Estados Unidos: descriminalizar la migración y atender de manera más sensata y más sensible la compleja realidad que vivimos, sobre todo en nuestras fronteras, donde muchas personas llegan a México en busca de oportunidades en el Sur, para continuar su paso hacia el Norte.

Al ordenar la migración, también estamos evitando, precisamente, los espacios de oportunidad que tiene el crimen organizado para lucrar con los migrantes. Precisamente, esa desprotección del migrante hace que queden en manos de traficantes de personas, en  manos de polleros, en manos de coyotes y en manos, finalmente, de criminales sin escrúpulos, que terminan secuestrándolos, extorsionándolos y, finalmente y, por desgracia, como hemos visto, asesinándolos.

Cuarto. La ley tiene un cuidado especial en la protección integral de los derechos de los migrantes. En este sentido, por primera vez se enlistan todos y cada uno de los derechos de las personas migrantes, para garantizar que, independientemente de su situación, tengan acceso a la justicia y a los servicios de salud y educación.

También se facilitarán las denuncias realizadas por migrantes y el seguimiento de los casos contra quienes abusen de ellos, para reducir la impunidad.

Asimismo, la ley establece los derechos de los migrantes en situación de presentación, deportación o asistencia para el retorno a sus lugares de origen, y regula un procedimiento especial para atender durante estos procesos a niños y personas en situación de vulnerabilidad. Esto también es algo muy importante, me lo ha reiterado mi esposa Margarita en muchas ocasiones y, finalmente, ha formado parte del proceso.

La Ley Migratoria establece el principio del interés superior del niño, un principio que debiera extenderse a muchos ordenamientos legales en el país. Muchas veces se nos olvida en nuestras discusiones como ciudadanos que el interés tutelado es el de los menores, no la percepción que tenemos nosotros respecto de los menores. El interés superior es el del niño y, además, es un interés prevalente en nuestro ordenamiento jurídico. Así lo establece claramente la nueva Ley de Migración.

También considera y respeta el derecho a la preservación de la unidad familiar. Algo, también, que se ha omitido reiteradamente en nuestros cuerpos legislativos, y que se rescata en esta nueva Ley Migratoria.

Además, establece la posibilidad de que el Estado otorgue una Visa por razones humanitarias, algo que no estaba considerado en nuestros ordenamientos legales.

En suma, amigas y amigos:

La nueva Ley de Migración es un instrumento que atiende el fenómeno migratorio de manera integral, y que refleja lo mejor de la tradición hospitalaria de México, que siempre ha sido un país generoso con quienes necesitan protección o refugio.

Amigas y amigos:

Son muchos los esfuerzos que se realizan en el mundo para atender la migración en todas sus vertientes. Pero es claro que se necesita ir a las causas estructurales de un fenómeno que compete a todas las naciones.

Es cierto que los países que tradicionalmente generamos mano de obra debemos generar, también, condiciones de trabajo para nuestros jóvenes; condiciones y oportunidades de trabajo aquí, en México, por ejemplo, para que nadie tenga que irse, por hambre, o por necesidad, a otra parte.

Pero tampoco podemos olvidar, nadie puede hacerlo,  que la migración es un fenómeno  histórico, es un fenómeno económico, es un fenómeno que responde a la naturaleza sociodemográfica de nuestros países.

Mientras, por ejemplo, los Estados Unidos y otras naciones, sigan demandando mano de obra, y nosotros sigamos teniendo mucha gente joven, esforzada, trabajadora, seguirá existiendo el fenómeno de la migración.

Muchas veces lo he dicho: nuestras economías, la economía de Estados Unidos y la economía de México, son economías complementarias, y aquí agregaría las economías centroamericanas con Estados Unidos.

Una es una economía grande, poderosa; otras son economías pequeñas. Una es una economía intensiva en capital, las nuestras son economías intensivas en mano de obra.

Una es una economía con una población adulta y adulta mayor en rapidísimo crecimiento, una población económicamente activa cada vez menor y una población dependiente cada vez mayor.

La nuestra es una economía de jóvenes, una economía donde la mitad de la población tiene 26 años de edad o menos, y donde la población económicamente activa es considerablemente mayor que la población dependiente, y así lo será durante, por lo menos, dos décadas más.

Esto genera, precisamente, que haya una complementariedad económica que explica la integración económica en sus diversas variantes, incluida la integración migratoria. Es un caso típico de libro de texto, me atrevo a decir, de economía grande, economía pequeña, economía intensiva de mano de obra, economía intensiva de capital, economía joven, economía de mano de obra no tan joven.

Por esa razón, este fenómeno debe responderse conforme al cauce ordenado de los factores de la producción, y concretamente de capital al trabajo. Por eso, es fundamental liberar flujos de inversiones, pero también es fundamental liberar flujos migratorios, o por lo menos ordenarlos y darles un cauce que sea acorde con la dignidad humana.

En tanto Estados Unidos no tenga un marco legal que permita este flujo natural, que se encauce de manera legal y ordenada, los migrantes seguirán corriendo el riesgo de ser parte de un mercado manejado por criminales sin escrúpulos. Esa es la realidad.

Por otra parte, también que hay que saludar, y lo hago nuevamente, los esfuerzos que, por cierto, realiza el Presidente Obama en los Estados Unidos para avanzar en una reforma migratoria que permita atender este fenómeno de manera integral en toda la región.

El día que veamos en la migración no un problema, sino una oportunidad, estaremos abriendo las puertas de un futuro mejor.

Hoy, México hace la parte que le corresponde para mejorar el sistema migratorio de América del Norte.

Ésta, qué duda cabe, es una legislación de avanzada, una legislación audaz, una legislación migratoria con muy pocos precedentes en el mundo.

Y esta legislación, amigas y amigos, desde luego, implica también el compromiso de todos quienes hemos participado en ella, de que funcione y que funcione bien. Que estemos también abiertos a entender su aplicación, a observarla, a comprenderla, a fortalecer sus aciertos y, también, a rectificar, si llegan a presentarse sus errores.

Estar siempre dispuestos a mejorar las condiciones de vida de todos, desde luego los mexicanos, pero también de quienes por alguna razón, fundamentalmente la búsqueda de oportunidades en México o en el extranjero, necesitan forzosamente pasar por nuestro país.

Verlo desde una perspectiva distinta, una perspectiva humana, esa es la visión del Congreso de la Unión, que ha aprobado esta ley. Esa es también, ha sido y será siempre la visión del Gobierno de la República, que me honro encabezar.

Así que, los mexicanos podemos sentirnos orgullosos de esta nueva ley, que representa el avance más significativo en materia migratoria en los últimos 80 años y pone a México a la vanguardia a nivel mundial.

Muchas felicidades a todos, y muchísimas gracias.

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