18 jul 2014

La lucha de Jersey Vargas por una reforma migratoria

La lucha de Jersey Vargas por una reforma migratoria
Esta niña de diez años, cuyo padre enfrenta un proceso de deportación en libertad, presiona para que se regularice a los 11 millones de inmigrantes indocumentados que hay en Estados Unidos
ARACELI MARTÍNEZ | ESPECIALES LSR La Silla Rota | 2014-07-16;
LOS ÁNGELES.- La desesperación que se apoderó de Jersey Vargas, cuando su padre estaba a un paso de ser deportado, hizo que durante la primavera viajara hasta Roma para pedirle ayuda al Papa. Pero esta menor de diez años, no sólo evitó que su familia fuera separada, sino que se ha convertido en la voz de los niños por una reforma migratoria.

La lucha de Jersey no paró con su viaje al Vaticano. En junio pasado, a dos semanas de que los congresistas se fueran de receso, y se agotara el tiempo para aprobar una reforma migratoria este año, fue a Washington, D.C.
Antes de partir, le envió una carta al presidente Barack Obama en la que lo urgía a parar las deportaciones.
“Sé cómo se siente no tener a la persona que amamos, mi padre en mi caso. Yo deseo que todas las familias que están separadas se reúnan”, le dijo Jersey al Presidente en una breve misiva escrita en inglés, de su puño y letra. Una carta que terminó con una súplica en español: ¡Por favor, denos una reforma migratoria!
Jersey Vargas no logró ver al presidente Obama pero se entrevistó con varios congresistas y les entregó pañuelos blancos bordados por su madre. Cada uno tenía sus nombres, bajo los cuales se podía leer "11 millones de indocumentados".

“Les dije que por favor pasen la reforma migratoria porque millones de familias se andan separando, y que también ayuden a mi familia porque mi papá está con una orden de deportación”, dijo Jersey.
Al presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, lo pescó de improviso en un pasillo.
La avispada menor nació en Panorama City, a unas 20 millas del centro de Los Ángeles. Sus padres Mario y Lola Vargas emigraron de México hace casi 15 años. Jersey, una niña de respuestas rápidas, es la tercera de los cinco hijos que tiene la pareja, tres de los cuales nacieron en California.
Durante cerca de seis meses, Mario Vargas, el padre de Jersey, estuvo preso primero en una cárcel y luego en un centro de detención de migración en el estado de Tennessee. La policía lo arrestó por conducir sin una licencia de manejo, el 27 de septiembre de 2013.
Apoyada por una delegación de activistas por los derechos de los inmigrantes, Jersey Vargas fue a Roma, a pocos días de que llegara el presidente Obama para reunirse con el Papa en el Vaticano.
Jersey no tenía cita para una audiencia. Así que le tocó esperar tras un barandal por largo tiempo. Las posibilidades de hablar con Francisco era mínimas. Pero cuando el Papa estaba cerca, una mujer la empujó, y la menor comenzó a llorar. Una buena samaritana se apiadó de ella, y le cedió su sitio en primera fila. El Papa se le acercó, le tocó la cabeza y la bendijo.
Jersey aprovechó la oportunidad: “Por favor ayúdeme, mi familia está sufriendo, mi papá está enfrentando la deportación. No es justo. Otros padres están sufriendo porque sus padres están siendo separados”.
Y las plegarias de la infante de cuarto grado surtieron efecto. Al regresar de Roma, su progenitor la recibió en el aeropuerto de Los Ángeles. Había sido puesto en libertad tras el pago de una fianza de 5,000 dólares.
“Fue algo muy bonito. No lo podíamos creer. Jersey se fue a Roma el 21 de marzo y mi esposo salió libre el 28”, recuerda Lola Vargas, la madre de Jersey. “Ahora nos sentimos mejor. Sabemos que está con nosotros”, dice.
A Alex Galvez, el abogado defensor de Mario Vargas, no le queda duda de que el encuentro de Jersey con el papa Francisco fue decisivo para que saliera libre.
“Absolutamente lo que hizo Jersey Vargas fue una cosa única. El amor de una niña hacia su papá hizo que viajara al otro lado del mundo para pedir ayuda al Papa. Nosotros vimos varios milagros, a partir de ese día. Su padre fue liberado, pudo ir a recibir a su hija al aeropuerto y está trabajando al lado de su familia”.
“Pero no sólo eso”, dice Galvez, “hay muchas personas que al ver su caso, han tenido el valor, la fortaleza y el buen espíritu para pelear contra las deportaciones, y no vencerse. Y vale la pena hacerlo porque vinieron a este país, a trabajar duro y hacerlo mejor. Así que deben pelear por su derecho a estar en Estados Unidos”.
Sobre el estatus migratorio de Mario Vargas, su defensor explica: “La deportación se congeló. El juez determinó que es una persona de buena conducta moral, ha trabajado por más de diez años , tiene hijos ciudadanos. Por tanto, le dieron el derecho de pelear su caso mientras esté libre para trabajar por su familia”.
Lola Vargas, la madre dice que en este momento, su hija Jersey no sólo lucha porque su padre se quede en el país, sino por los millones de indocumentados que viven en Estados Unidos. “Ella quisiera que en sus manos estuviera la reforma migratoria, que su voz fuera escuchada”, observa.
Y Jersey, cuyo sueño es ser veterinaria y autora de libros, da sus razones del porqué seguir en la batalla para que la administración Obama permita una regularización masiva de inmigrantes sin papeles.
“No le deseo a nadie, lo que yo viví. Es muy injusto, es muy difícil. Cuando una familia no está unida se siente muy destruida”, afirma sin el menor titubeo.
 Desde el momento de su reencuentro, en el Aeropuerto de Los Ángeles, Jersey se mantiene unida a sus padres Mario y Lola Vargas y a sus herman

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