18 oct 2018

Misa por la paz en Corea

Misa por la paz en Corea/ Fred Alvarez Palafox
@fredalvarez
Tal y como se había anunciado, eEl Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, presidió la tarde del miércoles 17 de octubre una “Misa por la Paz” en la península coreana, en la que participó el presidente Moon Jae-in, quien horas después se reunió de manera privada con el Papa Francisco, durante 35 minutos.

"Que en la península coreana, después de tantos años de tensiones y división, pueda finalmente resonar por completo la palabra paz”, dijo Parolin en la homilía...
“Esta noche deseamos humildemente alzar la mirada a Dios, a quien rige la historia y los destinos de la humanidad, e implorar una vez más, para todo el mundo el don de la paz. Lo hacemos rezando en particular para que también en la península coreana, después de tantos años de tensión y de división, pueda finalmente resonar plenamente la palabra paz”, dijo el Cardenal Parolin en su homilía.

Resaltó que “la sabiduría de la Escritura nos hace comprender que solo quien ha experimentado el misterio inescrutable de la aparente ausencia de Dios ante los sufrimientos, la opresión y el odio, puede comprender hasta lo profundo qué cosa significa sentir nuevamente resonar la palabra paz”.
“Ciertamente como personas de buena voluntad todos nosotros sabemos que la paz se construye con las opciones de cada día, con un esfuerzo serio al servicio de la justicia y la solidaridad, con la promoción de los derechos y la dignidad de la persona humana, y especialmente a través del cuidado de los más débiles”.
Tras indicar que la paz es un don de Dios, el Cardenal Parolin recordó que San Pablo VI dijo que “¡es necesario hablar siempre de paz! Es necesario educar al mundo a amar la paz, construirla y defenderla”.
“Ante las premisas que renacen de la guerra -indicaba el nuevo santo-, es necesario suscitar en los hombres de nuestro tiempo y de las generaciones venideras el sentido y el amor de la paz fundada en la verdad, la justicia, la libertad y el amor”.
Al concluir su homilía, el Cardenal Parolin rogó “al Señor la gracia de hacer de la paz una auténtica misión en el mundo de hoy, con la confianza puesta en la misteriosa potencia de la cruz de Cristo y su resurrección. Con la gracia de Dios, la vía del perdón se hace posible; la elección de la fraternidad entre los pueblos, un hecho concreto; la paz, un horizonte compartido incluso en la diversidad de los sujetos que dan vida a la comunicad internacional."
"Entonces —continuó el cardenal itando la homilía que pronunció el Papa Francisco en la catedral de Myeong-dong de Seúl el 18 de agosto de 2014— nuestras oraciones por la paz y la reconciliación se elevarán hacia Dios desde corazones más puros y, por su don de gracia, obtendrán ese bien precioso al que todos aspiramos”.
El presidente coreano, por su parte, expresó el propio "profundo sentimiento de gratitud por el sólido y firme apoyo manifestado por el Papa Francisco a favor de la paz en la Península coreana", y expresó el deseo de que "las relaciones entre la Santa Sede y Corea del Norte puedan revitalizarse”
Lo hizo en un artículo publicado por “L’Osservatore Romano” - La via della pace-, en vísperas de su viaje a Roma. 


El presidente Moon recordó los mensajes del papa sobre "la diplomacia de la reunión para la reconciliación, precisamente para iniciar una nueva era de paz y prosperidad en la península de Corea".
Explicó que en su visita a Pyongyang en septiembre pasado, estuvo acompañado por el arzobispo de Gwangju, Hyginus Kim Heejong, como representante de la Iglesia católica en Corea, para fomentar las relaciones entre la Iglesia en el Sur y la del Norte.
En este sentido, agradeció "a la Santa Sede la atención especial y el apoyo garantizado para que estas relaciones puedan desarrollarse aún más".
Y deseó que "también las relaciones entre la Santa Sede y Corea del Norte también puedan revitalizarse”.
Línea del tiempo
El 19 de septiembre los presidentes de Corea del Sur y Corea del Norte firmaron en Pyongyang un acuerdo de desnuclearización en la península coreana.
Días despues, el 9 de octubre la presidencia surcoreana informó que el líder norcoreano, Kim Jong Un, invitó al Papa Francisco a visitar Corea del Norte.
La invitación se entregó personalmente al papa Francisco por el presidente Moon.
La religión...
La Constitución de Corea del Norte permite, en teoría, la libertad de culto, empero la limita a pocos lugares aprobados por el régi1men y estrictamente vigilados por la policía...
El proselitismo religioso está fuertemente castigado: varios de los extranjeros -principalmente de nacionalidad estadounidense- detenidos en Corea del Norte a lo largo de las últimas dos décadas, lo han sido por intentar distribuir Biblias u otro material religioso. 
Nada que ver cuando a principios del siglo XX, antes de la división de la península, Pyongyang era un importante centro religioso con numerosas iglesias y una comunidad cristiana que recibió el apodo de "Jerusalén de Asia".
Pero el fundador del régimen y abuelo del actual líder, Kim Il Sung, consideraba la religión cristiana como una amenaza contra su gobierno  y la erradicó con ejecuciones y trabajos forzados en los campos.
Desde entonces, el régimen norcoreano autorizó a las organizaciones católicas a desarrollar proyectos de ayuda en su territorio, pero no tiene relación diplomática alguna con el Vaticano, una de las razones por las que ha pedido a Moon que sea él quien traslade la invitación.

En cambio, Corea del Sur es el segundo país asiático en cuanto a proporción de creyentes católicos, sólo por detrás de Filipinas.
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La via della pace/ 
16 ottobre 2018
Osservatoreromano.va
Sono lieto di incontrare il Santo Padre nel cinquantacinquesimo anniversario delle relazioni diplomatiche tra la Repubblica di Corea e la Santa Sede. Insieme al popolo della Repubblica di Corea esprimo il mio profondo sentimento di gratitudine per il solido e fermo sostegno manifestato da Papa Francesco a favore della pace nella penisola coreana. La democrazia trova il suo vero spirito nella vita e negli insegnamenti di Gesù, che si è degnato di abbassarsi dall’alto fino a noi. Egli visse insieme ai poveri, agli emarginati, ai senza potere e agli ammalati. Per Gesù tutte le persone godevano della stessa dignità, indipendentemente dalla loro posizione sociale o dal loro status: ricchi e poveri, uomini e donne.
Il cattolicesimo si affermò in Corea con l’insegnamento che tutte le persone erano uguali in dignità, poiché create a immagine di Dio. Questa antropologia della Chiesa cattolica risvegliò la Corea, il cui sistema sociale era allora fondato sulle caste. Attenendosi fedelmente a questo credo, molti coreani sono stati martirizzati. Anche se il cattolicesimo non era la religione di stato, dalla sacra Scrittura il popolo coreano ha appreso la direzione che la vera democrazia deve percorrere e ha trovato il coraggio di affrontare l’ingiustizia. Durante il periodo della dittatura militare le chiese cattoliche in Corea erano anche santuari e rifugi della democrazia.
Molti sacerdoti si sono impegnati nei movimenti per la democratizzazione, in conformità con la dottrina sociale della Chiesa. I fedeli laici, a loro volta, come uomini e donne della Chiesa nel mondo, ispirati dall’esempio di Gesù, si sono dedicati alla realizzazione della giustizia, della pace e dell’amore. Questo è uno dei motivi per cui la Chiesa cattolica gode di rispetto in Corea. Mentre affrontava la violenza perpetrata dallo stato, la Chiesa in Corea è riuscita a conservare la pace e, in questo modo, ha continuato a ricordarci che la democrazia è essenzialmente la via per il recupero della dignità umana e che quella via deve essere pacifica. Questo insegnamento è stato lo spirito della “rivoluzione delle candele”, bella e pacifica, che ha avuto luogo nel freddo inverno del 2017.
Negli ultimi mesi la preghiera e la benedizione del Santo Padre hanno dato grande incoraggiamento e speranza al popolo coreano nel suo cammino verso la pace. Ho sempre ricordato i messaggi papali che mettevano in evidenza la diplomazia dell’incontro per la riconciliazione, proprio al fine di avviare una nuova era di pace e di prosperità nella penisola coreana.
Io e Kim Jong-un, presidente della commissione degli affari di stato della Repubblica Popolare Democratica di Corea, il mese scorso abbiamo annunciato congiuntamente la storica «Dichiarazione di Pyongyang di settembre». La Corea del Sud e quella del Nord hanno deciso di porre fine al confronto militare. Gli Stati Uniti d’America e la Corea del Nord si sono seduti faccia a faccia, mettendo fine a un’ostilità durata settant’anni. La Corea del Nord ha cessato i test nucleari e missilistici. Inoltre la Corea del Sud e gli Stati Uniti d’America hanno interrotto le esercitazioni militari su larga scala. Sono questi i frutti dell’incontro e del dialogo.
Gesù si è sacrificato per eliminare l’odio, generando la riconciliazione, ed è risuscitato nella pace. Dopo la sua risurrezione, disse ai suoi discepoli «pace a voi» (Giovanni 20, 19). Fino a questi giorni, quando si sono svolti gli incontri tra la Corea del Sud e quella del Nord e si è aperto il dialogo tra quest’ultima e gli Stati Uniti d’America, nel corso della storia ci sono stati molti sacrifici. Ma ora è giunto il momento in cui possiamo trasformare la separazione e il confronto in prosperità, per mezzo della pace.
In occasione della mia visita a Pyongyang nel settembre scorso, anche monsignor Hyginus Kim Hee-jong, arcivescovo di Gwangju, vi si è recato, in qualità di rappresentante della Chiesa cattolica in Corea, per favorire le relazioni tra la Chiesa nel Sud e quella nel Nord. A questo proposito, sono grato alla Santa Sede per la speciale attenzione e per il sostegno garantiti affinché tali relazioni possano svilupparsi ulteriormente. Inoltre, auspico che anche i rapporti tra la Santa Sede e la Corea del Nord possano rivitalizzarsi.
Per realizzare la vera riconciliazione e cooperazione, e anche la pace permanente tra la Corea del Sud e quella del Nord, occorre qualcosa che vada al di là dei cambiamenti operati dalla politica e dal sistema. È necessario inoltre un cuore che ci tenga uniti, gli uni agli altri, come fratelli, non soltanto per la condivisione dei profitti economici.
Nel settembre scorso ho dichiarato, sulla base della mia filosofia governativa che mette al centro il bene della persona, che la Repubblica di Corea deve diventare una “nazione dell’inclusione”. Al riguardo concordo profondamente con le parole di Papa Francesco pronunciate il 14 agosto 2014 incontrando le autorità durante la visita nella Repubblica di Corea: «Il bene comune, il progresso e lo sviluppo devono in definitiva essere non solo di carattere economico ma anche umano». La Chiesa cattolica si è impegnata e si impegna per superare la violenza e l’odio, la discriminazione e lo sfruttamento, l’indifferenza e l’intolleranza, la disuguaglianza e l’emarginazione. Essa, poi, ha la forza e la sapienza che possono lenire il dolore dei tempi, come un raggio di sole nella società buia del materialismo e della competizione illimitata. Essa riflette seriamente su quale tipo di società Gesù desiderasse e si adopera per realizzarla. Credo che la Chiesa cattolica sostenga sempre, con fermezza, una politica dell’inclusione nella penisola coreana.
Io e il popolo coreano portiamo nel cuore le parole che Papa Francesco ha pronunciato all’Angelus del 1° settembre 2013: «La cultura dell’incontro, la cultura del dialogo, questa è l’unica strada per la pace». Noi perseguiremo risolutamente la realizzazione della democrazia, della pace permanente nella penisola coreana e la costruzione di un paese dell’inclusione. Auspico che la benedizione del Santo Padre e la preghiera dei suoi collaboratori accompagnino sempre il cammino del popolo coreano.
di Moon Jae-in
Presidente della Repubblica di Corea...






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