ARISTEGUI:
SE VA, SE VA, SE VA… SE FUE/
La Otra Opinión, espacio de Ricardo Alemán
2015-03-15,
22:58:00
Todas
las empresas privadas, periodística o no, tienen el derecho de contratar a quien
crean que cumple con su objetivo empresarial.
Era
cuestión de tiempo. Los directivos de MVS habían tomado la decisión de
rescindir el contrato de la señora Carmen Aristegui por violación a sus
cláusulas. Primero porque la conductora cometió abuso de confianza al
involucrar a la marca MVS en un proyecto periodístico personal. Luego porque la
señora Aristegui se negó a aceptar las condiciones de la línea editorial
replanteadas por MVS. Ese cambio hizo inviable su contrato. Por eso se anunció
su despedida.
La
conductora estelar de MVS dejará el espacio radiofónico en las frecuencias
radiales debido al “abuso de confianza” en el que habría incurrido al sumar a
MVS y al noticiero que conduce a la plataforma de periodismo ciudadano
denominada “Méxicoleaks”.
Dicha
plataforma fue presentada hace varios días y la respuesta inmediata de MVS fue
una serie de desplegados en la llamada prensa nacional. En ellos, la empresa se
deslindó de “Méxicoleaks” y advirtió que ni los conductores ni los empleados de
la empresa definen sus alianzas estratégicas.
A
nadie sorprende que finalmente MVS haya despedido a la señora Aristegui.
¿Por
qué?
Porque todas las empresas privadas, periodística o no, tienen el derecho
de contratar a quien crean que cumple con su objetivo empresarial. Por eso aquí
creemos que MVS tiene todo el derecho de despedir a la señora Aristegui –como
en su momento Radio Centro de Francisco Aguirre despidió a José Gutiérrez
Vivó–, en los dos casos los conductores creyeron que su influencia mediática
era más poderosa que la empresa concesionaria. En los dos casos la terca
realidad se impuso; los empleados deben irse cuando la empresa lo considera.
Más
aún, Carmen Aristegui incurrió en lo mismo que ha criticado durante años; la
deslealtad a su empresa, la traición a sus compañeros y la falta de principios.
Debió haber renunciado desde el primer momento en que la empresa estableció
dudas sobre su honestidad. Debió haber salido en solidaridad con sus compañeros
despedidos. Pero la señora Aristegui no conoce la lealtad ni la solidaridad ni
tampoco la gratitud a quienes construyeron su carrera.
También
es cierto, como lo hemos dicho en todos nuestros espacios, que el cierre de un
canal de difusión periodística –de prensa, radio, televisión o internet– es,
por decir lo menos, una tragedia para la democracia. ¿Por qué?
Porque
más allá de que compartamos o no la línea editorial de la señora Aristegui, más
allá de que hemos sido críticos de su cuestionable periodismo, de sus mentiras
completas y sus medias verdades, lo cierto es que en democracia son necesarias
todas las voces, incluso las radicales, interesadas y militantes.
No
estamos y nunca estaremos de acuerdo con el cierre de un medio de comunicación,
de un informativo o de un espacio de opinión, a pesar de que no estemos de
acuerdo con su línea editorial; no estamos a favor de callar ninguna voz,
disidente o simpatizante; crítica o autocrítica; no compartimos la censura a
las voces y la plumas críticas.
Pero
tampoco hemos estado de acuerdo con la victimización de los periodistas que,
cuando una empresa decide prescindir de sus servicios, se lanzan del Peñón de
los Baños envueltos en la bandera de la libertad de expresión cual víctimas del
México bueno.
Toda
empresa de medios tiene el derecho de contratar o no, de retener o despedir al
periodista que le resulte necesario para sus fines empresariales o
periodísticos.
Y
todo profesional del periodismo tiene la libertad de contratarse o no con
cualquier medio, siempre y cuando esté convencido de que la línea editorial que
propone el medio le conviene o le convence.
Por
lo pronto, “Méxicoleaks” ya tiene su primera tarea, investigar con rigor
periodístico y no a partir del periodismo carroñero, las razones por las que
fue despedida la señora Aristegui.
Y
si, viene la guerra del México bueno contra los mexicanos malos. Y no faltaran
los que digan que la de Peña Nieto es la mano que mece la cuna. Al tiempo.
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