Je
Suis Carmen/Denise
Dresser
Reforma, 16
Mar. 2015
Todos
los días Carmen Aristegui se sentaba frente al micrófono y hacía la tarea que
le tocaba. La encomienda del periodista tan bien descrita por George Orwell:
"Decirle a los demás lo que preferirían no oír". Que el padre Maciel
era un pederasta. Que Emilio Gamboa negociaba legislación en el Senado con un
protector de pederastas. Que Mario Marín celebró darle un "coscorrón"
a Lydia Cacho con botellas de cognac. Que Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre operaba
una red de prostitución financiada por el erario. Que la primera dama
"compró" una casa que está a nombre de un contratista, beneficiario
de multimillonarias licitaciones. Tantas investigaciones realizadas, tanta
podredumbre revelada, tanta corrupción detectada, tanto periodismo profesional.
Todos
los días Carmen Aristegui defendía derechos que muchos mexicanos ni siquiera
saben que poseen, ni comprenden que ella trabajaba para resguardarlos. El
derecho a la libertad de expresión. El derecho a ser un contrapeso al poder que
en México se ejerce -cada vez más- de manera impune. El derecho a mostrar la
verdad, caminando sobre un terreno minado de mentiras. El derecho de los
mexicanos a contar con un periodismo independiente, autónomo, crítico. Allí
estaba, todas las mañanas de 6:45 a 10 am, de lunes a viernes, el archipiélago
de la libertad. Uno de los pocos que quedaban. Allí estaba ese lugar que
sintonizaban millones de mexicanos en busca de lo querían saber, escuchar,
conocer sobre su país, sobre quién los gobierna, sobre cómo se ejerce el poder.
Ese lugar que informaba y retaba y ofendía y enojaba. Ese lugar imprescindible.
La
defensa de la libertad en un país donde es un bien escaso es difícil, ardua,
arriesgada. Implica defender el derecho de diseminar incluso aquello que es
percibido como ofensivo o "desestabilizador" o incómodo para el
gobierno. Carmen encabeza esa defensa porque ella es así. Es conocida por su
trabajo, respetada por su inteligencia, honrada por su coraje. Es valiente.
Obcecada. Combativa. Audaz. Auténtica. Y porque la libertad de expresión que
ejerce es así; esa es la naturaleza de la bestia. A veces tiene el deber de
arrojarle leña al fuego. A veces enfrenta el imperativo de encender un cerillo
en un paraje reseco. A veces incomoda al Presidente y al secretario de Hacienda
y al PRI y al PRD y al INE y al IFAI y a la Suprema Corte y al Senado y al
Ejército. Y al hacerlo, protege el lugar vital en el cual el discurso plural
-cada vez más atacado- puede sobrevivir.
Hay
muchos a quienes no les gusta su trabajo. La descalifican por
"lopezobradorista" o "lesbiana" o "sesgada" o
"estridente" o "izquierdista" o "políticamente
correcta". A quienes no les agradaba el tipo de periodismo que impulsaba,
tenían todo el derecho de cambiar de estación. A lo que no tienen derecho -como
lo hizo MVS- es a armar un conflicto que constituyó un pretexto para sacarla
del aire, junto con los dos periodistas que hicieron la investigación sobre la
Casa Blanca. Usando el tema del mal uso de la "marca" como cortina de
humo. Usando el argumento del "abuso de confianza" como bozal. Usando
"lineamientos" elaborados de manera intempestiva como una forma de
cercar o censurar, porque para cualquier periodista que se respete a sí mismo
resultarían inaceptables.
Como
ha explicado el Ombudsman de MVS, los lineamientos anunciados por la empresa
modificaban unilateralmente las condiciones del contrato firmado por Carmen, en
el cual ella era responsable del contenido de su emisión. De pronto, y de forma
hostil, ruda y beligerante, la empresa dictó términos no consensuados, con
probables implicaciones jurídicas dado el contrato que previamente había
celebrado con ella. De pronto, la familia Vargas actuó de manera antitética a
lo que su nombre ha representado. Y no se sabe si es por recompensas
económicas, presión política, peticiones de Los Pinos, o simple miedo ante las
implicaciones del trabajo que Carmen hace y ha hecho.
Y
por eso habrá que defender y arropar y pelear por Carmen Aristegui y sus
espacios. Porque son los nuestros. Porque a nosotros, como beneficiarios de su
trabajo, nos corresponde construir una defensa robusta de la libertad de
expresión, del pluralismo, de la necesidad de ser irreverente y retador. Nos
corresponde apuntalar la práctica diaria de la libertad. Ponernos de pie,
protestar, exhibir a MVS como una empresa tramposa, solidarizarnos con quien
reta la corrupción, los abusos del poder, la violencia, la intolerancia. El
lema de lo que hay que hacer es simple y lo dice todo: "Je Suis
Carmen".
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