28 jun 2015

Las vicisitudes del Papa ambientalista/

Revista Proceso # 2017, 27 de junio de 2015
Las vicisitudes del Papa ambientalista/ BERNARDO BARRANCO V.
La reciente encíclica papal Laudato Si’ reavivó el debate sobre la responsabilidad humana en el calentamiento global y, ante todo, la indiferencia de las grandes potencias y sus líderes para combatir este flagelo. En sendos artículos, el especialista en asuntos religiosos  Bernardo Barranco y la internacionalista Olga Pellicer analizan la trascendencia de este texto del papa Francisco, que acepta la validez de los estudios científicos al respecto y significa uno de los pronunciamientos eclesiásticos de mayor impacto que se hayan elaborado sobre el tema.
 Jueves 18 de junio. Roma. La nueva encíclica del Papa Francisco, titulada Laudato Si’, es presentada oficialmente ante cerca de 250 invitados, entre periodistas, religiosos y científicos.
 El escenario es sobrio: el Aula Nueva del Sínodo luce sus mejores galas con pantallas gigantes que permiten observar los mínimos detalles de los panelistas. Hace calor, el lugar recuerda momentos cruciales en la vida reciente de la Iglesia: ahí se celebraron las congregaciones, sesiones a puerta cerrada de los cardenales que posteriormente en cónclave eligieron a Mario Bergoglio como Papa en 2013, y esta misma aula vertical fue testigo de las batallas sinodales en torno a la familia, los divorciados vueltos a casar y los homosexuales que, en segundo round, proseguirán en octubre próximo.

 El dueño del escenario en la presentación es el presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, cardenal Peter Turkson, quien explica con su acento africano la ecología integral de la encíclica del Papa Francisco. A su derecha, se encuentra el jesuita Federico Lombardi, el responsable de la comunicación de la Santa Sede. Parece lejano al evento, concentrado en recibir y enviar mensajes desde su celular. El asunto que lo absorbe no es menor. Lombardi busca neutralizar el intento de sabotaje de los sectores más conservadores de la curia, quienes han filtrado la encíclica para desacreditar los contenidos que el Papa Francisco ha plasmado en el documento. En efecto, el evento es protocolario porque la mayoría de los asistentes ya han leído el texto que ha sido difundido profusamente en internet y redes sociales.
 La sala de prensa del Vaticano de la Via della Conciliazione estaba bajo fuerte tensión. Un borrador último de la encíclica había sido filtrado cinco días antes de su presentación. Toda la semana en diferentes medios circulaban ya extractos y partes del boceto del documento. Una supuesta fuente anónima acercó el texto al experimentado vaticanista Sandro Magister de L’Espresso.
 Hay que señalar que Magister, junto con otros vaticanistas e intelectuales conservadores como Vitorio Messori, han sido muy críticos tanto en los contenidos como la forma en que Francisco está conduciendo la Iglesia; por tanto, el acto fue interpretado como una embestida contra el Papa Bergoglio y un intento de sabotaje al lanzamiento de su esperada encíclica sobre el medio ambiente.
 Días atrás, el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, un colaborador cercano a Bergoglio, alertó que existen lobbies conservadores fuera de la Iglesia que no estiman que el Papa haga una encíclica sobre el medio ambiente y denunció que es un “escándalo”, porque “es el primer documento criticado” sin haber sido publicado.
 Efectivamente antes de su publicación Jeb Bush, aspirante republicano a la Casa Blanca, arremetió contra el Papa, sin tener el texto oficial; lo criticó por denunciar en su encíclica el cambio climático. Enfático sentenció: “No me dejaré dictar la política económica por mis obispos, mis cardenales o mi Papa… es una arrogancia sostener que con relación a los cambios climáticos exista una ciencia exacta”. Por ello Bush, cercano a los cabilderos petroleros, afirmó en The New Hempshire que la religión debería ocuparse de “hacer mejores a las personas y menos de cuestiones que tienen que ver con aspectos políticos”.
 Actores del movimiento ProVida también reprocharon al Papa no haber ido más lejos en sus condenas a las políticas de control natal en el mundo. Es un hecho que la filtración fue un acto de deslealtad de sectores de la curia romana que temen las próximas reformas que expedirá Francisco. Actuaron con la misma lógica del Vatileaks, que tanto daño causó al pontificado de Benedicto XVI; Il fatto quotidiano, en su ejemplar del 16 de junio, cabeceó: “Un nuevo Vatileaks tiene por objetivo esta vez al Papa Francesco”. Como respuesta, Federico Lombardi, en lacónica carta, retira la acreditación al renombrado experto Magister.
 Sin embargo, el efecto del sabotaje fue contrario al deseado, ya que las expectativas subieron y el texto fue leído y publicitado de manera amplia y magnánima en todo el mundo. Salvo excepciones, la recepción de la encíclica Laudato Si’ fue positiva y elogiosa. Numerosos mandatarios, entre ellos Barack Obama, Francois Hollande, Angela Merkel y Michelle Bachelet, han expresado alabanzas por el texto de Francisco; asimismo, la ONU, la FAO y el Banco Mundial, y ONG como Greenpeace y Oxfam, han posicionado enfoques aprobatorios al penetrante documento, que propone una “ecología integral” para combatir la contaminación del planeta, tratando de replantear el cuidado de la Tierra, también como una preocupación moral y espiritual y no sólo como una cuestión política y de economía.
 ¿Pero qué plantea la encíclica de Francisco y en que consiste su originalidad? En general ofrece numerosas sorpresas. El Papa irrumpe en la discusión ambiental y toma partido, políticamente respalda el consenso científico que sostiene que el planeta se está calentando debido en gran parte a la actividad humana y, por tanto, rechaza las tesis negacionistas de los petroleros. E insiste en la existencia de un fuerte vínculo entre los problemas ambientales y la pobreza. El Papa es directo y enfático para denunciar a los culpables en las grandes empresas, los países poderosos y la tecnocracia al servicio del mercado.
 Ya se ha escrito mucho sobre el texto pontifical. Por ello me enfocaré en algunos puntos.
 De entrada, es el primer documento doctrinal signado por un pontífice enfocado en el medio ambiente y la ecología. Ofrece un crudo análisis de la situación del planeta y alerta sobre los impactos de un modelo de progreso y superdesarrollo consumista, al cual atribuye buena parte de la inequidad social y ambiental. La encíclica es un parteaguas en la vida actual de la Iglesia, tan relevante como la Rerum Novarun (1891), de León XIII en torno a la cuestión obrera, y Pacem in Terris (1963), de Juan XXIII sobre la amenaza nuclear y la necesidad de diálogo y paz duradera en el mundo.
 Encíclica de Francisco está inspirada en la teología altermundista, que reivindica el valor de la tierra y la protección de la naturaleza (Leonardo Boff), en dos grandes personajes como Francisco de Asís (1182-1226), y en el jesuita Teilhard de Chardin (1881-1955). El Papa invita a releer el Génesis, que ha sido interpretado en la cultura occidental para que los seres humanos tomen “dominio” sobre la tierra como una licencia para explotar y agotar los recursos naturales. Pero es cuidadoso de no caer en posturas animistas o panteístas, porque sería vulnerable ante sus detractores. Se basa en la más pura e inconmovible doctrina de la Iglesia.
 Con habilidad fundamenta su rechazo al sistema capitalista mundial, a la propiedad privada y al consumismo del mercado con las herramientas de la doctrina y de un cierto antimodernismo católico. En numerosas ocasiones, Francisco se apoya en enfoques de sus predecesores, Benedicto XVI y Juan Pablo II, para dejar claro que él no es el primer Papa crítico de los sistemas económicos que exacerban la desigualdad, la pobreza y la explotación sin control de los recursos naturales. Sin embargo, la novedad radica en que más de 10 % de las referencias y sus notas de pie de página –21 de 172– provienen de documentos de las conferencias episcopales de todo el mundo.
 Siguiendo esta anotación del vaticanista norteamericano John Allen, señala que Francisco cita obispos de 15 naciones, entre ellas Sudáfrica, Filipinas, Bolivia, Alemania, República Dominicana, Brasil, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y su natal Argentina. Al respecto dice: “Aunque Francisco en su encíclica cita documentos de los obispos en los países ricos, la mayoría de sus referencias se han extraído de los obispos en el sur global.” (“The encyclical’s footnotes say a lot about this pope”, www.cruxnow.com).
 Es decir, Francisco se fundamenta en las experiencias prácticas de los episcopados. Laudato Si’ es un llamado a una hermandad cósmica. Proclama, desde una teología de la creación, que tenemos una vocación fraternal y que la humanidad debe responsabilizarse por la casa común de los ecosistemas y del planeta. En suma, Francisco, pese a sus detractores, se perfila como un Papa conciliar y reformista, así como un pontífice del sur. l

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