Paraguay, a 11 de julio de 2015..
El papa Francisco visitó hoy de manera privada a los niños del Hospital
Pediátrico Niños de Acosta Ñú.
Señor
Director
Queridos
niños
Miembros
del personal
Amigos
todos
Gracias
por el recibimiento tan cálido con el que me han recibido. Gracias por este
tiempo que me permiten estar con ustedes.
Queridos
niños, quiero hacerles una pregunta, a ver si me ayudan. Me han dicho que son
muy inteligentes, por eso me animo. ¿Jesús se enojó alguna vez?, ¿se acuerdan
cuándo? Sé que es una pregunta difícil, así que los voy a ayudar. Fue cuando no
dejaron que los niños se acercaran a Él. Es la única vez en todo el evangelio
de Marcos que usó esta expresión (10,13-15) Algo parecido a nuestra expresión:
se llenó de bronca. ¿Alguna vez se enojaron? Bueno, de esa misma manera se puso
Jesús, cuando no lo dejaron estar cerca de los niños, cerca de ustedes.
Le
vino mucha rabia. Los niños están dentro de los predilectos de Jesús. No es que
no quiera a los grandes, pero se sentía feliz cuando podía estar con ellos.
Disfrutaba mucho de su amistad y compañía. Pero no solo, quería tenerlos cerca,
sino que aún más. Los ponía como ejemplo. Le dijo a los discípulos que si «no
se hacen como niños, no podrán entrar en el Reino de los Cielos» (Mt 18,3)
Los
niños estaban alejados, los grandes no los dejaban acercarse, pero Jesús, los
llamó, los abrazó y los puso en el medio para que todos aprendiéramos a ser
como ellos. Hoy nos diría lo mismo a nosotros. Nos mira y dice, aprendan de
ellos.
Debemos
aprender de ustedes, de su confianza, alegría, ternura. De su capacidad de
lucha, de su fortaleza. De su incomparable capacidad de aguante. Son unos
luchadores. Y cuanto uno tiene semejantes «guerreros» adelante, se siente
orgulloso. ¿Verdad mamás? ¿Verdad padres y abuelos? Verlos a ustedes, nos da
fuerza, nos da ánimo para tener confianza, para seguir adelante.
Mamás,
papás, abuelos sé que no es nada fácil estar acá. Hay momentos de mucho dolor,
incertidumbre. Hay momentos de una angustia fuerte que oprime el corazón y hay
momentos de gran alegría. Los dos sentimientos conviven, están en nosotros.
Pero no hay mejor remedio que la ternura de ustedes, que su cercanía. Y me
alegra saber que entre ustedes familias, se ayudan, estimulan, «palanquean»
para salir adelante y atravesar este momento.
Cuentan
con el apoyo de los médicos, los enfermeros y de todo el personal de esta casa.
Gracias por esta vocación de servicio, de ayudar no solo a curar sino a
acompañar el dolor de sus hermanos.
No
nos olvidemos, Jesús está cerca de sus hijos. Está bien cerca, en el corazón.
No duden en pedirle, no duden en hablar con Él, en compartir sus preguntas,
dolores. Él está siempre, pero siempre, y no los dejará caer.
Y
de algo estamos seguros y una vez más lo confirmo. Donde hay un hijo está la
madre. Donde está Jesús está María, la Virgen de Caacupé. Pidámosle a ella, que
los proteja con su manto, que interceda por ustedes y por sus familias.
Y
no se olviden, de rezar por mí. Estoy seguro que sus oraciones, llegan al
cielo.
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