Revista
Proceso
# 2025, 22 de agosto de 2015..
Salinas
impuso en el PRI a quien pretende frenarme/Raúl Monge..
Tras
los comicios de junio pasado, en los que Morena alcanzó el cuarto lugar nacional
y desbancó al PRD en el Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador está
enfocado en los comicios estatales de 2016 y los presidenciales de 2018. En
entrevista con Proceso, esboza el proyecto con el que intenta llegar a la
Presidencia en su tercer y “último” intento, fija sus posturas ante el gobierno
de Enrique Peña Nieto, el PRI, el PAN y el PRD, pero también ante las
candidaturas independientes y los promotores del voto nulo. “No voy a cambiar”,
advierte cuando se le pregunta si no teme un descalabro como el de 2006, cuando
se fue abajo electoralmente después de llevar la delantera.
Perfilado
para su tercera contienda presidencial al hilo –la última, dice– después de que
el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se convirtió en la cuarta
fuerza política del país y la primera en el Distrito Federal en junio pasado,
Andrés Manuel López Obrador analiza la situación de México, las posibilidades
electorales de la izquierda y el sistema de partidos.
En
entrevista con Proceso, afirma que Carlos Salinas de Gortari terminó por
doblarle las manos a Enrique Peña Nieto al imponer como presidente del PRI al
sonorense Manlio Fabio Beltrones, a quien considera un incómodo adversario para
los comicios de 2018:
“Salinas
aprovechó la debilidad de Peña Nieto para meter a un hombre duro, un cuadro del
aparato experimentado, de la nomenklatura priista, para frenarme. De eso no
tengo la menor duda.”
Añade
que Beltrones representa lo más nefasto del PRI, y no es gratuito que lo llamen
Don Beltrone, en alusión al célebre capo de la mafia italiana don Corleone,
creado por Mario Puzo, autor de la novela El padrino.
Le
llama la atención que, faltando tres años para terminar el sexenio, Peña Nieto
haya cedido: “Ya dejó de existir políticamente. Cedió el PRI al grupo de Salinas
para que ellos busquen retener la Presidencia”.
Por
su parte, Beltrones, el discípulo de Fernando Gutiérrez Barrios –el
superpolicía del régimen del PRI que controló la criminal Dirección Federal de
Seguridad (DFS) y la Subsecretaría de Gobernación– ya dio muestras de que le
hará la vida imposible a López Obrador.
El
jueves 20, un día antes de tomar posesión de la presidencia nacional del PRI,
declaró al diario Reforma que López Obrador es un político amargado,
obsesionado con el poder y con un pragmatismo locuaz. Incluso dijo que es el
nuevo ideólogo de la Sección 22, el magisterio disidente, al defender la causa
de esta facción e invitarla a una alianza con miras a las elecciones del
próximo año, en las que se renovará la gubernatura de Oaxaca.
“(López
Obrador) ha demostrado que busca el poder por el poder, sin importar las
alianzas que en su momento pueda hacer, porque le resulta fácil negarlas
después. Se ha convertido en el principal ideólogo de la Sección 22, que
intenta sentenciar a los niños de Oaxaca a la marginación.”
El
diputado con licencia rescató una frase creada por los estrategas del PAN para
la campaña negativa que desplegó el entonces candidato de este partido, Felipe
Calderón, en las elecciones de 2006: el tabasqueño “representa un riesgo para
México”. La frase utilizada por el calderonismo fue que “es un peligro para
México”.
López
Obrador se dice consciente de que Beltrones no será pan comido, pero afirma
que, como todo el mundo, no es perfecto y tiene una debilidad nada fácil de
superar: “Infunde temor a la gente”.
Ante
ello, dice, sólo tratará de oponer una “autoridad moral”. Prevé que “van a
confabularse como siempre para ver cómo nos derrotan. Por eso tenemos que ser
auténticos y actuar de manera consecuente. Sólo así vamos a poder resistir la
guerra política que se nos viene encima”.
Hace
una breve radiografía del país, al que encuentra en franca agonía: “Veo mucha
frustración en la gente, en parte por las crisis económica y de bienestar
social, y en parte por la inseguridad y la violencia”.
En
tales circunstancias, añade, “da la impresión de que estamos en la recta final
del sexenio. Ha sido tan mala la gestión de Peña Nieto que la gente quisiera
que se acabara esta pesadilla, pero faltan tres años desgraciadamente. Estoy
convencido de que nada ha dañado más a México que la deshonestidad. Antes, la
sucesión empezaba después del tercer informe de gobierno, ahora ya se está
hablando de 2018”.
Con
todo, López Obrador reitera que Morena no se unirá con el PRD ni con otra fuerza
de izquierda, pues la única alianza que tiene prevista es con la ciudadanía,
con las organizaciones sociales independientes.
–¿Contender
en esas condiciones le da para ganar las presidenciales de 2018? –se le
pregunta.
–Por
supuesto. El partido que tiene más gente es el ciudadano. Yo apuesto por ellos.
En
cuanto a la crisis del PRD, al que renunció hace un año, después de 23 de
militancia activa, el presidente del Consejo Nacional de Morena comenta que no
le sorprende, que ya veía venir su derrumbe, sobre todo después de que sus
dirigentes (Los Chuchos) suscribieron el Pacto por México. “Fue un acto de
traición y entreguismo”, subraya.
No
olvida que Los Chuchos avalaron también la reforma fiscal, incluidos los
aumentos a las gasolinas, que respaldaron la reforma educativa y asumieron una
actitud sumisa ante la reforma petrolera.
–En
su pasado Consejo Nacional, el PRD acordó establecer un puente de negociación
con usted. ¿Cabe alguna posibilidad de que eso suceda?
López
Obrador medita unos segundos y abre una rendija: “Habría que explorar las
posibilidades, para no ser majadero y no parecer intransigente; tendría que ser
algo excepcional, sin politiquerías y en beneficio del interés general”.
Sin
embargo, pone una condición: que el PRD reconozca que en la elección de junio
pasado incurrió en fraude en el Distrito Federal, con el apoyo del gobierno de
Miguel Ángel Mancera. “Me refiero a la compra del voto y a la imposición de
delegados y diputados”, puntualiza.
En
lo que respecta a la llegada de Ricardo Anaya a la dirección nacional del PAN,
se limita a decir: “Son lo mismo que el PRI. Siempre lo he pensado. No son
serios, son paleros. Anaya es un aprendiz de mafiosillo”.
Independientes,
anulistas y alianzas
Una
de las novedades que dejó el pasado proceso electoral, ante el hartazgo
ciudadano por los partidos políticos, fue la buena acogida a las candidaturas
independientes, como la de Jaime Rodríguez, El Bronco, quien al ganar en Nuevo
León se convirtió en el primer gobernador independiente de la historia del
país.
López
Obrador reconoce esa nueva realidad, pero la ve con recelo: “Abren la puerta a
los ciudadanos que deseen participar, pero no todos los que lo hacen son ciento
por ciento independientes”.
Tras
aclarar que no menosprecia a los candidatos que contendieron sin partido en la
pasada elección, recuerda que los grupos de poder han hecho operaciones de
recambio exitosas: “Cuando se les desgasta un partido, levantan a otro. Cuando
se les cayó el PRI levantaron al PAN; cuando se le acabó la levadura al PAN,
volvieron al PRI. En los comicios de junio intentaron levantar al Verde, pero
no pudieron”.
Sobre
El Bronco en particular, opina que se trata de un fenómeno mediático, como fue
Vicente Fox en su momento. Observa que su candidatura estuvo fuertemente
impulsada por el diario El Norte de Monterrey: “Ojalá que no quieran imitar a
Televisa, que encumbró a Peña y resultó un fiasco”.
Y
aunque no le regatea méritos a Rodríguez por haber roto el bipartidismo en
Nuevo León, no lo ve como una alternativa viable para 2018: “Se requieren
cambios para acabar con la corrupción en México; para eso es indispensable
modificar la política económica, y no lo veo a él en eso. Este tipo de
novedades no tienen cabida en el México actual. Es una repetición de Fox, de
Peña Nieto. Pura imagen mediática”.
Y
en lo que atañe a la convocatoria que lanzó un grupo de intelectuales y
sacerdotes encabezados por el poeta Javier Sicilia antes de los comicios de
junio a fin de anular el voto, sostiene que lo único que lograron fue hacerle
el juego al grupo en el poder.
Por
primera vez durante la entrevista, López Obrador se exalta y afirma que eso fue
un error, e incluso lo compara con un crimen contra la democracia: “Su llamado
a no votar fue como hacerle caricias al monstruo. No tengo la menor duda”.
Añade
que por culpa de los promotores del voto nulo se agravó la situación en estados
como Guerrero: “No sólo le abrieron la puerta al PRI para ganar la gubernatura;
provocaron asesinatos. Un compañero de Tlapa fue asesinado al optar por esa
estrategia”.
Por
ello, hace un llamado a intelectuales, asesores de la sociedad civil,
dirigentes magisteriales del movimiento democrático y sacerdotes progresistas
que participaron en dicho grupo, a sentarse a discutir el tema con mayor
profundidad.
–¿No
fue injusto acusar a los promotores del voto nulo de avalar los resultados del
proceso electoral?
–No
lo creo. Ellos sostienen que hay que construir una verdadera democracia desde
abajo. Estoy de acuerdo, pero para ello hay que participar. Si no sirven los
partidos, hay que reformarlos; y si no se puede, hay que construir uno nuevo,
pero el chiste es participar por la vía electoral.
Añade
que antes de los comicios pasados intentó establecer alianzas con los maestros
de Guerrero, organizaciones sociales y los familiares de los desaparecidos de
Ayotzinapa, sin éxito. “Les mandé decir que habría que sumar fuerzas para
impedir que el PRI ganara la gubernatura, pero no quisieron. Apostaron mejor
por bloquear la elección, y ahí están los resultados”.
El
año que entra se disputarán 12 gubernaturas y López Obrador ya tiene la mira
puesta al menos en una: la de Oaxaca. No es casual el coqueteo que mantiene con
la Sección 22 de la CNTE, pese a que ésta se negó inicialmente a pactar con
Morena.
Aun
así, López Obrador mantuvo el apoyo a su causa magisterial y el pasado lunes 22
se reunió con los líderes para expresarles personalmente su apoyo y
solidaridad. En el encuentro los felicitó por iniciar el ciclo escolar
anticipadamente y frenar así cualquier intento de represión.
“El
próximo año hay elecciones en Oaxaca y queremos hacer una gran alianza con los
maestros, con organizaciones sociales, con la iglesia progresista. Ahí tenemos
una gran ventaja: vamos de gane porque ahí se encuentra el sacerdote más
auténtico que conozco: el padre Alejandro Solalinde.”
–¿Oaxaca
podría ser la primera gubernatura para Morena?
–Sí,
para el movimiento social que busca la verdadera transformación del país por la
vía pacífica, electoral.
En
sus recorridos por el país, López Obrador no sólo encabeza mítines; también
sostiene encuentros privados con líderes sociales, a los que busca reclutar o
al menos convencer de sumarse a su causa.
En
su más reciente viaje a Sinaloa, el tabasqueño se encontró con Manuel Clouthier
hijo, diputado federal electo, a quien le planteó la posibilidad de postularlo
para gobernador en los comicios de 2016 por Morena. Pero Clouthier rechazó la
oferta, pues dijo que prefería seguir la ruta independiente.
López
Obrador comenta al respecto: “A estas alturas, creo que cada quien tiene que
asumir sus responsabilidades. Si quieren más de lo mismo, ya saben qué camino
es el que hay que seguir. Si quieren un cambio verdadero, no hay otra opción
que Morena, aunque les moleste a mis adversarios”.
En
los comicios de junio último, en su debut electoral Morena se ubicó como cuarta
fuerza política nacional al cosechar 3 millones 68 mil 86 sufragios, es decir
8.37% del total. Lo superaron el PRI, PAN y PRD, pero gobernará 12 municipios y
ganó 12 distritos electorales, lo que le aseguró 35 escaños en la Cámara de
Diputados.
En
el Distrito Federal le fue aún mejor: ganó 18 de los 40 distritos en disputa,
suficientes para amarrar la mayoría en la Asamblea Legislativa. También obtuvo
cinco de las 16 delegaciones: Azcapotzalco, Tláhuac, Tlalpan, Xochimilco y la
joya de la corona: Cuauhtémoc.
Con
esos resultados, Morena desbancó al PRD como primera fuerza en la capital del
país, posición que mantenía desde 1997, cuando Cuauhtémoc Cárdenas ganó la
Jefatura de Gobierno.
Aun
así, López Obrador dice que los resultados pudieron ser mucho mejores si el
jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, no hubiera metido la mano:
“No
hay peor daño que distorsionar la voluntad de los ciudadanos, que se apueste al
fraude electoral. Con los mismos métodos del PRI y del PAN, el gobierno de
Mancera compró el voto valiéndose de la pobreza de la gente. Eso es
imperdonable. Sólo hay que echar un vistazo. ¿En qué zonas el PRD obtuvo mayor
votación? En las más pobres de la capital.”
Revela
que antes de la elección de junio conversó con Mancera, a quien le dijo que no
tenía interés en obstaculizar su gobierno y que sus diferencias no debían
afectar a los capitalinos.
Según
López Obrador, Mancera se comprometió a garantizar elecciones limpias, pero
–subraya– no cumplió su palabra. Dice que no hizo nada para evitar que Héctor
Serrano, quien hasta el 15 de julio fue secretario de Gobierno, operara en
favor del PRD.
“Ya
llevo tiempo en esto y sé que si el secretario de Gobierno actúa así es porque
recibió órdenes. Igual pasó en Tabasco con el gobernador Arturo Núñez: hizo
fraude”, sostiene.
Hacia
2018
Morena
ya perfiló la agenda que impulsará desde la ALDF: austeridad, combate a la
corrupción, acabar con el desorden imperante en el uso del suelo, cero aumentos
en precios y tarifas de los servicios públicos, mantener y robustecer los
programas sociales, terminar con el rezago en la entrega de apoyos a adultos
mayores y demás beneficiarios, dar cobertura a universitarios rechazados e
impedir la privatización del agua.
Desde
ahora, los jefes delegacionales electos trabajan en un proyecto para crear, en
las seis demarcaciones donde triunfó Morena, escuelas de educación superior
para dar cabida a los estudiantes rechazados de la Universidad Nacional
Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional.
López
Obrador enfatiza que todos esos asuntos son “innegociables”.
–La
encuesta más reciente lo coloca a la cabeza de los presidenciables. ¿No teme
que se repita la historia de 2006, cuando en la recta final se vino abajo?
Se
lleva la mano a la mejilla, lo piensa un poco y responde:
“No
voy a cambiar. Voy a seguir actuando de la misma forma como lo he venido
haciendo hasta ahora. No voy a perder mi autenticidad ni a dejar trozos de
dignidad en el camino. Tengo una ventaja sobre los demás: lucho por ideales,
por principios, aunque lo duden. Eso me da mucha fortaleza. Si realmente
estuviera obcecado con la presidencia, ya habría contratado a un grupo de
asesores, negociando con los poderes fácticos, haciendo antesala en los diarios
y las televisoras; en suma, haciéndole la barba a todo mundo. Pero ya no sería
yo, Andrés Manuel. No pienso desdibujarme.”
Y
resume el decálogo que se autoimpuso: actuar con humildad, no odiar, no ver a
sus adversarios como enemigos, no apostar a la venganza, no caer en la
soberbia, ser autocrítico, no aceptar la autocomplacencia, actuar con
honestidad y no mentir ni traicionar.
Criticado
por evadir temas polémicos como el aborto y las uniones entre personas del
mismo sexo, López Obrador admite que a lo mejor se equivocó al no dar salida a
esos asuntos cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal, pero aclara que
jamás permitió una agresión por diferencias sexuales.
“Soy
respetuoso de todas las creencias y de la libertad sexual. Siempre me manifesté
en contra de los crímenes de odio. Me gustaría que las personas que me critican
entendieran que tengo que enfrentar a grupos de poder y conservadores, que
tengo que tener mucho cuidado porque, si no, ya me hubieran destruido.”
–¿Si
en 2018 surgiera un candidato independiente, opositor al PRI y mejor
posicionado que usted, declinaría?
Titubea,
pero dice que sí, que no descarta esa posibilidad, aunque luego aclara que
difícilmente surgirá alguien con ese perfil.
–¿Se
puede tener una opinión diferente a la suya?
–Por
supuesto. Lo que pasa es que tampoco tengo por qué aceptar argumentos
irracionales o que carecen de sustento.
–¿Qué
cambios hay en el López Obrador de 2006, aquel que desconoció el resultado
electoral, que desafió a las instituciones y se ganó el repudio ciudadano con
su plantón en Paseo de la Reforma, y el López Obrador de ahora?
Sin
detenerse a discutir esos turbulentos episodios que marcaron su carrera
política y que le restaron votos en los comicios de 2012 –quedó en segundo
lugar, después de Enrique Peña Nieto, con una diferencia de 3.3 millones de
votos menos (6.62%)–, afirma: “Ahora tengo más experiencia, aunque menos
energía. Es todo. Lo primero implica mayor respeto a mis adversarios, que no
moderación ni, mucho menos, conservadurismo”.
En
diciembre de 2013 López Obrador sufrió un infarto al miocardio que lo mandó al
hospital. “Yo pensaba que el estrés era una exquisitez pequeñoburguesa”, dice,
y suelta una carcajada.
Agrega
que el estrés y el trabajo en exceso afectan la salud. A sus casi 63 años,
indica, poco a poco se ha ido recuperando… “estoy cumpliendo con las
recomendaciones médicas casi al ciento por ciento”.
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