Revista
Proceso
# 2025, 22 de agosto de 2015..
Enigma
Beltrones/HÉCTOR
TAJONAR
La
llegada de Manlio Fabio Beltrones a la presidencia del PRI cambia la ecuación
política al interior del gobierno y su partido, sobre todo con miras al 2018.
Irremediablemente, dicho nombramiento revive una investigación periodística
publicada en The New York Times que involucra a Beltrones en una supuesta asociación
con el narcotráfico cuando era gobernador de Sonora (1991-1997). El reportaje
nunca fue debidamente aclarado y rebatido, aunque el aludido opina lo
contrario:
“Quedó
perfectamente demostrado, incluso con un dictamen de la Procuraduría General de
la República, que (dicho reportaje) era falso y difamatorio. Para mí, ese es un
caso cerrado”, respondió el hoy presidente del PRI a pregunta expresa de
Proceso (edición 2024). “Solamente lo vuelven a desempolvar aquellos que tienen
intereses en lastimar mi figura, pero son parte de la canalla (…) No deja de
dolerme, pero ya tengo la piel muy gruesa para resistirlos”.
El
reportaje especial Shadow on the Border. Drug Ties Taint 2 Mexican Governors
(Sombra en la frontera. La droga corrompe a dos gobernadores mexicanos),
realizado por los periodistas Sam Dillon y Craig Pyes, fue publicado el 23 de
febrero de 1997 en el prestigiado diario neoyorquino y obtuvo el Premio Pulitzer
en 1998. Basada en fuentes oficiales y de inteligencia de Estados Unidos, así
como en entrevistas en ambos lados de la frontera –incluidas las de los dos
gobernadores implicados–, la investigación revela que Beltrones y Jorge
Carrillo Olea (entonces gobernador de Morelos) colaboraron con el cártel de
Amado Carrillo Fuentes para permitir el transporte de toneladas de narcóticos a
territorio estadunidense.
En
una carta dirigida al New York Times, publicada el 5 de abril de 1977,
Beltrones negó todo involucramiento en los actos que se le imputan. Al mes
siguiente presentó una demanda por difamación ante la Procuraduría General de
la República para que investigara las acusaciones.
Ante
la improcedencia de la demanda en los tribunales de Estados Unidos, se intentó
una solución política, solicitando la retractación del diario neoyorquino y de
los autores del texto. La solicitud fue rechazada. En consecuencia, en otoño de
1997 el procurador Jorge Madrazo Cuéllar emitió un breve comunicado en el que
sostenía que tras haber realizado una investigación se había comprobado que no
era verdad lo afirmado en el reportaje. No dio más datos sobre la supuesta
pesquisa.
“Hasta
donde era posible saber públicamente, ninguna autoridad había llevado a cabo
ninguna investigación relacionada con el caso”, sostuvo Samuel Dillon en el
libro Opening Mexico: The making of a Democracy, publicado en 2004. Y concluyó:
“Si, como alegaban, habían sido injustamente ensuciados por funcionarios
estadunidenses, merecían una investigación confiable y una exoneración rotunda”.
(Citado en: Miguel Ángel Granados Chapa, “Beltrones y Dillon”, El Siglo de
Torreón, 19 de octubre de 2004.)
Ello
confirma que el “dictamen” de la PGR mencionado por Beltrones nunca se hizo
público, acaso porque la investigación nunca se realizó. Si eso es cierto, el
caso no puede estar concluido, como lo pretende el líder priista. Se trata de
un asunto de credibilidad: la investigación del New York Times contra la
palabra del implicado y de dos procuradores mexicanos, Madrazo Cuéllar y José
Luis Santiago Vasconcelos. ¿Tú le crees a Beltrones?
La
piel de don Manlio Fabio tampoco parece ser tan gruesa para resistir los
embates de la crítica periodística, a la que él considera “la canalla”. Así lo
demostró el año pasado tras la publicación del artículo de Denise Dresser
Cloaca abierta, en el que la prestigiada politóloga y periodista alude al
citado reportaje del New York Times (Reforma, 31 de marzo de 2014).
La
reacción del presidente del PRI ante la opinión de Dresser fue intolerante y
agresiva, al grado de que la organización Artículo 19 denunció que la
periodista había sido intimidada por ejercer su derecho a la libertad de
expresión. El coordinador de Comunicación Social del grupo parlamentario del
PRI en la Cámara de Diputados, Jesús Anaya, emprendió una campaña de
desinformación y desprestigio contra la comunicadora, acusándola de escribir
“con perversidad y dolo”.
Especialmente
grave y preocupante resulta una respuesta intimidatoria ante la crítica,
proveniente de quien hoy preside a los priistas y aspira a gobernar a los
mexicanos, en el contexto actual de crímenes, desapariciones y amenazas contra
periodistas que azotan y avergüenzan al país.
Pupilo
de Fernando Gutiérrez Barrios y cercano a Carlos Salinas de Gortari, así como a
su recientemente exonerado hermano Raúl, Manlio Fabio Beltrones gobernó Sonora
en los años en que la organización criminal de Amado Carrillo Fuentes, El Señor
de los Cielos, se convirtió en la más poderosa de México y América, tras el
declive de los grupos colombianos hacia fines de los años 80 y principios de
los 90. El Cártel de Juárez comandado por Carrillo Fuentes contaba con la
protección de los altos mandos de la Policía Judicial Federal, la milicia y el
gobierno, además de tener en su nómina al Zar Antidrogas de México, el general
Jesús Gutiérrez Rebollo. En julio de 1977, supuesta y misteriosamente, murió
Amado Carrillo. Era la época dorada de la paz mafiosa implantada por el PRI
hegemónico.
Hoy,
más que nunca, debemos conocer la verdad acerca del enigma de Beltrones.
¿Estamos frente a un caso paradigmático de la omertà mexicana?
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