Tomas Moro: el santo de los políticos
Comentado en la II emisión de Imagen Informativa que conduce Jorge Fernández Menéndez, el 22 de junio del 2004
Este martes 22 de junio, se celebran las fiestas de Santo Tomas Moro, declarado patrono de los políticos por Juan Pablo ll en los actos del Jubileo del año 2000.
Por cuarto año consecutivo, un centenar de políticos de distintos partidos -principalmente del PAN y otros del PRI- asisten en este momento (19 horas) a un servicio religioso en la parroquia dedicada al santo ingles en el sur de la ciudad de México.
La ceremonia es presidida -al igual que años anteriores- por el arzobispo Primado de México, eminentísimo señor Cardenal Norberto Rivera Carrera.
Pero no percibí mucho fervor religioso entre los fieles; tengo la sensación que algunos vienen más por los reflectores para salir en la foto..
Y es que dentro y fuera de la capilla hay decenas de reporteros cubriendo el acto; tanto de la fuente religiosa y algunos de la fuente política.
Y pregunto desde este espacio.
¿Sabrán los políticos mexicanos quién fue Tomas Moro, más allá de ser un escritor ingles autor del famoso libro la Utopía?
¿Conocerán la oración en su honor?
¡Seguramente muy pocos!
Y es que Tomas Moro no era un Santo venerado en nuestro país, hasta que algunos políticos empezaron a hacerlo, por invitación expresa del cardenal primado de México.
¿Quién fue este Santo?
Nació en Londres, Inglaterra en 1478 y murió decapitado el 7 de julio de 1535.
Recibió una excelente educación clásica, que lo llevó a graduarse de abogado en la Universidad de Oxford.
Fue un hombre dedicado a las letras, lo mismo estudio astronomía, teología como literatura clásica.Desde muy joven decide convertirse en monje debido a su estrecha relación con el arzobispo de Canterbury Juan Morton, canciller del Reino. Sin embargo, su vocación no era el sacerdocio sino la política por lo que decide casarse y dedicarse por completo a la administración pública, donde hace una brillante carrera, donde tiene cargos importantes que lo llevan a ser presidente de la Cámara de los Comunes.
En ese tiempo mantuvo relaciones de intercambio y amistad con importantes protagonistas de la cultura renacentista, entre ellos Erasmo de Rótterdam, además que se estrecha su amistad con el rey Enrique VIII, que en 1529, en un momento de crisis política y económica de Inglaterra, lo nombra canciller del Reino.
En 1532,cuando estaba en lo más alto de su carrera política el rey decide divorciarse de Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena, por lo que demandó en consecuencia a todos sus súbditos que prestaran juramento reconociendo su supremacía religiosa por encima de la autoridad papal.
Sin embargo, los escrúpulos religiosos de Tomás Moro lo llevan a negarse a desafiar a la autoridad papal. Razón por la cual en 1532 decide renunciar a su cargo y se retira de la vida pública.
Dos años después, el rey no le perdona a Moro esa actitud y le manda encarcelar, sin embargo, –y quizá por su vieja amistad- lo incita todo un año y por todos los métodos a su disposición: amenazas, sobornos incluso plegarias, a que rindiera el obligado juramento.
A todo esto el político ingles mantuvo una actitud firme, diciendo que su única lealtad, era para su Dios “jamás para un rey terrenal”.
Esa conducta lo lleva a morir decapitado el 7 de julio de 1535.
Cuatro siglos después es canonizado por Pío XI, y en las fiestas del jubileo 2000 Juan Pablo II lo declara Santo Patrón de los Gobernantes y Políticos.
¡Juan Pablo II no pudo encontrar un Santo más adecuado que Tomas Moro!
La elección lleva obviamente una tendencia: el que los políticos católicos del mundo sigan su ejemplo.
Incluso ya hay un cabildeo hacia los políticos católicos de las distintas conferencias episcopales del mundo para objetar conciencia, cuando existan leyes contrarias a la fe y la moral, como sucedió hacer unos días en los Estados Unidos donde los obispos dictaminaron que los políticos de ese credo tienen la obligación moral de oponerse al aborto.
Afortunadamente la mayoría de nuestros políticos sabe distinguir muy bien entre religión y política y esas peticiones son como un llamado a misa, él que quiere va y el que no, ¡no!
Muchos ciudadanos piensan que esta celebración conlleva una ostentación y provocación a los sentimientos y a la laicidad de los mexicanos.
Pero más allá de que existan político convencidos –que los hay- de su creencia religiosa en Santo Tomas, la cual es muy respetable, deberían hacer la celebración como lo hacen otros grupos sociales, es decir, en la más absoluta discreción, y no convocando a los medios para que cubran el acto como si fuera un acto de campaña.
Hace cuatro años en la primera celebración de santo celebrado en la Basílica de Guadalupe había más reporteros cubriendo el acto que políticos convencidos de su religiosidad.
¡No exagero!
Hubo incluso políticos que asistieron a la primera celebración solamente en busca de reflectores.
Esta vez afortunadamente no fue así.
Como reportero estuve presente y aproveche para saludar a varios amigos
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