26 ago 2007

Amapolas en Afganistám


Segín cifras de la ONU Afganistán ha producido en 2007 el 95% del total mundial de amapolas opiáceas, con lo que ha batido su propio récord del 92% alcanzado el año pasado.
"Definitivamente es una situación muy mala. El Gobierno (del presidente Hamid Karzai) no ha sido capaz de encontrar la manera adecuada de hacerle frente. Ni siquiera ha conseguido mantener y menos frenar", declaró Christina Oguz, directora de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) en Afganistán, informa la agencia Reuters.
El intento de la comunidad internacional de poner coto a la alianza entre narcotraficantes y talibanes ha resultado un fiasco.
Afganistán parece hundirse inexorablemente en el círculo vicioso del tráfico de drogas, armas e insurgencia.
"Los traficantes están equipados y facilitan fondos a las organizaciones terroristas responsables de muchos ataques en Kabul y otras partes del país y del mundo", dijo ayer Zalmay Afzali, portavoz del Ministerio de Lucha contra la Droga.
Los datos que revela el informe van a poner también en dificultades el programa de la ONUDD en Afganistán. En 2006, la ONU destinó 440 millones de euros a la lucha contra la droga en ese país centroasiático, que, evidentemente, se perdieron en gran parte por los bolsillos de los muchos funcionarios gubernamentales y locales corruptos.
El 70% del total de la producción de opio, del que posteriormente se fabrica heroína, se cultivó en las provincias del sur, en las que la actividad guerrillera es mayor, lo que pone de manifiesto la interconexión entre insurgencia y narcotráfico.
El único dato positivo del informe es que ha aumentado de seis a 10 el número de provincias que han erradicado el cultivo de amapolas opiáceas. En todas ellas, hay menos presencia talibán y han mejorado las condiciones de seguridad de la población.
Según la ONUDD, Afganistán obtiene del opio y la heroína alrededor de 2,200 millones de euros, es decir, un tercio de su producto interior bruto.
El dinero de la droga se ha filtrado por toda la economía nacional y corrompe las altas esferas.
El régimen ultrarradical islámico de los talibanes consiguió prácticamente erradicar el cultivo de opio en Afganistán en 2001, poco antes de ser derrocado por las tropas estadounidenses tras los atentados del 11 de septiembre. Pero la Alianza del Norte, que ayudó a la coalición internacional a entrar en Kabul y se adueñó del Gobierno de Karzai, mantuvo su política de permisividad con el narcotráfico, que, unida a la rampante corrupción, disparó los cultivos de amapolas opiáceas de tal manera que cada día se hace muy difícil frenarlos. Invertir la curva de la producción parece tarea imposible.

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