El hombre de los mil nombres
DIEGO A. MANRIQUE
El País Semanal, 10/07/2011
Bromeaba con el oficio de espía, "la segunda profesión más antigua del mundo". Se lo podía permitir, ya que lo suyo era realmente la agitprop (agitación y propaganda). Podía cruzar fronteras clandestinamente y moverse entre sombras, pero prefería la respetabilidad del burgués, un bon vivant que se alojaba en grandes hoteles y alquilaba pisos en barrios finos.