El
próximo domingo 19 de octubre en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, Francisco beatificará al Siervo de Dios Pablo VI, en el día en el que concluirá
el Sínodo Extraordinaria de la Familia.
Y curiosamente será el mismo día del nacimiento de Pablo VI (1897 )
La Misa de beatificación está programada para las 10:30 a.m., según señala
hoy la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, será Francisco quien presida la ceremonia.
Pablo
VI pasará a la historia por haber escrito la Humanae Vitae, la visionaria
encíclica sobre la defensa de la vida y la familia; y por haber llevado a
término el Concilio Vaticano II iniciado en 1962 por San Juan XXIII.
El
milagro atribuido a la intercesión de Pablo VI, fallecido el 6 agosto de 1978,
Fiesta de la Transfiguración, fue el de la curación de un niño en el vientre de
su madre.
“Un
milagro acaecido en la vida de un niño dentro el seno materno es algo insólito
que nos dice que hay una vida ahí y que Dios la quiere proteger desde la
concepción”, dijo en mayo de este año el Padre Antonio Marrazzo, postulador de
la causa de canonización del Papa Pablo VI.
El
milagro que llevará a Pablo VI a los altares ocurrió en Florida, EU, en 2001 y su protagonista es un niño que, en la semana 24 del embarazo,
se encontraba en un estado crítico. Exámenes médicos habían revelado la ruptura
de la vejiga, con ascitis –presencia de líquido en el abdomen–, y de
oligohidramnios –ausencia de líquido en el saco amniótico–. Todo intento
terapéutico resultó ineficaz para resolver su situación.
El
diagnóstico fue severo. Era muy probable que el niño muriera dentro del útero o
que naciera con una insuficiencia renal grave. El ginecólogo ofreció a la madre
gestante la opción de abortar, pero la mujer no aceptó la propuesta.
Siguiendo
el consejo de una religiosa de la Caridad de Santa de María Bambina, que habían
conocido al Papa Pablo VI, la abuela del niño colocó en el vientre de la madre
una imagen del Pontífice con una reliquia e invocó la intercesión. Después de
este evento las oraciones dirigidas al Pontífice se sucedieron en comunidad,
primero en familia, y después en la parroquia.
A
las 34 semanas de embarazo, nuevos análisis demostraron que el cuadro clínico
del niño había mejorado y en el momento del nacimiento –un parto por cesárea en
las 39 semanas–, el bebé demostró buenas condiciones y fue capaz de respirar y
llorar.
“Fue
un milagro en consonancia con el magisterio del Papa Pablo VI y la defensa de
la vida, y muy interesante –dijo también el P. Marrazzo-, porque nos dice que
Dios nos protege desde el seno materno, desde el momento en que la vida
comienza. Para Dios la vida humana es un valor no manipulable, no desechable,
es un valor, porque Dios nos da un valor”.
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