15 oct 2009

Contrabando de analgésicos

Nuevo supernegocio del narco: contrabando de analgésicos
Revista Proceso # 1719, 11 de octubre de 2009;
J. JESúS ESQUIVEL
Según la DEA y el FBI, la mayor vigilancia en la frontera con México para contener el tráfico de drogas prohibidas tiene un efecto colateral preocupante: ahora los cárteles del narcotráfico empezaron a explotar el atractivo mercado de los fármacos “restringidos” por el gobierno estadunidense, sobre todo analgésicos. Las fuertes sanciones establecidas para quien introduzca estos productos sin receta estadunidense encarecen los medicamentos en el mercado negro e incrementan la ganancia de los traficantes.
WASHINGTON.- Los cárteles del narcotráfico son “las empresas más diversificadas” de México, afirma Rusty Payne, vocero de la DEA, y pone como ejemplo el nuevo negocio atribuido a esas organizaciones: el tráfico de analgésicos a Estados Unidos.
Las restricciones que impone la Administración Federal de Alimentos y Drogas de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) a la venta de medicamentos para males tan comunes como la gripe, dolores musculares o infecciones estomacales, abrieron nuevas oportunidades para los narcotraficantes mexicanos, que ahora contrabandean píldoras que en el mercado estadunidense están restringidas.
“Es el nuevo gran negocio del narcotráfico de México”, explica a Proceso un agente del FBI asignado a la franja limítrofe de California y Baja California.
Bajo la condición de no citar su nombre, porque está investigando casos de tráfico de analgésicos, el agente dice que la venta de medicinas sin receta en las farmacias de México “tradicionalmente ha sido un gran atractivo para los estadunidenses, que cruzan la frontera para comprarlas con mucha facilidad y por ser más baratas”.
En las décadas de los ochenta y noventa, el tráfico de medicinas de México a Estados Unidos “era prácticamente tolerado porque no eran tan grandes las cantidades de píldoras que cruzaban ilegalmente la frontera, y quienes las adquirían eran personas enfermas o con familiares convalecientes que las compraban en las farmacias mexicanas, primero porque así se ahorran el costo de una visita al médico para que les extienda una receta y, segundo, porque son mas baratas”, añade.
Desde principios de la década pasada, cuando la FDA impuso nuevas restricciones a la venta de fármacos que contienen sustancias controladas como “dipirone o penicilina”, la demanda de medicamentos que requieren autorización médica para su venta en Estados Unidos se convirtió en el gran negocio de las farmacias mexicanas de la frontera norte. Y los cárteles tomaron nota de ello, según muestran las indagaciones del FBI.
Al respecto, Rusty Payne admite: “No nos extraña, es lógico, los narcotraficantes mexicanos siempre están a la vanguardia de cualquier adicción en los Estados Unidos que les reditúe ganancias”.
Desde 1998 el gobierno estadunidense impone multas de hasta 10 mil dólares y cinco años de cárcel a sus ciudadanos que introducen medicamentos controlados cuya portación y compra no se respalda en la receta de un médico de su país.
De acuerdo con el expediente de la investigación que el FBI realiza en la zona de San Diego y San Ysidro, California
–partes del cual se autorizó que consultara Proceso–, las sanciones por ingresar con fármacos a Estados Unidos y la reforzada vigilancia en toda la frontera para contener el tráfico de mariguana, cocaína, metanfetaminas y heroína, finalmente “abrió la puerta para que organizaciones criminales como el cártel de Tijuana (comandado por los hermanos Arellano Félix) comenzaran a lucrar con los analgésicos”.
En cálculos del FBI, desde hace tres años o poco más, el cártel de Tijuana obtiene varias decenas de millones de dólares anuales con el tráfico de analgésicos. Por el momento, es la única organización criminal mexicana que el gobierno estadunidense identifica como contrabandista de esos medicamentos, aunque también investiga la posibilidad de que compitan con ella los cárteles de Juárez, del Golfo y de Sinaloa.
En el mencionado expediente se describe el sencillo método del cártel de Tijuana: contratan a ciudadanos mexicanos que cruzan todos los días la frontera para ir a su trabajo o a la escuela, de compras o por cualquier otra razón, para que por un pago de entre 10 a 100 dólares introduzcan cantidades moderadas de analgésicos cuya venta está controlada en Estados Unidos.
“Una vez en territorio estadunidense, los mexicanos contratados para el pase de las medicinas entregan la mercancía a los operadores del cártel que se encargan de recolectar los analgésicos para su venta y distribución. Este tráfico se hace al estilo hormiga, con cientos o miles de personas que se prestan a ello todos los días y que son muy difíciles de detectar”, se puntualiza en la investigación.
Adicción y sobredosis
El viernes 2 se dio a conocer un reporte del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, titulado Aumento en envenenamientos fatales que involucran analgésicos opioides en Estados Unidos, de 1999 a 2006. En él se advierte que “las personas mayores de 35 años que padecen enfermedades crónicas, como reumas, migraña, gastritis, artritis o cualquier problema muscular, por ejemplo, fácilmente se vuelven adictas al consumo de analgésicos para controlar el dolor”.
Las conclusiones del estudio son alarmantes: “Desde 1999 a 2006 se triplicó el número anual de envenenamientos fatales debidos al consumo de analgésicos opioides, pues de 4 mil aumentaron a 13 mil 800”.
En el mismo periodo, prácticamente se duplicaron los fallecimientos por sobredosis de medicamentos controlados en general, ya que la cifra se elevó de casi 20 mil a más de 37 mil.
El informe del CDC, elaborado por los doctores Margaret Warner, Li Hui Chen y Diane Makuc, afirma que los analgésicos opioides provocaron casi 40% de todas las muertes por envenenamiento registradas en 2006, lo cual representa un aumento de 20% respecto de las registradas en 1999.
Entre otros datos, se establece también que por esa causa mueren más hombres que mujeres y que la edad de los fallecidos oscila mayoritariamente entre 35 y 54 años. Además, “en casi 50% de las fatalidades por el consumo de analgésicos opioides, más de un tipo droga es la causa específica de la muerte, aunque de entre los enervantes se destacan los analgésicos que contienen la sustancia benzodiazipina”.
Además, al cotejar las actas de defunción de al menos una quinta parte de los casos de muerte por envenenamiento, en cada ano de 1999 a 2006 se comprobó la presencia de algún medicamento “controlado”.
Los especialistas especifican que en el periodo estudiado “el número de muertes por envenenamiento con la sustancia metadone (utilizada en la elaboración de analgésicos) aumentó mas rápido que las fatalidades provocadas por drogas como la cocaína y heroína”. En 1999 se registraron 799 muertes por el consumo de esa sustancia, mientras que en 2006 fueron 5 mil 420.
También se identificó como el grupo de población más vulnerable a la muerte por sobredosis de analgésicos a las personas mayores de 35 años y con enfermedades que requieren medicamentos altamente controlados por la FDA.
Los médicos del CDC explican que el metadone “es un opioide que requiere de una regla muy compleja sobre la dosis y el horario en el que se debe consumir. Alivia el dolor por un plazo de cuatro a ocho horas, pero la sustancia permanece en el cuerpo por unas 59 horas. Por ello el mal manejo y la sobredosis de esta sustancia están altamente relacionados con las muertes a causa de analgésicos opioides”.
Drogas baratas
La DEA y el FBI coinciden en que el precio de los fármacos en el mercado negro es muy variable. “No son tan caras, pero una píldora controlada que en México puede costar 50 centavos (de dólar), en Los Ángeles se puede vender por dos o hasta cinco dólares”, ilustra el agente del FBI.
Entre los analgésicos de contrabando con mayor demanda en Estados Unidos, el FBI identifica “neomelubrina, contact, cápsulas de ampicilina y las que contienen las sustancias oxicontin, oxicodone e hidrocodone”.
Aunque los estados fronterizos de California, Arizona y Texas están marcados por el FBI como los más vulnerables a este tipo de tráfico ilegal, otros estados del norte y del centro registran una creciente demanda de medicamentos mexicanos.
El FBI documenta un caso ocurrido en Kingsport, Tennessee, donde Jonathan Trenton Leonard y April Shannon Hutson fueron arrestados por transportar analgésicos restringidos con valor de 153 mil dólares.
Sin especificar la fecha precisa de la confiscación, la ficha establece que en abril pasado un policía detuvo una camioneta tipo Van conducida “con exceso de velocidad”. Al volante iba Jonathan Trenton, quien se puso nervioso cuando el oficial de policía le pidió la licencia de manejo y el registro del vehículo.
El policía notó que la acompañante del conductor también estaba nerviosa, y como el pastor alemán que tiene asignado comenzó a ladrar desde la patrulla, el agente decidió sacarlo para inspeccionar minuciosamente la camioneta. Así descubrió el cargamento ilegal de mil 800 pastillas con oxicontin, mil 827 píldoras con oxicodone y mil 333 con hidrocodone.
La investigación federal determinó que estas píldoras con sustancias controladas ingresaron a Estados Unidos por la frontera de Arizona y que le fueron entregadas a la pareja por “un representante del cártel de Tijuana”, no identificado en el expediente.
La DEA admite que no tiene mucha información sobre “el verdadero nivel de involucramiento” de los cárteles mexicanos en el contrabando de analgésicos. Lo que sí ha comprobado es que en Estados Unidos está creciendo en forma desproporcionada el número de jóvenes que, en vistade la diferencia de precios, se drogan con analgésicos en lugar de cocaína o heroína.
Entre los jóvenes de grandes ciudades como Los Ángeles, Nueva York, San Francisco y Dallas está de moda mezclar un coctel de medicamentos en bebidas alcohólicas. “Compran en el mercado negro una caja de diez pastillas de Neomelubrina, por ejemplo –cuenta un agente de la DEA asignado a San Diego–; muelen las píldoras y las mezclan con otras pastillas, como Aspirinas, Advil, Tylenol, Motrin o Sudafed, se las echan a la bebida y las toman para ponerse high”.
El expediente del FBI sobre el tráfico de analgésicos de México a Estados Unidos enfatiza en uno de sus apartados que muchos operadores del cártel de Tijuana se especializan en el tráfico de antibióticos como penicilina, ampicilina y amoxilina, los medicamentos preferidos de personas que padecen de dolores musculares severos.
“La Neomelubrina, por ejemplo, contiene dipirone, que es un ingrediente activo que provoca fallas renales y eventualmente la muerte”, remata esa parte de la investigación del FBI, que fundamenta sus conclusiones en estadísticas e investigaciones recientes del CDC
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