LeBarón pinta su raya ante Sicilia
JOSÉ GIL OLMOS
Revista Proceso No.
1843, 26 de febrero de 2012
En octubre Julián
LeBarón mandó la primera señal de inconformidad al ausentarse del segundo
encuentro con el presidente Calderón. Pero no fue sino hasta el viernes 24
cuando envió una carta a sus compañeros del Movimiento por la Paz, que encabeza
Javier Sicilia, para comunicarles que lo dejaba porque no está de acuerdo en
que dialogue con el gobierno y los partidos y les exija soluciones. Dice a
Proceso: “Estoy dispuesto a participar en el movimiento, con cualquier
ciudadano que adopte una actitud de accionar”.
Por considerar que el
Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad está siendo utilizado con fines
políticos al recurrir al gobierno y los partidos para resolver el problema de
la violencia que azota el país, Julián LeBarón, una de sus principales figuras
junto con Javier Sicilia, decidió separarse de él.
Poco antes de anunciar
su decisión, el agricultor y constructor chihuahuense comenta a Proceso: “Yo
estoy dispuesto a participar con el movimiento siempre que las víctimas y los
ciudadanos podamos resolver nuestros propios asuntos. Lo que ya no quiero es
que se utilicen mis esfuerzos, mi nombre y mi dolor para estarle exigiendo al
gobierno y a los partidos resolver algo que no pueden”.
Comenta al reportero
que habló con Javier Sicilia para anunciarle de su decisión y asegura que el
poeta estuvo totalmente de acuerdo: “Yo respeto mucho a Javier, es como un
padre para mí, lo considero un gran líder. Le dije que estoy dispuesto a
participar en el movimiento, con cualquier ciudadano que adopte una actitud de
accionar… Pero creo que exigirle a las autoridades sólo es estar reaccionando;
desde la reacción no podemos lograr nada”.
Aclara que no se va
del movimiento por problemas personales, sino por una diferencia de posiciones
ideológicas y morales; e insiste en que está dispuesto a seguir colaborando,
siempre y cuando no haya de por medio algún interés político:
“No, yo no tengo
ningún problema con las personas del movimiento ni tampoco problemas con los
políticos como personas. En lo que me estoy enfocando es en los principios, en
las ideas.”
Consultado al
respecto, Sicilia asegura que durante un encuentro con LeBarón en la casa del
poeta en Cuernavaca le expuso que no estaba de acuerdo con sus argumentos, y
tras recomendarle que no hiciera pública su decisión, le dijo que la respetaba.
Sicilia considera
errónea la apreciación de LeBarón respecto del uso político del movimiento. “Se
equivoca –dice–. Nunca ha habido intereses políticos en sentido partidista. El
movimiento es político en el sentido de la polis, de la participación
ciudadana, pero no partidista. De hecho hay que recordar que rechazamos las
candidaturas que nos ofrecieron”.
Sicilia se muestra
asombrado por la decisión de LeBarón, quien le envió una carta el viernes 24,
sobre todo porque, dice, lo hizo en un momento en el cual el movimiento busca
fortalecerse para sentarse a dialogar con los candidatos a la Presidencia de la
República. No obstante, confía en que esa decisión no impacte al movimiento de
manera negativa.
LeBarón, líder de una
comunidad mormona que su numerosa familia fundó en el municipio de Galeana,
Chihuahua, participó más en las marchas y caravanas, no tanto en la
organización interna ni en la planeación del movimiento, puntualiza Sicilia, y
reitera que seguirá teniendo las puertas abiertas para que colabore como él
quiera. De manera similar se expresa Emilio Álvarez Icaza Longoria, otro de los
representantes del movimiento:
“No coincido con eso
de que el movimiento ha centrado sus acciones sólo frente al gobierno. Me
parece que esa es una lectura muy reducida y quizás eso obedece a que (LeBarón)
está en Chihuahua y desde allá no se ven las cosas igual. Desde allá, por
ejemplo, no toma en cuenta la campaña ‘En los zapatos del otro’, que se
construye desde la sociedad y las víctimas”, dice.
El exombudsman
capitalino relata que después del diálogo con el presidente Felipe Calderón y
con el Poder Legislativo se avanzó en la creación de la Procuraduría de
Atención a Víctimas de la Violencia y en el reconocimiento de 15 casos
consignados de desaparecidos en Nuevo León.
Al igual que Sicilia,
considera que no cree que la salida de Julián LeBarón tenga un impacto negativo
en el movimiento. “Lo vamos a extrañar, pero las comisiones y los trabajos
tienen su ritmo. Vamos a seguir trabajando por la paz y las víctimas, y aunque
él no vaya en el mismo barco, sabemos que vamos por el mismo camino”.
Fines políticos
Casi siempre de botas,
pantalón vaquero y camisa a cuadros, Julián LeBarón se convirtió en uno de los
referentes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad al que dio vida el
poeta Javier Sicilia en abril de 2011, luego del asesinato de su hijo Juan
Francisco Sicilia y otras seis personas en Cuernavaca, Morelos.
Constructor de casas
en Chihuahua, Julián se sumó de inmediato a esa organización como una más de
las víctimas de la violencia del crimen organizado y la guerra declarada por el
presidente Calderón al narcotráfico desde diciembre de 2006.
En 2009, su hermano
Benjamín y su cuñado Luis Widmar fueron asesinados por un grupo de secuestradores
que un año antes habían plagiado a Eric, otro de sus hermanos de sólo 17 años.
Los delincuentes dejaron una manta en la que decían que las ejecuciones eran en
represalia por el activismo de Benjamín y Luis.
Desde entonces, Julián
LeBarón y su familia comenzaron con su activismo en demanda de justicia, hasta
que se unió al movimiento liderado por Javier Sicilia. La mañana del 6 de mayo
de 2011 enarboló una bandera nacional y al lado de Sicilia inició en Cuernavaca
la marcha de la paz hacia la Ciudad de México.
A partir de entonces,
asistió a las principales acciones del movimiento: estuvo en las caravanas del
norte y sur; también en el primer diálogo con Calderón del 23 de junio de ese
año, aunque ya no asistió al segundo encuentro con el presidente, el del 11 de
octubre, en el Castillo de Chapultepec. Esa fue la primera señal de su
desacuerdo.
“Ya no fui al segundo
diálogo porque me di cuenta de que era un desperdicio de esfuerzos. Si
(Calderón) quisiera resolver el problema, ya lo hubiera hecho, pero no puede
porque es imposible hacerlo con la misma herramienta, con la misma filosofía
que crea el problema: la violencia”, comenta LeBarón.
El líder mormón confía
en que su salida no tenga efectos negativos para los demás integrantes del
movimiento: “Mi decisión no es para hacerle daño a nadie, es para poner en
claro mi posición. Desde un principio acordamos que (la organización) no iba a
utilizarse para fines políticos y creo que ha habido mucho de eso. Yo no quiero
participar así”.
–¿Puede precisar esta
idea?
–¡Claro! Cuando el
movimiento exige a Estados Unidos que deje de mandar armas a México, estamos
pidiendo algo abstracto; no creo que vaya a funcionar. Me parece que pone a las
víctimas en una posición de porristas para un régimen, para ciertos fines políticos.
Yo no estoy de acuerdo con eso.
Dice que le incomoda
que se le tome como bandera en la caravana en territorio estadunidense que
Sicilia prevé realizar en agosto próximo para exigir un alto al contrabando de
armas.
“Mira, esa caravana es
para exigir a los estadunidenses que dejen de mandarnos armas; creo que eso no
resuelve nada. Si las armas fueran el problema, entonces Estados Unidos sería
el país más inseguro, el más violento y tendría el nivel de secuestros más alto
del mundo.”
E insiste en que
enfocarse en ese tipo de demandas es hacerle el juego al sistema que ha
propiciado el clima de violencia y muerte en el país. “Me parece que ésta no es
una forma efectiva de hacer las cosas. Creo que el gobierno es una buena
herramienta para la comunicación social, pero no lo es para asuntos morales o
económicos”.
Muestra de ello,
argumenta, es que el gobierno calderonista nos ha dejado 60 millones de pobres
y desde que el presidente declaró la guerra al crimen organizado tenemos 60 mil
muertos y más drogadictos que nunca.
–¿Esencialmente es ésa
su diferencia con el movimiento, la demanda de que Estados Unidos deje de
vender armas?
–No sólo esa, hay
otras más. Yo me he fijado en eso desde un principio y he llegado a la
conclusión de que no puedo seguir apoyándolo. Tampoco me gustó esa idea de la
reforma política y algunas otras cosas más que se han planteado. Yo no creo que
nuestro sistema político vaya a cambiar así; tiene que haber un cambio de
fondo, y para eso hay que ver dónde se contradice y dejar de apoyarlo.
–¿Por dónde cree
entonces que vaya el camino?
–Precisamente por la
organización ciudadana, por gente que ya no está esperando que llegue
Quetzalcóatl, el mesías o el cuadillo, y asume la responsabilidad de cambiar
por sí mismo su destino.
Insiste: “Creo que
esta idea de delegar el poder a las autoridades que no funcionan no está bien.
Hace unos días el presidente puso un anuncio en la frontera para decir que no
quiere más armas de Estados Unidos, aunque de manera simultánea en Coahuila se
descubrió que el Ejército ha sido corrompido por el crimen organizado”.
–¿Observa usted que el
movimiento se está inclinando hacia un partido o candidato?
–No es tanto eso, como
que tiende a esperar que el gobierno resuelva nuestros problemas. La idea de
educación universal y seguro social, por ejemplo; no creo que resuelvan las
cosas, porque forman parte de un sistema criminal que ve a las personas como
objetos. Eso es lo que se necesita cambiar de fondo. Si no se hace, nunca vamos
a salir de este precipicio.
–¿Hay una supeditación
hacia la clase política y gobernante?
–Sí. Pero es más que
eso. Siento que queremos resolver el problema de la violencia con las mismas
herramientas que crearon el problema. Para un cambio verdadero necesitamos una
conciencia social que reconozca que todos los seres humanos somos iguales. Los
políticos nos ven como ganado, como objetos de sus experimentos. Yo no quiero
ser eso.
Por un movimiento
ciudadano
Julián LeBarón relata
que aún tiene presente el día de abril de 2011 en que Javier Sicilia emplazó a
las autoridades de Morelos a que presentaran a los responsables de la muerte de
su hijo en 13 días; de lo contrario, les dijo, tendrían que presentar su
renuncia.
Cuenta que le pareció
que por fin la ciudadanía estaba asumiendo la responsabilidad de resolver sus
propios problemas: “Por eso me uní al movimiento y también porque después de
eso nos fuimos por todo México a mover conciencias. Ese aspecto de la caravana
me pareció muy positivo, pero cuando nos sentamos con las autoridades más falsas
del Estado para exponer nuestras inconformidades, ya no me gustó… Así no se
puede resolver el problema de la violencia”.
A diferencia de
Sicilia y de Álvarez Icaza, LeBarón piensa que no tiene caso seguir buscando el
diálogo con las autoridades, porque forman parte de un sistema “criminal” que
realiza “actos dañinos de gran irresponsabilidad”.
–¿Tiene usted la idea
de formar otro movimiento?
–Antes de que
conociera a Javier yo ya era parte de uno. Eso es lo que me impulsó a marchar y
participar con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, porque observé
que ellos estaban haciendo efectivo lo que pienso: que los ciudadanos empezaran
a tomar el control de su propio destino.
–¿Cómo ve las acciones
del movimiento?
–Para que pueda
justificarme, tengo que hacer las cosas en las que creo. Yo respeto y quiero a
toda la gente del movimiento, no creo que tengamos diferencias en los fines,
pero creo que es importante ser claros en nuestra posición.
–Los medios que
propone el movimiento son la resistencia civil pacífica, los diálogos con el
gobierno, ¿en eso no está de acuerdo?
–No estoy de acuerdo
en que se busque al gobierno para que resuelva nuestros problemas, porque no
puede. ¡Es como querer reparar un auto con un serrucho!
Y pone un ejemplo:
“Hace como dos semanas el presidente mandó el Ejército a Ciudad Juárez con
maquinaria para reconstruir el tejido social. Nada más veo eso, camiones llenos
de soldados armados, y digo: es como mandar a cirujanos a operar corazones con
motosierras. Las cosas no jalan de esa manera”.
–¿Está de acuerdo con
las acciones de resistencia civil pacífica?
–Yo no creo en la
violencia de ninguna forma. Creo que en el momento en que se levanta un arma
para cualquier causa, esa causa ya está perdida.
Tomada su decisión de
salir del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, Julián LeBarón refiere
que por el momento piensa terminar un documental, Encender el corazón, en el
que aborda la violencia en México.
Dice que incluso
planea realizar una gira por el país para promover la cinta y hablar de las
causas de la violencia. “No más odio, no más rencor, no más política”, dice el
dirigente mormón, cuya religión considera la compasión como elemento
fundamental para salir del atolladero.
–¿Reiniciaría sus
propias acciones ciudadanas?
–Sí, eso es lo que
quisiera hacer, participar con cualquier movimiento. Me gustaría impulsar a
todos los ciudadanos para que hagan lo mismo: luchar por las cosas en las que
verdaderamente creemos.
–¿Qué le propondría a
la gente?
–Más que nada que
estemos conscientes de que cada una de nuestras acciones afectan al resto de la
humanidad para siempre, que debemos ser conscientes de que, actuemos o no, eso
afecta a los demás.
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