17 mar 2012

La pasarela gris de los políticos

La pasarela gris de los políticos
'Política y moda. La imagen del poder', es un libro que pone en el banquillo a los políticos
Varios expertos analizan el vestuario y la apariencia de los personajes públicos
Sergio C. Fanjul
El País, Madrid 16 MAR 2012
Los políticos españoles gobiernan con uniforme: un traje, y la mayoría de las veces mal llevado. El Parlamento no solo no es ninguna pasarela sino que sigue muy de lejos la moda de la calle. Si los políticos no se quitan su uniforme, el de las políticas todavía no está definido del todo. Aquí no se presta tanta atención a esta faceta de la imagen política como en otros países, aunque se hacen progresos. ¿Se preocupa la clase política lo suficiente por su ropa? ¿Qué debe decir el atuendo de un político?

“Tiene que ser coherente, serio, dar cercanía y seguridad al que la lleva. Esto es lo que debe buscar el estilismo gubernamental, todo equilibrado para que el político resulte creíble” explica Patrycia Centeno, periodista y autora del libro Política y Moda. La imagen del poder (Península) y directora de la web del mismo nombre (http://www.politicaymoda.com/), donde analiza lo que se ponen nuestros próceres. Para ella, un político no debería ir jamás vestido a la moda, "porque la moda es un sistema con caducidad y un político no puede permitirse caducar cada seis meses. Su objetivo es perdurar en el cargo y en el tiempo”.
 También es importante por su función de representación, recuerda el asesor de comunicación política Antoni Gutiérrez-Rubí. Los políticos en el Parlamento "son nuestros representantes y presentarse con dignidad es una cuestión de respeto democrático. Nadie votaría a un político sucio o con ropas desgarradas”. Cada año Gutiérrez-Rubí hace un repaso de lo que ha dado la temporada política en cuestión de vestuario (http://www.gutierrez-rubi.es/2012/01/02/la-moda-politica-de-2011/).
 Coinciden los expertos en que los políticos españoles no están muy allá en cuestiones de vestuario. "Su imagen es mejorable y deberían valorarse un poco más y proyectar una imagen mejor. Potenciar sus puntos fuertes y minimizar los débiles”, recomienda Montse Guals, de la asesoría de imagen personal Qué me pongo (http://www.quemepongo.es/). Mientras que en otros países se hace política por y para los medios y se pone especial cuidado en este aspecto, aquí suele ser tarea del gabinete de comunicación de los partidos y tampoco se esmeran demasiado en cuidar la indumentaria, quizás con excepción de las campañas electorales. Aunque sí se han notado mejoras a este respecto cuando José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy accedieron a la presidencia. “A Zapatero, cuando llegó a presidente, se le hicieron ciertos retoques: ajustar los hombros de la americana, adoptar el uso de camisa blanca o azul, cambiar las corbatas que llevaba, que a veces lucía con motivos infantiles, o sustituir los mocasines por los zapatos de cordones”, observa la estilista.
 “Creo que estamos obcecados con el traje y la corbata”, dice Centeno, “el uniforme político se creó que en siglo XIX y ha habido pocas variaciones. Para ellos representa un escudo y no permiten que haya más variaciones, exceptuando que cada verano se plantea el debate corbata sí o corbata no. Pero existen más alternativas”. Por lo demás, no todos los trajes son iguales. “Hay un traje ideal para cada silueta, más o menos estructurados”, explica Guals. “Importa el color, el grosor de la solapa y su combinación con la corbata, etcétera. Y ahí se ve mucha falta de armonía entre la clase política”.
El atuendo de la mujer política todavía no está completamente definido. “El uniforme político femenino hay que construirlo de nuevo”, sentencia Centeno. "El del hombre fue creado para ellos cuando nadie imaginaba que la mujer iba a entrar en política. ¿Qué hace la mujer? O se viste imitando la vestimenta de sus colegas masculinos o se feminiza, las dos opciones no eximen de juicio, siempre van a recibir críticas”. La candidata socialista francesa en 2007, Ségolène Royal, hizo mucho por modernizar la imagen de las políticas, en opinión de Centeno, proponiendo que era posible optar al gobierno siendo guapa y femenina. En el otro lado podría citarse a Angela Merkel, que, según Guals, “debería mejorar mucho su imagen. Tiene un aspecto muy masculino pero tiene que entender que también se puede ejercer el poder con un look femenino”.
 Caso aparte es el de Amaiur, cuya imagen se aleja muchas veces de lo convencional en política
Las diferencias entre las políticas de derecha y de izquierda se han ido desolviendo en los últimos años, en la era del capitalismo global. ¿Pasa lo mismo con los atuendos estereotipados de la izquierda y la derecha? “El mundo de la trenka se ha superado ya por un estilo más cosmopolita y urbano. Si puede haber diferenciación entre looks más clásicos y otros más contemporáneos, a la moda, pero ni tienen que limitarse lo conservadores a los primeros y los progresistas a los segundos. Eso dependerá de cada persona”, dice Gutiérrez- Rubí. “La izquierda y la derecha en general ya no se reconocen, ya no hay tantas diferencias, porque un día llegaron a la conclusión de que si estaban todos en el centro podían aprovechar más votos, cuando se mimetiza el mensaje y se mimetiza también la imagen”, explica Centeno. La imagen de la derecha se ha ido modernizando, sobre todo después de que el expresidente José María Aznar comenzase a lucir una melena informal. Según Centeno, en las Nuevas Generaciones del PP cada vez se lleva más un estilo chic bohemio, un poco hippie, que busca actualizarse. Pero, agrega, si se compara con las juventudes socialistas, sí que hay algunas diferencias. En personas de más de 50 años el uniforme es más parecido, es una edad en que los cambios tampoco se aceptan tan rápidamente.
 Caso aparte es el de Amaiur, cuya imagen se aleja muchas veces de lo convencional en política, prescindiendo de la corbata y utilizando otras prendas como suéteres, camisetas y demás. “Se saltan lo establecido, pero está bien, es ideología de izquierdas, tiene su justificación. Me puede gustar más o menos que vayan al Congreso con tejanos, pero no me parece una incoherencia. No todos tienen que vestir igual, sino que han de ser reconocibles por el electorado”. Las camisetas con mensaje estampado en el pecho también son frecuentes en ciertos sectores de la izquierda, como en el caso de Mònica Oltra, diputada de Compromís en las Cortes Valencianas, aunque no está claro que esto sea lo más recomendable: “Las camisetas con mensaje distraen del discurso. Si leo lo que pone la camiseta puedo dejar de prestar atención al discurso”, afirma Centeno. Una flagrante incoherencia ideológica fue la ocasión en la que la popular María Dolores de Cospedal lució un pañuelo palestino morado en un acto del partido en 2010. Más coherentes con el estado actual de las cosas y su ideología (que no del todo bien) son los ministros del actual gobierno: “Van en plan funeral, pero también el momento acompaña. Dicen los sociólogos que en periodos de depresión económica o guerra lo que buscamos es al padre protector, buscamos vestimentas muy conservadores. En este asunto, el PP lo tiene fácil”.
 ¿Qué políticos se visten bien? “Es una pregunta difícil, definir qué es vestir bien”, explica Gutiérrez-Rubí:  “Cuando Hugo Chávez se viste con camisas rojas o con un chándal estampado con la bandera venezolana puede que no esté vistiendo bien según nuestro gusto estético, pero sí perfectamente acorde con su movimiento político”. Sin embargo sí hay políticos que, según los expertos, mantienen una buena imagen. Uno de ellos es Josep Antoni Duran i Lleida, portavoz parlamentario de CiU. “No solo porque siempre va impoluto. Viste muy coherente con su ideología de derechas, su imagen también es muy conservadora, pero después se acerca a la gente con elementos de tendencia, las gafas de colores, las corbatas, los tejidos que usa que no son los comunes en política. Lo domina perfectamente, y gana puntos. Aparte de seguro y serio tiene esa cercanía”, dice Centeno. En el plano femenino cabría destacar a la exministra Elena Salgado. “Utilizaba color, bolso, joyas, se maquillaba y nunca se ha oído un comentario sobre su imagen”, explica la periodista, “y si se oía algo era para decir ‘qué correcta va esta mujer siempre’. Nunca guapa o extraordinaria, la palabra era correcta. Ese es el secreto, que la imagen acompañe, nunca eclipse”.
 Sobre el presidente estadounidense Barack Obama hay unanimidad: su encanto natural va más allá de su indumentaria y puede resultar elegante incluso en traje de baño saliendo del mar, o remangándose la camisa para agacharse a saludar a una niña, situaciones en las que se le ha visto en los últimos tiempos. Son ejemplos en el que el carisma del personaje va por delante. El verdadero poder es, por ejemplo, el del desaparecido Steve Jobs, que ni siquiera necesitaba vestir formal y proyectaba una imagen poderosa con un jersey negro de cuello vuelto y unos tejanos. “Se nota mucho cuando se viste con algo y no se siente a gusto”, concluye Gutiérrez-Rubí, “la ropa no hay solo que ponérsela, sino vivirla, mimetizarse con ella como si fuese una segunda piel, no como una armadura o un corsé.

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La moda política de 2011
Publicado el 02.01.2012
Por cuarto año consecutivo, aquí tenéis un resumen de lo más destacado de la moda política en 2011:
 1. Zapatero pierde confianza y gana en elegancia; 2. El cabello. Las canas de Barack Obama y Christine Lagarde. Los peinados de Hillay Clinton; 3. Con (o sin) corbata); 4. Los bolsos. El bolso naranja de Angela Merkel. El Asprey negro de Margaret Thatcher. El Ferragamo rosa de Hillary Clinton; 5. Los zapatos: los escarpines de Rosa Díez; 6. Los trajes típicos. Obama elimina las clásicas fotos con trajes tradicionales; 7. Las camisas. La línea de ropa 46664 de Nelson Mandela. La camisa ‘Shalit’; 8. Las gafas del Rey; 9. El mono de trabajo del gobierno japonés; 10. La bandana de Sarah Mason

1. Zapatero pierde confianza y gana en elegancia
 Durante el 2011, José Luis Rodríguez Zapatero ha ido perdiendo la confianza de muchos de los españoles pasando a un segundo plano como referente político, pero -sin embargo- se ha convertido en un referente de elegancia. Así lo considera la revista Madame Le Figaro que ha incluido al ex presidente en segundo lugar entre los políticos con mejor apariencia. Para la publicación francesa, Zapatero aventaja a sus colegas europeos en el estilo clásico-chic que representa de manera impoluta y sin fisuras. El jurado ha valorado, además, el famoso talante del cual el presidente hace gala y que, en este caso, ha sumado puntos para  la valoración de la revista.
2. El cabello
 Las canas de Barack Obama y Christine Lagarde
 El pelo canoso ya no es percibido como un símbolo inequívoco de vejez. Las canas ya no se esconden, son bellas y ofrecen otros matices al look: se asocian a personas seguras de si mismas, intelectuales y con experiencia, y se convierten en símbolo de elegancia y seducción, en los hombres, y de gran personalidad, rebeldía e independencia, en las mujeres.
Cada vez son más los políticos que renuncian a teñirse y lucen su cabello plateado. Un ejemplo claro lo encontramos en Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha hecho del pelo canoso su sello diferencial y estandarte de su experiencia y profesionalidad. Quien también parece haber sucumbido al poder de las canas,  tras varias polémicas sobre si se teñía o no, es el presidente Obama que ha apostado por la seducción y la autenticidad que éstas le pueden ayudar a proyectar. En España, Rajoy se sigue resistiendo al paso de los años y han crecido las dudas sobre si se tiñe el pelo o no, aunque él asegura que no lo ha hecho en su vida.

 Los peinados de Hillary Clinton
 Hillary Clinton tiene muy clara la importancia del peinado en la imagen. De hecho, la secretaria de Estado estadounidense declaró en una conferencia impartida a estudiantes de derecho y recogida en el libro Power Dressing. First Ladies, Women Politicians & Fashion, de Robb Young: “Lo más importante que tengo que deciros hoy es que el pelo importa, una lección que ni mi familia ni Yale me enseñaron. Prestad atención a vuestros peinados, porque el resto del mundo lo hará”.

Fiel a su teoría, la hemos podido ver recientemente en su  periplo por Asia y Europa luciendo diversos peinados según la ocasión, desde la melena lacia,  al moño o  a la cola de caballo con un poco elegante coletero     que le valió más de una crítica.
3.  Con (o sin) corbata
 Este año la corbata ha vuelto a ser la protagonista del verano en el Congreso de los Diputados. La polémica surgió en julio cuando un diputado del PNV preguntó al entonces ministro Miguel Sebastián  sobre la relación entre la eficiencia energética y el uso de la corbata. Desde  el año 2008, Sebastián acude al Congreso sin ella para demostrar que sin su uso no se necesitaría hacer un gasto tan elevado en aire acondicionado.
En esa ocasión, José Bono amonestó a Sebastián indicándole que el uso de la corbata por parte de los diputados ayuda “a mantener la disciplina”, pero el ex Ministro se escudó en la experiencia del Primer Ministro japonés, Naoto Kan, quien acude al parlamento nipón sin corbata para concienciar sobre el ahorro.
El decoro en la vestimenta ha sido una preocupación constante de Bono durante su mandato. En junio, la Secretaría general del Congreso de los Diputados dio a conocer las pautas a observar para acceder a las dependencias de la Mesa de la Cámara Baja donde se requiere lucir “vestimenta adecuada al decoro exigible”, lo que supone la prohibición a la entrada con bermudas o camisetas de tirantes. Y en agosto, una periodista fue expulsada de la Cámara por vestir pantalón corto.

4. Los bolsos
 El bolso naranja de Angela Merkel
 El discurso que realizó en septiembre Angela Merkel ante el Bundestag en defensa del euro dio la vuelta al mundo, pero el verdadero protagonista de las fotos tomadas durante su intervención fue un gran bolso de color naranja de la marca Longchamp.

Aunque criticado por su elevado coste y por tratarse de una marca de origen francés, para los europeos fue una sorpresa descubrir el gusto de la sobria Merkel por los complementos coloristas. Según Anfred Gebert, experto psicólogo consultado por el diario alemán “Bild Zeitung”, lucir el color naranja en este complemento denota un carácter ganador, atrevido y rompedor y corresponde a una personalidad muy estructurada, comunicativa y alegre. Se trata de una mujer  rompedora y dispuesta a sorprender a quienes la rodean.
El Asprey negro de  Margaret Thatcher
Otro bolso que pasó a la historia de la moda política fue el mítico Asprey negro que  Margaret Thatcher utilizó tanto para visitar a Ronald Reagan, en la Casa Blanca, como para recibir a Mijaíl Gorbachov, en Downing Street. Aunque inicialmente se lo tildó de signo de debilidad femenina, se acabó convirtiendo en un símbolo de poder y carácter. Recientemente ha sido vendido en una subasta de Londres por 25.000 libras donado por la propia dama de hierro para fines benéficos.

 El Ferragamo rosa de Hillary Clinton
 Hillary Clinton ha ocupado las portadas de los diarios y revistas en 2011 no solo por su intensa agenda internacional como Secretaria de Estado, sino por también por su estilismo.  Además de sus peinados, el protagonista ha sido un bolso de color rosa fuerte de la marca Ferragamo que desentonaba en su look de conjunto. Clinton, que tiene predilección por este complemento, ha declarado recientemente que tiene toda una filosofía sobre ellos y ha explicando, sobre el hecho de que cada mujer elija el que más le guste y le convenga, obviando si es de temporada o tiene el color más apropiado, que “nadie debería reírse del bolso de una mujer, ya que supone una profunda necesidad psicológica para organizarse y contiene los objetos más importantes de su vida diaria.”

5. Los zapatos: los escarpines de Rosa Díez
 Rosa Díez ha vuelto a ser protagonista de la moda política este año con un nuevo golpe de efecto. La líder de UPyD lució unos curiosos y llamativos zapatos rojos con forma de pie durante los actos de campaña electoral.

El uso de estos originales escarpines en un acto público se suma a una ya larga lista de hits estilísticos de la política, como  cuando apareció en el Congreso vestida con un modelo de corte papirofléxico de Modesto Lomba,  cuando posó en una entrevista ataviada como Diane Keaton en ‘Annie Hall’, o cada vez que hay un pleno en el Congreso e incluye en su vestuario algún complemento en rosa magenta (color que representa a su partido). Moda, excentricidad o estrategia calculada para llamar la atención y conseguir una notoriedad que no siempre está garantizada.
6. Los trajes típicos
 Obama elimina las clásicas fotos con trajes tradicionales
 Este año el presidente de EEUU, Barack Obama, ha puesto fin a la tradición por la cual los líderes participantes en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) se hacían una foto de grupo ataviados con el traje tradicional del país que acogía la conferencia. La costumbre nos había regalado imágenes memorables como la del presidente chino, Hu Jintao, y el ruso, Dimitri Medvédev, con camisa hawaiana y guirnaldas de flores. O la de 2001, con el presidente estadounidense, George W Bush y su homólogo ruso, Vladimir Putin, vestidos con camisas orientales.
Obama explicó que decidió poner fin a la costumbre iniciada por Bill Clinton porque “pensé que era una tradición de la que podemos prescindir”. Algunos medios han conjeturado con que la iniciativa se debe al temor de la Casa Blanca a dar una imagen de frivolidad en tiempos de dura crisis.

7. Las camisas
 La línea de ropa 46664 de Nelson Mandela
 En agosto, la Fundación 46664 de Nelson Mandela lanzó al mercado una nueva línea de ropa que lleva por nombre esta misma cifra, que corresponde al número de preso de Mandela durante 27 años.

La colección, en la que destaca el logotipo de la mano extendida, símbolo del discurso del líder sudafricano en el concierto de Londres en 2008, incluye camisas, jerséis, pantalones y accesorios, y pretende recaudar fondos contra el SIDA, la pobreza y a favor de  la justicia social. Para ello, el 9% de las ventas se destina a financiar las actividades de la Fundación 46664.
La camisa “Shalit”

 En Gaza la camisa a cuadros que sus captores le pusieron al joven Guilad Shalit antes de liberarlo se ha convertido en un éxito de ventas. Cuesta unos 60 shekels (12 euros) y se la denomina “camisa Shalit”.
Tras cinco años y cuatro meses de cautiverio por parte del grupo islamista Hamás, su  readaptación a la sociedad ocupa portadas y especiales de televisión y la gente se ha volcado en cada gesto, cada paseo y, por ejemplo, ha seguido con sumo interés su incursión en las redes sociales. El joven soldado israelí se ha convertido en todo un símbolo y con él su camisa que causa furor.

8. Las gafas del Rey
En noviembre, el Rey Don Juan Carlos se golpeó la cara de manera accidental con una puerta en el Palacio de la Zarzuela lo que le provocó un visible moratón en el ojo izquierdo y una pequeña herida en la nariz. A las pocas horas del percance ya se habían difundido fotografías de primeros planos del monarca y de su ojo morado. Celoso de su imagen pública, y para evitar más imágenes gráficas, el monarca ha aparecido durante casi un mes en diversos actos públicos luciendo diferentes modelos de modernas gafas de sol de las que no se ha separado ni para leer los discursos.

9. El mono de trabajo del gobierno japonés
 Durante los primeros días de la crisis producida en Japón en marzo, como consecuencia del terremoto y el posterior tsunami, los miembros del gobierno nipón decidieron utilizar en sus apariciones públicas un mono de trabajo azul, intentando mostrar que ante la gravedad de la situación ellos estaban al pie del cañón trabajando al servicio del pueblo nipón.
Días después, el 1 de abril, y pese a que la emergencia continuaba en varios lugares, quisieron simbolizar un cambio en la crisis para lo que volvieron a recurrir al vestuario como herramienta comunicativa. En esta ocasión, decidieron regresar al traje occidental habitual para informar de que el Gobierno daba un paso adelante hacia la reconstrucción.

10. La bandana de Sarah Mason
 La revista Times establece cada mes de diciembre cuál es el personaje protagonista del año. Para 2011 se han inclinado por la figura del manifestante, tanto norteamericano, como de las primaveras árabes, o los “indignados” europeos. En la fotografía que sirvió de base a la portada de la revista aparece Sarah Mason, una joven manifestante de 25 años, fotografiada por Ted Sosqui durante las protestas en el centro de Los Ángeles.
La joven aparece con un gorro de lana amarillo y con el rostro cubierto con una bandana blanca (la llevaba por si la policía lanzaba gas lacrimógeno) en donde puede leerse la leyenda “99%”, slogan del movimiento Occupy Wall Street que curiosamente Time decidió eliminar en su portada. Sara y su mirada soñadora se ha convertido en la imagen icónica del año.

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