Luis González Pérez afirma que coincide con las consideraciones del organismo, sobre todo las relacionadas con las dificultades existentes para documentar las desapariciones.
La
CNDH, por una ley contra desapariciones forzadas/GLORIA
LETICIA DÍAZ
Revista Proceso No. 1998, 14 de febrero de 2015
La
Comisión Nacional de los Derechos Humanos ya había emitido algunas
recomendaciones similares a las que el viernes 13 realizó la ONU acerca de la
desaparición de personas en México. Ahora, el objetivo de la CNDH es cabildear
una ley general en la materia. Pese al optimismo del ómbudsman mexicano, Luis
Raúl González Pérez, no parece una tarea fácil: las secretarías de Gobernación
y de Relaciones Exteriores ya descalificaron el análisis de Naciones Unidas
girado desde Ginebra.
El
presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Luis Raúl
González Pérez, pretende que al fin se apruebe una ley general contra
desapariciones forzadas, pese a la frialdad con que el gobierno mexicano tomó
las conclusiones del Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU (CDF-ONU),
que lo dejan muy mal parado.
Así,
el ómbudsman se comprometió a reunirse con todos los partidos políticos para
concretar la norma. “Me voy a dirigir a las distintas fracciones al interior
del Congreso de la Unión haciéndoles ver la importancia que tendría una ley
general sobre desaparición forzada, porque contribuye a prevenir y fortalecer
las investigaciones. Además se insertaría en el cumplimiento de lo que México
se obligó a nivel internacional”, sostiene.
Entrevistado
horas después de que el CDF-ONU emitiera desde Ginebra las conclusiones de su
análisis sobre el incumplimiento mexicano de la Convención Internacional para
la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas (CID),
González Pérez afirma que coincide con las consideraciones del organismo, sobre
todo las relacionadas con las dificultades existentes para documentar las
desapariciones.
En
el informe que la CNDH envió al CDF-ONU desde antes de las sesiones del lunes 2
y martes 3 –en las que el gobierno mexicano dio su versión en torno al
fenómeno–, el ómbudsman detalló el incremento de desapariciones en los últimos
años, pero precisó que en aquellas donde se supone la intervención de agentes
del Estado “no existe certeza al momento de intentar proporcionar cifras claras
y una estadística confiable, toda vez que no hay una clasificación adecuada y
acorde con los estándares internacionales”.
Confiado
en que durante el próximo periodo de sesiones el Congreso atenderá una de las
principales recomendaciones del CDF-ONU –la consolidación de una ley general al
respecto–, González Pérez asevera que atenderá la sugerencia de participar en
la elaboración de esa norma junto con organizaciones civiles y familiares de
víctimas.
“Hablaré
con las distintas fuerzas políticas para hacerles ver la conveniencia de contar
con la ley general lo antes posible. Ya la habíamos pedido y ahora el comité
coincide con nosotros, o nosotros con él. Así, ya se ha sugerido por varias
instancias que haya uniformidad en la tipificación”, resalta. Menciona también
la necesidad de construir el reglamento para la operación del Registro Nacional
de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, pendiente desde 2012.
La
perspectiva desde dentro
En
el documento entregado al CDF-ONU, la CNDH presentó sus propios datos: la
recomendación 26/2001, relacionada con 532 expedientes de presuntas
desapariciones ocurridas en la década de los setenta y principios de los
ochenta; 13 recomendaciones, emitidas de 2005 a 2014, relacionadas con 37
víctimas; seis expedientes sobre desaparición forzada que implican a 11
víctimas, y la investigación propia acerca de la agresión contra 43 estudiantes
de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa.
En
su informe, la CNDH refiere que la administración de González Pérez heredó dos
bases de datos: una de 24 mil 809 personas “reportadas ante diversos órganos de
procuración de justicia como desaparecidas, extraviadas o no localizadas,
correspondiente al periodo de 1995 a 2012”, y otra con “3 mil 85 registros que
corresponden a 4 mil 38 personas reportadas como desaparecidas” hasta diciembre
de 2014. En ninguna de las listas hay “certezas sobre las causas de las
desapariciones”.
En
el documento se da cuenta de la variedad de cifras de desaparecidos que desde
el primer semestre de 2013 divulgó el gobierno de Enrique Peña Nieto. Se
advierte que “por la insuficiencia de información no es posible especificar en
cuántos casos existen indicios de desaparición forzada con la participación o
aquiescencia de servidores públicos, cuáles son atribuibles a la delincuencia y
cuáles corresponden a personas no localizadas”.
González
Pérez celebra que el CDF-ONU coincida con la necesidad de unificar criterios
“para todas las procuradurías que alimenten el registro de desaparecidos”, con
el fin de “identificar cuáles casos son desaparición forzada y cuáles no. Pero,
además, que establezca perfiles de los desaparecidos, si son menores, adultos,
mujeres, hombres. En la medida que no contemos con ese registro, tendremos
números de desaparecidos pero no sabremos su origen”.
Al
señalarle que los datos oficiales reflejan que en el actual sexenio las
desapariciones aumentaron de manera alarmante –hasta llegar a 13 víctimas al
día, de acuerdo con el reporte especial publicado en la edición 1997 de
Proceso–, el exabogado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es
cauteloso:
“No
queremos entrar en un conflicto de cifras, porque, si no, todos vamos a hablar
de números desde criterios que cada quien maneje. Imagínese en los estados
donde no está tipificado el delito; hay cero desaparición forzada. El Comité
sobre Desaparición Forzada no habla de cifras.”
–El
CDF-ONU cuestiona precisamente que México no tenga cifras –se le aclara.
–Pero
pone el trapito y la solución, que es “pónganse de acuerdo en los criterios”.
Pide que sean confiables, uniformes, que digan el perfil de la persona. Las
sugerencias del comité son estructurales.
–¿Las
fallas del Estado para resolver este problema son estructurales?
–Hasta
ahora no es posible tener una identificación plena para hablar de cifras. Las
que maneje Amnistía Internacional o cualquier otra organización son diferentes
desde la perspectiva de cada quien; por eso lo importante es tener un registro
único nacional con criterios que todos manejen uniformemente.
Insiste
en que una ley general y un registro único son premisas indispensables para,
después, “tomar decisiones que permitan prevenir” las desapariciones forzadas y
adoptar las sugerencias del CDF-ONU, que “van en el sentido de corrección y
sanción a los responsables. Pero no basta que se sancione, hay que buscar a las
personas”.
–¿Coincide
con el CDF-ONU en la recomendación de que la ley general prevea sancionar a los
superiores jerárquicos de quienes cometan la desaparición forzada?
–Es
un asunto que hay que analizar y discutir. En México lo que tiene que pasar es
que se castigue a quien incumpla la ley, sea servidor público o particular.
El
grupo de expertos de la ONU consideró que, “por principio, los tribunales
militares no ofrecen la independencia e imparcialidad requeridas por la CID”.
En torno a esta afirmación, González Pérez pide reconocer los avances en
materia de fuero militar:
“México
ha avanzado, es indudable, y sería injusto no reconocerlo. Es una cuestión
inacabada, que deberá ser discutida. Ahí también tendrán que aplicarse los
estándares internacionales.”
Satisfecho
por las coincidencias entre el CDF-ONU y la CNDH, González Pérez se muestra
optimista “en función de que son atendibles las sugerencias del comité. Yo
esperaría que el gobierno mexicano fuera receptivo a las recomendaciones”.
Sobre
lo anterior, el ómbudsman recuerda que la CNDH ha realizado foros y mantenido
reuniones con los poderes Ejecutivo y Legislativo, así como con organizaciones
civiles.
“Quiero
ser optimista de que tendremos esa receptividad del gobierno, entendiendo que
el ómbudsman no busca confrontarse. El ómbudsman lo que busca, porque ése es su
papel, es señalar cuando hay abusos, cuando hay violaciones en derechos
humanos”, sostiene.
Por
lo pronto, horas después de que el CDF-ONU diera a conocer sus conclusiones,
las secretarías de Gobernación y de Relaciones Exteriores descalificaron el
contenido del documento girado desde Ginebra y se reservaron el derecho a
aceptar o no sus recomendaciones.
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