Recontando nuestro caminio hacia la democracia/Andrés Manuel López Obrador
Publicado el 11 de agosto de 2006, The New York Times
Desde 1910, cuando otra elección polémica desató una revolución, México no había estado tan cargado de tensión política. Las manifestaciones más grandes de nuestra historia son prueba diaria que millones de mexicanos desean una recuento completo de la elección presidencial del mes pasado. Mi opositor, Felipe Calderón, actualmente mantiene una estrecha ventaja de 243,000 de los 41 millones de votos emitidos, pero los mexicanos todavía están esperando a que un presidente sea declarado.
Desafortunadamente, el Tribunal Electoral responsable de ratificar los resultados de elección frustró los deseos de muchos mexicanos y rechazó aprobar un recuento a nivel nacional. En lugar de eso, su estrecho criterio predomino y el sábado pasado permitió que sólo cerca de 9 por ciento de las casillas fuera abierto y revisado. Vale la pena hacer un repaso de la historia de esta elección. Por meses, los votantes fueron sujetos a una campaña de miedo. El presidente Vicente Fox, que apoyaba a Calderón, le dijo a los mexicanos “cambiar de jinete, pero no de caballo” un claro reproche a las políticas sociales para ayudar a los pobres, y privarlos del derecho al voto, que estaban en el corazón de mi campaña.
Los grupos de interés gastaron millones de dólares en televisión y radio advirtiendo que habría una crisis económica si yo ganaba. Mi punto de vista es que los programas de gobierno fueron dirigidos hacia los estados clave con la esperanza de ganar votos a favor de Calderón. El programa de desarrollo de Naciones Unidas advirtió que tales acciones podrían influenciar incorrectamente a votantes. Donde el apoyo hacia mi Coalición era fuerte, a los aspirantes para recibir ayuda del gobierno les fueron solicitadas sus credenciales para votar, privándolos de esta manera de su derecho a votar. Y entonces vino la elección. Las últimas encuestas electorales demostraron que mi coalición lideraba o empataba con el Partido de Acción Nacional de Calderón.
Creo que el día de elección hubo manipulación directa de votos y de actas. Las irregularidades eran evidentes en decenas de millones de actas. Sin un recuento transparente México tendrá un presidente que carezca de la autoridad moral para gobernar. La opinión pública apoya este diagnóstico. Las encuestas demuestran que por lo menos una tercera parte de los votantes cree que la elección fue fraudulenta y cerca de la mitad apoya el recuento completo. Pero el Tribunal Electoral ha pedido un recuento inexplicablemente restrictivo. Esto desafía la comprensión, porque si las alteraciones en las actas son generalizadas el resultado podría cambiar con un puñado de votos.
Nuestros tribunales - que no se asemejan a los de Estados Unidos - tradicionalmente se han subordinado al poder político. México tiene una historia de elecciones corruptas donde la voluntad de la gente ha sido subordinada por el rico y poderoso. Los agravios se han acumulado en el sentir nacional, y esta vez que no estamos huyendo del problema. Los ciudadanos y yo tomamos en protesta pacífica el Zócalo, la magnífica plaza central de la capital, y hablan fuerte y claro: Suficiente es suficiente. En el espíritu de Gandhi y del reverendo Martin Luther King Jr., buscamos que nuestras voces se escuchen. Carecemos de recursos para publicitar nuestra causa. Sólo podemos comunicar nuestra demanda del conteo de todos los votos a través de la protesta pacífica. Después de todo, nuestro objetivo es el de fortalecer a México, no dañar sus instituciones, queremos forzarlas a adoptar mayor transparencia. La credibilidad de México en el mundo sólo se incrementará si clarifiquemos esta elección Necesitamos la buena voluntad y apoyo de aquellos en la comunidad internacional con interés personal, filosófico y comercial en México que me a realizar lo correcto y permita un recuento total que demostrará, de una vez por todas, que la democracia vive y se encuentra bien en esta República
Andrés Manuel López Obrador, alcalde de la ciudad de México de 2001 a 2005, fue candidato a presidente en 2006, representando una coalición liderada por el Partido de la Revolución Democrática.
Traducido del español al ingles por Rogelio Ramírez de la O.
Tomado en español de Lupa Ciudadana: www.lupaciudadana.com.mx
Recounting Our Way to Democracy/ By Andrés Manuel López Obrador.
NOT since 1910, when another controversial election sparked a revolution, has Mexico been so fraught with political tension.
The largest demonstrations in our history are daily proof that millions of Mexicans want a full accounting of last month’s presidential election. My opponent, Felipe Calderón, currently holds a razor-thin lead of 243,000 votes out of 41 million cast, but Mexicans are still waiting for a president to be declared.
Unfortunately, the electoral tribunal responsible for ratifying the election results thwarted the wishes of many Mexicans and refused to approve a nationwide recount. Instead, their narrow ruling last Saturday allows for ballot boxes in only about 9 percent of polling places to be opened and reviewed.
This is simply insufficient for a national election where the margin was less than one percentage point — and where the tribunal itself acknowledged evidence of arithmetic mistakes and fraud, noting that there were errors at nearly 12,000 polling stations in 26 states.
It’s worth reviewing the history of this election. For months, voters were subjected to a campaign of fear. President Vicente Fox, who backed Mr. Calderón, told Mexicans to change the rider, but not the horse — a clear rebuke to the social policies to help the poor and disenfranchised that were at the heart of my campaign. Business groups spent millions of dollars in television and radio advertising that warned of an economic crisis were I to win.
It’s my contention that government programs were directed toward key states in the hope of garnering votes for Mr. Calderón. The United Nations Development Program went so far as to warn that such actions could improperly influence voters. Where support for my coalition was strong, applicants for government assistance were reportedly required to surrender their voter registration cards, thereby leaving them disenfranchised.
And then came the election. Final pre-election polls showed my coalition in the lead or tied with Mr. Calderón’s National Action Party. I believe that on election day there was direct manipulation of votes and tally sheets. Irregularities were apparent in tens of thousands of tally sheets. Without a crystal-clear recount, Mexico will have a president who lacks the moral authority to govern.
Public opinion backs this diagnosis. Polls show that at least a third of Mexican voters believe the election was fraudulent and nearly half support a full recount.
And yet the electoral tribunal has ordered an inexplicably restrictive recount. This defies comprehension, for if tally sheet alterations were widespread, the outcome could change with a handful of votes per station.
Our tribunals — unlike those in the United States — have been traditionally subordinated to political power. Mexico has a history of corrupt elections where the will of the people has been subverted by the wealthy and powerful. Grievances have now accumulated in the national consciousness, and this time we are not walking away from the problem. The citizens gathered with me in peaceful protest in the Zócalo, the capital’s grand central plaza, speak loudly and clearly: Enough is enough.
In the spirit of Gandhi and the Rev. Dr. Martin Luther King Jr., we seek to make our voices heard. We lack millions for advertising to make our case. We can only communicate our demand to count all the votes by peaceful protest.
After all, our aim is to strengthen, not damage, Mexico’s institutions, to force them to adopt greater transparency. Mexico’s credibility in the world will only increase if we clarify the results of this election.
We need the goodwill and support of those in the international community with a personal, philosophical or commercial interest in Mexico to encourage it to do the right thing and allow a full recount that will show, once and for all, that democracy is alive and well in this republic.
Andrés Manuel López Obrador, the mayor of Mexico City from 2001 to 2005, was a candidate for president in 2006, representing a coalition led by his Party of the Democratic Revolution.
This article was translated from the Spanish by Rogelio Ramírez de la O.
1 comentario:
Dice Enrique Krauze en un artículo en Reforma de este domingo haciendo referencia al texto de AMLO en The New York Times:
"El propio AMLO, que tanto se queja del miedo infundido en contra suya, ha sido el primero en infundir el miedo específicamente al trazar (en su artículo) el paralelo explícito de nuestra circunstancia con "la elección de 1910 que encendió la revolución". No es ésa la única referencia amenazante que ha utilizado. Como todo mesianismo, el de AMLO requiere de un evangelio y el suyo proviene de su propia (desvariada) interpretación de la historia mexicana, en la que él (modestamente) encarna a Hidalgo, Morelos, Juárez, Zapata y Villa, y sus adversarios representan el régimen colonial, el imperio de Maximiliano, el porfiriato.
En todos esos casos, la remoción del viejo régimen se dio por la violencia. La misma actitud está presente también en su programa ("purificador" de todas las instituciones), en el contenido polarizante y el tono "ad terrorem" de su discurso (gestos desafiantes, admoniciones, anatemas, puños cerrados, dedos flamígeros), en la obediencia de sus huestes (que por momentos recuerdan las "turbas divinas" del sandinismo) y en su desdén por el Derecho (arma burguesa en contra de los pobres).
Si en los próximos días el recuento del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no lo favorece, AMLO procederá, como siempre, a redoblar sus apuestas y radicalizará su movimiento. Tomará instalaciones federales, anunciará tal vez un "gobierno paralelo", y podrá dar inicio a una huelga de hambre. Los ánimos se crisparán, quizá hasta el estallido.
En 1928 -tras una revolución que costó un millón de muertos, en medio de la guerra cristera (que mató a 70,000 personas) y luego del asesinato de Obregón-, Plutarco Elías Calles declaró que México pasaba de "la era de los caudillos a la de las instituciones". Sería una tragedia que casi ochenta años después México viviera una espantosa regresión y pasara de "la era de las instituciones a la de los caudillos" o, peor aún, a "la era del caudillo". Sería una desgracia que, dando la espalda a la democracia, nuestro país volviera al "México bronco" de los años veinte y de allí derivara irremisiblemente hacia una violencia revolucionaria que la inmensa mayoría no quiere. Frente a ese amago, a los ciudadanos no nos queda más que enfrentar lo que venga con valentía y prudencia: la única resistencia civil es la nuestra.
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