Revista Proceso
No. 1981, 18 de octubre de 2014.
Descendientes
de Lucio Cabañas, entre los 43 desaparecidos/GLORIA
LETICIA DÍAZ
A
Guillermina Cabañas Alvarado, prima hermana del fundador del Partido de los
Pobres (PDLP), Lucio Cabañas Barrientos, la desaparición de 43 estudiantes de
la Escuela Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa le reavivó el dolor que carga
desde hace más de cuatro décadas.
Cutberto
Ortiz Ramos es bisnieto de Inés Cabañas Solís, prima hermana de doña
Guillermina y Lucio Cabañas. El 9 de febrero de 1975, miembros del 27 Batallón
de Infantería detuvieron a su esposo, Eduviges Ramos Cruz, y a los hijos de
ambos, Marcos, Felipe, Raymundo y Heriberto, en Espinalillo, municipio de
Coyuca de Benítez.
En
su recomendación 26/2001, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH)
cita un extracto del informe de la ahora extinta Dirección de Investigaciones
Políticas y Sociales en el que se asienta que esos cuatro detenidos fueron
“privados de la libertad” por militares que los condujeron al Cuartel de Atoyac
de Álvarez y posteriormente “los remitieron al Campo Militar Número 1”. Desde
entonces no se supo nada de ellos.
La
señora Guillermina Cabañas relata que su prima Inés “se hizo muy fuerte, a
pesar de vivir en la pobreza y de haber sufrido muchas enfermedades”.
Recuerda
con tristeza: “Inés murió hace dos años, a los 80, y siempre que me veía en
Atoyac me preguntaba por sus hijos y su esposo. Yo la abrazaba y lloraba con
ella. ¿Qué le podía decir? Y ella me decía que no se quería morir hasta no
saber qué pasó con ellos; si ahora viviera mi prima estaría sufriendo al saber
que su bisnieto y otro muchacho de la familia están desaparecidos”.
Para
ella, el hecho de que sus parientes sean estudiantes de Ayotzinapa sólo prueba
que su familia sigue en la pobreza: “Como ocurrió con Lucio, estos muchachos,
como hijos de campesinos humildes, no tienen otra oportunidad para continuar
estudiando más que el internado; muchos de mis parientes han estudiado en
Ayotzinapa, han obtenido plazas de maestros y así han salido adelante”.
Durante
la “guerra sucia”, la policía y el Ejército detuvieron a 150 miembros de su
familia que comparten los apellidos Cabañas, Barrientos, Gervasio y Morales,
“la mayoría hombres de entre 15 y 30 años”. Entre ellos estaba su hermano
Humberto Cabañas Alvarado.
Pero
también se llevaron a su hermana María Virginia, que murió “a consecuencia de
las torturas” después de haber estado un mes detenida-desaparecida “en el Campo
Militar Número Uno”, según supieron por las señas que les dio después.
En
contacto permanente con los consanguíneos en Atoyac, Cabañas Alvarado acompañó
a los que vinieron desde Guerrero a participar en la marcha desde el Ángel de
la Independencia hasta el Zócalo de la Ciudad de México el pasado miércoles 8:
“Vi
a mucha gente en la marcha. Lloramos juntos porque ver todo esto me conmueve y
me revive toda la represión que nosotros tuvimos en Guerrero, y que dejó muchos
jóvenes desaparecidos, igual que ahora.”
Con
voz entrecortada, señala: “Estamos viviendo la misma represión que hace 40
años, mientras vemos cómo el PRD, que se dice de izquierda, y en específico el
grupo de Los Chuchos, está mezclado en toda esa porquería”.
Doña
Guillermina dice que ha recibido amenazas de muerte del delegado de Coyoacán y
miembro de la corriente perredista Nueva Izquierda, Mauricio Toledo. Sobre los
asesinatos y desapariciones forzadas en Iguala, denuncia que “son crímenes de
lesa humanidad, crímenes de Estado”.
Ella
sabe lo que están pasando las víctimas y su gente: “Como familia que ha sufrido
tanta persecución y acoso durante años, no podemos comprender por qué tanto
coraje contra inocentes y gente humilde. Lo que pasó el 26 y el 27 de
septiembre en Iguala no lo vamos a perdonar nunca, se tiene que luchar para que
se esclarezcan estos crímenes, que se haga justicia, y lo más importante, para
que los presenten vivos”.
Cruenta
verdad
Las
desapariciones forzadas que padeció la familia de Lucio Cabañas están
documentadas en el Informe final de actividades de la Comisión de la Verdad del
Estado de Guerrero (Comverdad), presentado el miércoles 15 en Chilpancingo por
los comisionados Hilda Navarrete, Pilar Noriega, Enrique González Ruiz,
Nicomedes Fuentes García y Arquímedes Morales Carranza.
“Sin
duda la familia Cabañas fue la más violentada en ese periodo; los integrantes
de las diferentes ramificaciones familiares fueron víctimas de una política de
exterminio y se vieron obligados al desplazamiento forzoso”, señala González
Ruiz, exrector de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG) y presidente de la
Comverdad.
Aunque
dada esa persecución “son muy reservados”, González Ruiz dice que durante la
investigación “muchos familiares de Lucio nos dieron su testimonio. A toda la
familia Cabañas la dispersaron, la marcaron para toda su vida. Hay personas de
esa familia que tienen secuelas muy actuantes en su psique, de modo que la
reparación del daño tiene que ser más integral”.
Cita
el caso de Pablo Cabañas, hermano de Lucio y también egresado de Ayotzinapa,
quien fue detenido por la Brigada Blanca en Sonora, donde era profesor:
“Pablo
estuvo retenido varios meses en un hotel de la Ciudad de México, donde tuvieron
a la familia Cabañas sin permitirle la salida. Cuando Pablo fue liberado, había
perdido su trabajo, su vida fue trastocada y nunca pudo recuperar su plaza”.
Para
González Ruiz, “debe considerarse un plan específico de reparación del daño
causado a la familia Cabañas y su descendencia, que ha sufrido una persecución
brutal sólo por tener un vínculo sanguíneo con Lucio, por menor que sea”.
Sobre
la violencia contra los estudiantes de Ayotzinapa y la desaparición de 43 de
ellos, el comisionado presidente advierte que “no es casual” que haya sido
Guerrero el escenario de los ataques armados: “Es producto de una política de
Estado y es producto de la impunidad: como no se castigan los crímenes,
permanecen impunes y los perpetradores permanecen en el poder”.
El
también investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM
advierte que la del 26 de septiembre fue “una ofensiva en contra de intereses
populares, y la escuela de Ayotzinapa está envuelta en un simbolismo porque ahí
estudió Lucio, es un referente muy fuerte. La forma en que se expresó el
expresidente municipal de Iguala, el señor (José Luis) Abarca, de que ‘a esos
ayotzinapos alguien los contrató para hacer desmadre’, revela mala fe y
predisposición contra los estudiantes”.
El
informe presentado por la Comverdad en la sede del Tribunal Superior de
Justicia del estado es producto de dos años y medio de trabajo. Contiene 409
testimonios de sobrevivientes de la “guerra sucia” y de familiares de víctimas de
ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas, quienes sustentan 512
casos que los comisionados califican como delitos de lesa humanidad.
Al
complementar los testimonios con investigación documental en el Archivo General
de la Nación, los integrantes del organismo autónomo creado por el Congreso
guerrerense identificaron a 20 víctimas de ejecuciones sumarias, entre ellas
una mujer; 238 casos de desaparición forzada, entre éstos16 de mujeres, una
niña y otros 10 menores y 209 víctimas de desaparición transitoria.
La
comisión también obtuvo información sobre 86 casos de desapariciones en los
cuales los familiares presentaron denuncias, pero no obtuvo sus testimonios.
En
el informe se asienta que entre las víctimas de desaparición forzada había cuatro
profesores y 20 estudiantes universitarios. También se dice que se rescataron
los restos de dos presuntos guerrilleros en fosas clandestinas.
González
Ruiz considera que el documento que elaboraron los comisionados puede ser un
instrumento para llevar el asunto de la guerra sucia a la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, pues acredita la guerra sucia de 1969 a 1979 y la
responsabilidad de las autoridades:
“Hubo
una represión sistemática y generalizada, dirigida por el Ejército mexicano,
pero en la que participaron todos los niveles de gobierno, tanto municipales
como estatales, y era una acción de Estado porque intervenían todos los podres
de todos los niveles. Fue una acción en contra de un grupo de población que
llegó a constituir genocidio y crímenes de lesa humanidad, que no han prescrito
según la jurisprudencia internacional.”
Lo
ocurrido en Iguala, insiste, “es un caso dramático que nos muestra que no se ha
acabado la ‘guerra sucia’, que ahí está, y ahora con rasgos de más brutalidad.
Al menos ahora la vemos en vivo y en directo”.
El
viernes 17, la Comverdad entregó los expedientes elaborados a autoridades
federales y de Guerrero, así como una lista de presuntos responsables de los
crímenes de lesa humanidad cometidos en ese periodo, a fin de que sean
investigados.
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