A
todo México.
De
los 28 cadáveres encontrados en las fosas de Pueblo Viejo, cerca de Iguala,
ninguno corresponde a los normalistas de Ayotzinapa. La búsqueda se ha enfocado
principalmente hacia esa área porque el procurador guerrerense aseguró en
conferencia de prensa que dos sicarios y un policía confesaron su participación
en el asesinato de los estudiantes y dieron la ubicación de las fosas
clandestinas. En esas supuestas declaraciones los "primeros
detenidos" señalaron a un tal Chuky como el que dio la orden del
asesinato. Ya nada más les falta encontrar a un individuo que coincida con las
características del Chuky ¿O no?
Hay
indicios de que inicialmente el gobierno pretendía realizar un montaje haciendo
aparecer que los normalistas de Ayotzinapa ya estaban muertos y enterrados a
manos de un difuso crimen organizado. Un montaje desde luego intentaría ocultar
algo más terrible.
Los
asesinatos y secuestros que cometieron los policías y sicarios fueron
presenciados y resguardados por el Ejército. Los sobrevivientes declaran que,
incluso ya en la madrugada del 27 de septiembre, varias horas después de las
balaceras contra los estudiantes, la Marina y el Ejército impedían que los
heridos recibieran atención médica, es decir tanto el Ejército como la Marina
no solamente estaban mientras se cometían los asesinatos y desapariciones
forzadas sino que claramente iban contra los estudiantes y a favor de sus
verdugos, el crimen organizado.
¿Quién
mató y quién agarro la pata? En México son lo mismo porque el Estado y la
economía mexicana se sostienen mediante el terror que siembra el crimen
organizado y a la vez, los cárteles sobreviven porque son útiles al sistema
ultra depredador tanto del ecosistema como de la mano de obra. En México la vida
no vale nada porque el Estado mafioso monopoliza la violencia represora y
criminal.
Esta
participación del Ejército y la Marina, testificada por los sobrevivientes,
casi no ha sido mencionada por los medios de comunicación. En la tele ni pasó.
Se enfocan hacia el crimen organizado como si fuera algo ajeno al Estado.
En
este momento, después de Tlatlaya, una prueba más de la participación del
Ejército y Marina en los ajusticiamientos masivos en contra de los que ellos
consideran enemigos, evidenciaría que estamos en el fascismo, donde las
libertades de expresión y manifestación, los derechos humanos y civiles no
existen. Gobierna el terror y eso podría espantar a los inversionistas
extranjeros y echar abajo los negocios en puerta gracias a las recientes reformas
constitucionales.
La
movilización y combativa respuesta frente a los crímenes de Estado ha abierto
un nivel de contradicciones cupulares sobre cómo aminorar los costos en
credibilidad y gobernabilidad. Para algunos el montaje ya no es viable. Así lo
evidencian las contradicciones entre el gobernador de Guerrero, Aguirre Rivero
y el procurador de la República, Murillo Karam. Por eso debemos seguir con la
exigencia de que los queremos vivos porque vivos se los llevaron.
La
versión, ingenua o mal intencionada, de que la delincuencia penetró algunos
niveles de gobierno encubre que los señores de las inversiones múltiples se
adueñaron del aparato estatal para enriquecerse aún más con negocios que
implican crímenes de lesa humanidad como son el desalojo y exterminio de las
comunidades indígenas para apropiarse de sus tierras y aguas; la minería que
desertifica donde quiera que se instala; La trata de personas para la
explotación sexual o el trabajo esclavo; la pornografía infantil; tráfico y
secuestro de migrantes; cobro de piso; venta de protección, tráfico de armas
para la delincuencia; casinos; venta de bebés y comercialización de placentas
extraídas a mujeres embarazadas y que venden para tratamientos rejuvenecedores,
entre más de veinte actividades generadoras de plus ganancia.
Otros
crímenes del sistema, quizá menos visibles son el ahogamiento de la educación
pública y la violación al derecho a un trabajo digno. Esta generación está
viendo el robo de su futuro e intentan mantenerla inmóvil mediante la represión.
La
enorme acumulación de dinero y propiedades en tiempo mínimo obtenida por un
grupúsculo de empresarios extranjeros y nacionales sólo es posible con la
participación del crimen organizado de Estado, desde arriba, componente
fundamental y no como elemento ajeno que logró 'permear', gracias a la
corrupción, a las instancias oficiales.
Dos
procesos que convergen en uno sólo demuestran el verdadero papel del Estado
mafioso. El desmantelamiento de las normales rurales ha sido constante:
ahogándolas económicamente, reduciendo la inscripción, no dando trabajo a los
egresados y reprimiéndolas.
Las
han cerrado parcialmente como la de Matumactzá, Chiapas asaltada el 6 de agosto
del 2003 en una acción en la que también hubo heridos, detenidos y desaparecidos,
incluyendo niños y padres de familia. Ese trabajo sucio lo realizó el
gobernador Salazar Mendiguchía, respaldado por el PAN, el PRD y el Verde dizque
ecologista. La resistencia de los estudiantes logró posponer el cierre de la
escuela normal pero le cancelaron el comedor, el internado y los módulos de
producción.
La
normal rural del Mexe, Hidalgo fue convertida en universidad politécnica en el
año 2008. Los normalistas de Ayotzinapa fueron reprimidos constantemente por
los gobiernos federal y estatal, el 12 de diciembre de 2011 asesinaron a dos
estudiantes durante el cierre de la autopista del sol en demanda de mayor
matrícula, de 140 a 170 plazas para el ciclo escolar 2011 - 2012 y rechazo al
recorte del presupuesto para la escuela.
De
esta forma eliminan la formación crítica y humanista de los jóvenes campesinos
para sustituirla por una educación acrítica. El actual sistema no necesita
maestros sino técnicos para que hagan producir más a los ranchos de los capos.
El
otro proceso es el de Abarca, el presidente municipal de Iguala, al que tanto
el gobierno estatal y federal encubrieron cuando secuestró a ocho activistas y
asesinó a tres, entre ellos Arturo Hernández Cardona. Hoy lo ocultan mientras
negocian con él para que no diga los nombres de sus jefes o buscan eliminarlo
porque ya no les sirve. Es cartucho quemado.
Los
dos procesos convergen en el asesinato y secuestro de los normalistas de
Ayotzinapa. Era un crimen anunciado desde la represión en Atenco y el primero
de diciembre de 2012 y tiene el mismo mensaje: los inconformes, aténganse a las
consecuencias, que cada vez serán más brutales.
De
vez en cuando han salido a relucir muestras de que en estos tiempos de
globalización neoliberal los Estados son mafiosos. Desde el escándalo Irán –
Contra y su similar Rápido y Furioso hasta las declaraciones del Vicentillo en
el sentido de que el Chapo Guzmán trabajaba para la DEA por lo que le permitían
traficar droga hacia Estados Unidos a cambio de información sobre los otros
cárteles. El control del mercado de drogas desde el gobierno estadunidense.
Precisamente fue el Pentágono el que le impuso al gobierno mexicano la
estrategia actual de supuesto "combate a la delincuencia". Ellos
deciden qué cártel cae y cual sobrevive mientras les es útil para el control
político y la apropiación de las riquezas de los pueblos. Un claro ejemplo es
Aquila, Michoacán donde los narco sicarios asesinaron a los opositores a la
compañía minera extranjera Terrium y el gobierno federal encarceló a los demás
inconformes con el saqueo de sus tierras.
Ante
la indignación popular, traducida en protesta combativa se viene recrudeciendo
una campaña mediática de odio contra los luchadores sociales. Vociferan contra
las tomas de palacios y camiones, contra el cierre de carreteras, contra las
pintas, contra las marchas y musitan o callan los crímenes de lesa humanidad y
la cancelación de la vida democrática.
Esa
campaña mediática pretende exacerbar el individualismo, condena la solidaridad,
sataniza la indignación social y pretende que creamos que el Estado asesino se
investigará y castigará a si mismo. Los medios mercenarios nos dicen: váyanse
tranquilos a casa a seguir viendo tele mientras nosotros castigamos a los
presuntos culpables y ustedes se olvidan de que hay 43 estudiantes secuestrados
y desaparecidos por la policía municipal y los sicarios a vista del Ejército y
Marina.
Los
hechos de Iguala son parte de la intensificación de la ofensiva neoliberal
contra la educación pública y del intento por desaparecer a las normales rurales.
Estamos
ante un Estado mafioso que creó, desarrolló y protege a su propia delincuencia
organizada y la usa o desecha según las propias necesidades económicas y
políticas del sistema explotador.
Hoy
más que nunca necesitamos que nuestra indignación y rabia se conviertan en
solidaridad. Hoy más que nunca necesitamos convertir el coraje popular en
organización del y para el pueblo.
Hoy
más que nunca necesitamos la organización de los trabajadores del campo y la
ciudad, de los que día a día sobrevivimos a la explotación y al terror.
Debemos
seguir insistiendo, a través de las diversas formas de protesta social, en la
presentación con vida de los desaparecidos y el castigo a los responsables
materiales e intelectuales.
Hermanas
y hermanos: Que nuestro dolor y rabia nos impulsen hacia la solidaridad, el
colectivismo, la construcción de nosotros mismos como luchadores honestos,
congruentes. Levantemos nuestras voces y nuestros esfuerzos, profundicemos esta
labor hormiga de formarnos como mujeres y hombres nuevos mientras vamos
construyendo el poder popular desde abajo y donde el mandar obedeciendo se nos
vuelva costumbre.
Este
es el momento de enfrentar la militarización con la movilización y protesta
popular nacional e internacional. Es el tiempo del trabajo silencioso de
fortalecernos como organizaciones populares. La noche no es eterna, hagamos
posible el amanecer.
Milicias
Populares ¡Basta ya!
Guerrero,
Mexico16 de octubre de 2014
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