Visita
sorpresa del papa Francisco
ROMA
(Reuters) - El Papa Francisco visitó el domingo un barrio pobre en las afueras
de Roma, sorprendiendo a sus humildes residentes, muchos de los cuales proceden
de países de su nativa Sudamérica.
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02/
8/2015
Francisco
visita a sorpresa un campo nómada
En Pietralata, Roma, Francisco encuentra a
las familias: «dejémonos predicar y curar por Jesús»
Nota
de GIACOMO GALEAZZI
Todo
el Pontificado en una sola visita parroquial. Acogida e integración, pastoral
familias, misericordia para las situaciones de fragilidad. Todo el magisterio
de Papa Francisco durante la tarde que pasó con los fieles en San Miguel
Arcángel, en el barrio romano de Pietralata.
Francisco
se puso inmediatamente el pañuelo que le regalaron los scouts. «Si me dices que
no vas a misa porque estás cansado, yo te respondo: “¡Eres un tonto! Porque
eres tú el que pierde: si vas a Misa recibes a Jesús y eres más fuerte para
luchar en la vida”». El Papa subrayó el valor de la misa al reunirse con los
scouts, a quienes preguntó: «¿Están con Jesús o con el diablo?». Después, el
Pontífice confesó a cinco penitentes. Pero antes de llegar a Pietralata, para
su visita a la parroquia romana de San Miguel Arcángel, quiso hacer una visita
sorpresa a la comunidad nómada que se encuentra a poca distancia.
En el barrio de
la periferia noreste de Roma, el Pontífice llevó a cabo la décima visita a las
parroquias de su diócesis. Se trata de una pequeña Iglesia construida durante
los primeros años del siglo XX; a su alrededor fue surgiendo el barrio. Pablo
VI inauguró las casas populares que rodean la parroquia. Al encontrarse con los
parrouianos, el Papa dijo «La vida matrimonial no es fácil, hay problemas, a
veces se discute –recordó el Pontífice. A veces incluso vuelan platos, puede
suceder. Pero nunca hay que terminar el día sin hacer la paz, incluso sin
palabras. Una cosa fea en el matrimonio es cuando existe el rencor o la
frialdad después de haber peleado. Por eso nunca hay que terminar el día sin hacer
la paz, por lo menos con un gesto».
Partiendo de las preguntas que algunos niños
le hicieron sobre su vocación sacerdotal, el Papa habló sobre el matrimonio.
Cuando se elige la vida sacerdotal, dijo, «se siente lo mismo que se siente
cuando uno decide casarse, cuando un hombre elige a una mujer. Hay una
seguridad interior de querer seguir adelante, porque se tiene la seguridad del
amor. Tú me puedes decir que renuncié a muchas cosas, pero también en el
matrimonio hay renuncias: si me caso con una persona renuncio a todos los
demás, a la comodidad. La vida matrimonial no es fácil, ¿no?». Y respondió un
coro unánime «¡Nooo!».
Francisco decidió visitar sorpresivamente el
campo de nómadas de Ponte Mammolo, en donde fue recibido por la alegría de los
habitantes, explicó el vocero de la Sala de prensa vaticana, el padre Federico
Lombardi: «bromeó y recitó la oración del Padre Nuestro en español, impartió la
bendición, saludando y bromeando, sin detenerse a dar apretones de mano o
abrazos». En las estructuras improvisadas de la periferia romana viven muchos
ecuatorianos, algunos polacos, rusos y eritreos, que trabajan sobre todo en el
campo de la construcción. Pero indicó,
al encontrarse con una pareja de ucranianos, que todos los días reza por el
pueblo de Ucrania y por la paz.
Después, en San Miguel Arcángel dialogó con
muchos niños, antes de la Misa: «¿Ustedes dónde quieren estar? En la paz. ¿Y
entonces por qué se pelean? SI ustedes tienen en el corazón celos contra los
otros, comienza la guerra. Los celos no están del lado de Dios». Y habló de la
guerra («una palabra fea, porque en las guerras se mata mucha gente; cae una
bomba y se mueren todos») y sobre el padre de las guerras: «el diablo», que es
también el padre del «odio, de las mentiras, porque no quiere la unidad. En
cambio, Dios quiere la unidad, para Dios todos somos hermanos, es autor de la
unidad y del amor». El diablo, dijo Papa Francisco, te lleva a «hacer algo que
no es tuyo, todo empieza con la envidia, los celos. Un país quiere conquistar
otro y hace la guerra, mata a mucha gente, la gente huye y vive en las calles.
En el mundo hay demasiadas guerras, porque existe el odio. Y ¿quién siembra el
odio? El diablo». Entonces, recordó a los pequeños, «cuando ustedes sientan en
el corazón odio, celos, envidia, tengan cuidado, porque viene del diablo;
cuando sientan la paz, viene de Dios. ¿Quién trabaja en nuestro corazón para
que sintamos las cosas hermosas? El Espíritu Santo. No siento una paloma, sino
siento que me hace sentir a Jesús».
Después Bergoglio invitó a todos a rezar «a la Virgen siempre, por la
paz y para no caer en las guerras. Y recen también por mí».
Terminados los encuentros, comenzó la misa, en
la que Papa Francisco recordó que «Jesús que predica es Jesús que cura: así era
la vida de Jesús. Y también hoy, dejémonos predicar y dejémonos curar por
Jesús». Este fue el consejo que Papa Francisco dirigió a los fieles durante la
Misa celebrada esta tarde en la Iglesia romana de San Miguel Arcángel, en el
barrio de Pietralata. «Nosotros estamos frente a Jesús en esta celebración:
Jesús es el que preside, nosotros los sacerdotes estamos en su nombre, pero es
él el que preside, el verdadero sacerdote que ofrece el sacrificio al Padre»,
dijo en la homilía. El Papa después pidió a los fieles que reflexionaran: «¿Yo
me dejo predicar por Jesús? ¿O sé todo, o escucho otras cosas, los chismes de
la gente, las historias…?».
Escuchar a Jesús –indicó–, escuchar la
predicación de Jesús. Pero, “¿Cómo hago esto, padre? ¿En cuál canal de la tele
habla Jesús?”. Te habla en el Evangelio. Y esta es una costumbre que nosotros
todavía no tenemos. Ir a buscar la Palabra de Jesús en el Evangelio». «Llevar
siempre un Evangelio con nosotros, pequeñito, o tenerlo a la mano. Cinco
minutos, diez minutos, o cuando estoy viajando, o cuando debo esperar: sacar el
Evangelio del bolsillo o de la bolsa y leer algo. O en la casa. Y Jesús me
habla, Jesús me predica, ahí. Es la Palabra de Jesús. Y debemos acostumbrarnos
a esto. Tener este contacto cotidiano con el Evangelio. Rezar con el Evangelio,
porque es así que Jesús me predica».
Y Jesús –recordó el Papa– también curaba:
déjense curar por Jesús. Todos nosotros tenemos heridas, todos; heridas
espirituales, pecados o enemistades, celos. Tal vez no saludamos a algunos: “Me
hizo esto o aquello y ya no lo saludo”». «Esto debe ser curado –advirtió el
Papa. “¿Cómo?” Reza y pide a Jesús que cure eso. Es triste cuando en una
familia los hermanos no se hablan por una estupidez. El diablo toma una
estupidez y crea un mundo. Y luego las enemistades siguen adelante, incluso
durante años. Se destruye la familia; los padres sufren porque los hijos no se
hablan, la esposa de un hijo no habla con la otra; los celos, las nevidias:
esto lo siembra el diablo, y el único que expulsa a los demonios es
Jesús». Por ello, añadió el Pontífice
argentino, «déjense curar por Jesús. Cada uno sabe en dónde tiene la herida,
cada uno de nosotros tiene heridas, no una, sino dos, tres. Pero debo abrir el
corazón para que Él venga. Y, abiendo el corazón, decir: “Yo no puedo con esa
gente, me hizo esto; cura este corazón Jesús”. Si se lo pedimos, nos dará esta
gracia. Déjense curar por Jesús».
EL Papa concluyó insistiendo: «déjense
predicar y déjense curar. Así yo también puedo predicar a los demás, enseñar
las palabras de Jesús, porque yo me dejo predicar por él y puedo también ayudar
a curar muchas heridas que existen». Cuando viene el obispo, continuó, «a hacer
una visita a las parroquias, se hacen muchas cosas; se puede hacer un propósito
bello, pequeñito: el propósito de leer cada día un pasaje del Evangelio, un
pasaje pequeñito para dejar que Jesús me predique. Y el otro propósito… rezar
para que yo me deje curar de las llagas que tengo. ¿De acuerdo? –bormeó con los
fieles– ¿Firmamos? Hagámoslo, porque nos hará bien a todos».
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