El
futuro de Al Qaeda/Ahmed Rashid es periodista y escritor. Autor de ‘Pakistán ante el abismo. El futuro de EEUU, Pakistán y Afganistán
Publicado en El
Mundo |21 de junio de 2015
Los
estados árabes están comprobando cada vez más que el peor grupo terrorista del
mundo se está transformando poco a poco en la mejor opción para la paz en
Oriente Próximo.
En
Washington y otras capitales occidentales parece haber una confusión generalizada
sobre la condición actual y el futuro de Al Qaeda. Algunos representantes
gubernamentales occidentales insisten en que Al Qaeda ya no es una amenaza
terrorista importante y que ya ha sido derrotada por el más popular y brutal
Estado Islámico (IS). Otros sostienen que se está expandiendo por Siria y
Yemen, que sigue fuerte en Pakistán y Afganistán, y que aún constituye la más
importante amenaza terrorista para Occidente.
Recientes
acontecimientos en Oriente Próximo han generado crecientes contradicciones en
la política occidental. En Siria, Estados Unidos ha estado bombardeando a
Jabhat al Nusra, filial local de Al Qaeda y no sólo al IS. Sin embargo, los
miembros árabes de la coalición encabezada por EEUU en contra del IS, incluidos
Turquía, Qatar y Arabia Saudí, apoyan activamente a Al Nusra con armas y
dinero. En Yemen, EEUU ha llevado a cabo contra Al Qaeda de la Península
Arábiga (AQAP) una campaña de años de duración con drones. Sin embargo, gran
parte del mundo árabe está ahora poniéndose del lado de AQAP en la guerra
dirigida por los saudíes contra los hutíes.
El
IS llama la atención por su capacidad para ganar y mantener territorios y
atraer a miles de reclutas occidentales. Está operativo en más de una docena de
países que se extienden desde Túnez a Pakistán y está llevando a cabo un
proyecto de constitución de un Estado (el Califato) en Siria e Irak como el que
sólo Al Qaeda pudo soñar. El IS también ha fusionado prácticamente Siria e Irak
en un único campo de batalla, cambiando el mapa del mundo árabe. El IS ha
organizado una campaña genocida contra todas las minorías musulmanas y no
musulmanas dentro del mundo árabe. El impacto más peligroso que tendrá el IS a
largo plazo es la guerra interminable que fomenta entre suníes y chiíes, que
podría dividir el mundo musulmán durante décadas.
Sin
embargo, Al Qaeda ha cambiado profundamente desde que Osama bin Laden fuera
asesinado, surgiera el IS y el hundimiento de Oriente Próximo se convirtiera en
una realidad. Así las cosas, la pregunta es aún más pertinente. Si Al Qaeda
está cambiando, ¿es para mejor o para peor? ¿Será capaz de hacer frente al IS?
Es
cierto que Al Qaeda está mucho más disminuida, con presencia sólo en Siria,
Irak y Yemen a través de sus filiales y con sus santuarios en Afganistán y
Pakistán, que mantienen vivo a Ayman al Zawahiri, el jefe de Al Qaeda. Asimismo
se ha distanciado cada vez más de la estrategia del IS y de sus objetivos
bélicos, tanto en Siria como en Yemen. Todo ello ha dado lugar a las diferentes
percepciones que tienen EEUU y los países árabes sobre cómo debe llevarse a
cabo la guerra contra el IS. De hecho, en medio del caos de los conflictos
simultáneos en Siria, Irak, Yemen y Libia, en estos momentos se están librando
dos superguerras que tienen poco que ver entre sí.
La
primera guerra que está librando Estados Unidos y sus aliados occidentales es
la que tiene por objetivo el IS, aunque también haya bombardeado a Jabhat al
Nusra, la filial de Al Qaeda en Siria, y a AQAP, en Yemen. Ambas organizaciones
tienen actualmente en su poder un territorio considerable de sus respectivos
estados. Es significativo que los estados árabes no estén tomando parte en esta
guerra, ni estén dando Inteligencia ni apoyo a los estadounidenses en el
bombardeo de estas dos organizaciones.
La
segunda guerra es la que están librando los estados de la zona, principalmente
Arabia Saudí, Turquía, Qatar, los Emiratos del Golfo, Jordania y Egipto. En
esta guerra, los estados árabes evitan manifiestamente bombardear o atacar a
Al-Nusra o a AQAP y, de hecho, en la actualidad les están proporcionando dinero
y armas. Esto se debe a que ambos grupos han declarado unos objetivos propios
que son compartidos por los estados árabes.
Al
Nusra ha declarado que su objetivo principal es derrocar al régimen sirio de
Asad, derrotando a la milicia proiraní de Hizbulá y cortando el apoyo iraní a
Asad. AQAP está resistiendo el levantamiento chií de los hutíes y también
quiere sacar a Irán de Yemen. Éstas son exactamente las mismas prioridades de
Arabia Saudí y los estados árabes, por lo que Al Nusra y AQAP han pasado a ser
aliados.
Los
estados árabes han llegado a considerar a las dos facciones de Al Qaeda como
las herramientas más eficaces para contener al IS y a Irán y para lograr una
posible derrota de Asad. Todo esto choca con los objetivos e intenciones de
EEUU. Obama insiste en que no hay diferencias entre el IS y los dos grupos de
Al Qaeda. Es cierto que AQAP ha demostrado en los últimos años capacidad de
planear ambiciosos ataques contra objetivos occidentales, pero es posible que
ese período esté llegando a su fin.
Los
árabes se justifican con el pretexto de que Al Qaeda podría estar cambiando.
Véase el caso de Al Nusra. A diferencia del planteamiento extremista puesto en
práctica por el IS (quien no se entrega al IS es sacrificado), Al Nusra está
cooperando con otros grupos contrarios a Asad y recientemente se sumó al
Ejército de la Conquista, formado por varios grupos que se han apoderado de
territorios al norte de Siria. Además, frente al reclutamiento multinacional
del IS, los combatientes de Al Nusra son sirios casi en su totalidad, lo que
los hace más fiables y patriotas. Por si fuera poco, en entrevistas con Al
Yazira, los jefes de Al Nusra se han comprometido a no atacar objetivos en
Occidente, han rebajado el tono en la aplicación de su propia versión brutal de
la ley islámica y han suspendido las ejecuciones de minorías. Más importante
aún es que están aspirando a ser yihadistas nacionalistas, deseosos de
centrarse en Siria en vez de en una yihad a escala mundial, y de renunciar a
aplicar su versión implacable de la ley islámica.
Estos
cambios son evidentes en AQAP, cuya toma de control de la provincia yemení de
Hadramut se ha resuelto sin violencia. AQAP se apoderó de la capital, Mukalla,
robó el banco y luego se retiró, no sin dejar constituido un consejo de
ancianos para gobernar la provincia y renunciando a imponer sus leyes
islámicas. AQAP ha instado a los ancianos a centrarse en la prestación de
servicios a la población. Que los árabes juzguen si AQAP ha cambiado realmente
o no dependerá de su actitud a largo plazo hacia los chiíes y las minorías no
musulmanas, que ha exterminado en el pasado.
El
acercamiento árabe a Al Qaeda se produce al mismo tiempo que parecen haber
fracasado las políticas estadounidenses. Tanto el esfuerzo de EEUU por
constituir un denominado frente moderado en Siria como por unir a suníes y
chiíes en Irak recurriendo a la corrupta clase dirigente chií iraquí parece
demostrarse ahora una estrategia condenada al fracaso. Mientras Estados Unidos
bombardea a Al Nusra y AQAP parece que los estados árabes confían en ambas para
hacerse cargo de Siria en el futuro. Con el dinero de los árabes, Al Nusra y AQAP
están ganando capacidad para mejorar la gobernación, la responsabilidad pública
y la estructuración de un Estado.
Desde
Afganistán, el cabecilla de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, ha ordenado, según
ciertas informaciones, que por el momento cesen los ataques sobre EEUU, de
manera que AQ y sus afiliados no se distraigan de sus objetivos en Oriente
Próximo. Nasir al Wuhayshi, que esta semana murió víctima de un ataque de EEUU,
recibía órdenes de Zawahiri, al igual que Mohamed al Jawlani, líder de Al Nusra.
Con
230.000 muertos y 7,6 millones de personas desarraigadas sólo en Siria, los
estados árabes desean un rápido final de Asad y una solución para Siria. Saben
que la solución no vendrá de los débiles moderados a los que respalda EEUU sino
de los poderosos y despiadados islamistas. Es sólo cuestión de tiempo que los
estados árabes empiecen a negociar formalmente con Al Qaeda, Al Nusra y AQAP.
En última instancia, para EEUU la opción más humillante será imitar a sus
aliados árabes y abrir un diálogo con ellos con el fin de deshacerse de Asad en
primer lugar y de estabilizar Siria después, incluyendo la protección de las
minorías. Occidente, le guste o no, debe darse cuenta de que se está moviendo
el terreno debajo de sus pies y que la Primavera Árabe está ahora a punto de
derivar en una paz dominada por los fundamentalistas islámicos.
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