Tomado de EL PAÍS, 17/10/2006
Las Naciones Unidas bautizaron al 17 de octubre como Día Internacional de la Erradicación de la pobreza, y la Campaña del Milenio ha desarrollado la iniciativa Levántate contra la pobreza los días 15 y 16 de octubre. Su objeto es que nos sensibilicemos del subdesarrollo mundial, el hambre, la desnutrición, el analfabetismo, la falta de cuidados sanitarios, la falta de oportunidades para mujeres y niñas y de otros problemas característicos de los países pobres. Reacuérdese, al respecto, que en el año 2000 la Asamblea General de las Naciones Unidas se fijó unos Objetivos de Desarrollo del Milenio cuyas ambiciosas metas deberían alcanzarse en el año 2015.
Algunos países desarrollados ya hace años que están muy sensibilizados respecto a la pobreza mundial y luchan contra ella llevando a cabo acciones bilaterales y contribuyendo a acciones multilaterales.
La Constitución Española de 1978 no recogía la cooperación al desarrollo en su articulado pues España había recibido ayuda oficial al desarrollo hasta hacía poco. Pero desde entonces las cosas han ido cambiando, sobre todo, tras el ingreso de España en la entonces Comunidad Europea en 1986. Aunque hoy seguimos beneficiándonos de nuestra “ayuda especial al desarrollo”, la constituida por los fondos estructurales y de cohesión que recibimos de Bruselas, aportamos ayuda bilateral y multilateral a los países en desarrollo y participamos de las instituciones que tratan de conseguir el anhelo -no siempre alcanzado- de que la ayuda a los países pobres sea eficaz para luchar contra el hambre y la miseria.
En 1988 se creó la Agencia Española de Cooperación Internacional y en 1991 España ingresó en el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, habiéndonos sometido desde entonces a las recomendaciones de tal organismo para mejorar tanto la “cantidad” como la “calidad” de nuestra ayuda al Tercer Mundo. La Ley de Cooperación Internacional para el Desarrollo de 1998 encuadró los avances que se habían venido produciendo, confirmando, además, que las Comunidades Autónomas, los Ayuntamientos y las ONG sean protagonistas, también, de la acción solidaria externa española.
El Plan Anual de Cooperación Internacional para 2006 prevé que España consagre a la ayuda al Desarrollo un 0,35% de su Renta Nacional Bruta por encima, pues, del 0,33% al que los miembros de la UE se comprometieron en el Consejo Europeo de Barcelona de marzo de 2002 con vistas a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Financiación del Desarrollo celebrada en Monterrey.
Además, si los compromisos del Plan Director de la Cooperación Española 2005/2008 se cumplen, España debería alcanzar el 0,5% en 2008 y llegar al 0,7 % en 2012, cifra esta última, casi mítica y hoy en día sólo alcanzada por muy pocos países. La mayor participación de España en el nuevo Fondo Europeo de Desarrollo operativo desde 2008 y las aportaciones a diversos programas internacionales ayudarán a alcanzar tal nivel.
Las campañas de las ONG desde las recordadas acampadas de 1994, los incrementos en las dotaciones presupuestarias para ayuda exterior así como la participación española en la lucha por los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la Iniciativa contra el Hambre y la Pobreza, la Alianza de Civilizaciones y la Asociación Euromediterránea han hecho que España sea el país que más ha avanzado desde 2003 hasta 2006 en el “índice de compromiso con el desarrollo” que calcula el Centro para el Desarrollo Global, de Washington. A nuestra participación en esas iniciativas cabe añadir el volumen de ayuda y de condonación de deuda, la apertura comercial, las inversiones en el extranjero -principalmente en América Latina-, la apertura a una inmigración que envía remesas a sus países de origen, las cuestiones de medio ambiente y seguridad y la transferencia de tecnología.
Estos avances no implican que no sigan existiendo áreas manifiestamente mejorables en nuestra acción solidaria exterior. Entre ellas, la escasa concentración relativa de nuestra ayuda a los países más pobres y alejados de la consecución de los Objetivos del Milenio, el excesivo peso de los Fondos FAD de Ayuda al Desarrollo -más pensados desde su creación en 1976 para promocionar las exportaciones españolas que para ayudar a los países pobres necesitados de ayuda no ligada-, la aún escasa capacidad de absorción existente para gestionar la incrementada ayuda externa, nuestro descriptible interés por impulsar que la CEE modifique su Política Agraria Común hacia un menor proteccionismo respecto a las exportaciones de los países pobres, etcétera.
Los que estamos por la solidaridad hacia el Tercer Mundo no podemos lanzar las campanas al vuelo pues España está solamente en el puesto 16 del ranking de países comprometidos con el desarrollo, pero vamos mejorando y, lo que es más importante, el 84% de los españoles -según la última encuesta del CIS- está de acuerdo con que España avance en su cooperación con los países pobres. Quizá sea una anécdota pero hoy ningún socio azulgrana rechaza que el Barça colabore con Unicef y luzca su logotipo en su camiseta.
El Levantémonos contra la pobreza lanzado por la Campaña del Milenio no nos pilla, ahora al menos, con las manos vacías.
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