El ocaso de Pervez Musharraf/Ian Bremmer, presidente del grupo Eurasia, asesoría sobre riesgos políticos mundiales, y autor de La curva J. Una nueva forma de entender por qué las naciones ascienden y decaen.
Publicado en LA VANGUARDIA, 14/09/2007; http://www.lavanguardia.es/
Traducción de Carlos Manzano
Se dice que el poder político en Pakistán tiene esta triple procedencia: Alá, el ejército y el apoyo de Estados Unidos. De los tres, la cúpula del ejército es la que tiene los medios más claros para liberar el país de Pervez Musharraf, el uniformado presidente del Pakistán, y ésa es la razón principal por la que no es probable que un pacto para compartir el poder con la ex primera ministra Benazir Bhutto ponga fin a la agitación política en Pakistán. Musharraf abrigaba la esperanza de prorrogar su presidencia sin ceder a la exigencia de la oposición de que renuncie a su posición militar y vuelva a nombrar a un rival civil para el cargo de primer ministro, pero pocos dirigentes internacionales afrontan tamaña diversidad de enemigos jurados en su país.
Desde que tomó el poder a raíz de un golpe militar en 1999, Musharraf ha sobrevivido a al menos tres graves intentos de asesinato. Su asociación antiterrorista con Estados Unidos socavó fatalmente su alianza política con los conservadores religiosos del país antes incluso de que en julio su gobierno tomara por asalto la mezquita Roja de Islamabad y matara a más de 100 personas. La amenaza de ataques terroristas dentro del país seguirá aumentando.
Musharraf tiene también muchos enemigos seculares. Su ira, enardecida en marzo cuando intentó sin éxito destituir al presidente, de orientación independiente, del Tribunal Supremo, sigue siendo igual de intensa. El Tribunal resolvió recientemente que se debía permitir a Nawaz Sharif, a quien Musharraf derrocó hace ocho años, regresar del exilio. Sharif está preparando una entrada a lo grande. Su decisiva lucha contra la dictadura y su decidida oposición a pacto alguno con Bhutto que lo excluya- se intensificará. Musharraf le ha advertido de que debe permanecer en Londres.
Tampoco Estados Unidos está contento con Musharraf. Algunos en Washington le acusan de haber hecho poco para erradicar a los combatientes de Al Qaeda y talibanes de sus refugios en la frontera del país con Afganistán. Su reciente coqueteo con un plan para esquivar a Bhutto y declarar el estado de emergencia provocó una acerba crítica del Gobierno de Bush.
Pero lo más probable es que el ejército decida en su momento la suerte de su presidencia. El Gobierno de Musharraf ha dado a la cúpula militar una fuerte influencia en la formulación de políticas, pero sus ocho años en el cargo han menoscabado el apoyo público a la influencia dentro del Gobierno del ejército, sobre el que ha recaído también su impopularidad. Consciente de esa amenaza dentro de sus propias filas, Musharraf ha poblado su círculo íntimo de oficiales jóvenes (y de lealtad probada), pero un acuerdo para nombrar primera ministra a Bhutto socavaría la influencia del ejército… y, tarde o temprano, su apoyo a la presidencia de Musharraf. Como primera ministra, podría revisar en su momento su pacto con Musharraf desde una posición de fuerza. Los dirigentes militares lo saben y la amenaza de que le aparten del poder con un golpe pesaría sobre su presidencia hasta bien entrado el año próximo.
No es probable que el ejército actúe directamente contra Musharraf, a no ser que fallen métodos más sutiles. Los generales saben que otro golpe debilitaría aún más la popularidad del ejército, además de la relación de Pakistán con EE. UU. en un momento en que Bhutto y Sharif han infundido esperanzas en su país y en el extranjero sobre un regreso permanente al gobierno civil.
Pero si Musharraf se negara a marcharse discretamente los generales podrían prometerle una larga lista de acusaciones públicas de corrupción sin su protección. La presidencia de Musharraf no podría sobrevivir mucho tiempo sin respaldo militar.
Es probable que los oficiales superiores del ejército sepan que, para preservar la apariencia de que su interferencia política es benévola, no pueden permitirse el lujo de colocar a otro general como presidente. Lo más probable es que apoyen reformas políticas cosméticas, incluida una nueva ley que separe reglamentariamente los cargos de comandante del Ejército y jefe del Estado. Ésa es la estrategia que el ejército adoptó en 1988, a raíz del misterioso accidente aéreo en el que murió el ex presidente (y general) Mohamed Zia ul Haq. El ejército ordenó convocar elecciones, permitió la formación de un gobierno civil y después dirigió el proceso político entre bastidores.
Bhutto, la dirigente de un partido secular que ahora goza de un importante apoyo en Washington, dominaría la planificación de políticas en el próximo gobierno a expensas de Musharraf. Debe granjearse el apoyo interno, pero puede contar con la cooperación económica y de seguridad con Estados Unidos para salvaguardar la estabilidad del país. Además, continuará el papel del ejército como garante de la estabilidad y su control del arsenal nuclear de Pakistán, sus joyas de la corona. Así pues, el Gobierno de Bush puede respaldar con entusiasmo un regreso al gobierno civil y gloriarse de una muy necesaria victoria de la democracia en un país musulmán.
Pero Bhutto heredaría a los enemigos internos de Musharraf. Sharif arremetería contra ella ante cualquier paso en falso, continuarían las amenazas de ataques por parte de los radicales religiosos y el ejército salvaguardaría sus intereses desde fuera del escenario. Otra presión sería la de Estados Unidos, que esperaría la cooperación necesaria para la tarea de pacificación de las zonas tribales que Musharraf ha demostrado no ser capaz de brindar.
En cualquiera de los casos, el ejército seguirá disipando los temores de un caos político, pero también es probable que otra consecuencia de su actitud sea la de que un pacto Musharraf-Bhutto no acabe totalmente con un capítulo tumultuoso de la historia del Pakistán.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
15 sept 2007
Violencia indirecta
Violencia indirecta/Norman Birnbaum, catedrático emérito en la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown.
Pubicado en EL PAIS, 14/09/2007;
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia (EL PAÍS, 14/09/07):
La hipótesis de Sigmund Freud de que los seres humanos se mueven (como todos los seres vivos) por un instinto de muerte no formaba parte de su investigación psicoanalítica inicial. Es una idea que desarrolló en un estado de conmoción intelectual y moral ante las carnicerías de la Primera Guerra Mundial. La guerra incrementó enormemente su pesimismo respecto a la bondad y el carácter pacífico de los seres humanos. Cuando estaba a punto de morir en Londres, en septiembre de 1939, le preguntaron si creía que la Segunda Guerra Mundial sería la última guerra. Al parecer, contestó: “En cualquier caso, es mi última guerra”.
Desde que acabó aquel conflicto, han seguido muriendo decenas de millones de personas como consecuencia de todo tipo de violencia política y social. De uno u otro modo, se ha evitado el enfrentamiento nuclear entre las grandes potencias. Pero hay que tener un optimismo ciego para suponer que la humanidad tendrá la misma suerte en el siglo que ahora comenzamos.
Estados Unidos está pensando en impedir que Irán obtenga armamento nuclear mediante el uso de sus propias armas nucleares, y, aunque esta amenaza no se haga realidad, quizá otras, en otro momento y otro lugar, sí. En cuanto al fin de las guerras en general, la producción de armamento es una industria que crece en todo el mundo.
En una reflexión sobre la situación actual, con motivo de su 90 cumpleaños, el gran historiador Eric Hobsbawm destacó la resistencia de las poblaciones de los países más ricos a aceptar el servicio militar que se imponía como cosa normal a sus padres, abuelos y bisabuelos. La nación, decía, ha perdido su capacidad de movilizar; si bien añadió que nuestros contemporáneos sí pueden luchar en nombre de otras lealtades. Los países teóricamente más laicos no son siempre inmunes a locuras como las que hoy recorren a algunas poblaciones islámicas cuando una caricatura al otro lado del mundo ofende su sensibilidad religiosa.
Entretanto, cada vez se perfeccionan más las oportunidades de ejercer la violencia a través de otros.
De modo genérico, la violencia indirecta no es nada nuevo. La tortura santificada por la Iglesia y las ejecuciones públicas forman parte del legado cultural occidental. Los deportes sangrientos son elementos habituales en todo nuestro paisaje cultural, y hay una línea directa que va desde el Coliseo romano hasta el moderno estadio de fútbol americano. También es directa la conexión entre el teatro de marionetas y el cine y la televisión. La costumbre de canalizar el odio hacia una serie de chivos expiatorios para desviar la atención pública del hecho de que los gobernantes no han sabido proteger a sus ciudadanos es un asunto que conocen bien arqueólogos e historiadores.
Lo que se ha refinado es la explotación intencionada de la violencia indirecta como parte importante de una gran estrategia de dominación política. Erich Marque Remarque, que sobrevivió con heridas a la Primera Guerra Mundial, describe en su inolvidable Sin novedad en el frente a un estúpido maestro alemán que reprocha a un soldado que está de permiso su falta de combatividad. Hoy los sucesores de ese maestro son los editorialistas, expertos y políticos de Europa y Estados Unidos que lamentan la supuesta debilidad moral y psicológica de quienes critican el ataque estadounidense a Irak y la “guerra contra el terror”. Esos personajes, en su mayoría sin experiencia militar ninguna, no se dedican a desarrollar un debate político normal, sino que están tratando de quitar legitimidad al debate, y para ello han formado una comunidad imaginaria de personas que viven la violencia a través de otros.
El país en el que es más visible este fenómeno es Estados Unidos, donde el lenguaje de la política, a menudo, evoca un culto a la virilidad y además está hinchado de imágenes sacadas del deporte; no el deporte olímpico, sino la muy rentable empresa capitalista del deporte profesional, con toda su parte de corrupción y estimulantes farmacéuticos y su énfasis en la brutalidad repetida. Existe un proceso paralelo en la fabricación industrial actual de una subespecie de la cultura. La mitad de los cientos de canales de televisión que tengo a mi alcance muestran películas de crímenes y guerras. Nadie ha sugerido que se vuelva a imponer el servicio militar obligatorio en Estados Unidos, pero negar que la violencia es útil e inevitable es el equivalente actual a no querer hacer el servicio militar.
Como ocurría con la horda primitiva en Tótem y tabú, de Freud, nuestros ciudadanos participan, unidos, en una fiesta obligatoria de agresión. Nadie puede permanecer a salvo de esta guerra en su casa, porque el límite entre el frente y la retaguardia está deliberadamente borrado. La militarización de la política y la politización del aparato militar avanzan a toda velocidad. La obligación moral de reafirmar la legitimidad y la necesidad del uso de la fuerza por parte del gobierno es un requisito para participar plenamente en la vida pública. Y está claro que es también una forma de preparar la eliminación del disenso en una situación de emergencia.
Los antecedentes del uso político de la violencia indirecta son varios, pero destacan tres.
Uno se daba en las situaciones coloniales e imperiales, en las que soldados mercenarios y profesionales eran los encargados de someter a los pueblos conquistados. Otro existe todavía, y es la vigilancia de grupos y clases locales que representan una amenaza. El tercero es el poder de la masa: en los casos típicos de recurso a la violencia por parte de una comunidad, unos cuantos asesinos expresan la voluntad de un grupo indignado. Tal vez esto nos da una pista para entender la persistencia de la violencia indirecta en un ámbito político más amplio. Permite gratificar los instintos de agresión y, al mismo tiempo, experimentar la solidaridad, y el precio directo que se paga es muy bajo. Es posible que las poblaciones modernas no quieran ir a la guerra, pero eso no significa, por desgracia, que hayan entrado en un nuevo siglo de las luces.
Pubicado en EL PAIS, 14/09/2007;
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia (EL PAÍS, 14/09/07):
La hipótesis de Sigmund Freud de que los seres humanos se mueven (como todos los seres vivos) por un instinto de muerte no formaba parte de su investigación psicoanalítica inicial. Es una idea que desarrolló en un estado de conmoción intelectual y moral ante las carnicerías de la Primera Guerra Mundial. La guerra incrementó enormemente su pesimismo respecto a la bondad y el carácter pacífico de los seres humanos. Cuando estaba a punto de morir en Londres, en septiembre de 1939, le preguntaron si creía que la Segunda Guerra Mundial sería la última guerra. Al parecer, contestó: “En cualquier caso, es mi última guerra”.
Desde que acabó aquel conflicto, han seguido muriendo decenas de millones de personas como consecuencia de todo tipo de violencia política y social. De uno u otro modo, se ha evitado el enfrentamiento nuclear entre las grandes potencias. Pero hay que tener un optimismo ciego para suponer que la humanidad tendrá la misma suerte en el siglo que ahora comenzamos.
Estados Unidos está pensando en impedir que Irán obtenga armamento nuclear mediante el uso de sus propias armas nucleares, y, aunque esta amenaza no se haga realidad, quizá otras, en otro momento y otro lugar, sí. En cuanto al fin de las guerras en general, la producción de armamento es una industria que crece en todo el mundo.
En una reflexión sobre la situación actual, con motivo de su 90 cumpleaños, el gran historiador Eric Hobsbawm destacó la resistencia de las poblaciones de los países más ricos a aceptar el servicio militar que se imponía como cosa normal a sus padres, abuelos y bisabuelos. La nación, decía, ha perdido su capacidad de movilizar; si bien añadió que nuestros contemporáneos sí pueden luchar en nombre de otras lealtades. Los países teóricamente más laicos no son siempre inmunes a locuras como las que hoy recorren a algunas poblaciones islámicas cuando una caricatura al otro lado del mundo ofende su sensibilidad religiosa.
Entretanto, cada vez se perfeccionan más las oportunidades de ejercer la violencia a través de otros.
De modo genérico, la violencia indirecta no es nada nuevo. La tortura santificada por la Iglesia y las ejecuciones públicas forman parte del legado cultural occidental. Los deportes sangrientos son elementos habituales en todo nuestro paisaje cultural, y hay una línea directa que va desde el Coliseo romano hasta el moderno estadio de fútbol americano. También es directa la conexión entre el teatro de marionetas y el cine y la televisión. La costumbre de canalizar el odio hacia una serie de chivos expiatorios para desviar la atención pública del hecho de que los gobernantes no han sabido proteger a sus ciudadanos es un asunto que conocen bien arqueólogos e historiadores.
Lo que se ha refinado es la explotación intencionada de la violencia indirecta como parte importante de una gran estrategia de dominación política. Erich Marque Remarque, que sobrevivió con heridas a la Primera Guerra Mundial, describe en su inolvidable Sin novedad en el frente a un estúpido maestro alemán que reprocha a un soldado que está de permiso su falta de combatividad. Hoy los sucesores de ese maestro son los editorialistas, expertos y políticos de Europa y Estados Unidos que lamentan la supuesta debilidad moral y psicológica de quienes critican el ataque estadounidense a Irak y la “guerra contra el terror”. Esos personajes, en su mayoría sin experiencia militar ninguna, no se dedican a desarrollar un debate político normal, sino que están tratando de quitar legitimidad al debate, y para ello han formado una comunidad imaginaria de personas que viven la violencia a través de otros.
El país en el que es más visible este fenómeno es Estados Unidos, donde el lenguaje de la política, a menudo, evoca un culto a la virilidad y además está hinchado de imágenes sacadas del deporte; no el deporte olímpico, sino la muy rentable empresa capitalista del deporte profesional, con toda su parte de corrupción y estimulantes farmacéuticos y su énfasis en la brutalidad repetida. Existe un proceso paralelo en la fabricación industrial actual de una subespecie de la cultura. La mitad de los cientos de canales de televisión que tengo a mi alcance muestran películas de crímenes y guerras. Nadie ha sugerido que se vuelva a imponer el servicio militar obligatorio en Estados Unidos, pero negar que la violencia es útil e inevitable es el equivalente actual a no querer hacer el servicio militar.
Como ocurría con la horda primitiva en Tótem y tabú, de Freud, nuestros ciudadanos participan, unidos, en una fiesta obligatoria de agresión. Nadie puede permanecer a salvo de esta guerra en su casa, porque el límite entre el frente y la retaguardia está deliberadamente borrado. La militarización de la política y la politización del aparato militar avanzan a toda velocidad. La obligación moral de reafirmar la legitimidad y la necesidad del uso de la fuerza por parte del gobierno es un requisito para participar plenamente en la vida pública. Y está claro que es también una forma de preparar la eliminación del disenso en una situación de emergencia.
Los antecedentes del uso político de la violencia indirecta son varios, pero destacan tres.
Uno se daba en las situaciones coloniales e imperiales, en las que soldados mercenarios y profesionales eran los encargados de someter a los pueblos conquistados. Otro existe todavía, y es la vigilancia de grupos y clases locales que representan una amenaza. El tercero es el poder de la masa: en los casos típicos de recurso a la violencia por parte de una comunidad, unos cuantos asesinos expresan la voluntad de un grupo indignado. Tal vez esto nos da una pista para entender la persistencia de la violencia indirecta en un ámbito político más amplio. Permite gratificar los instintos de agresión y, al mismo tiempo, experimentar la solidaridad, y el precio directo que se paga es muy bajo. Es posible que las poblaciones modernas no quieran ir a la guerra, pero eso no significa, por desgracia, que hayan entrado en un nuevo siglo de las luces.
Vigilancia total
Vigilancia total/Naomi Klein, autora de No logo: el poder de las marcas y Vallas y ventanas: despachos desde las trincheras del debate sobre la globalización
Publicado en LA VANGUARDIA, 15/09/2007;
Hace poco, mientras los manifestantes se congregaban en Montebello (Quebec) cerca del lugar de la reunión de la Asociación para la Prosperidad y la Seguridad (SPP, por sus siglas en inglés de Security and Prosperity Partnership), a fin de criticar a los presidentes de Estados Unidos y de México, George W. Bush y Felipe Calderón, y al primer ministro de Canadá, Stephen Harper, la Associated Press informó de este detalle surrealista: “Los líderes no estuvieron en condiciones de ver a los manifestantes en vivo y en directo. Pero pudieron observar a los manifestantes en aparatos de televisión dentro del hotel (…), camarógrafos contratados para asegurar que los manifestantes pudiesen entregar sus mensajes a los tres líderes estaban sentados en una carpa llena de equipos de audio y de vídeo… Un cartel decía: ´Nuestras cámaras están aquí hoy para ofrecerles el derecho a ver vistos y oídos. Por favor, permítannos divulgar su mensaje. Gracias´”.
Sí, es cierto. Como participantes de un reality show televisivo, los manifestantes en la cumbre de SPP fueron invitados a expresar su furia frente a las cámaras, a fin de que ésta se transmitiera a los asistentes en la reunión. Fue la mejor demostración de un Estado controlado por fuerzas de seguridad, a nivel de infoentretenimiento. El Hermano Grande se reunía… con el Hermano Grande. El portavoz de Harper explicó que si bien los manifestantes fueron llevados a campo abierto, la instalación de vídeo significaba que habían protegido su derecho a un discurso político. “De acuerdo con la ley, necesitan ser vistos y oídos, y lo serán”, expresó. Es un argumento con vastas implicaciones. Si grabar vídeos de activistas satisface los requisitos legales de que los disidentes tienen el derecho a ser vistos y oídos, ¿hasta dónde es posible llegar?
¿Qué ocurre con las otras cámaras de seguridad que patrullaban la cumbre y que filmaban a los manifestantes cuando subían y bajaban de los autobuses y caminaban pacíficamente por la calle? ¿Y qué ocurre con las llamadas de teléfonos celulares interceptadas, las reuniones infiltradas, los correos electrónicos leídos?
Según las nuevas normas impuestas en Montebello, todas esas acciones, en lugar de ser consideradas violaciones de las libertades civiles, serían juzgadas como lo opuesto: prueba del compromiso de nuestros líderes con una consulta directa, sin mediadores.
Las elecciones son una herramienta burda para tomar la temperatura del público. Pero esos métodos permiten una constante evaluación de nuestras creencias… Los manifestantes en Montebello se quejaron de que mientras eran confinados a ciertos lugares, presidentes de unas 30 de las principales corporaciones de América del Norte, desde Wal-Mart hasta Chevron, integraban la cumbre oficial. Pero no fue lo mismo. Esos ejecutivos tuvieron apenas una hora y quince minutos para hablar con los líderes. En cambio, los activistas, podían ser vistos y oídos las 24 horas del día. Por lo tanto, en vez de denunciar las tácticas de un Estado policial, deberían haber dicho: “Gracias por escucharnos” (y por leer nuestros mensajes, y por mirarnos, por fotografiarnos y obtener otros datos). La norma de ver y oír de Montebello también coloca a las protestas ante una nueva perspectiva. El SPP es descrito por sus líderes en su comunicado final como un plan ambicioso para “mantener nuestras fronteras cerradas al terrorismo y abiertas al comercio”. En otras palabras, una fusión del tratado de Libre Comercio y de las normas del Departamento de Seguridad Interior. El TLC con aviones espías.
El modelo data del 11 de septiembre del 2001, cuando el embajador de Estados Unidos en Canadá, Paul Cellucci, dijo que, en la nueva era, “la seguridad triunfará sobre el comercio”. Pero existía una cláusula al margen: el comercio del cual dependen las economías de Canadá y de México continuaría sin interrupciones siempre y cuando esos gobiernos estuviesen dispuestos a dar la bienvenida a los tentáculos norteamericanos de la guerra contra el terror.
Empresarios canadienses y mexicanos aceptaron la sumisión y presionaron a sus gobiernos para ceder a las demandas norteamericanas de una seguridad integrada a fin de mantener el flujo de turistas y de mercancías.
Casi seis años después, los líderes empresariales en Montebello - bajo el estandarte del Consejo de Competitividad de América del Norte, una rama oficial de SPP- seguían usando el espesamiento de las fronteras como un sucedáneo del hombre de la bolsa.
¿La propuesta? De acuerdo con el sitio de SPP en internet, se requieren “soluciones tecnológicas, una mejora en el intercambio de información y, de manera potencial, el uso de identificadores biométricos”.
Ya sabemos por experiencia lo que eso significa: listas de no vuelos a nivel continental. Bancos de datos integrados, así como un contrato con Boeing por 2.500 millones de dólares para construir una valla virtual en las fronteras sur y norte con Estados Unidos, equipada con aviones teledirigidos. Para decirlo en pocas palabras, según la visión del continente que tiene SPP, las fronteras tupidas serán pronto reemplazadas por una red casi invisible de vigilancia continental con casi todos los sistemas administrados por empresas deseosas de obtener grandes ganancias. Dos miembros del grupo de asesoría de SPP - Lockheed Martin y General Electric- ya han obtenido contratos por miles de millones de dólares del Gobierno de Estados Unidos para construir la red.
En la era Bush, la seguridad no triunfa sobre los grandes negocios: es tal vez el negocio más grande de todos.
Antes de la cumbre de SPP, una serie de escándalos sobre vigilancia ayudaron a pintar una imagen más completa. En primer lugar, el Congreso de Estados Unidos no sólo fracasó en su intento de frenar las actividades ilegales de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional, sino que abrió las puertas a una vigilancia de registros bancarios, pautas de llamadas telefónicas e incluso búsquedas en sitios. Y todo eso, sin necesidad de demostrar que el individuo es una amenaza.
El diario The Boston Globe informó de planes para situar miles de cámaras de vigilancia en calles, subterráneos, edificios de apartamentos y empresas en una gigantesca red a fin de seguir la pista a sospechosos en tiempo real. Y el 15 de agosto se confirmó que la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial será totalmente integrada en la infraestructura de la recogida de datos de inteligencia locales. De esa manera, la agencia se convertiría en los ojos de la Agencia de Seguridad Nacional. (Ésta sería los oídos del espionaje interno.) Si se añaden algunas herramientas de alta tecnología, se obtiene un mundo de vigilancia total como el exhibido hace poco en la película The Bourne ultimatum.
Lo cual nos lleva otra vez al SPP. ¿Quién necesita chapuceros controles en la frontera cuando las autoridades se están asegurando de que somos vistos y oídos todo el tiempo, con alta definición, on line y off line, en tierra y desde el cielo? La seguridad es la nueva prosperidad. La vigilancia es la nueva democracia.
Publicado en LA VANGUARDIA, 15/09/2007;
Hace poco, mientras los manifestantes se congregaban en Montebello (Quebec) cerca del lugar de la reunión de la Asociación para la Prosperidad y la Seguridad (SPP, por sus siglas en inglés de Security and Prosperity Partnership), a fin de criticar a los presidentes de Estados Unidos y de México, George W. Bush y Felipe Calderón, y al primer ministro de Canadá, Stephen Harper, la Associated Press informó de este detalle surrealista: “Los líderes no estuvieron en condiciones de ver a los manifestantes en vivo y en directo. Pero pudieron observar a los manifestantes en aparatos de televisión dentro del hotel (…), camarógrafos contratados para asegurar que los manifestantes pudiesen entregar sus mensajes a los tres líderes estaban sentados en una carpa llena de equipos de audio y de vídeo… Un cartel decía: ´Nuestras cámaras están aquí hoy para ofrecerles el derecho a ver vistos y oídos. Por favor, permítannos divulgar su mensaje. Gracias´”.
Sí, es cierto. Como participantes de un reality show televisivo, los manifestantes en la cumbre de SPP fueron invitados a expresar su furia frente a las cámaras, a fin de que ésta se transmitiera a los asistentes en la reunión. Fue la mejor demostración de un Estado controlado por fuerzas de seguridad, a nivel de infoentretenimiento. El Hermano Grande se reunía… con el Hermano Grande. El portavoz de Harper explicó que si bien los manifestantes fueron llevados a campo abierto, la instalación de vídeo significaba que habían protegido su derecho a un discurso político. “De acuerdo con la ley, necesitan ser vistos y oídos, y lo serán”, expresó. Es un argumento con vastas implicaciones. Si grabar vídeos de activistas satisface los requisitos legales de que los disidentes tienen el derecho a ser vistos y oídos, ¿hasta dónde es posible llegar?
¿Qué ocurre con las otras cámaras de seguridad que patrullaban la cumbre y que filmaban a los manifestantes cuando subían y bajaban de los autobuses y caminaban pacíficamente por la calle? ¿Y qué ocurre con las llamadas de teléfonos celulares interceptadas, las reuniones infiltradas, los correos electrónicos leídos?
Según las nuevas normas impuestas en Montebello, todas esas acciones, en lugar de ser consideradas violaciones de las libertades civiles, serían juzgadas como lo opuesto: prueba del compromiso de nuestros líderes con una consulta directa, sin mediadores.
Las elecciones son una herramienta burda para tomar la temperatura del público. Pero esos métodos permiten una constante evaluación de nuestras creencias… Los manifestantes en Montebello se quejaron de que mientras eran confinados a ciertos lugares, presidentes de unas 30 de las principales corporaciones de América del Norte, desde Wal-Mart hasta Chevron, integraban la cumbre oficial. Pero no fue lo mismo. Esos ejecutivos tuvieron apenas una hora y quince minutos para hablar con los líderes. En cambio, los activistas, podían ser vistos y oídos las 24 horas del día. Por lo tanto, en vez de denunciar las tácticas de un Estado policial, deberían haber dicho: “Gracias por escucharnos” (y por leer nuestros mensajes, y por mirarnos, por fotografiarnos y obtener otros datos). La norma de ver y oír de Montebello también coloca a las protestas ante una nueva perspectiva. El SPP es descrito por sus líderes en su comunicado final como un plan ambicioso para “mantener nuestras fronteras cerradas al terrorismo y abiertas al comercio”. En otras palabras, una fusión del tratado de Libre Comercio y de las normas del Departamento de Seguridad Interior. El TLC con aviones espías.
El modelo data del 11 de septiembre del 2001, cuando el embajador de Estados Unidos en Canadá, Paul Cellucci, dijo que, en la nueva era, “la seguridad triunfará sobre el comercio”. Pero existía una cláusula al margen: el comercio del cual dependen las economías de Canadá y de México continuaría sin interrupciones siempre y cuando esos gobiernos estuviesen dispuestos a dar la bienvenida a los tentáculos norteamericanos de la guerra contra el terror.
Empresarios canadienses y mexicanos aceptaron la sumisión y presionaron a sus gobiernos para ceder a las demandas norteamericanas de una seguridad integrada a fin de mantener el flujo de turistas y de mercancías.
Casi seis años después, los líderes empresariales en Montebello - bajo el estandarte del Consejo de Competitividad de América del Norte, una rama oficial de SPP- seguían usando el espesamiento de las fronteras como un sucedáneo del hombre de la bolsa.
¿La propuesta? De acuerdo con el sitio de SPP en internet, se requieren “soluciones tecnológicas, una mejora en el intercambio de información y, de manera potencial, el uso de identificadores biométricos”.
Ya sabemos por experiencia lo que eso significa: listas de no vuelos a nivel continental. Bancos de datos integrados, así como un contrato con Boeing por 2.500 millones de dólares para construir una valla virtual en las fronteras sur y norte con Estados Unidos, equipada con aviones teledirigidos. Para decirlo en pocas palabras, según la visión del continente que tiene SPP, las fronteras tupidas serán pronto reemplazadas por una red casi invisible de vigilancia continental con casi todos los sistemas administrados por empresas deseosas de obtener grandes ganancias. Dos miembros del grupo de asesoría de SPP - Lockheed Martin y General Electric- ya han obtenido contratos por miles de millones de dólares del Gobierno de Estados Unidos para construir la red.
En la era Bush, la seguridad no triunfa sobre los grandes negocios: es tal vez el negocio más grande de todos.
Antes de la cumbre de SPP, una serie de escándalos sobre vigilancia ayudaron a pintar una imagen más completa. En primer lugar, el Congreso de Estados Unidos no sólo fracasó en su intento de frenar las actividades ilegales de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional, sino que abrió las puertas a una vigilancia de registros bancarios, pautas de llamadas telefónicas e incluso búsquedas en sitios. Y todo eso, sin necesidad de demostrar que el individuo es una amenaza.
El diario The Boston Globe informó de planes para situar miles de cámaras de vigilancia en calles, subterráneos, edificios de apartamentos y empresas en una gigantesca red a fin de seguir la pista a sospechosos en tiempo real. Y el 15 de agosto se confirmó que la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial será totalmente integrada en la infraestructura de la recogida de datos de inteligencia locales. De esa manera, la agencia se convertiría en los ojos de la Agencia de Seguridad Nacional. (Ésta sería los oídos del espionaje interno.) Si se añaden algunas herramientas de alta tecnología, se obtiene un mundo de vigilancia total como el exhibido hace poco en la película The Bourne ultimatum.
Lo cual nos lleva otra vez al SPP. ¿Quién necesita chapuceros controles en la frontera cuando las autoridades se están asegurando de que somos vistos y oídos todo el tiempo, con alta definición, on line y off line, en tierra y desde el cielo? La seguridad es la nueva prosperidad. La vigilancia es la nueva democracia.
EPR responsables
Textual:
Comunicado del Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular, 13/09/2007
AL PUEBLO DE MEXICO
A LOS PUEBLOS DEL MUNDO
A LOS ORGANISMOS NO GUBERNAMENTALES DEFENSORES DE LOS DERECHOS HUMANOS
A LAS ORGANIZACIONES SOCIALES, POLÍTICAS Y REVOLUCIONARIAS
¡HERMANAS, HERMANOS, CAMARADAS!
Una vez más nos hemos visto obligados a responder con acciones político-militares ante la permanente agresión hacia el pueblo en general y en particular hacía nosotros con la detención-desaparición de nuestros compañeros Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, crimen de lesa humanidad perpetrado por fuerzas federales y de Oaxaca el 25 de mayo del presente año, hecho que intentan negarlo con absurdas “investigaciones” en el sistema carcelario, cuando todo el pueblo sabe que a los detenidos-desaparecidos los tienen en cárceles clandestinas o en el campo militar número
1.El asesinato de luchadores sociales, de los defensores de los derechos humanos, de los opositores políticos; el hostigamiento permanente a activistas de derechos humanos y las permanentes amenazas de muerte y la aberrante práctica de violación sexual hacia éstos y sus familiares; la criminalización de toda expresión de inconformidad y manifestación de lucha fuera de los marcos corporativistas; la práctica de la desaparición forzada y la tortura física y psicológica en contra de los luchadores sociales constituyen crímenes y terrorismo de Estado, componentes de la Guerra de Baja Intensidad (GBI) que el gobierno de ultraderecha ha intensificado encabezado por quien usurpa la presidencia del país y se hace llamar jefe supremo de las fuerzas armadas para justificar el derroche de despliegue policíaco-militar para granjearse legitimidad.Es el gobierno de Felipe Calderón el responsable directo del desastre económico, político y social que vive el país. Él en persona y la cúpula gobernante conformada por políticos, militares, clérigos y oligarcas que lo apoyan son los responsables de que hoy asumamos una posición de autodefensa, porque es Calderón quien directamente ha dado la orden de reeditar las prácticas de la guerra sucia, siendo el menos indicado de hablar en nombre de la democracia cuando llegó a los Pinos por medios fraudulentos violando la ley y en contra de la voluntad popular. Porque es él quien se opone a que se presenten con vida a nuestros compañeros al abrogarse el papel del máximo general de las fuerzas armadas.
Hablar de democracia en nuestro país es falso, vivimos un remedo de ella porque la cúpula gobernante sólo la concibe dentro del mezquino interés mercantil y la defensa a ultranza del actual Estado de derecho oligárquico, que busca por todos los medios la protección de los intereses de un puñado de grandes empresarios que tienen secuestrado al país, y son éstos quienes a través de sus confederaciones y cámaras patronales exigen mano dura, es decir, un baño de sangre, la represión y la instauración de una dictadura militar con “rostro” civil. Hay quienes condenan y descalifican nuestro accionar de autodefensa colgándonos el epíteto de delincuentes y terroristas, pero callan y guardan silencio ante el terrorismo de Estado y el proceder de la ultraderecha, avalando en los hechos la reedición de la guerra sucia y la institucionalización del fascismo, llegando al descaro de exigir el castigo y todo el peso de la ley en nombre de la democracia y un estado de derecho oligárquico. Pero hay que decir que quienes asumen dicha actitud, unos son cómplices por convicción o por conveniencia, otros simplemente lo son con su silencio que en política significa aprobación y defensa del actual Estado policíaco-militar que anula de facto las garantías y derechos constitucionales.
Estos hipócritas hombres de la política, de negocios y algunas plumas que defienden el sistema no se pronuncian y condenan de igual manera contra las atrocidades y crímenes políticos y de lesa humanidad que perpetra el gobierno calderonista, ¿Será porque este sistema les otorga prebendas de todo tipo que les permite llevar un estilo de vida con salarios “míseros” que apenas les alcanza para comprar camionetas Gran Cheroke blindadas?
Los únicos terroristas, los grandes delincuentes no están en el pueblo, en las filas de los revolucionarios. A dichos delincuentes y terroristas búsquenlos en las diferentes estructuras de este gobierno y en los cuerpos policíaco-militares, en el grupo de oligarcas que lucran con el país y que pugnan por la instauración de un Estado policíaco-militar, con esos fines impusieron a Calderón en un proceso electoral fraudulento.
Las acciones quirúrgicas en ductos de PEMEX son una variante de acciones político-militares de autodefensa ante una agresión que hemos sufrido, acción lógica de respuesta ante las prácticas de guerra sucia, ante el terror de Estado, ante el impulso del paramilitarismo desde el gobierno calderonista como una burda imitación al gobierno del fascista de Uribe, tratando los problemas político-sociales sólo como un problema de seguridad nacional que se resuelve desde su lógica con medidas policíaco-militares, es decir, con medidas fascistas.
Nuestro accionar de autodefensa no obedece a un acto propagandista, para lograr notoriedad, o para buscar desestabilidad política, ésta última ya existe y es promovida por los mismos grupos de poder económico y político que están en disputa por tener hegemonía dentro del Estado. Mucho menos son acciones desesperadas o criminales. Es una respuesta que nos hemos visto obligados a emprender ante el riesgo inminente de que asesinen impunemente a nuestros compañeros, que han estado sometidos a brutales sesiones de tortura para que proporcionen información a inteligencia militar con el único fin de aniquilarnos física y políticamente.
Falso resulta sostener que se está destruyendo el patrimonio nacional, quienes lo hacen se rasgan las vestiduras y hablan falsamente a nombre del patrimonio nacional y del pueblo, mañosamente omiten que PEMEX es un patrimonio del país y del pueblo sólo de manera formal porque en los hechos está al servicio de la oligarquía nacional y extranjera. Los grandes recursos financieros que de esta empresa se generan sólo hacen usufructo el grupo de oligarcas que impusieron a Calderón en los Pinos, recursos dilapidados por toda laya de funcionarios y políticos corruptos que han hecho grandes fortunas económicas a la sombra del poder.No es con el incremento de la militarización y el exceso de presupuesto en el rubro de seguridad nacional, al CISEN y a los grupos de inteligencia militar y policíaca como detendrán el creciente descontento popular en nuestro país, porque éste es consecuencia directa de la política económica neoliberal y las medidas fascistas impulsadas por la ultraderecha, por ello, constituye una falacia argumentar que se requiere reforzar las diferentes estructuras de inteligencia civil y militar. Hacerlo así es hacer eco a las pretensiones y exigencias de la ultraderecha, fortalecer el monstruo de las fuerzas armadas que le ha dado vida Calderón, monstruo que hoy actúa sin control e impunemente deteniendo arbitrariamente, asesinando, desapareciendo y torturando a luchadores sociales, defensores de los derechos humanos y a los revolucionarios.
Hemos insistido una y otra vez que no somos partidarios ciegos de la violencia, amamos sobre todo la vida y la paz, pero ante la ofensiva fascista no podemos permanecer en la indiferencia, la indefensión y la sumisión, hacerlo así sería capitular y dejar en el abandono a nuestro pueblo, allanarle el camino a la ultraderecha para que siga perpetrando sus crímenes de lesa humanidad para borrar físicamente toda expresión de inconformidad y oposición política ya sea progresista o revolucionaria. En eso consiste el peligro de permitir la profundización de la guerra sucia, con ello nadie estará a salvo de la represión, de los crímenes de lesa humanidad.
Para quienes aún consideran que nuestro accionar desatará la represión y la criminalización de la lucha social, insistimos una y otra vez que es una apreciación equivocada porque desde el arribo de la ultraderecha al poder la violencia desde el Estado se ha venido incrementando, llegando a constituirse con el actual gobierno calderonista en política de gobierno y práctica fascista como método para contener el descontento popular que amenaza con desbordarse en estallido social.
La represión ya existía antes de nuestro accionar, es absurdo sostener que por nuestra acción de autodefensa se desatará la persecución a luchadores sociales y defensores de los derechos humanos. El gran pretexto para militarizar el país y para criminalizar toda expresión de protesta y lucha social fue el invento del combate a la delincuencia y al crimen organizado, la sobredimención de este fenómeno inherente al sistema económico y al régimen neoliberal impulsado fanáticamente por la ultraderecha. Luego entonces sostener lo primero simplemente es insostenible. La violencia siempre ha sido y ha venido de parte del Estado, los revolucionarios sólo hacemos el uso legítimo de la autodefensa.
En todo este tiempo hemos sido sumamente prudentes y pacientes, esperando y dando lugar y espacio para que sean presentados con vida nuestros compañeros, actitud política menospreciada y mal interpretada como sinónimo de debilidad, cuya única respuesta de este gobierno y el séquito de funcionarios ha sido “ni los veo, ni los oigo”, mientras que a nuestros compañeros se les sigue martirizando en el potro de la tortura para satisfacer los bajos instintos de los altos funcionarios que componen el gabinete de seguridad. Tan prudentes hemos sido que en Veracruz pospusimos nuestro accionar para que quienes aún creen en la lucha electoral se expresaran libremente y para que no se nos tomara como pretexto y argumento para justificar el alto abstencionismo político que significa el rechazo al régimen político y económico, un desconocimiento tácito de la “joven” democracia que vive el país.
Por eso resulta inaceptable la sugerencia de “conducirnos” por medios menos radicales, sin hacer uso de la autodefensa, pero el pueblo debe saber que esa etapa a pesar de nuestra voluntad política fue agotada con la emisión de comunicados de las diferentes estructuras estatales de nuestro partido en donde pedimos la presentación con vida de nuestros compañeros y cuya respuesta siempre fue la indolencia gubernamental y el incremento de operativos contrainsurgentes que buscaban aniquilarnos a toda costa.
Para una parte importante de nuestro pueblo sí hay justificación histórica y concreta para la organización e impulso de un cambio profundo a través de una nueva revolución, la violencia de “los de abajo” siempre es el último recurso al que recurre el pueblo para generar los grandes cambios en el país, y hoy todo indica que un estallido social sí es posible y existen las condiciones tanto objetivas como subjetivas. Estallido social que sólo los medrosos y quienes tienen compromisos con el régimen temen sobremanera.
Esquizofrénico resulta el argumento del autoatentado sostenido por algunos políticos que ven moros con tranchete en donde no los hay, suponiendo coincidencias sospechosas de nuestro accionar cuando hay temas de relevancia, aduciendo además que no “nos han tocado”. Omiten que hemos sido más que prudentes y que pedimos a nuestro pueblo la oportunidad de cambiar de táctica ante los crímenes de lesa humanidad que se estaban cometiendo, porque la desaparición, SIN COMILLAS, de nuestros compañeros es un hecho real y concreto que vivimos no sólo nosotros, sino también varios luchadores sociales con diferentes posiciones políticas.
Hipócritas y demagógicas resultan las declaraciones de quien usurpa la presidencia del país y se presenta como el gran demócrata, porque precisamente este gobierno está empeñado en cerrar paso al campo de las ideas progresistas, porque mientras invoca a la discusión política, a la lucha en el campo de las ideas, dentro del marco de la ley y las instituciones promueve la guerra sucia, el terrorismo de Estado y deja manos libres a la cúpula militar y policíaca para cometer crímenes de lesa humanidad, en la lógica de que todo se justifica en aras de defender los intereses oligárquicos.
Nuestra demanda y los motivos de nuestro accionar es legítima, no es algo que no esté al alcance del actual gobierno, ¡PRESENTEN VIVOS A NUESTROS COMPAÑEROS! y las acciones de autodefensa pararán. No aceptamos por ningún motivo el argumento que la desaparición física de nuestros compañeros es producto de pugnas y ajustes internos entre revolucionarios, eso es una calumnia montada y difundida desde los órganos de inteligencia militar para encubrir la responsabilidad de este gobierno.No culpen a inocentes de nuestras acciones, no vinculen con nosotros a quienes no tienen compromiso con nosotros, no inculpen o criminalicen a quienes se solidarizan con la exigencia de la presentación con vida de los detenidos-desparecidos, no inventen supuestos vínculos o voceros en investigadores y académicos que asumen un trabajo dentro de su profesión académica. Hacerlo sólo confirma la ruta hacia el fascismo que está adoptando este gobierno.Si el gobierno de Calderón se empeña en impulsar una nueva ofensiva represiva contra el pueblo organizado o no organizado, todos, progresistas y revolucionarios debemos cerrar filas contra el terrorismo de Estado, contra la reedición de la guerra sucia, que sólo podremos enfrentar con la combinación de todas las formas de lucha.
¡VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS!
¡A EXIGIR LA LIBERTAD DE TODOS LOS PRESOS POLITICOS Y DE CONCIENCIA DEL PAIS!
¡POR LA PRESENTACION DE TODOS LOS DETENIDOS DESAPARECIDOS!
¡POR LA REVOLUCION SOCIALISTA!
¡VENCER O MORIR!
¡POR NUESTROS CAMARADAS PROLETARIOS!
¡RESUELTOS A VENCER!
¡CON LA GUERRA POPULAR!
¡EL EPR TRIUNFARA!
COMITÉ CENTRALDELPARTIDO DEMOCRÁTICO POPULAR REVOLUCIONARIO.
PDPR COMANDANCIA GENERAL DEL EJÉRCITO POPULAR REVOLUCIONARIO CG-EPR
Año 43República Mexicana, a 13 de septiembre de 2007.
Fuente: Cedema.org
Comunicado del Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular, 13/09/2007
AL PUEBLO DE MEXICO
A LOS PUEBLOS DEL MUNDO
A LOS ORGANISMOS NO GUBERNAMENTALES DEFENSORES DE LOS DERECHOS HUMANOS
A LAS ORGANIZACIONES SOCIALES, POLÍTICAS Y REVOLUCIONARIAS
¡HERMANAS, HERMANOS, CAMARADAS!
Una vez más nos hemos visto obligados a responder con acciones político-militares ante la permanente agresión hacia el pueblo en general y en particular hacía nosotros con la detención-desaparición de nuestros compañeros Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, crimen de lesa humanidad perpetrado por fuerzas federales y de Oaxaca el 25 de mayo del presente año, hecho que intentan negarlo con absurdas “investigaciones” en el sistema carcelario, cuando todo el pueblo sabe que a los detenidos-desaparecidos los tienen en cárceles clandestinas o en el campo militar número
1.El asesinato de luchadores sociales, de los defensores de los derechos humanos, de los opositores políticos; el hostigamiento permanente a activistas de derechos humanos y las permanentes amenazas de muerte y la aberrante práctica de violación sexual hacia éstos y sus familiares; la criminalización de toda expresión de inconformidad y manifestación de lucha fuera de los marcos corporativistas; la práctica de la desaparición forzada y la tortura física y psicológica en contra de los luchadores sociales constituyen crímenes y terrorismo de Estado, componentes de la Guerra de Baja Intensidad (GBI) que el gobierno de ultraderecha ha intensificado encabezado por quien usurpa la presidencia del país y se hace llamar jefe supremo de las fuerzas armadas para justificar el derroche de despliegue policíaco-militar para granjearse legitimidad.Es el gobierno de Felipe Calderón el responsable directo del desastre económico, político y social que vive el país. Él en persona y la cúpula gobernante conformada por políticos, militares, clérigos y oligarcas que lo apoyan son los responsables de que hoy asumamos una posición de autodefensa, porque es Calderón quien directamente ha dado la orden de reeditar las prácticas de la guerra sucia, siendo el menos indicado de hablar en nombre de la democracia cuando llegó a los Pinos por medios fraudulentos violando la ley y en contra de la voluntad popular. Porque es él quien se opone a que se presenten con vida a nuestros compañeros al abrogarse el papel del máximo general de las fuerzas armadas.
Hablar de democracia en nuestro país es falso, vivimos un remedo de ella porque la cúpula gobernante sólo la concibe dentro del mezquino interés mercantil y la defensa a ultranza del actual Estado de derecho oligárquico, que busca por todos los medios la protección de los intereses de un puñado de grandes empresarios que tienen secuestrado al país, y son éstos quienes a través de sus confederaciones y cámaras patronales exigen mano dura, es decir, un baño de sangre, la represión y la instauración de una dictadura militar con “rostro” civil. Hay quienes condenan y descalifican nuestro accionar de autodefensa colgándonos el epíteto de delincuentes y terroristas, pero callan y guardan silencio ante el terrorismo de Estado y el proceder de la ultraderecha, avalando en los hechos la reedición de la guerra sucia y la institucionalización del fascismo, llegando al descaro de exigir el castigo y todo el peso de la ley en nombre de la democracia y un estado de derecho oligárquico. Pero hay que decir que quienes asumen dicha actitud, unos son cómplices por convicción o por conveniencia, otros simplemente lo son con su silencio que en política significa aprobación y defensa del actual Estado policíaco-militar que anula de facto las garantías y derechos constitucionales.
Estos hipócritas hombres de la política, de negocios y algunas plumas que defienden el sistema no se pronuncian y condenan de igual manera contra las atrocidades y crímenes políticos y de lesa humanidad que perpetra el gobierno calderonista, ¿Será porque este sistema les otorga prebendas de todo tipo que les permite llevar un estilo de vida con salarios “míseros” que apenas les alcanza para comprar camionetas Gran Cheroke blindadas?
Los únicos terroristas, los grandes delincuentes no están en el pueblo, en las filas de los revolucionarios. A dichos delincuentes y terroristas búsquenlos en las diferentes estructuras de este gobierno y en los cuerpos policíaco-militares, en el grupo de oligarcas que lucran con el país y que pugnan por la instauración de un Estado policíaco-militar, con esos fines impusieron a Calderón en un proceso electoral fraudulento.
Las acciones quirúrgicas en ductos de PEMEX son una variante de acciones político-militares de autodefensa ante una agresión que hemos sufrido, acción lógica de respuesta ante las prácticas de guerra sucia, ante el terror de Estado, ante el impulso del paramilitarismo desde el gobierno calderonista como una burda imitación al gobierno del fascista de Uribe, tratando los problemas político-sociales sólo como un problema de seguridad nacional que se resuelve desde su lógica con medidas policíaco-militares, es decir, con medidas fascistas.
Nuestro accionar de autodefensa no obedece a un acto propagandista, para lograr notoriedad, o para buscar desestabilidad política, ésta última ya existe y es promovida por los mismos grupos de poder económico y político que están en disputa por tener hegemonía dentro del Estado. Mucho menos son acciones desesperadas o criminales. Es una respuesta que nos hemos visto obligados a emprender ante el riesgo inminente de que asesinen impunemente a nuestros compañeros, que han estado sometidos a brutales sesiones de tortura para que proporcionen información a inteligencia militar con el único fin de aniquilarnos física y políticamente.
Falso resulta sostener que se está destruyendo el patrimonio nacional, quienes lo hacen se rasgan las vestiduras y hablan falsamente a nombre del patrimonio nacional y del pueblo, mañosamente omiten que PEMEX es un patrimonio del país y del pueblo sólo de manera formal porque en los hechos está al servicio de la oligarquía nacional y extranjera. Los grandes recursos financieros que de esta empresa se generan sólo hacen usufructo el grupo de oligarcas que impusieron a Calderón en los Pinos, recursos dilapidados por toda laya de funcionarios y políticos corruptos que han hecho grandes fortunas económicas a la sombra del poder.No es con el incremento de la militarización y el exceso de presupuesto en el rubro de seguridad nacional, al CISEN y a los grupos de inteligencia militar y policíaca como detendrán el creciente descontento popular en nuestro país, porque éste es consecuencia directa de la política económica neoliberal y las medidas fascistas impulsadas por la ultraderecha, por ello, constituye una falacia argumentar que se requiere reforzar las diferentes estructuras de inteligencia civil y militar. Hacerlo así es hacer eco a las pretensiones y exigencias de la ultraderecha, fortalecer el monstruo de las fuerzas armadas que le ha dado vida Calderón, monstruo que hoy actúa sin control e impunemente deteniendo arbitrariamente, asesinando, desapareciendo y torturando a luchadores sociales, defensores de los derechos humanos y a los revolucionarios.
Hemos insistido una y otra vez que no somos partidarios ciegos de la violencia, amamos sobre todo la vida y la paz, pero ante la ofensiva fascista no podemos permanecer en la indiferencia, la indefensión y la sumisión, hacerlo así sería capitular y dejar en el abandono a nuestro pueblo, allanarle el camino a la ultraderecha para que siga perpetrando sus crímenes de lesa humanidad para borrar físicamente toda expresión de inconformidad y oposición política ya sea progresista o revolucionaria. En eso consiste el peligro de permitir la profundización de la guerra sucia, con ello nadie estará a salvo de la represión, de los crímenes de lesa humanidad.
Para quienes aún consideran que nuestro accionar desatará la represión y la criminalización de la lucha social, insistimos una y otra vez que es una apreciación equivocada porque desde el arribo de la ultraderecha al poder la violencia desde el Estado se ha venido incrementando, llegando a constituirse con el actual gobierno calderonista en política de gobierno y práctica fascista como método para contener el descontento popular que amenaza con desbordarse en estallido social.
La represión ya existía antes de nuestro accionar, es absurdo sostener que por nuestra acción de autodefensa se desatará la persecución a luchadores sociales y defensores de los derechos humanos. El gran pretexto para militarizar el país y para criminalizar toda expresión de protesta y lucha social fue el invento del combate a la delincuencia y al crimen organizado, la sobredimención de este fenómeno inherente al sistema económico y al régimen neoliberal impulsado fanáticamente por la ultraderecha. Luego entonces sostener lo primero simplemente es insostenible. La violencia siempre ha sido y ha venido de parte del Estado, los revolucionarios sólo hacemos el uso legítimo de la autodefensa.
En todo este tiempo hemos sido sumamente prudentes y pacientes, esperando y dando lugar y espacio para que sean presentados con vida nuestros compañeros, actitud política menospreciada y mal interpretada como sinónimo de debilidad, cuya única respuesta de este gobierno y el séquito de funcionarios ha sido “ni los veo, ni los oigo”, mientras que a nuestros compañeros se les sigue martirizando en el potro de la tortura para satisfacer los bajos instintos de los altos funcionarios que componen el gabinete de seguridad. Tan prudentes hemos sido que en Veracruz pospusimos nuestro accionar para que quienes aún creen en la lucha electoral se expresaran libremente y para que no se nos tomara como pretexto y argumento para justificar el alto abstencionismo político que significa el rechazo al régimen político y económico, un desconocimiento tácito de la “joven” democracia que vive el país.
Por eso resulta inaceptable la sugerencia de “conducirnos” por medios menos radicales, sin hacer uso de la autodefensa, pero el pueblo debe saber que esa etapa a pesar de nuestra voluntad política fue agotada con la emisión de comunicados de las diferentes estructuras estatales de nuestro partido en donde pedimos la presentación con vida de nuestros compañeros y cuya respuesta siempre fue la indolencia gubernamental y el incremento de operativos contrainsurgentes que buscaban aniquilarnos a toda costa.
Para una parte importante de nuestro pueblo sí hay justificación histórica y concreta para la organización e impulso de un cambio profundo a través de una nueva revolución, la violencia de “los de abajo” siempre es el último recurso al que recurre el pueblo para generar los grandes cambios en el país, y hoy todo indica que un estallido social sí es posible y existen las condiciones tanto objetivas como subjetivas. Estallido social que sólo los medrosos y quienes tienen compromisos con el régimen temen sobremanera.
Esquizofrénico resulta el argumento del autoatentado sostenido por algunos políticos que ven moros con tranchete en donde no los hay, suponiendo coincidencias sospechosas de nuestro accionar cuando hay temas de relevancia, aduciendo además que no “nos han tocado”. Omiten que hemos sido más que prudentes y que pedimos a nuestro pueblo la oportunidad de cambiar de táctica ante los crímenes de lesa humanidad que se estaban cometiendo, porque la desaparición, SIN COMILLAS, de nuestros compañeros es un hecho real y concreto que vivimos no sólo nosotros, sino también varios luchadores sociales con diferentes posiciones políticas.
Hipócritas y demagógicas resultan las declaraciones de quien usurpa la presidencia del país y se presenta como el gran demócrata, porque precisamente este gobierno está empeñado en cerrar paso al campo de las ideas progresistas, porque mientras invoca a la discusión política, a la lucha en el campo de las ideas, dentro del marco de la ley y las instituciones promueve la guerra sucia, el terrorismo de Estado y deja manos libres a la cúpula militar y policíaca para cometer crímenes de lesa humanidad, en la lógica de que todo se justifica en aras de defender los intereses oligárquicos.
Nuestra demanda y los motivos de nuestro accionar es legítima, no es algo que no esté al alcance del actual gobierno, ¡PRESENTEN VIVOS A NUESTROS COMPAÑEROS! y las acciones de autodefensa pararán. No aceptamos por ningún motivo el argumento que la desaparición física de nuestros compañeros es producto de pugnas y ajustes internos entre revolucionarios, eso es una calumnia montada y difundida desde los órganos de inteligencia militar para encubrir la responsabilidad de este gobierno.No culpen a inocentes de nuestras acciones, no vinculen con nosotros a quienes no tienen compromiso con nosotros, no inculpen o criminalicen a quienes se solidarizan con la exigencia de la presentación con vida de los detenidos-desparecidos, no inventen supuestos vínculos o voceros en investigadores y académicos que asumen un trabajo dentro de su profesión académica. Hacerlo sólo confirma la ruta hacia el fascismo que está adoptando este gobierno.Si el gobierno de Calderón se empeña en impulsar una nueva ofensiva represiva contra el pueblo organizado o no organizado, todos, progresistas y revolucionarios debemos cerrar filas contra el terrorismo de Estado, contra la reedición de la guerra sucia, que sólo podremos enfrentar con la combinación de todas las formas de lucha.
¡VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS!
¡A EXIGIR LA LIBERTAD DE TODOS LOS PRESOS POLITICOS Y DE CONCIENCIA DEL PAIS!
¡POR LA PRESENTACION DE TODOS LOS DETENIDOS DESAPARECIDOS!
¡POR LA REVOLUCION SOCIALISTA!
¡VENCER O MORIR!
¡POR NUESTROS CAMARADAS PROLETARIOS!
¡RESUELTOS A VENCER!
¡CON LA GUERRA POPULAR!
¡EL EPR TRIUNFARA!
COMITÉ CENTRALDELPARTIDO DEMOCRÁTICO POPULAR REVOLUCIONARIO.
PDPR COMANDANCIA GENERAL DEL EJÉRCITO POPULAR REVOLUCIONARIO CG-EPR
Año 43República Mexicana, a 13 de septiembre de 2007.
Fuente: Cedema.org
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