22 dic 2007

Acteal


Numeralia de la impunidad
Publicada en La Jornada, 22/12/2007;
Fuente: Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas
Son cinco las causas penales abiertas con motivo de la masacre de Acteal contra 87 involucrados y 15 funcionarios en las que fueron procesados en el fuero federal 15 ex servidores públicos de bajo nivel.
Funcionarios
•El edil de Chenalhó en 1997 (Jacinto Arias Cruz) por homicidio calificado, lesiones calificadas y portación de arma de fuego sin licencia y de uso exclusivo de las fuerzas armadas. Fue condenado a 36 años y tres meses de prisión.
•El general retirado Julio César Santiago Díaz, jefe de asesores de la coordinación general de la policía de Chiapas, y los agentes de seguridad pública estatal Roberto García Rivas y Roberto Martín Méndez Gómez, condenados a ocho años de prisión por homicidio y lesiones por omisión.
•Felipe Vázquez Espinosa, suboficial de seguridad pública encargado en Los Chorros, condenado a tres años nueve meses por portación y posesión de arma de fuego de uso exclusivo de las fuerzas armadas. Libre bajo caución.
•Siete agentes de seguridad pública del estado, condenados a tres años por portación de armas de uso militar y libres por sustitución de pena por trabajos en favor de la comunidad.
•Mariano Pérez Ruiz, militar a quien la PGR señala que se encontraba de “vacaciones” al momento de cometer el delito de portación de arma de uso exclusivo del Ejército, cuatro años de prisión.
•Absalón Gordillo Díaz, jefe de seguridad pública del estado en Majomut, condenado a siete años por portación de arma militar.
•Roberto Arcos Jiménez, agente del Ministerio Público, condenado a dos años por portación de arma sin licencia.
•Pendientes de ejecutar dos órdenes de aprehensión contra funcionarios de ese entonces: Jorge Gamboa Solís, coordinador de la policía estatal, y Jose Luis Rodríguez Orozco, director de la policía de seguridad pública estatal.
•Civiles, todos indígenas adultos
•Seis absueltos por falta de elementos, pese a que fueron reconocidos por sobrevivientes y testigos de cargo (juzgados en el fuero federal).
•27 purgando penas de entre 35 y 40 años; sentencias confirmadas.
•31 sentenciados a 26 años de prisión, con apelación pendiente.
•18 condenados a 25 años de prisión en segunda instancia.
•2 condenados a 25 años de prisión, pero liberados por razones de edad y salud.
•2 esperan sentencia de primera instancia, pues hubo reposición de procedimiento.
•Uno falleció por enfermedad en el transcurso del proceso.
En estos casos el delito es homicidio calificado, lesiones calificadas, portación de arma de fuego sin licencia y de uso exclusivo de las fuerzas armadas. (El Ministerio Público consignó por asociación delictuosa, pero en apelaciones se tuvo por no acreditado este delito.)
Pendientes: 27 órdenes de aprehensión contra civiles indígenas y reparación de daños.
Procesos administrativos contra funcionarios de la época:
•Cuatro absueltos: Antonio Pérez Hernández, Ramiro Sánchez, Ricardo Alvarado y Marco Antonio Jiménez.
•Iturbide Rincón Luna, segundo oficial de seguridad pública, inhabilitado por seis años.
•Ocho inhabilitados por cinco años: Jorge Enrique Hernández Aguilar, David Gómez Hernández, el militar retirado José Luis Rodríguez Orozco (con orden de aprehensión pendiente), Roberto García Rivas y Roberto Martín Méndez Gómez.
•El general Jorge Gamboa Solís, inhabilitado por 10 años, con orden de aprehensión pendiente de ejecutarse.
•La inhabilitación por ocho años para cuatro funcionarios –el subsecretario general del Gobierno Uriel Jarquín Gálvez (hoy asesor de la bancada del PRD en Michoacán), el jefe de asesores de la Coordinación General de la Policía del Estado Julio César Santiago Díaz, el secretario general de Gobierno Homero Tovilla Cristiani y el procurador General de Justicia del Estado, Marco Antonio Besares Escobar– ya prescribió.

Religión frente a nacionalismo

  • Religión frente a nacionalismo/Said Aburish, escritor y biógrafo de Sadam Husein. Autor de Nasser, el último árabe
Publicado en LA VANGUARDIA, 22/12/2007;
Entre las numerosas guerras y conflictos que rugen sin freno en Oriente Medio - los estadounidenses contra Al Qaeda en Iraq, la OTAN contra los talibanes en Afganistán, el enfrentamiento entre chiíes y suníes en toda la región, el desafío kurdo al Estado turco-, la guerra silenciosa entre el islam y el nacionalismo es probablemente el conflicto más importante y activo en la actualidad.
Esta guerra comenzó entre Gamal Abdel Naser de Egipto y los Hermanos Musulmanes en los años cincuenta. Naser se entregó de lleno a la causa de la unidad árabe y fomentó un socialismo moderado adaptado a las circunstancias de una sociedad musulmana.
Cuando Naser intentó aplicar un programa de reforma agraria en Egipto, los Hermanos Musulmanes, que contaban con millones de seguidores, se enfrentaron a él e intentaron asesinarle. Naser - fiel musulmán y casi un pacifista pese a su formación militar- intentó en un principio alcanzar un acuerdo para compartir el poder con este movimiento. Incapaz de satisfacer sus demandas, los aplastó, ahorcó a algunos de sus líderes y encarceló a miles de seguidores. El enfrentamiento perduró hasta que Naser murió en 1970.
Los métodos de Naser ofrecen buen número de lecciones. En primer lugar, su primera baza fue su personalidad. A diferencia de los gobiernos contra los que actualmente combaten los islamistas, Naser no estaba manchado por prácticas corruptas y no era blanco fácil de la propaganda de sus oponentes. En segundo lugar, Naser se valió de las enseñanzas del islam contra ellos. Al señalar a los islamistas como enemigos de la reforma agraria y antiguos partidarios del rey Faruq, persuadió al mundo árabe de que los islamistas eran un movimiento político retrógrado.
Arabia Saudí y Estados Unidos salvaron a los fundamentalistas musulmanes de una derrota segura. Ambos gobiernos se enfrentaron a Naser y apoyaron financiera y políticamente al citado movimiento. Arabia Saudí impulsó la Conferencia Islámica, una organización abiertamente contraria a Naser; Estados Unidos respaldó los esfuerzos saudíes y buscó, incluso, un Billy Graham (un predicador evangélico estadounidense muy popular) musulmán para reemplazar a Naser. La presión de Naser había provocado divisiones en los propios Hermanos Musulmanes dando paso a un ramillete de pequeños movimientos que actuaban en cada país: la rama siria en Siria, la iraquí en Iraq…
A finales de los setenta y principios de los ochenta el movimiento había recobrado fuerzas de forma que podía optar de nuevo por el poder. En Arabia Saudí, en 1979, islamistas armados ocuparon la gran mezquita en La Meca a lo largo de 12 días. Tras el episodio hubo un levantamiento en la ciudad siria de Hama. El régimen laico de Damasco rodeó la ciudad con unidades del ejército y la bombardeó durante una semana. Murieron de 10.000 a 25.000 insurrectos.
La tercera manifestación de violencia islámica fue el asesinato del presidente egipcio Anuar el Sadat, tiroteado por miembros del grupo musulmán Al Tafkir Wal Hajra, desgajado de los Hermanos Musulmanes. Hubo brotes de violencia en varias ciudades pero los islamistas fueron reprimidos.
Todo ello originó una reacción regional de los gobiernos árabes contra los islamistas. Las fuerzas de seguridad de Jordania, Siria, Iraq, Arabia Saudí y otros países comenzaron la operación de aplastar a los islamistas. No tuvieron tanto éxito como Naser porque los gobiernos respectivos eran corruptos y fácil blanco de críticas, pero infligieron potentes golpes a los islamistas.
Luego vino la cuestión de Afganistán.
Mientras los islamistas intentaban derrocar diversos gobiernos árabes, la URSS invadió Afganistán. Estados Unidos quería parar los pies a los comunistas pero sin emplear sus propias fuerzas armadas. Arabia Saudí no quería ver a los rusos allí. Los islamistas, temerosos de una derrota completa, se ofrecieron para combatir a los rusos. Las tres fuerzas - EE. UU., Arabia Saudí y los islamistas- resucitaron la antigua alianza. Arabia Saudí apoyó a los islamistas para combatir en Afganistán y EE. UU. les dio armas e instrucción. Bin Laden estaba entre los que lucharon en Afganistán y recibió ayuda saudí y de la CIA.
Cuando los rusos derrotados salieron de Afganistán en 1989, dejaron el país en manos de miles de islamistas entrenados militarmente. Los islamistas afganos volvieron a casa para enfrentarse a sus antiguos patrocinadores. Sabían que EE. UU. y sus aliados acabarían por convertirse en su enemigo. En Arabia Saudí volaron la sede de la misión militar estadounidense, los cuarteles de Jobar. Y, en último término, obligaron a los estadounidenses a salir del país.
Los islamistas son lo bastante fuertes como para luchar contra EE. UU. en Iraq y Afganistán y para cometer actos terroristas en Egipto y Arabia Saudí. Además, Hamas, que ganó las elecciones en Gaza y Cisjordania, y Hizbulah, en Líbano, son los héroes del mundo árabe por su acción contra Israel en verano del 2006. Además, Irán - mayor país chií del planeta- está presto a apoyar a grupos islámicos contra EE. UU. y Occidente, y ayuda financieramente a Hamas.
El primer ministro iraquí, Al Maliki, es miembro de Dawa, partido islámico con estrechos lazos con Irán. Hasta Turquía tiene hoy un primer ministro islámico.
Los movimientos islámicos crecen y trabajan por la unidad. Desean aparcar sus diferencias y colaborar entre sí. En la actualidad, los gobiernos de Arabia Saudí, Líbano, Egipto e Iraq no pueden enfrentarse a los islamistas. De hecho, no podrán hacerlo por el fuerte sentimiento antiestadounidense generado por Palestina, Iraq y Afganistán. En cuanto a las implicaciones de este panorama, no tenemos más que pensar en un conflicto musulmán-israelí en lugar de un conflicto árabe-israelí. Una victoria islámica, por lo demás, revertiría en el agravamiento de muchos otros conflictos.

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