Intervención de Julio César Cleto Cobos, Presidente del Honorable Senado de la Nación, en la Sesión Solemne en el Congreso de la Nación Argentina
Martes, 25 de Noviembre de 2008 Discurso
Buenos Aires, Argentina
Señor Presidente de la República hermana de México, don Felipe Calderón Hinojosa.
Es un honor en este Congreso, en esta Asamblea Legislativa recibirlos.
Queremos darle la bienvenida a usted, a su señora esposa y a la distinguida comitiva que lo acompaña.
Creo que es justo destacar que las relaciones entre ambos países pasan por, quizás, su mejor momento. Países que los une una historia común, tradiciones, religión y hasta un mismo lenguaje, y que nos convoca seguramente, un desafío de construir un futuro promisorio para el bien de nuestros pueblos.
Por eso, celebramos realmente los acuerdos que se han alcanzado a nivel público y privado entre ambos países en vida de promover el desarrollo, crecimiento e integración de ambas naciones y a su vez, y al mismo tiempo, combatir con los flagelos que hoy tiene la humanidad y el mundo, como es la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico.
Quiero también aprovechar esta oportunidad para expresar mi reconocimiento al pueblo mexicano, que supo albergar, en momentos difíciles de nuestra historia, a muchos argentinos que construyeron y ayudaron a construir también ese gran país que usted dirige y que esperaron volver en momentos la democracia a nuestro querido país.
Sin duda que su presencia en nuestro país ha despertado una gran expectativa, pero una mayor expectativa es poder escucharlo a usted. Por eso invito a dirigirse a los señores senadores y diputados, como así también al pueblo argentino.
Bienvenido, señor Presidente.
***
Martes, 25 de Noviembre de 2008 Discurso
Buenos Aires, Argentina
Señor Presidente de la República hermana de México, don Felipe Calderón Hinojosa.
Es un honor en este Congreso, en esta Asamblea Legislativa recibirlos.
Queremos darle la bienvenida a usted, a su señora esposa y a la distinguida comitiva que lo acompaña.
Creo que es justo destacar que las relaciones entre ambos países pasan por, quizás, su mejor momento. Países que los une una historia común, tradiciones, religión y hasta un mismo lenguaje, y que nos convoca seguramente, un desafío de construir un futuro promisorio para el bien de nuestros pueblos.
Por eso, celebramos realmente los acuerdos que se han alcanzado a nivel público y privado entre ambos países en vida de promover el desarrollo, crecimiento e integración de ambas naciones y a su vez, y al mismo tiempo, combatir con los flagelos que hoy tiene la humanidad y el mundo, como es la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico.
Quiero también aprovechar esta oportunidad para expresar mi reconocimiento al pueblo mexicano, que supo albergar, en momentos difíciles de nuestra historia, a muchos argentinos que construyeron y ayudaron a construir también ese gran país que usted dirige y que esperaron volver en momentos la democracia a nuestro querido país.
Sin duda que su presencia en nuestro país ha despertado una gran expectativa, pero una mayor expectativa es poder escucharlo a usted. Por eso invito a dirigirse a los señores senadores y diputados, como así también al pueblo argentino.
Bienvenido, señor Presidente.
***
El Presidente Calderón en su participación en la Sesión Solemne en el Congreso de la Nación
Martes, 25 de Noviembre de 2008 Discurso
Buenos Aires, Argentina
Distinguido Senador Julio César Cleto Cobos, Presidente del Honorable Senado y Vicepresidente de la República Argentina.
Distinguido Diputado Eduardo Fellner, Presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina.
Distinguidas y distinguidos legisladores:
Es un honor para mí estar en la más alta tribuna de esta gran Nación. Agradezco las expresiones de afecto con las que el Congreso argentino me recibe. Desde este recinto transmito a los representantes populares y por su conducto a todas las argentinas y los argentinos, un saludo fraterno del pueblo y del Gobierno de México.
Vengo al Congreso a refrendar la voluntad del pueblo y del Gobierno de México de hermanar aún más y de manera definitiva nuestras historias y nuestros destinos; porque México y Argentina somos parte de una misma realidad, somos dos naciones que, como bien ha dicho el Presidente, compartimos una raíz común de historia, de valores, de lengua, de creencias, de tradiciones.
Somos dos naciones que a lo largo de esta historia y quizá, particularmente en los años recientes, como diría el gran Julio Cortázar: andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.
Entre Argentina y México existe una fuerte identidad que se sobrepone a la distancia y se nutre de un entendimiento noble y permanente. Nuestros pueblos comparten antecedentes comunes en su despertar como naciones independientes, en su lucha contra intervenciones extranjeras, también.
Y de estos procesos siempre, siempre han surgido triunfantes como repúblicas soberanas. En el pensamiento y en el legado del libertador José de San Martín, y de los libertadores mexicanos Miguel Hidalgo y José María Morelos, mexicanos y argentinos tenemos el más firme sustento por nuestra defensa de la libertad, de la democracia y de la justicia.
Los gestos de amistad y de solidaridad entre nuestros países tienen una historia larga; cito uno: En 1867, al tiempo que Benito Juárez, Presidente de México y Benemérito de las Américas, luchaba por restaurar la República en México frente a la intervención francesa, vecinos de una localidad de la provincia de Buenos Aires se erigieron, precisamente, en el Municipio de Benito Juárez, que este año cumplió 141 años de fundación.
Más allá de la sólida vinculación entre nuestros pueblos, México y Argentina son las fronteras de una gran región unida por valores, intereses y aspiraciones comunes. Somos las fronteras de esta gran Nación que es Latinoamérica.
Aquí, más de 560 millones de latinoamericanos trabajamos cotidianamente por una comunidad de hombres y mujeres libres, una comunidad de naciones democráticas integradas, justas y prósperas.
Argentina y México estamos orgullosos de nuestra historia y nuestra cultura, de nuestros lazos de afecto y de amistad, y al propio tiempo, no basta eso, sino que tenemos la mirada puesta en el futuro común.
Hoy comparto con ustedes algunas reflexiones sobre lo que estamos haciendo en México, impulsando a nuestra Nación a su transformación, que le permita en el futuro alcanzar la justicia, la libertad, la democracia plena y la prosperidad.
Y en ese espíritu y en esa aspiración, Argentina y todos los pueblos de América Latina juegan un papel estratégico para mi país.
En México sabemos que enfrentamos problemas complejos, pero estamos decididos a enfrentarlos y a resolverlos, no a eludirlos ni a minimizarlos. Sabemos que es urgente tomar las decisiones y hacer los cambios que nos permitan conducir a México a un futuro distinto y mejor. Y por eso trabajamos en una tarea de verdadera transformación del país.
Los mexicanos hemos decidido avanzar hacia la consolidación de nuestra democracia y con pleno respeto a los derechos humanos. Queremos consolidar la economía para que produzca y pueda dar prosperidad a nuestra gente.
Y sabemos en ello que el mercado es necesario pero que no basta. Sabemos que la economía de mercado es condición necesaria, pero no es condición suficiente para generar condiciones de vida digna y verdaderamente humana, y que, en consecuencia, se requiere la acción rectora y rectificadora del Estado para regular y corregir las enormes desigualdades que viven nuestros pueblos.
Por eso buscamos fortalecer, sí, una economía de mercado y de comercio libre, pero al propio tiempo, establecemos políticas sociales firmes, activas, responsables.
Buscamos para México y para nuestros pueblos un desarrollo humano sustentable, que permita a los nuestros tener una vida digna, con libertades y oportunidades más amplias, pero sin que eso comprometa ni ponga en riesgo a las generaciones futuras.
Y para conquistar nuestras metas y nuestros anhelos hemos integrado una agenda en varios frentes:
En primer lugar. Queremos hacer de México un país de leyes, un país donde se cumpla la ley y se haga cumplir, porque la legalidad es la norma básica de la convivencia.
Y por eso, precisamente, libramos una batalla frontal para cumplir la ley, una guerra frontal contra la delincuencia organizada y, para ello, usamos toda la fuerza del Estado porque sabemos que el futuro de México depende de la capacidad de que su ley prevalezca sobre los intereses criminales.
En esa lucha, debo decir que hemos contado con el apoyo del Poder Legislativo mexicano y del Judicial. Hace unos meses se aprobó una reforma constitucional trascendental para la vida del país, que modernizará la procuración y la impartición de justicia penal.
Dejaremos atrás el tradicional sistema inquisitorial y daremos paso a uno adversarial de juicios orales, con mayor transparencia y celeridad en la justicia.
Y a la vez, con esa Reforma, hemos fortalecido a la autoridad para cerrarle el paso a la delincuencia.
Nuestro objetivo es claro: salvaguardar la libertad y la seguridad de los mexicanos, y no sólo de los mexicanos, sino de cualquiera que visita a México o cualquiera que invierta en nuestro país.
Por otra parte, hemos emprendido una lucha denodada contra la corrupción; el pueblo de México sabe el compromiso del Gobierno Federal contra la corrupción.
Por eso la Operación Limpieza que ha emprendido mi Gobierno está depurando y fortaleciendo las instituciones de procuración de justicia y de seguridad pública.
En esta batalla la cooperación internacional es fundamental, pues las redes del crimen organizado, sea de tráfico de drogas, de armas o de personas, son redes que operan internacionalmente, que son globales y que no respetan fronteras.
Por ello, Argentina y México debemos estrechar nuestra colaboración en este frente y unir fuerzas contra quienes atentan contra la vida, la seguridad, la salud o el patrimonio de nuestros pueblos.
En segundo lugar. El Gobierno mexicano impulsa una política económica dirigida a fortalecer el crecimiento y la competitividad del país. Buscamos tener una economía competitiva y generadora de empleos y por ello hemos promovido reformas estructurales que preservan nuestra estabilidad económica, y al mismo tiempo, fortalecen nuestras perspectivas de futuro.
También, con el respaldo del Congreso hemos concretado reformas estructurales que se habían pospuesto, en algunos casos durante décadas.
Por ejemplo, se aprobó una Reforma al régimen de pensiones de los trabajadores del sector público y una Reforma Hacendaria, que amplía la capacidad de recaudación del Estado mexicano.
Estas dos reformas han puesto a salvo las finanzas públicas del país en el mediano y largo plazo, y nos permitirán enfrentar con mayor contundencia y con políticas de expansión contracíclico del gasto, la coyuntura que enfrentamos en el corto plazo.
Y más recientemente, una reforma para fortalecer a Petróleos Mexicanos. Con ello PEMEX, la empresa de México, podrá recuperar el camino para la exploración y producción de petróleo y gas natural.
Sabemos que con esa reforma, México recuperará su lugar de verdadera potencia petrolera en el mundo.
Por otra parte, señoras y señores legisladores, ante la desaceleración de la economía mundial, y particularmente de los Estados Unidos, vecino del norte de México, hemos adoptado medidas contracíclicas para mantener nuestro crecimiento.
Entre ellas destacan, por una parte, el incremento del gasto público, el fortalecimiento de la promoción de infraestructura pública y privada, que nos permitirá llevar el gasto en infraestructura nacional, del tres por ciento del Producto Interno Bruto a más del cinco por ciento.
Para hacer frente a la situación económica internacional, tanto México como Argentina participamos hace algunos días en la Cumbre de Líderes del Grupo de los 20, en Washington, que es el foro por excelencia para el rediseño indispensable del sistema financiero internacional.
Tanto ahí, como en el Foro Asia-Pacífico para la Cooperación Económica, la APEC, celebrado este fin de semana en Perú, México propuso trabajar en varios frentes al mismo tiempo.
Primero. Acelerar las medidas que aseguren la contención de la crisis financiera y reduzcan su impacto en la economía global, minimizando el efecto de contagio.
Segundo. Que de manera armónica y coordinada, los países adoptemos políticas fiscales expansionistas, que nos permitan compensar en el corto plazo la caída de consumo e inversión privada.
Tercero. Reformar los sistemas financieros internacionales, para que se reconozca el importante rol de las economías emergentes en la toma de decisiones de la economía global.
Cuarto. Que evitemos a toda costa el resurgimiento del proteccionismo, pues su eventual aparición sólo conduciría, como ocurrió en 1929, a agravar las consecuencias y a provocar una crisis económica global mucho más profunda.
También en la estrategia económica, Argentina es un socio vital con el que queremos seguir avanzando juntos. Estamos convencidos de que podemos intensificar nuestro intercambio económico y nuestra cooperación para el desarrollo.
En esta Visita de Estado he podido comprobar que el interés es recíproco, y prueba de ello es que Argentina y México suscribimos ayer no uno, sino varios acuerdos de cooperación en materia económica y en otras materias.
En tercer lugar. El Gobierno de México ha asumido un compromiso con la igualdad de oportunidades y la reducción y, finalmente, erradicación de la pobreza extrema en el mediano plazo.
Estamos encarando este desafío con políticas sociales responsables y activas, destinando recursos sin precedentes al desarrollo social y humano de México. En especial, hemos tomado medidas extraordinarias para aumentar al gasto social en educación y en combate a la pobreza extrema.
Hoy, más de cinco millones de familias, las más pobres de México, reciben una transferencia directa del Estado que les permite, a la vez de tener un ingreso, llevar a los niños a la escuela y con el médico.
Hemos impulsado programas de Seguro Médico para una Nueva Generación, donde cada niña y cada niño mexicano que nace tiene garantizado médico, medicinas y tratamiento.
Y esperamos, con la multiplicación del gasto en materia de salud, que para el Bicentenario de la Independencia de México alcancemos la meta de cobertura universal: médico, medicinas y tratamiento médico para toda mexicana y para todo mexicano.
Estamos actuando también para garantizar el abasto de productos básicos a precios justos en zonas marginadas, y hemos aumentado la ayuda económica que reciben las familias más pobres en compensación con el alza de precios alimentarios recientemente.
Argentina, como uno de los principales productores de alimentos del mundo, es para México un actor clave que asegure, precisamente, que el tema del desarrollo y la lucha contra la pobreza, puedan sostenerse en el marco de una agenda internacional.
En cuarto lugar. Señoras y señores legisladores, externo el compromiso de México con nuestra casa común: el mundo y, específicamente, con el medio ambiente.
México ha implementado una estrategia nacional contra el cambio climático, y es la primera Nación en desarrollo que ha presentado ya tres reportes de emisiones de carbono a las Naciones Unidas.
Hemos propuesto integrar un Fondo Verde, que permita disponer de recursos especiales para financiar programas de reducción de emisiones, de eficiencia energética o de adaptación al cambio climático.
Es un problema global que exige soluciones globales. Sé que Argentina lo sufre porque el impacto del calentamiento global está, como se preveía, por desgracia, hace muchos años, derritiendo glaciales y acabando con las cumbres nevadas de Los Andes.
Sé que argentinos y mexicanos compartimos el compromiso de trabajar juntos por encontrar respuestas a éste que, estoy seguro, será uno de los desafíos más grandes, el desafío ambiental para la humanidad.
Un Premio Nobel mexicano, el querido doctor Mario Molina, ha dicho que el combate contra el calentamiento global requiere de firmeza para tomar medidas de ahorro y eficiencia energética; tesón, para no darse por vencido ante un problema de esta magnitud; y colaboración de todos los países para reducir las consecuencias a largo plazo.
En quinto lugar y finalmente. Estamos ejerciendo una política exterior activa en los foros multilaterales y en todas las regiones, pero particularmente en Latinoamérica.
México está consciente de su papel estratégico al interior de América Latina y del Caribe. Está consciente, en especial, de la alta responsabilidad que tiene, junto con Argentina, de afianzarse como sólidos ejes de la integración regional.
Señalé en mi discurso de toma de posesión, y lo reiteramos en los hechos: América Latina es prioritaria para México en su actuar en el mundo.
Esta es la región que más he visitado como Presidente; esta es la región a la que hemos destinado más acciones de cooperación.
La vocación de la diplomacia del México actual es Latinoamérica.
Nos une una historia común: el idioma de Cervantes y el de Borges, y el de Paz y el de Mistral. Y al acercarnos a la celebración de 200 años de nuestras independencias, yo les propongo, señoras y señores legisladores, que sepamos mirar juntos al futuro, que hagamos después de tantos ensayos y de tantos fracasos, hagamos realidad ahora la integración de nuestra América Latina.
La unión latinoamericana será, sin duda, la mejor manera de encarar no sólo la crisis económica y financiera que enfrentamos, sino todos los desafíos del futuro en esta era global.
Animado por esta convicción latinoamericana, hemos dado un impulso también sin precedente a la transformación de Mesoamérica, que abarca el sitio donde se asentaron las culturas precolombinas desde el Trópico de Cáncer, en México, hasta las fronteras de Colombia.
Hace unos meses, precisamente México, los países de Centroamérica y Colombia, acordamos relanzar nuestros proyectos de cooperación en el marco de un nuevo proyecto al que llamamos: Proyecto Mesoamérica. Se trata de una alianza estratégica para potenciar la conectividad, la competitividad y particularmente el desarrollo social de nuestros pueblos.
Con ese mismo espíritu, México asumió con honor y con responsabilidad la Secretaría Pro Témpore del Grupo de Río; lo hacemos convencidos de que América Latina debe ser un actor y no un espectador frente a los grandes retos y transformaciones de nuestro tiempo.
El Grupo de Río es un foro privilegiado de diálogo y concertación; diálogo y concertación que son indispensables, precisamente, en el momento en que nuestra región se caracteriza por una gran pluralidad política y por un intenso debate acerca de cuáles pueden ser las mejores vías de desarrollo.
También, uno de los grandes objetivos de nuestro programa de trabajo regional es impulsar la convergencia de los procesos subregionales de integración, desde el Mercosur o el Arco Pacífico o la Integración Centroamericana, y poder cristalizar el anhelo que tenemos muchos latinoamericanos, de contar pronto con una verdadera organización de Estados Latinoamericanos y del Caribe, sin exclusiones.
México hace un llamado a los pueblos hermanos de Latinoamérica y, desde luego, a Argentina, para que aún en las diferencias, y precisamente por ellas, seamos capaces de intensificar nuestra capacidad de diálogo político; que sean, precisamente, las ideas vertidas en el marco del respeto recíproco, lo que haga avanzar a nuestros pueblos hacia el acuerdo; que nos permitan las ideas profundizar los programas, enriquecer los proyectos, fortalecer las iniciativas que merecen, precisamente, de la voluntad conjunta.
Imaginamos nosotros una América Latina a 200 años de sus independencias, enfrentando unida e integrada un destino común.
Hagámoslo dialogando, y al hacerlo estaremos rindiendo homenaje al gran argentino Domingo Faustino Sarmiento que afirmó, precisamente, que las ideas no se matan.
Señoras y señores:
Estoy seguro de que Argentina y México tienen un futuro promisorio y de que ese futuro es común. Esta convicción no sólo se sustenta en la determinación de sus gobiernos para alcanzar los grandes objetivos nacionales que se han planteado, sino también en el trabajo corresponsable con los demás poderes establecidos, en especial con el Legislativo.
En Argentina y México hay Congresos plurales, Congresos responsables y activos, que han asumido un papel de primer orden en la tarea de transformar nuestra realidad.
Por ello, agradezco la presencia de legisladores mexicanos que me acompañan en esta visita, entre otros, el Presidente de la Cámara de Diputados, el Diputado César Duarte.
Es muy alentador que los Congresos de México y de Argentina hayan acordado la conformación de Grupos Parlamentarios de Buena Voluntad, con el claro propósito de enriquecer las políticas públicas de ambas naciones.
Hoy desde aquí, me permito, respetuosamente, convocar a los Congresos a participar en la creación de esquemas de vinculación entre nuestras naciones que correspondan no sólo a la realidad y a la cercanía cultural, afectiva, política de nuestros países, sino, y sobre todo, al extraordinario potencial que juntos podemos desarrollar.
En particular, exhorto a redoblar esfuerzos en favor de la integración y la transformación integral de América Latina y el Caribe: del Río Bravo a la Patagonia, los lazos históricos y culturales que nos unen son indestructibles.
Sé que trabajaremos inspirados por la vigorosa amistad que se profesan argentinos y mexicanos, la misma amistad que unió a Borges y a Alfonso Reyes, la cual supieron cultivar con alegría, con sabiduría, con poesía y con paciencia.
Fue Alfonso Reyes quien dijo, refiriéndose no sólo a nuestro continente, sino en especial a nuestra región, y América aparece como el teatro para todos los intentos de la felicidad humana, para todas las aventuras del bien. América cobra el valor de una reserva de esperanza.
En esta tribuna del pueblo argentino quiero reconocer la enorme contribución del exilio argentino y sudamericano en mi país. Abrimos los brazos a quienes, como el caso de muchos legisladores, perdieron a su padre, perdieron a su hermano y fueron a México precisamente en busca de la vida.
Nuestro país al abrir los brazos se enriqueció pródigamente. Por ello, como señalé ayer, reitero que México ha sido, sigue siendo y será la casa de Argentina y de los argentinos. Es su casa en los tiempos difíciles y también en los buenos tiempos.
Señoras y señores legisladores:
La esperanza es el aliento vital de toda civilización; cerremos filas para cumplir las aspiraciones que compartimos. Se trata de una tarea a la altura de nuestro destino y a la altura del enorme potencial de los pueblos argentino y mexicano, que hoy, en este magnífico recinto, podemos confirmar nuestro afecto y nuestro compromiso de hermandad y de progreso común.
Muchas gracias por su hospitalidad y reciban el saludo del pueblo mexicano.
Martes, 25 de Noviembre de 2008 Discurso
Buenos Aires, Argentina
Distinguido Senador Julio César Cleto Cobos, Presidente del Honorable Senado y Vicepresidente de la República Argentina.
Distinguido Diputado Eduardo Fellner, Presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina.
Distinguidas y distinguidos legisladores:
Es un honor para mí estar en la más alta tribuna de esta gran Nación. Agradezco las expresiones de afecto con las que el Congreso argentino me recibe. Desde este recinto transmito a los representantes populares y por su conducto a todas las argentinas y los argentinos, un saludo fraterno del pueblo y del Gobierno de México.
Vengo al Congreso a refrendar la voluntad del pueblo y del Gobierno de México de hermanar aún más y de manera definitiva nuestras historias y nuestros destinos; porque México y Argentina somos parte de una misma realidad, somos dos naciones que, como bien ha dicho el Presidente, compartimos una raíz común de historia, de valores, de lengua, de creencias, de tradiciones.
Somos dos naciones que a lo largo de esta historia y quizá, particularmente en los años recientes, como diría el gran Julio Cortázar: andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.
Entre Argentina y México existe una fuerte identidad que se sobrepone a la distancia y se nutre de un entendimiento noble y permanente. Nuestros pueblos comparten antecedentes comunes en su despertar como naciones independientes, en su lucha contra intervenciones extranjeras, también.
Y de estos procesos siempre, siempre han surgido triunfantes como repúblicas soberanas. En el pensamiento y en el legado del libertador José de San Martín, y de los libertadores mexicanos Miguel Hidalgo y José María Morelos, mexicanos y argentinos tenemos el más firme sustento por nuestra defensa de la libertad, de la democracia y de la justicia.
Los gestos de amistad y de solidaridad entre nuestros países tienen una historia larga; cito uno: En 1867, al tiempo que Benito Juárez, Presidente de México y Benemérito de las Américas, luchaba por restaurar la República en México frente a la intervención francesa, vecinos de una localidad de la provincia de Buenos Aires se erigieron, precisamente, en el Municipio de Benito Juárez, que este año cumplió 141 años de fundación.
Más allá de la sólida vinculación entre nuestros pueblos, México y Argentina son las fronteras de una gran región unida por valores, intereses y aspiraciones comunes. Somos las fronteras de esta gran Nación que es Latinoamérica.
Aquí, más de 560 millones de latinoamericanos trabajamos cotidianamente por una comunidad de hombres y mujeres libres, una comunidad de naciones democráticas integradas, justas y prósperas.
Argentina y México estamos orgullosos de nuestra historia y nuestra cultura, de nuestros lazos de afecto y de amistad, y al propio tiempo, no basta eso, sino que tenemos la mirada puesta en el futuro común.
Hoy comparto con ustedes algunas reflexiones sobre lo que estamos haciendo en México, impulsando a nuestra Nación a su transformación, que le permita en el futuro alcanzar la justicia, la libertad, la democracia plena y la prosperidad.
Y en ese espíritu y en esa aspiración, Argentina y todos los pueblos de América Latina juegan un papel estratégico para mi país.
En México sabemos que enfrentamos problemas complejos, pero estamos decididos a enfrentarlos y a resolverlos, no a eludirlos ni a minimizarlos. Sabemos que es urgente tomar las decisiones y hacer los cambios que nos permitan conducir a México a un futuro distinto y mejor. Y por eso trabajamos en una tarea de verdadera transformación del país.
Los mexicanos hemos decidido avanzar hacia la consolidación de nuestra democracia y con pleno respeto a los derechos humanos. Queremos consolidar la economía para que produzca y pueda dar prosperidad a nuestra gente.
Y sabemos en ello que el mercado es necesario pero que no basta. Sabemos que la economía de mercado es condición necesaria, pero no es condición suficiente para generar condiciones de vida digna y verdaderamente humana, y que, en consecuencia, se requiere la acción rectora y rectificadora del Estado para regular y corregir las enormes desigualdades que viven nuestros pueblos.
Por eso buscamos fortalecer, sí, una economía de mercado y de comercio libre, pero al propio tiempo, establecemos políticas sociales firmes, activas, responsables.
Buscamos para México y para nuestros pueblos un desarrollo humano sustentable, que permita a los nuestros tener una vida digna, con libertades y oportunidades más amplias, pero sin que eso comprometa ni ponga en riesgo a las generaciones futuras.
Y para conquistar nuestras metas y nuestros anhelos hemos integrado una agenda en varios frentes:
En primer lugar. Queremos hacer de México un país de leyes, un país donde se cumpla la ley y se haga cumplir, porque la legalidad es la norma básica de la convivencia.
Y por eso, precisamente, libramos una batalla frontal para cumplir la ley, una guerra frontal contra la delincuencia organizada y, para ello, usamos toda la fuerza del Estado porque sabemos que el futuro de México depende de la capacidad de que su ley prevalezca sobre los intereses criminales.
En esa lucha, debo decir que hemos contado con el apoyo del Poder Legislativo mexicano y del Judicial. Hace unos meses se aprobó una reforma constitucional trascendental para la vida del país, que modernizará la procuración y la impartición de justicia penal.
Dejaremos atrás el tradicional sistema inquisitorial y daremos paso a uno adversarial de juicios orales, con mayor transparencia y celeridad en la justicia.
Y a la vez, con esa Reforma, hemos fortalecido a la autoridad para cerrarle el paso a la delincuencia.
Nuestro objetivo es claro: salvaguardar la libertad y la seguridad de los mexicanos, y no sólo de los mexicanos, sino de cualquiera que visita a México o cualquiera que invierta en nuestro país.
Por otra parte, hemos emprendido una lucha denodada contra la corrupción; el pueblo de México sabe el compromiso del Gobierno Federal contra la corrupción.
Por eso la Operación Limpieza que ha emprendido mi Gobierno está depurando y fortaleciendo las instituciones de procuración de justicia y de seguridad pública.
En esta batalla la cooperación internacional es fundamental, pues las redes del crimen organizado, sea de tráfico de drogas, de armas o de personas, son redes que operan internacionalmente, que son globales y que no respetan fronteras.
Por ello, Argentina y México debemos estrechar nuestra colaboración en este frente y unir fuerzas contra quienes atentan contra la vida, la seguridad, la salud o el patrimonio de nuestros pueblos.
En segundo lugar. El Gobierno mexicano impulsa una política económica dirigida a fortalecer el crecimiento y la competitividad del país. Buscamos tener una economía competitiva y generadora de empleos y por ello hemos promovido reformas estructurales que preservan nuestra estabilidad económica, y al mismo tiempo, fortalecen nuestras perspectivas de futuro.
También, con el respaldo del Congreso hemos concretado reformas estructurales que se habían pospuesto, en algunos casos durante décadas.
Por ejemplo, se aprobó una Reforma al régimen de pensiones de los trabajadores del sector público y una Reforma Hacendaria, que amplía la capacidad de recaudación del Estado mexicano.
Estas dos reformas han puesto a salvo las finanzas públicas del país en el mediano y largo plazo, y nos permitirán enfrentar con mayor contundencia y con políticas de expansión contracíclico del gasto, la coyuntura que enfrentamos en el corto plazo.
Y más recientemente, una reforma para fortalecer a Petróleos Mexicanos. Con ello PEMEX, la empresa de México, podrá recuperar el camino para la exploración y producción de petróleo y gas natural.
Sabemos que con esa reforma, México recuperará su lugar de verdadera potencia petrolera en el mundo.
Por otra parte, señoras y señores legisladores, ante la desaceleración de la economía mundial, y particularmente de los Estados Unidos, vecino del norte de México, hemos adoptado medidas contracíclicas para mantener nuestro crecimiento.
Entre ellas destacan, por una parte, el incremento del gasto público, el fortalecimiento de la promoción de infraestructura pública y privada, que nos permitirá llevar el gasto en infraestructura nacional, del tres por ciento del Producto Interno Bruto a más del cinco por ciento.
Para hacer frente a la situación económica internacional, tanto México como Argentina participamos hace algunos días en la Cumbre de Líderes del Grupo de los 20, en Washington, que es el foro por excelencia para el rediseño indispensable del sistema financiero internacional.
Tanto ahí, como en el Foro Asia-Pacífico para la Cooperación Económica, la APEC, celebrado este fin de semana en Perú, México propuso trabajar en varios frentes al mismo tiempo.
Primero. Acelerar las medidas que aseguren la contención de la crisis financiera y reduzcan su impacto en la economía global, minimizando el efecto de contagio.
Segundo. Que de manera armónica y coordinada, los países adoptemos políticas fiscales expansionistas, que nos permitan compensar en el corto plazo la caída de consumo e inversión privada.
Tercero. Reformar los sistemas financieros internacionales, para que se reconozca el importante rol de las economías emergentes en la toma de decisiones de la economía global.
Cuarto. Que evitemos a toda costa el resurgimiento del proteccionismo, pues su eventual aparición sólo conduciría, como ocurrió en 1929, a agravar las consecuencias y a provocar una crisis económica global mucho más profunda.
También en la estrategia económica, Argentina es un socio vital con el que queremos seguir avanzando juntos. Estamos convencidos de que podemos intensificar nuestro intercambio económico y nuestra cooperación para el desarrollo.
En esta Visita de Estado he podido comprobar que el interés es recíproco, y prueba de ello es que Argentina y México suscribimos ayer no uno, sino varios acuerdos de cooperación en materia económica y en otras materias.
En tercer lugar. El Gobierno de México ha asumido un compromiso con la igualdad de oportunidades y la reducción y, finalmente, erradicación de la pobreza extrema en el mediano plazo.
Estamos encarando este desafío con políticas sociales responsables y activas, destinando recursos sin precedentes al desarrollo social y humano de México. En especial, hemos tomado medidas extraordinarias para aumentar al gasto social en educación y en combate a la pobreza extrema.
Hoy, más de cinco millones de familias, las más pobres de México, reciben una transferencia directa del Estado que les permite, a la vez de tener un ingreso, llevar a los niños a la escuela y con el médico.
Hemos impulsado programas de Seguro Médico para una Nueva Generación, donde cada niña y cada niño mexicano que nace tiene garantizado médico, medicinas y tratamiento.
Y esperamos, con la multiplicación del gasto en materia de salud, que para el Bicentenario de la Independencia de México alcancemos la meta de cobertura universal: médico, medicinas y tratamiento médico para toda mexicana y para todo mexicano.
Estamos actuando también para garantizar el abasto de productos básicos a precios justos en zonas marginadas, y hemos aumentado la ayuda económica que reciben las familias más pobres en compensación con el alza de precios alimentarios recientemente.
Argentina, como uno de los principales productores de alimentos del mundo, es para México un actor clave que asegure, precisamente, que el tema del desarrollo y la lucha contra la pobreza, puedan sostenerse en el marco de una agenda internacional.
En cuarto lugar. Señoras y señores legisladores, externo el compromiso de México con nuestra casa común: el mundo y, específicamente, con el medio ambiente.
México ha implementado una estrategia nacional contra el cambio climático, y es la primera Nación en desarrollo que ha presentado ya tres reportes de emisiones de carbono a las Naciones Unidas.
Hemos propuesto integrar un Fondo Verde, que permita disponer de recursos especiales para financiar programas de reducción de emisiones, de eficiencia energética o de adaptación al cambio climático.
Es un problema global que exige soluciones globales. Sé que Argentina lo sufre porque el impacto del calentamiento global está, como se preveía, por desgracia, hace muchos años, derritiendo glaciales y acabando con las cumbres nevadas de Los Andes.
Sé que argentinos y mexicanos compartimos el compromiso de trabajar juntos por encontrar respuestas a éste que, estoy seguro, será uno de los desafíos más grandes, el desafío ambiental para la humanidad.
Un Premio Nobel mexicano, el querido doctor Mario Molina, ha dicho que el combate contra el calentamiento global requiere de firmeza para tomar medidas de ahorro y eficiencia energética; tesón, para no darse por vencido ante un problema de esta magnitud; y colaboración de todos los países para reducir las consecuencias a largo plazo.
En quinto lugar y finalmente. Estamos ejerciendo una política exterior activa en los foros multilaterales y en todas las regiones, pero particularmente en Latinoamérica.
México está consciente de su papel estratégico al interior de América Latina y del Caribe. Está consciente, en especial, de la alta responsabilidad que tiene, junto con Argentina, de afianzarse como sólidos ejes de la integración regional.
Señalé en mi discurso de toma de posesión, y lo reiteramos en los hechos: América Latina es prioritaria para México en su actuar en el mundo.
Esta es la región que más he visitado como Presidente; esta es la región a la que hemos destinado más acciones de cooperación.
La vocación de la diplomacia del México actual es Latinoamérica.
Nos une una historia común: el idioma de Cervantes y el de Borges, y el de Paz y el de Mistral. Y al acercarnos a la celebración de 200 años de nuestras independencias, yo les propongo, señoras y señores legisladores, que sepamos mirar juntos al futuro, que hagamos después de tantos ensayos y de tantos fracasos, hagamos realidad ahora la integración de nuestra América Latina.
La unión latinoamericana será, sin duda, la mejor manera de encarar no sólo la crisis económica y financiera que enfrentamos, sino todos los desafíos del futuro en esta era global.
Animado por esta convicción latinoamericana, hemos dado un impulso también sin precedente a la transformación de Mesoamérica, que abarca el sitio donde se asentaron las culturas precolombinas desde el Trópico de Cáncer, en México, hasta las fronteras de Colombia.
Hace unos meses, precisamente México, los países de Centroamérica y Colombia, acordamos relanzar nuestros proyectos de cooperación en el marco de un nuevo proyecto al que llamamos: Proyecto Mesoamérica. Se trata de una alianza estratégica para potenciar la conectividad, la competitividad y particularmente el desarrollo social de nuestros pueblos.
Con ese mismo espíritu, México asumió con honor y con responsabilidad la Secretaría Pro Témpore del Grupo de Río; lo hacemos convencidos de que América Latina debe ser un actor y no un espectador frente a los grandes retos y transformaciones de nuestro tiempo.
El Grupo de Río es un foro privilegiado de diálogo y concertación; diálogo y concertación que son indispensables, precisamente, en el momento en que nuestra región se caracteriza por una gran pluralidad política y por un intenso debate acerca de cuáles pueden ser las mejores vías de desarrollo.
También, uno de los grandes objetivos de nuestro programa de trabajo regional es impulsar la convergencia de los procesos subregionales de integración, desde el Mercosur o el Arco Pacífico o la Integración Centroamericana, y poder cristalizar el anhelo que tenemos muchos latinoamericanos, de contar pronto con una verdadera organización de Estados Latinoamericanos y del Caribe, sin exclusiones.
México hace un llamado a los pueblos hermanos de Latinoamérica y, desde luego, a Argentina, para que aún en las diferencias, y precisamente por ellas, seamos capaces de intensificar nuestra capacidad de diálogo político; que sean, precisamente, las ideas vertidas en el marco del respeto recíproco, lo que haga avanzar a nuestros pueblos hacia el acuerdo; que nos permitan las ideas profundizar los programas, enriquecer los proyectos, fortalecer las iniciativas que merecen, precisamente, de la voluntad conjunta.
Imaginamos nosotros una América Latina a 200 años de sus independencias, enfrentando unida e integrada un destino común.
Hagámoslo dialogando, y al hacerlo estaremos rindiendo homenaje al gran argentino Domingo Faustino Sarmiento que afirmó, precisamente, que las ideas no se matan.
Señoras y señores:
Estoy seguro de que Argentina y México tienen un futuro promisorio y de que ese futuro es común. Esta convicción no sólo se sustenta en la determinación de sus gobiernos para alcanzar los grandes objetivos nacionales que se han planteado, sino también en el trabajo corresponsable con los demás poderes establecidos, en especial con el Legislativo.
En Argentina y México hay Congresos plurales, Congresos responsables y activos, que han asumido un papel de primer orden en la tarea de transformar nuestra realidad.
Por ello, agradezco la presencia de legisladores mexicanos que me acompañan en esta visita, entre otros, el Presidente de la Cámara de Diputados, el Diputado César Duarte.
Es muy alentador que los Congresos de México y de Argentina hayan acordado la conformación de Grupos Parlamentarios de Buena Voluntad, con el claro propósito de enriquecer las políticas públicas de ambas naciones.
Hoy desde aquí, me permito, respetuosamente, convocar a los Congresos a participar en la creación de esquemas de vinculación entre nuestras naciones que correspondan no sólo a la realidad y a la cercanía cultural, afectiva, política de nuestros países, sino, y sobre todo, al extraordinario potencial que juntos podemos desarrollar.
En particular, exhorto a redoblar esfuerzos en favor de la integración y la transformación integral de América Latina y el Caribe: del Río Bravo a la Patagonia, los lazos históricos y culturales que nos unen son indestructibles.
Sé que trabajaremos inspirados por la vigorosa amistad que se profesan argentinos y mexicanos, la misma amistad que unió a Borges y a Alfonso Reyes, la cual supieron cultivar con alegría, con sabiduría, con poesía y con paciencia.
Fue Alfonso Reyes quien dijo, refiriéndose no sólo a nuestro continente, sino en especial a nuestra región, y América aparece como el teatro para todos los intentos de la felicidad humana, para todas las aventuras del bien. América cobra el valor de una reserva de esperanza.
En esta tribuna del pueblo argentino quiero reconocer la enorme contribución del exilio argentino y sudamericano en mi país. Abrimos los brazos a quienes, como el caso de muchos legisladores, perdieron a su padre, perdieron a su hermano y fueron a México precisamente en busca de la vida.
Nuestro país al abrir los brazos se enriqueció pródigamente. Por ello, como señalé ayer, reitero que México ha sido, sigue siendo y será la casa de Argentina y de los argentinos. Es su casa en los tiempos difíciles y también en los buenos tiempos.
Señoras y señores legisladores:
La esperanza es el aliento vital de toda civilización; cerremos filas para cumplir las aspiraciones que compartimos. Se trata de una tarea a la altura de nuestro destino y a la altura del enorme potencial de los pueblos argentino y mexicano, que hoy, en este magnífico recinto, podemos confirmar nuestro afecto y nuestro compromiso de hermandad y de progreso común.
Muchas gracias por su hospitalidad y reciban el saludo del pueblo mexicano.
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