11 nov 2008

"Un día esto será nuestro!

'Un día esto será nuestro'
Roberto Zamarripa, Mayolo López y Víctor Fuentes, reporteros.
Reforma (www.refoma.com), 11 noviembre 2008;
Ya eran las tres de la mañana y culminaba una de las tradicionales fiestas de Navidad del Partido Acción Nacional en diciembre de 1990. Abrazados, al calor de la fiesta, Felipe Calderón y Fernando Gómez Mont, entonces dos jóvenes dirigentes del panismo, conversaban a solas sobre su futuro: "En nueve años tú y yo vamos a pelear por todo esto", le dijo Calderón a Gómez Mont, cuando el bullicio del festejo acallaba.
Gómez Mont estrechó a su amigo con la mano izquierda sobre el hombro. Con la mano derecha, como si declamara una poesía y con voz ronca le replicó: "Felipe, algún día todo esto será nuestro".
Lo que se veía era un semivacío salón Riviera -sede de los festejos- con meseros recogiendo sobras y las banderas y emblemas del PAN sobresaliendo en un telón atrás de la mesa principal, vacía de dirigentes.
Algún día, soñaban, el partido sería suyo.
Gómez Mont y Calderón hablaban de su futuro como líderes del PAN en medio de los debates internos de su partido donde una corriente empujaba por negociar con el gobierno de Carlos Salinas y otra lo impugnaba. Felipe y Fernando comulgaban con el diálogo, pero cada cual con sus matices. Calderón era rijoso, Gómez Mont más tranquilo.
Ambos son de raíz común. Hijos de panistas distinguidos, Luis Calderón Vega, el primero, y Felipe Gómez Mont, el segundo. Don Luis militante abnegado, intenso, historiador del panismo y de la participación de la Derecha católica. Gómez Mont padre, abogado prestigiado quien llegó a defender a Fidel Castro cuando cayó preso en México antes de irse a Cuba a consumar su movimiento, pero sobre todo fue un político clave en la historia blanquiazul.
Felipe Calderón y Fernando Gómez Mont mamaron el panismo. Los dos decidieron estudiar para abogados en la Escuela Libre de Derecho que conjugaban con la militancia.
Se desempeñaron activamente en la transición del PAN opositor al PAN gobernante, tras la elección presidencial de 1988, como los miembros más jóvenes del CEN panista. Hacia 1994, cuando Gómez Mont no fue aceptado como Procurador General en el gobierno de Ernesto Zedillo, decidió dedicarse a su despacho corporativo. Tomó un rumbo distinto al de Calderón quien decidió seguir en la política.
"Siempre ha sido una relación muy estrecha de compañeros y amigos: se veían todos los días en la Libre y en la militancia del PAN", puntualiza María Teresa Gómez Mont, autora de una amplia biografía de Manuel Gómez Morín, fundador de Acción Nacional.
"Muy seguido (Calderón) iba por mi hermano a la casa a desayunar", recuerda. "El Presidente Felipe Calderón siempre tuvo una cercanía bastante intensa con la familia".
Ambos sostenían su relación política y amistosa tensados por esa disyuntiva: ser abogados para participar en la política o ser abogados para litigar de manera privada. Calderón optó por lo primero aunque siempre ambicionó lo segundo. Gómez Mont, se entusiasmo con el despacho corporativo aunque siempre extrañó la política.
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"Es un hombre muy inteligente, con un gran corazón. También es duro, muy enérgico, muy buen negociador", resume su hermana María Teresa Gómez Mont, quien conoce a Fernando como un muchacho inquieto.
La familia Gómez Mont era el eje de la actividad panista en el sur del Distrito Federal en las épocas aciagas donde los militantes de ese partido eran perseguidos por hacer política.
Una casona en el rumbo de San Ángel se convertía en la sede de encuentros del puñado de militantes. Y encarnaban la gran paradoja: los santones del panismo vivían en una calle de nombre Vicente Lombardo Toledano, el santón del estalinismo mexicano.
"Es firme, de gran carácter, no se deja amedrentar, toma decisiones firmes y difíciles", juzga sobre el nuevo titular de Gobernación uno de los panistas que lo ha seguido de cerca en misiones complicadas para Acción Nacional, Salvador Abascal.
Fernando Gómez Mont fue cercano colaborador en la LV Legislatura del Congreso de la Unión del coordinador parlamentario Diego Fernández de Cevallos y se convirtió en un interlocutor del priismo.
Fernando también fue bien acogido en la gestión de Carlos Castillo Peraza al frente del panismo.
Para el ideólogo panista, Gómez Mont resultó un negociador clave: Castillo Peraza echaba mano de él en situaciones delicadas, merced a su eficacia y discreción.
El abanico de Gómez Mont no se constriñe a las filas panistas, en el último año del sexenio salinista se involucró en las pesquisas del asesinato de Luis Donaldo Colosio, primero como comisionado ciudadano y después como enlace del Gobierno de Baja California con la PGR.
Salinas de Gortari lo propuso para hacerse cargo de la subprocuraduría especial que investigó el homicidio, pero la viuda de Colosio vetó su nombramiento.
Con Zedillo, Fernando Gómez Mont asesoró simultáneamente al Presidente y al Procurador Antonio Lozano. En 1996 participó activamente en progresivas reformas electorales.
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Sus amigos le dicen "El Feo", pero es de cariño.
Fernando Gómez Mont ha pasado los últimos 12 años defendiendo algunas de las causas más impopulares de México: de Jorge Lankenau a Carlos Cabal Peniche, de Rogelio Montemayor a Gerardo de Prevoisin, decenas de casos penales relevantes pasaron por el despacho que hasta ayer compartía con sus socios Alberto Zinser y Julio Esponda en la calle de Montes Urales, a unos metros del sitio donde cayó el avión de Juan Camilo Mouriño.
Esas causas profesionales le causaron inevitablemente problemas políticos. Algunos casos fueron mucho más personales. En la disputa por el Canal 40 en 2003, Gómez Mont apoyó a morir al ex dueño, Javier Moreno Valle, lo que le trajo ataques durísimos de Televisión Azteca, que lo acusó de "vivir del fraude y el tráfico de influencias".
Ese caso cimentó su amistad con el civilista Javier Quijano, otro defensor de Moreno Valle, amigo cercano de Andrés Manuel López Obrador, al tiempo que lo distanció de Vicente Fox y de su procurador Rafael Macedo, a quien acusó de actuar con "simulación y torpeza".
Durante años defendió la inocencia de Armando Medina Millet, el acusado en el "juicio del siglo" de Yucatán, por el homicidio de su esposa Flor Ileana Mafud; el caso llegó hasta la Suprema Corte de Justicia y Gómez Mont lo perdió en 2005 por el voto de tres ministros contra dos.
En 2001, cuando ya nadie recordaba el asunto, llevó en su coche a su cliente Tomás Peñaloza Webb, ex tesorero del IMSS, a entregarse al Reclusorio Oriente, pues luego de haber sido absuelto de un fraude tenía que reingresar al ser declarado culpable en apelación.
La escena era tan inusual, que nadie en el juzgado sabía qué trámite debía seguirse para el reingreso. Gómez Mont se quedó buena parte del día, hasta que literalmente le abrieron a Peñaloza la puerta de la cárcel.
Pero el momento más recordado del nuevo funcionario en un juzgado fue su mano a mano con el entonces subprocurador Everardo Moreno, el 28 de octubre de 1997. El banquero Jorge Lankenau se presentó a declarar ante una juez, libre, porque estaba suspendida la orden de aprehensión en su contra por fraude de 150 millones de dólares.
"Siento que es momento de oponerme a la libertad del señor", dijo Moreno, "porque me parece que es un delito grave". Legalmente, el delito no era grave, y Gómez Mont, ante la juez y rodeado de reporteros, le brincó al cuello al subprocurador:
"La ley es la que califica si un delito es grave, no los sentimientos de la representación social federal", dijo. Moreno, enfurecido, acusó a Lankenau de recibir "amparos de su juez favorito", declaración que provocó una guerra abierta entre el Poder Judicial y la PGR.
Gómez Mont es una extraña mezcla de penalista y político, al estilo de Fernández de Cevallos aunque mientras Diego combinó ambas cosas, Gómez Mont se retiró formalmente de la política en cuanto tuvo su despacho corporativo.
Recientemente regresó al CEN del PAN propuesto por el Presidente germán Martínez. Sustituyó al renunciante Javier Corral. Ahora ya es Secretario de Gobernación con más sombras que luces y con el reto de tomar distancia de todos los intereses que como litigante defendió.

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