16 may 2010

Diego ¿un pleito familiar?

Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán,
EL Universal, 16 de mayo de 2010
El odio contra Diego
Si no lo mataron los maleantes
Ya lo asesinaron los malquerientes
Hasta anoche —20:00 horas—, poco se sabía sobre la desaparición de Diego Fernández de Cevallos, el mítico Jefe Diego, uno de los políticos más controvertidos de México, quien desapareció la noche del pasado viernes.
No se sabe si fue secuestrado por una banda del crimen organizado, si se lo llevó una organización guerrillera; si fue víctima de una venganza de particulares; si su desaparición tiene fines políticos, o si el secuestro puede ser visto como un mensaje del crimen y el narcotráfico. Tampoco se sabe si los secuestradores contactaron a la familia, si han pedido dinero para liberarlo —y cuánto dinero habría pedido—, o si tiene algún sustento la versión de que el ex candidato presidencial fue ultimado.
SEMBRADORES DE ODIO
Sin embargo, y a pesar de la escasa información confiable sobre la desaparición de Fernández de Cevallos, aparecieron con una fuerza pocas veces vista —y al parecer incontenible—, novedosos fenómenos mediáticos visibles gracias a las redes sociales. En Twitter y Facebook, y en el foro EL UNIVERSAL en línea, aparecieron miles de mensajes de odio contra Fernández de Cevallos, cuyo secuestro pareció motivo de fiesta para no pocos ciudadanos que expresaron su deseo de que el panista no aparezca nunca más y/o que “se tiene bien merecido” el secuestro de que pudo ser víctima.
Odio, venganza, rumor y mala fe, ingredientes sembrados por los pedestres políticos mexicanos que siempre culpan de sus incapacidades y derrotas al adversario, a los medios o a los periodistas.
En efecto, nadie sabe quién, quiénes y por qué habrían secuestrado a Diego Fernández. Nadie sabe qué existió detrás de su desaparición. No existe certeza de que haya sido ultimado. Pero tampoco ninguno de los que parecieron felices por esa desaparición se preocupó por reclamar una mayor eficacia de las autoridades para esclarecer la desaparición del ex candidato presidencial. Es decir, cuando alguien odiado por un sector de la conciencia colectiva es víctima de un acontecimiento reprobable, esa conciencia colectiva parece aplaudir a los criminales. ¿Por qué?
Porque pareciera que muchos mexicanos aplauden la comisión de delitos reprobables —como el secuestro de un repudiado político—, porque de esa manera los delincuentes habrían cobrado venganza del odio social contra tal o cual político. Los criminales como vengadores anónimos de los odios sociales. Y ése parece ser el caso de Diego Fernández de Cevallos, quien no sólo es víctima del odio colectivo, de la intolerancia, la venganza, el rumor y la mala fe de no pocos, sino además víctima de quienes le quitaron la libertad, y acaso hasta la vida.
Si no lo mataron los delincuentes, ya lo asesinaron los malquerientes.
RUMORES QUE MATAN
El rumor, en toda sociedad, suele ser veneno puro. El rumor es hijo de la desinformación o de la información poco clara. Y el mejor ejemplo lo vimos cuando un delirante del poder —ex presidente del PAN, Manuel Espino—, utilizó irresponsablemente una de las herramientas poco seguras para informar: Twitter.
El señor Espino metió a su cuenta el mensaje desbocado de que el cuerpo sin vida de Fernández de Cevallos se encontraba en la base militar contigua a su casa. El rumor fue tomado también de manera irresponsable, por algunos medios que pronto debieron comprobar que Twitter es la red social por excelencia para expresarse y para comunicarse, pero no para informar. Al final de cuentas, el propio Espino se disculpó de su torpeza.
Y no faltarán los “alucinados” que saldrán con la chabacana interpretación de que aquí defendemos al Jefe Diego. No, en realidad Fernández de Cevallos es uno de los políticos más cuestionables. ¿Por qué? Porque se vale de todo, de los medios que sean necesarios, para alcanzar lo que se propone. Y sí, ha llegado a extremos censurables, como litigar y al mismo tiempo ostentar cargos de elección popular. Pero en el fondo, el odio que muchos ciudadanos expresan contra Diego, es a causa de que fue factor determinante para “detener” al “peligro para México” en las elecciones presidenciales de 2006.
Pero los malquerientes de Diego olvidan que todos los políticos hacen lo mismo que Diego, sólo que pocos son tan exitosos y eficaces. Es decir, los políticos se valen de todo para alcanzar sus objetivos. Pero no todos tienen el éxito que tiene Diego. Por eso el odio y la malquerencia.
LO ODIAN, PERO LO IMITAN
Diego Fernández de Cevallos dio su primer golpe político cuando se convirtió en negociador y operador del acuerdo para “legitimar” al gobierno de Salinas. Es decir, el PAN se alió al PRI para legitimar a ese gobierno. Pero en el fondo, el PAN se metió “a la cama” con el PRI, para echarlo del poder. Y en el año 2000 el PAN ganó, gracias a Diego. Años después se alió con otro PRI, el que intentó reventar a AMLO. Y lo logró.
¿Y qué creen?
Que hoy el PAN de Diego, con todo y Diego, es aliado de los ex priístas Manuel Camacho y Marcelo Ebrard, del PRD de Jesús Ortega, para echar al PRI en seis entidades. Y también el PAN de Diego es aliado de AMLO en Oaxaca. ¿A poco no los dos, Diego y AMLO apoyan a Gabino Cué en Oaxaca?
Curioso. Desataron el odio contra Diego y luego se aliaron con Diego y con muchos otros. Y dejaron a los loquitos chiflando en la loma. ¿Y hoy cómo van a explicar el odio demencial?
EN EL CAMINO
Que pudo ser un pleito familiar.

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