24 jun 2010

Los retos de la seguridad

Palabras del Secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, durante su participación en la mesa redonda “Elaboración de bases para el modelo informativo y de comunicación”, en el marco del Foro Binacional de Medios: Los retos de la inseguridad y la violencia, México - Estados Unidos.
Ixtapan de la Sal, Estado de México, a 21 de junio de 2010 |
Primero, agradecerte, Marcos, el que se puedan construir estos espacios.
Cuando yo acepté venir aquí y no pasar sólo por la representación presidencial en la comida, sino participar en el foro es porque yo estoy convencido de la necesidad y utilidad que requieren estos intercambios entre el poder y los medios de comunicación, a fin de buscar construir un consenso de cómo hacer las cosas bajo una lógica democrática.
Tal vez el dilema esté planteado integrando un poco lo que decía don Gabriel Díaz Rivera: Es cierto que el Gobierno busca que el Estado pueda controlar la violencia, que él pueda monopolizar la violencia y abatir la violencia que se da fuera del Estado.
Pero el dilema está en que, al mismo tiempo, busque y promueve una sociedad que esté controlando ese Estado y es, en ese esquema de la responsabilidad democrática, donde tenemos que encontrar cómo romper estos falsos debates entre una libertad irrestricta de expresión y una responsabilidad social.
Yo cuestiono seriamente la afirmación de que la función de los medios de comunicación es sólo informar porque eso es desconocer los efectos de esa información.
Hoy, en la sociedad de la información, la manera de transmitir la información genera realidad. Esa es la tesis primordial de la cual parte esta reflexión.
Es decir, la manera en como los medios de comunicación cumplen su función no es inocua; no sólo se trata de informar a una sociedad y ella libremente genera sus opciones.
Desde los medios de comunicación se forma opinión pública, desde los medios de comunicación se generan patrones de consumo, desde los medios de comunicación se inducen comportamientos sociales, desde los medios de comunicación se generan opciones y preferencias políticas.
Desconocer eso es simple y sencillamente no entender la dinámica y la complejidad del mundo moderno y en este sentido, para romper este falso debate entre contar y no contar historias, lo único que busca -cuando menos yo busco con esta reflexión- es que se reconozca la complejidad del proceso que es un fenómeno multifactorial, que lo que hacemos unos y otros induce, al final, en el resultado colectivo y que, a partir de reconocer las consecuencias de lo que cada quien hace, se hagan las rectificaciones necesarias.
Mi dilema es no si contar o no contar historias, lo que aquí está como materia del debate y la reflexión es cómo contar esas historias.
Nadie ha pedido ni puede pedir el silencio y la complicidad. La propuesta a desarrollar, lo que el gobierno trata de plantear bajo el discurso de la colaboración crítica es esto:
Cómo fortalecer el principio de autoridad que a todos protege, al tiempo de que se haga de manera crítica, que se enuncien las verdades, que se comenten los sucesos y al final, se genere una responsabilidad política por lo que se haga y no se haga.
Por ejemplo, en términos de la agenda setting, es falso decir que la agenda setting sólo se genera desde el gobierno. Los medios de comunicación contribuyen profundamente a la fijación de la agenda política nacional constantemente y a un ejemplo me voy:
El tema de la seguridad fue un tema de las cinco prioridades, ya desde la elección del Presidente Salinas; era -uno- el tema más importante en el ´94, en la elección del Presidente Zedillo.
México estaba absolutamente consternado por un aumento en la violencia visible que se daba ya desde entonces, por ejemplo, en los secuestros de alto perfil; por ejemplo, ya en algunos magnicidios, como sucedió empezando por el del Cardenal Posadas Ocampo, luego el de Luis Donaldo Colosio y rematando con el de José Francisco Ruiz Massieu, y se empezaba a percibir esta relación entre violencia y política y entre los políticos como blanco de la violencia.
El tema fue también de las altísimas prioridades en la elección del Presidente Fox y fue el tema más importante -y la demanda más importante- de la ciudadanía en la campaña del 2006.
Esto fue generado fundamentalmente desde medios que estaban buscando ese raiting, que estaban buscando esa vinculación con el mercado, en donde estaban representando los intereses y demandas de una generación por vivir en condiciones más seguras.
Regreso e insisto: Yo sostengo que uno de los factores principales que empujaron la transición democrática fueron los efectos sobre la generación del ´68, que luego se hizo co-constructora del proceso democrático.
A mi generación le tocaron dos estigmas: Las crisis económicas y la inseguridad y hoy, desde el gobierno, cuando tiene esta responsabilidad y cuando tiene este poder, reacciona frente a esos dos estigmas: Crisis financieras e inseguridad, y decide independientemente de otras administraciones gobernadas por otras generaciones.
Y aquí es donde es muy importante el cambio generacional entre aquellos que crecen bajo la lógica de la generación de ´68 y aquellos que crecen post-generación del ´68, cambian las exigencias centrales de su percepción de la realidad y cambia su concepción de lo que les toca hacer respecto a esa realidad; tienen una mayor sensibilidad frente a estos dos riesgos y en consecuencia, trabajan para que el Estado funcional pueda y haga lo necesario para impedir estas crisis financieras y, dos, para reconstruir instituciones de seguridad en un contexto democrático.
Los medios han generado consensos fundamentales de los políticos, la posibilidad de que el PAN, el PRI y el PRD coincidan en una agenda de seguridad no se puede explicar sin la presión de una opinión pública que se los exige.
Ellos están reaccionando frente a lo que no son proclives, que es generar consensos con sus competidores políticos, en función de una presión social concreta.
El cambio de prioridades, en términos de la aplicación de recursos en necesidades crecientes, como es en una sociedad en desarrollo y con grados importantes de inequidad social y económica, en donde el combate a la pobreza, el desarrollo educativo, etcétera, compiten con otras necesidades como la seguridad.
El cambio de de prioridades, en ese sentido, sólo es posible cuando existe una agenda política que viene predeterminada desde esa sociedad.
Así pues, en una sociedad democrática en la que el gobierno ya no anda -a mí me comentan que mis predecesores, de las 8 a las 12 de la noche estaban hablando con los medios para indicarles cuáles eran los contenidos. La única vez que yo le hablé a los medios para que no sacaran una información fue el día del ominoso debate en el Congreso de la Unión, en que les pedí que ni sacaran las descalificaciones al Presidente ni al gobernador Peña porque me parecían ya el colmo de la bajeza política y pedía que ya no se hiciera un teatro o que se reprodujera un teatro tan triste de la actitud política o de los espacios políticos como el que se vivió ese día en el Congreso.
Fue la única vez y porque estaba yo verdaderamente indignado ante lo que estaba sucediendo dentro del sistema político.
¿Qué pasó? Que habíamos llegado ya a ese grado de descomposición y de encono, -la única vez, nunca más lo he hecho- y porque yo no creo en eso.
Creo en estos espacios de reflexión y de debate, creo que es cuando podemos construir espacios, que la lógica democrática es construir estos espacios que nos llamen a cada quien a la responsabilidad que tenemos en el proceso, a que la reconozcamos y a que actuemos en consecuencia.
Vengo a someterme a la crítica, pero también a generar reflexión frente a los demás.
Creo que simple y sencillamente hay un falso debate entre contar y no contar historias. Es discurrir cómo contarlas.
Se tienen que reconocer las limitaciones que tiene un gobierno en materia de comunicación de la seguridad.
Como lo dije en la comida, un gobierno en materia de seguridad tiene información que no puede desplegar socialmente por razones tácticas.
Un gobierno que está combatiendo frente a una organización que tiene capacidad de fuego y corrupción, simple y sencillamente no puede estar advirtiéndole a esas fuerzas las estrategias que va a seguir. Eso sí, está obligado a informar de lo que ya ha hecho, pero no puede anticipar muchísima de la información.
A mí cada vez que los medios me preguntan: ¿Y cuántos van a ir, cuándo van a llegar y qué van a hacer?
Les digo: Conmigo no cuenten para eso. Yo estoy impedido legal y éticamente impedido a revelar una información que debilite las ventajas tácticas a las que está obligada cualquier fuerza que va a entrar en contacto con otra fuerza que se le resista.
El gobierno debe buscar siempre dar esta lucha en condiciones de ventaja, porque también tiene como obligación cuidar al vida de sus soldados, de sus marinos y de sus policías, y debe buscar generar el mayor impacto posible en esas organizaciones criminales al mejor costo humano posible.
Esa es una lógica de ética en las confrontaciones y, en ese sentido, eso limita la capacidad del gobierno de comunicar ciertas cosas.
También el gobierno muchas veces no comunica con el fin de no generar apología en la violencia, de no hacer de su propia manera de comunicar un acto contraproducente a los objetivos que persigue.
Yo coincido que los retos son: Cómo generar una comunicación que preserve la crítica necesaria para defender el Estado democrático.
Aquí yo no vengo a pedir aplausos para ningún político; sólo una comprensión del contexto en que el poder tiene que tomar decisiones por necesidad en una situación como la presente; comprensión.
Yo no vengo a pedir que callen; les vengo a pedir que contextualicen.
Yo no les vengo a pedir que, en este sentido, tapen la violencia, sino nada más que permitan que la violencia no tape otra información que está siendo muy importante en el país, en términos de desarrollo, de crecimiento del empleo, de prospectivas hacia el futuro.
Eso es muy distinto, así como yo lo aceptó.
Y yo tengo que aceptar que la Secretaría de Gobernación tuvo una ventaja sobre ustedes al permitirnos que hiciéramos una presentación que sólo busca generar debate, y yo le agradezco a Luis que haya sido capaz de hacer una presentación que entre nosotros generara debate y que pusiera los puntos sobre las íes.
Es una visión válida la que ahí se ve, ni exclusiva ni dogmática ni nada. Es provocadora de una discusión y una reflexión que le está urgiendo al país, que le está urgiendo a los medos y que le está urgiendo al gobierno.
Normalmente yo cuando platico con algún amigo que me confiesa una incomodidad le digo: Hazte caso. ¿Quién está cómodo con la situación actual de cosas? ¿Quién percibe que lo que se está haciendo es totalmente legítimo y claro, y no tiene un sólo cuestionamiento si se puede hacer mejor o se tiene que hacer distinto?
Yo lo he dicho y lo sostengo, para terminar: La única alternativa que tiene un gobierno en tratándose del combate a la inseguridad es hacerlo mejor; no, no hacerlo.
Yo no puedo hacer que la violencia tenga como causalidad una decisión política de entrar a aplicar la ley frente a las organizaciones criminales, porque cuando lo hizo -y es el problema de no contextualizar- ya había una violencia importante y soterrada.
Esta manera de que salga la pus que se está dando con esta violencia, sólo implica de procesos contenidos o encubiertos.
No podemos entender, por ejemplo, que la explicación de la violencia parte de dos fenómenos: Una contención como nunca antes a procesos que se venían realizando sin contención; y, dos, que se terminaron con cadenas de coberturas que arbitraban las diferencias entre los cárteles, y al no tener esos mecanismos para arbitrar las diferencias tuvieron que tomar ese arbitraje en propias manos y generar violencia entre ellos.
Son procesos, en mi opinión, son dos factores que claramente pueden explicar el aumento de las cosas como están pasando.
Y mi pregunta es: ¿No tenía el gobierno y tiene el gobierno la obligación fundamental de terminar con cualquier cadena de cobertura y corrupción en tratándose de organizaciones delincuenciales y la autoridad?
Para mí es inequívoco que sí; que cualquier matización a ese respecto compromete el presente y el futuro de un país y de una sociedad.
¿No tenía el gobierno la necesidad de confrontar a esas organizaciones y tratar de interrumpir los mecanismos de violencia del violento sobre el pacífico?
¿Qué remedios, qué instrumentos, qué herramientas tiene el pacífico para hacerse valer, sin un acto de autoridad?
Esos son los dilemas básicos que tiene el gobierno en esta situación.
¿A qué ha apostado?
No sólo a confrontar; a generar un espacio histórico para reconstruir las instituciones, para reconstruir las instituciones federales y estatales que no tenía la democracia mexicana.
La democracia mexicana no le heredó o el sistema previo a la alternancia no le heredó a la democracia cuerpos de seguridad confiables y profesionales; sólo lo hizo con los cuerpos militares.
Hoy estamos tratando de desarrollar esa alternativa complementaria, para no tener que estar poniendo a los militares en una función que no les es natural.
Nos están dando el tiempo, ¿pero para qué? Para hacer esa reconstrucción institucional.
Esa reconstrucción institucional necesita dos elementos sobre los cuales se construye el principio de colaboración crítica que se plantea: Una mejor vinculación con la comunidad, porque es peligrosísimo para el propósito que queden aislados de ella; necesita que se fortalezca la cultura de la denuncia, pero no sólo hacia los medios, sino la denuncia oportuna hacia ellos para que puedan reaccionar y acometer la fuente del riesgo.
Lo único que pedimos es que se expanda, que se institucionalice ese proceso, no que se calle. Eso es contraproducente con lo que se está haciendo.
Un principio de colaboración para tener el sustento democrático necesario, para que todo el desgaste que hemos tenido tenga un efecto sobre la prosperidad y la calidad de vida de los mexicanos y no se traumatice y se interrumpa para lo que hoy puede ser, en función de la coyuntura, un discurso que se le quiere asignar al Presidente, sea un compromiso de cualquier autoridad que apetezca entrar a las funciones de gobierno.
La única manera en que el gobierno y las posiciones de gobierno no se vean como privilegio inaceptable en una democracia, es acendrando el discurso de la responsabilidad; la responsabilidad de los medios, la responsabilidad de los políticos, la responsabilidad de los partidos y la responsabilidad de los gobernantes.
La única manera que yo entiendo en que esta generación podrá entregarle buenas cuentas a las generaciones de sus hijos es que este dolor no sea infértil, improductivo y estéril, y que cumpla con consecuencias claras para el futuro de la sociedad y de las siguientes generaciones, que tendrán sus propios estigmas y esos estigmas son los que fijarán su propia agenda.
Muchas gracias.

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