23 feb 2011

Alejandro Martí, ¡Presidente?, sí de SOS!

Los presidenciables 2012: Alejandro Martí
Nota de Claudia Solera en Excélsior, 23 de febrero de 2011;
Alejandro Martí, empresario y presidente de México SOS
De un hombre de negocios exitoso, se convirtió en incansable activista por la justicia en este país, luego del secuestro y asesinato de su hijo Fernando. Hoy ha recibido varias ofertas para ser candidato a cargos de elección popular, pero las ha rechazado por provenir de partidos políticos. Hasta ahora se ha mantenido en la trinchera ciudadana, pero su nombre no deja de sonar con miras a la sucesión presidencial del año entrante
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de febrero.- Por las venas de Alejandro Martí corre sangre de político, aunque lo niegue y más bien se crea “producto de las circunstancias”.

Habría que ver si no tiene el potencial de político, siendo el sobrino bisnieto del libertador cubano, José Martí. Como él, ha demostrado tener visión, habilidades de orador, filantropía y liderazgo.
Desde aquel día que subió vestido de luto a la tribuna de Palacio Nacional para exigir justicia a las autoridades por la muerte y secuestro de su hijo menor, con la inolvidable frase: “¡Si no pueden, renuncien!”, algunos dicen que hasta una alianza política lo vio para ser candidato del Estado de México, que también rechazó, porque como todo hombre obsesivo, cuando dice no, significa no.
Si ha desechado todas las propuestas políticas es porque han venido de partidos y él está en contra de la partidocracia.
“Sería estar en el mismo lado de lo que está sucediendo”, argumentó en entrevista con Excélsior.
El presidente Felipe Calderón, incluso, se refirió a la figura de Martí como el ideal de un candidato ciudadano para 2012. Eso lo expresó durante una conversación informal con el columnista Jorge Fernández Menéndez, quien le preguntó al mandatario la posibilidad de que su partido, el PAN, abanderara a un aspirante de la sociedad. A ello, el Ejecutivo respondió: “Bueno, tendríamos que tener a un Alejandro Martí, pero como Alejandro Martí no quiere, necesitamos a un Alejandro Martí que no sea Alejandro Martí”.
“Yo creo que esa es una buena definición de cómo lo han buscado”, consideró Fernández Menéndez, quien lo conoce bien.
Martí es un mexicano visionario como pocos. Un día prometió que convertiría el legado de su abuelo, una tienda deportiva, en la más importante de México, y lo consiguió. Ahí tuvo su origen el emporio Martí: sus 45 empleados terminaron siendo cinco mil. Y no se conformó, una noche visitó Eureka, una fábrica abandonada, y en esas roídas instalaciones nació el gimnasio de élite Sport City.
Durante el luto que sufrió por el asesinato de su hijo Fernando, juró dignificar y trascender su muerte. Hoy encabeza una de las asociaciones civiles en contra de la inseguridad más respetadas del país: México SOS.
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Nació el 3 de agosto de 1950, vivió su infancia en medio de anécdotas de inmigrantes cubanos que se refugiaban de la dictadura de Fulgencio Batista en casa de sus abuelos María Fortún Martí, hija de la hermana de José Martí, y Domingo Martí Riera.
A través de esas historias, se acercó a hazañas familiares que liberaron a toda una nación y también nació su pasión por la lectura. Leer la vida de José Martí era lo que más disfrutaba.
Es un amante de la pintura, colecciona cuadros y como buen coleccionista tiene un sitio dedicado a representaciones de sus animales preferidos: los caballos y las aves.
“En los caballos encuentra su reflejo”, reflexionó su amigo el muralista Ismael Ramos. No desvía la mirada de la meta y cabalga sin descanso.
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“Sus herramientas para el éxito han sido talento, trabajo y la frase que hizo principio en su vida: ‘No soy especialista, pero sí sé acercarme y hacer alianzas con los que saben’”, reveló Orlando Camacho, director de México SOS. También su educación católica: cursó la carrera de administración de empresas en la Universidad La Salle.
“Yo admiro a Alejandro, porque a pesar de ser un hombre al que no se le regaló nada, construyó todo un emporio empresarial en el deporte”, reconoció Jorge Fernández Menéndez. Al periodista y a Martí los unió el haber perdido a un hijo casi al mismo tiempo.
“Somos hermanos del mismo dolor”, afirmó por su parte la señora Isabel Miranda Wallace, quien también comparte su pena.
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En 2007, cuando anunció la venta de la mayoría de sus acciones a la familia Harp Helú, la empresa resplandecía. Sumaban 109 tiendas en el país. Martí comercializaba 150 mil productos. Sport City tenía 50 mil socios. Y el capital de la sociedad, de acuerdo con un reporte bursátil de junio de ese año, era de casi 447 millones 213 mil pesos.
Dejaba la presidencia porque para continuar con la expansión de Martí se requería un fuerte capital, que él ya no podía dar. Desde que entregó sus acciones, nunca volvieron a juntarse los cinco mil empleados de Martí en esas monumentales posadas que solía organizar.
“Convivía con nosotros. Nos daba el abrazo de Fin de Año; la verdad, muy padre.” Esa imagen de hombre sonriente, apapachador, es con la que se quedó Fernando Nava, vendedor de Martí desde hace 13 años.
El columnista Carlos Mota lo recuerda en su casa de Valle de Bravo, cantando, tocando música, disfrutando de cumpleaños al lado de sus tres hijos y su esposa Mati, como le dicen.
Cuando tenía 58 años, el sueño que le faltaba por cumplir a Alejandro era volverse un bohemio para dedicar sus días enteros a pintar sobre lienzos.
Disciplina y talento artístico tenía, o, al menos, eso creyó quien pagó 30 mil dólares por una obra suya. El dinero fue donado a la beneficencia.
Pero la vida le tenía preparado otro camino. Cuatro meses después de la venta de sus acciones, la banda de Los Petriciolet, la corrupción y la impunidad que imperan en este país desviarían su futuro el 4 de junio de 2008, con el plagio de su hijo.
En la ciudad más poblada del mundo, a la hora pico, frente a Ciudad Universitaria, los delincuentes disfrazados de policías montaron un falso retén para detener el vehículo en el que Fernando se dirigía a la British American School. Lo acompañaban el chofer y un guardaespaldas. Los secuestradores exigían una cantidad millonaria a cambio de liberarlo.
Un año previo al secuestro, Fernando posó para Ismael Ramos. El muralista había ganado la convocatoria lanzada por la Suprema Corte, en 2006, cuya temática para decorar las paredes del patio del recinto era la justicia en México.
Ismael decidió comenzar su mural con un asesinato sin resolver y lo metió a una atmósfera de inseguridad, impunidad, corrupción y abuso de poder.
Eligió a Fernando Martí como uno de los protagonistas, sin imaginar que el joven viviría al poco tiempo una tragedia similar. Lo vistió con un manto blanco y lo retrató con una mirada desconcertante, porque el pintor quería demostrar a través de esos inexpertos ojos, cómo desde niños los mexicanos “ya observaban tanta crueldad y las actitudes equivocadas de los criminales”.
El día que develaron el mural, los secuestradores ya habían abandonado el cuerpo de Fernando Martí dentro de un Corsa. Tenía 14 años.
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Durante los primeros días, Alejandro Martí dormitó noches enteras, sentado en la oficina de su casa con la puerta abierta, porque le inquietaba que cuando su hijo regresara, lo encontrara acostado en una cama.
El plagio duró 57 días. Alejandro hizo de todo por recuperar a Fernando: pagó rescate, contrató a un investigador, denunció ante las autoridades capitalinas, y sin embargo, nada le alcanzó para traerlo de vuelta con vida. A partir de entonces su historia apareció en la opinión pública.
María Elena Morera, entonces presidenta de México Unido Contra la Delincuencia, lo invitó a participar en una conferencia de prensa, en la que exigieron al gobierno una Ley General contra el Secuestro y observatorios ciudadanos. Eso pasó el 12 de agosto de 2008.
Después de esta primera aparición pública con María Elena, el gobierno se comprometió a responderles en nueve días en el Palacio Nacional, en el marco del Consejo Nacional de Seguridad Pública, donde estarían reunidos desde ministros de la Corte hasta el Presidente.
“Yo tuve una ventaja esa noche (21 de agosto de 2008), cuando llegué pensé que sería el primero en hablar de mi problema, pero fui el último. Al ver que todos traían un discurso muy bien redactado, me empezó un pavor escénico porque no traía nada escrito, así que de alguna forma recurrí a mi inspiración y, al tener de frente a la autoridad a la que le estaba aclamando por justicia, me vino: ‘Si lo que estamos pidiendo es alto, si la vara es grande, si no pueden, renuncien”, narró Martí.
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Dos años después de esa noche, las autoridades tienen detenidas por el secuestro de su hijo a dos bandas sin relación entre sí: Los Petriciolet y los de La Flor. La primera ya confesó haber perpetrado el asesinato de Fernando, y se sabe que Los Petriciolet participaron por lo menos en cuatro secuestros más luego del plagio del niño Martí. Lo más indignante es que los principales sospechosos de haber robado el dinero del rescate, razón por la que mataron al joven de 14 años, son los mismos integrantes de la Policía Judicial del Distrito Federal, documentaron Jorge Fernández Menéndez y Bibiana Belsasso en su reciente libro Justicia inútil. Y ninguna autoridad ha renunciado.
Por seguridad, Alejandro Martí envió a toda su familia a Estados Unidos, mientras él canalizó las fuerzas que le quedaban en México SOS. Junto con la señora Wallace logró cabildear en el Congreso para que se aprobara la Ley General para Prevenir y Sancionar los Delitos en materia de Secuestro, y ya instaló observatorios ciudadanos en una decena de estados. Su asociación cuenta además con una de las mejores plataformas tecnológicas para cruzar información oficial y crear escenarios de circunstancias y delitos.
“Hay veces que estoy de un humor de la trompada, pero me reanima pensar en las personas que han pasado por lo mismo que yo, y que ni siquiera han tenido a alguien que los escuche o que tuvieron que endeudarse para pagar un rescate”, señala el empresario.
La labor de Alejandro Martí en contra del secuestro ha sido el motivo para que varios sectores del país se sienten a discutir sobre si ya es hora de que a México lo gobierne un ciudadano que haya vivido y padecido los problemas que nos aquejan y no las familias políticas ni los partidos de siempre.
Por lo pronto, mexicanos agrupados en la organización México Ahora o Nunca lanzaron una campaña en las redes sociales para proponerlo como candidato a la Presidencia de 2012. Aunque sólo han podido hablar dos veces por teléfono con él, están convencidos de que un Alejandro Martí es lo que el país necesita. Un ciudadano, la clave para un verdadero cambio.

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