1 oct 2011

Fumanchús

Fumanchús / Jaime Sánchez Susarrey
Reforma, 1 Oct. 11
Los verdaderos responsables de que hoy no se puedan celebrar debates entre los precandidatos tienen nombre y apellido: Manlio Fabio Beltrones, Santiago Creel y, por supuesto, Felipe Calderón
1. Ernesto Cordero manifestó su inconformidad: la prohibición de los debates entre los precandidatos a la Presidencia de la República atenta contra la esencia de la democracia, es decir, la libertad de expresión. Su reclamo iba dirigido contra el Tribunal Federal Electoral que dictaminó que dichos debates violan la ley electoral.
2. La instauración del Tribunal Federal Electoral (Trife) fue una exigencia del Partido Acción Nacional. En aquel entonces, finales de los ochenta, Felipe Calderón era un joven militante del PAN, cercano a Carlos Castillo Peraza, Santiago Creel era un abogado litigante y Ernesto Cordero, seguramente, cursaba la preparatoria o la licenciatura.
3. Los responsables de que hoy no se pueda dar un debate entre los precandidatos a la Presidencia de la República no son los magistrados del Tribunal Federal Electoral. Su fallo se ajusta perfectamente al espíritu y letra de la ley electoral. De ésa ley que fue impulsada en el máximo secreto y que, además de "regular y limitar" las precampañas, constituye un ataque contra la libertad de expresión e información.
4. Los verdaderos responsables de que hoy no se puedan celebrar debates entre los precandidatos tienen nombre y apellido: Manlio Fabio Beltrones, Santiago Creel y, por supuesto, Felipe Calderón, que le dio el visto bueno a la contrarreforma de 2007.
5. La legislación, como articulado constitucional y como código electoral, impulsada y aprobada por todos ellos atenta contra la libertad de expresión porque prohíbe la contratación de espacios en radio y televisión a los particulares durante el proceso electoral. Y atenta contra la libertad de información porque prohíbe el debate y la confrontación entre los candidatos bajo el pretexto de eliminar las "campañas negras".
6. Esa misma ley prohíbe manifestaciones y actos de "campaña" previos a la apertura oficial del proceso electoral por la Presidencia de la República. Así que si usted, estimado lector, el senador Beltrones o Santiago Creel, para no mencionar a Ernesto Cordero o Peña Nieto, manifiesta en este momento sus intenciones de ser candidato a la Presidencia de la República se hace potencial acreedor a una sanción.
7. Lo que está ocurriendo debe ser leído con atención. La libertad de expresión y de información están consagradas en el artículo 6 constitucional. Pero nunca, ni en los tiempos más autoritarios del priato, fue tocado o limitado por otra disposición. Y si así hubiera ocurrido, seguramente se habría levantado una oleada de protestas. Los panistas y los entonces inexistentes perredistas hubieran levantado la voz y organizado movilizaciones en contra.
8. Así que hubo que esperar al segundo gobierno de la alternancia blanquiazul para que la mayor contrarreforma electoral se concretara. Si Manuel Gómez Morin lo vio y escuchó, seguramente se revolcó en su tumba. ¿Dónde quedaron los sesenta años de brega de eternidades, la defensa de los ciudadanos y la libertad de expresión? La respuesta es muy simple: Creel y Calderón, en contubernio con Beltrones, las esfumaron -como el mago Fumanchú.

9. La rueda de la fortuna, y de la vida, da muchas vueltas. Creel debe lamentar, hoy por hoy, el mecanismo que echó a andar. Él fue uno de los primeros en demandar un debate con los otros precandidatos panistas. Y ahora será víctima de su propia creación. Porque la última encuesta del Gabinete de Comunicación Estratégica, publicada en Milenio, muestra un retroceso en las intenciones de voto a su favor. Nadie, en consecuencia, más urgido que él de participar en un debate con Cordero y Vázquez Mota.

10. El otro personaje que salta a la palestra por derecho propio es el senador Beltrones. En los últimos meses se ha presentado como el paladín de una gran reforma política -que tiene, en efecto, una serie de virtudes- y el impulsor de mecanismos que garanticen la gobernabilidad. Algunas de sus propuestas son sensatas y oportunas, otras no. Pero la pregunta es obligada: ¿Por qué esperó al final del sexenio para formular su iniciativa? ¿Por qué no lo hizo al principio? Y la fundamental: ¿por qué impulsó en 2007 la mayor contrarreforma electoral de los últimos 30 años?

11. La prohibición de que los precandidatos a la Presidencia de la República debatan y se confronten no cayó del cielo. Fue obra, como señalé arriba, de todos de ellos. Y deben, en consecuencia asumir su responsabilidad. Los ciudadanos, por nuestra parte, tenemos en lo que está ocurriendo un gran termómetro para medirlos y evaluarlos.

12. La contrarreforma electoral de 2007 no sólo atentó contra la libertad de expresión y la libertad de información, sino que además lesionó la autonomía del Instituto Federal Electoral. Resulta increíble que a unas semanas del inicio oficial de la contienda por la Presidencia de la República, los partidos políticos (PRI, PAN, PRD) no hayan podido elegir tres consejeros faltantes del IFE.

13. Lo que viene en 2012 no tiene ningún misterio. Los ciudadanos inconformes con uno o todos los partidos políticos no tendrán derecho a expresar sus puntos de vista en los medios electrónicos (radio y televisión). No lo tendrán como no lo tuvieron en 2009 los impulsores del voto nulo. Los espacios están clausurados. Tampoco habrá debate ni confrontación. La ley lo prohíbe. Tendremos, en cambio, 40 millones de spots basura repitiendo que candidatos y partidos son perfectos e impolutos, son perfectos e impolutos, son perfectos e impolutos.

Gracias, Manlio, Santiago y Felipe por habernos llevado al último de los estadios: esparadrapo, censura e idiotización (perdón, spotización) de la política.

¡Gracias!

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