25 jun 2013

Juan Pablo II, el segundo milagro


El milagro 2.0 de Juan Pablo II; la canonización, en octubre
 Floribeth Mora, es la posible beneficiaria del milagro que de ser confirmado por la Santa Sede permitiría la canonización del Papa polaco.


Según informó el diario español La Razón, esta mujer que vive en la localidad de Tres Ríos de Cartago (Costa Rica), “es la protagonista del milagro que podría llevar a los altares al Papa polaco, después de que el pasado martes la comisión teológica de la Congregación para la Causa de los Santos diera fe de lo ocurrido, como ya lo hicieran en el mes de abril los médicos que reconocieron que, de forma inexplicable, Flory –como la llaman sus familiares y amigos–superó un aneurisma cuando ya estaba desahuciada por los médicos”.
 Todo comenzó el 8 de abril de 2011 al despertar. “Me dio un dolor de cabeza tan fuerte que pensé que me reventaría la cabeza. Le pedí a mi esposo que me llevara al hospital porque me sentía bastante mal. Cuando llegué me encontraba muy mal por los vómitos y el dolor de cabeza”, relata Mora en un testimonio escrito por ella misma hace un año, recogido ahora por La Razón y confirmado a este diario por uno de los partícipes del milagro.

 Aquella vez se le diagnosticó estrés y presión alta. Sin embargo, su estado de salud no mejoraba y tras un posterior análisis en un hospital en San José le dijeron “que tenía un pequeño derrame de sangre en mi cerebro, luego me hicieron un TAC y descubrieron que se trataba de un aneurisma cerebral en el lado derecho”. En otro centro, tras varios intentos por cerrar el goteo de sangre que sufría en su cerebro, el equipo médico que la atendió tuvo que desistir al encontrarse la dilatación en un lugar de difícil acceso.
 Luego de unos días en observación, las limitaciones del sistema sanitario costarricense impidió que fuera operada. “Se cerraban así mis posibilidad de sobrevivir a tan fatal diagnóstico”, recuerda Mora, madre de cuatro hijos, abuela de cuatro nietos y esposa de un ex oficial de la Policía.
Le dijeron que le quedaba un mes de vida. Sin embargo, a pesar de la desesperación que en un primer momento tuvieron en su familia, “nos llenamos de mucha fe, pero no puedo negar el miedo tan grande que sentía al ver lo que me estaba sucediendo”.
Cuando aún no se cumplía un mes, se realizó en la Plaza de San Pedro la beatificación de Juan Pablo II. Aquel 1 de mayo de 2011 Benedicto XVI destacaba de su predecesor: “Durante 23 años pude estar cerca de él y venerar cada vez más su persona. Su profundidad espiritual y la riqueza de sus intuiciones sostenían mi servicio. El ejemplo de su oración siempre me ha impresionado y edificado: él se sumergía en el encuentro con Dios, aun en medio de las múltiples ocupaciones de su ministerio”.
Mientras, como todos los domingos, la familia de Floribeth acudió a Misa a la parroquia. Acudieron al centro del barrio porque se estaba celebrando una procesión. “En ese momento estaba pasando una carroza con la imagen de Jesús Sacramentado y sentí un frío en el cuerpo. Me bajé del coche y fui hasta allí”. Entonces, el sacerdote que acompañaba a la procesión declamaba una oración: “¡Oh, Señor! Hay una sanación”.
 Floribeth se detuvo para rezar
 “Le pedimos a nuestro Papa Juan Pablo que nos ayudara a pedirle a Dios que me ayudara”. Y en ese preciso instante, algo empezó a cambiar. “Salí de ese parque con la fe de que yo fui la sanada”, expresó.
 Días después fue al Santuario de la Virgen de Ujarrás para rezar, consciente de que el templo había recibido un relicario con muestras de sangre del nuevo Beato. “De nuevo, un milagro”, apostilla. Sin embargo, cuando llegó ya había terminado la exposición. Sin embargo, el P. Dónald Solano hizo una excepción. “Me la enseñó y la toqué. Seis meses después me hicieron otro examen en el cerebro y me indicaron que el aneurisma había desaparecido para la honra y la gloria de mi Dios”, afirmó Floribeth.
 Según publicó el diario “La Nación” de Costa Rica, el neurocirujano Alejandro Vargas Román, que atendió a Floribeth Mora durante su enfermedad, confirmó que no encontró explicación científica a la desaparición repentina del aneurisma que padecía cuando analizaron exámenes posteriores a aquel 1 de mayo de 2011.
 Vargas reveló que funcionarios de la Santa Sede le consultaron sobre los detalles del caso durante la fase diocesana del proceso de canonización. “Médicamente, en teoría, nunca les va a desaparecer un aneurisma a las personas porque es una dilatación. Científicamente yo no le tengo ninguna explicación del por qué desapareció”, expresó el médico, que vivió en primera persona lo ocurrido en el hospital Calderón Guardia.
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El milagro 2.0 de Juan Pablo II
El Vaticano encontró a la mujer curada por intercesión del Papa a través de un relato que ella misma escribió en una web creada por una parroquia de Costa Rica
La Razón, 23 de junio de 2013.
Nota de Rubén Cruz.
 Madrid- La iglesia de Nuestra Señora de la Limpia Concepción del Rescate de Ujarrás, en Costa Rica, abrió un portal web con el objetivo de que los devotos relataran allí sus experiencias, que bien podrían valer un milagro. Así fue como la Santa Sede se topó con la historia de Floribeth Mora, la mujer costarricense que se curó de un aneurisma cerebral gracias a su fe y a la ayuda del Papa Juan Pablo II. Pero el caso de esta mujer, de 50 años y estudiante de Derecho, no es el único en el que el Vaticano ha puesto su punto de mira. Esta iglesia también se hizo eco de una curación de cáncer y del testimonio de una mujer infértil que consiguió quedarse encinta, según ha podido confirmar LA RAZÓN.
 Esta semana, la Congregación para la Causa de los Santos aprobó el segundo milagro que se produjo por intercesión del Papa Juan Pablo II. El primero fue el de Marie Simon-Pierre, una monja francesa que se curó de párkinson tras rezarle con fe al Papa. El milagro de Floribeth Mora data del 1 de mayo de 2011. Dos meses después, la reliquia enviada por Stanislaw Dziwisz llegó a la parroquia, y esta mujer se acercó para poder tocara y dar gracias a Juan Pablo II.
 La canonización, en octubre
 La vicealcaldesa de La Unión, localidad en la que vive la protagonista del milagro, afirmó a este diario que «sería una enorme satisfacción para todos si la historia se confirmara». Aunque es prudente, porque «respeta la confidencialidad con la que la Santa Sede está llevando el proceso». Una vecina relató a este periódico que «no para de venir gente de todas partes de Costa Rica para sacar fotos del altar que hay en la puerta de su casa». Tal es la cantidad de gente que se acerca a su domicilio que Floribeth ha decidido irse «unos cuantos días a San José, a la casa de su mamá», dijo esta vecina. El barrio es ahora lugar de culto para la comunidad católica. Otra vecina de Floribeth comentó a Radio Monumental que «todo el barrio está muy feliz» porque «siempre hemos creído en Juan Pablo II; se le ve la nobleza en la cara».
 La familia Arce Mora ha recuperado la fe que habían perdido tras la enfermedad de Floribeth gracias al milagro que han vivido en primera persona y por el que están agradecidos a Juan Pablo II. «La pusimos en las manos de Dios, porque había que ir a Cuba para que se operara», explicó a la radio costarricense la cuñada de la mujer curada, Pilar Arce. Además, añadió que «hay que creer en el alma de Juan Pablo II, porque él es muy milagroso». Incluso una hija de esta mujer se ha quedado embarazada después de que los médicos le dijeran que era estéril, según indicó esa radio. Y es que, como señala otro conocido de la familia, «todo es posible con fe».
 Oración con el Papa polaco
 El 1 de julio de 2011 llegó a la parroquia costarricense de Nuestra Señora de la Limpia Concepción del Rescate de Ujarrás una reliquia perteneciente al Papa Juan Pablo II, que fue enviada por el cardenal Stanislaw Dziwisz. Siempre ha tenido gran afluencia de público, pero con el milagro de su vecina, Floribeth Mora, el santuario no para de recibir visitas. Costa Rica es un país que está muy ligado a este Papa, ya que ha sido el único que les ha visitado. En marzo de 1983 Karol Wojtyla aterrizó en San José. Durante su visita a América Latina, Costa Rica fue su sede de residencia, y donde se reunió con los jóvenes y con los obispos latinos.

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