25 nov 2013

El rogón de Luis Alberto Villarral, desperto "Sospechas"


  • Algo olía mal en esa súplica. Resultaba sospechosa.
  • "Ustedes nos salieron muy baratos", suelen mofarse diputados priistas cuando hablan en corto con sus colegas blanquiazules.
"A QUIEN le acabaron zumbando los oídos ayer fue al coordinador de los diputados federales del PAN, Luis Alberto Villarreal. EL LEGISLADOR de la doble "r" estuvo en Querétaro para el festejo por el 50 aniversario de la Plaza de Toros Santa María. 
PRIMERO comió con el ganadero Fernando de la Mora en el restaurante "Josecho" y después se fue a la corrida del cincuentenario, en la que alternaron Octavio García "El Payo", Alejandro Talavante, Eulalio López "El Zotoluco" y Julián López "El Juli". 
EL DIPUTADO soporto frío, lluvia, toros que más bien tiraban a malos y un par gritos que retumbaron en el graderío de la plaza Santa María lo dejaron helado.
UN AFICIONADO aprovechó un momento de silencio para lanzar a voz en cuello una frase en la que, además de dedicarle una mentada, lo comparó con un roedor de dos patas 
PERO quizás lo peor para el legislador guanajuatense fue que el grito, repetido en dos ocasiones, en vez de generar una rechifla o reclamo, ocasionó carcajadas entre el público.
¡Y OLÉ!..."Templo Mayor
Columna TOLVANERA/Roberto Zamarripa
Sospechas
Reforma,  25 Nov. 13
 Rogar y rogar. La mañana del viernes 18 de octubre, los diputados panistas reunidos en el salón "Carlos Castillo Peraza" del edificio B de la Cámara de Diputados tuvieron una sesión acalorada, intensa.
 El coordinador parlamentario Luis Alberto Villarreal empleó unas tres horas en tratar de convencerlos de que votaran a favor de la Ley de Ingresos. Algunos legisladores rebatían. El PAN -alegaban- debía votar en contra de esa Ley, en congruencia con su discurso que repelía el aumento de impuestos que consideraba "tóxicos" e injustificados.
Si el PAN cuestionaba los impuestos a cobrar, mismos que intoxicarían la Ley de Ingresos, por qué habría de avalarla con su voto.

Pero Villarreal estaba en otra pista. Tras tres horas de debate, desesperado, angustiado, zanjó el asunto. Llevó a votación interna el tema. En el conteo aparecieron 30 disidentes. La mayoría avaló el voto a favor de la Ley de Ingresos en consonancia con su ruego.
 Fue disminuida su angustia pero aún así Villarreal pidió a esa treintena disidente que no votase en contra en la plenaria sino por lo menos se abstuviera.
Quería que el PAN no molestara con su voto en contra.
La insinuación pareció chocante, fuera de lugar. Las muecas de desaprobación llevaron a los villarrealistas a formular otra sugerencia: auséntense durante la votación. Bórrense.
Algo olía mal en esa súplica. Resultaba sospechosa.
 A la hora de la votación, en el recinto plenario de San Lázaro, cuatro panistas se ausentaron, 23 acudieron pero votaron abstención y sólo 8 se mantuvieron firmes en su convicción. El resto, 79, votaron con el ruego.
 En los pasillos de la Cámara corría la especie que los propios priistas ratificaban a carcajadas a panistas desconcertados: "ya sabíamos que iban a votar a favor".
 Después tomó forma el susurro: el voto del PAN estaba previamente comprometido, incluso con cifras. Sesenta votos favorables para la Ley de Ingresos como mínimo a cambio de bolsas millonarias a repartir.
 Vaya, eso es lo que les susurraron a muchos panistas quienes quedaron alarmados por la circunstancia.
 La llave para tener recursos era un voto favorable, un comportamiento a modo, una anuencia más en favor de las propuestas del gobierno federal.
El cinismo también va etiquetado. "Ustedes nos salieron muy baratos", suelen mofarse diputados priistas cuando hablan en corto con sus colegas blanquiazules.
 Ergo, Villarreal habría logrado recursos para el panismo cuya distribución discrecional arregló mediante el diezmo.
 El dinero no es la vida, ah pero cómo da candidaturas. La ambición del coordinador parlamentario ya fracturó a su bancada: 36 ya no le hacen caso. Y ello puede ser crítico a la hora de una votación de cambio constitucional como la que se avecina en materia energética.
 A la vez, Villarreal introdujo un escándalo innecesario en la sucesión presidencial de su partido. Ha obligado a Gustavo Madero a salir en su defensa. A desatar lanzas contra lo que llaman rumores pero que los alcaldes ven multiplicados en ceros en las chequeras. Madero ahora carga entre sus seguidores al Rey del Diezmo. Bonito estandarte.
 La ambición de Villarreal puesta a flote con denuncias anónimas de aquellos que no resistieron la complicidad del "moche" prendieron alerta en el tablero de los acuerdos políticos.
 De repente, la ambición de un político de escasa monta se convirtió en un asunto de Estado. Metió ruido en la reforma energética y alteró el panorama de la sucesión interna del panismo. Y eso no estaba en el libreto.
 Villarreal comprometió escandalosamente los recursos del 2013 bajo un mecanismo de complicidad con alcaldes y diputados donde el diezmo fue ley. Lo repitió en el Presupuesto del 2014, pero el compromiso tenía mayores obligaciones con el acreedor: garantizar votos de obediencia.
 En el Senado los panistas rechazaron la Ley de Ingresos, en San Lázaro votaron mayoritariamente a favor. El contraste asombra.
 Como decía El Piporro: una cosa son las sospechas sospechosas y otras las sospechas aclaradas.

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