22 nov 2013

Raúl Alvarez Garín, homenaje in absentia


"Sin Raúl no habría escrito La noche de Tlatelolco." Elena Poniatowska      

El sábado 17 hace unos días académicos, políticos, amigos y ex dirigentes universitarios reconocieron la trayectoria de Raúl  a 45 años del movimiento estudiantil de 1968; la reunión se llevó a cabo en Casa Lamm, en la colonia Roma de la Ciudad de México: "Raúl Álvarez Garín: de la reflexión a la acción", se denominó el acto; fueron diversas mesas redondas sobre estrategias de lucha y cambio social en México.

El conclave fue convocado por el Comité del 68. Y el Comité del 68 es Raúl, y un grupo de compañeros, entre ellos Luis Tuñon, Carolina Verduzco, Enrique Cortés Y Lucy Castillo.
No concibo al Comité sin Raúl; él a sus 72 años no ha cejado de insistir en que se haga justicia en los hechos lamentables de aquella tarde del 2 de octubre, donde murieron muchas gente; incluso ha visto las posibilidades de llevar el caso a la justicia internacional.
Entre las decenas de asistentes en el segundo homenaje hubo quienes dieron su testimonio sobre el movimiento del 68; estuvo María Fernanda "la Chata" Campa- su excompañera y madre de sus hijos- algunos recordaron la trayectoria de Raúl como luchador social desde su primera juventud, incluso antes de 1968.
"Por su solidaridad en la lucha sindical, por su participación en el movimiento popular, por su trabajo incansable en la organización revolucionaria y la unidad de las fuerzas de izquierda, por su larga, persistente y fructífera aportación en el periodismo independiente; por su trabajo como profesional nacionalista en el sector energético, del cual fue arbitrariamente despedido", dice uno de los mensajes escrito por un ciudadano que acudió al evento. (Reforma).

Otros destacaron su papel como promotor y organizador de las causas contra la impunidad; su esfuerzo en la construcción de partidos de izquierda y sus aportaciones como diputado. Álvarez Garín, añadieron, ha sido también generoso promotor de la solidaridad mexicana con las luchas sociales de otros países.
Estudiante y profesor físico matemático, Álvarez Garín fue reconocido como unos de los principales protagonistas del movimiento más significativo de la historia moderna de México.
"Raúl Álvarez Garín ha navegado toda su vida contra la corriente, siempre apostando por los movimientos sociales que han dado y seguirán dado a México el impulso hacia el desarrollo democrático", dijo el organizador del homenaje al leer un mensaje de los asistentes.
Participaron con testimonios La Chata Campa, Rolando Cordera, Luis Hernández Navarro, Félix Hernández Gamundi, José Woldemberg, Alejandro Álvarez, y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, entre otros.
Todos los testimonios expresados fueron enviados al ex dirigente estudiantil, ausente por razones de salud; es el segundo homenaje al exlíder de 68 en ausencia.; el primero fue el 9 de agosto de 2013 en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.
 Recuerdo que en 2004 Eduardo Valle El Buho, agonizaba por cáncer de hígado, Raúl, Joel Ortega, Rogelio Hernández entre otros hicieron una vaquita para apoyar a su viejo camarada de generación; Rogelio rifó su maquina de escribir; entonces varias personas portamos un cantidad para El Buho. 
Hoy Raúl está dando una batalla por la  vida; se le extraño en la marcha del 2 de octubre a la que nunca faltaba.

Quién es Raúl Álvarez Garín?
Dice Elena Poniatowska que el libro La Noche de Tlateloco jamás se hubiera escrito sin los testimonios de Raúl. El cuando estuvo preso en Lecumberri –entre los meses de noviembre, diciembre y enero de 1969- reunió a varios estudiantes en su celda y les dijo: “Cuéntenle a Elena.”
Y le contaron cosas...Quedaron muchos temas fuera..
Raúl tiene 72 años, es Matemático, egresado del politécnico, uno los principales ideólogos y estrategas del movimiento estudiantil-popular. Ha estado en todos los movimientos sociales desde finales de los años 50s quizá se inició en los movimientos del profesor Othón Salazar a fines de los años 50; estuvo en el movimiento ferrocarrilero de Valentín Campa –entonces su suegro- y Demetrio Vallejo cuando el ejército intervino contra los combativos ferrocarrileros del año 1959; tiempo después se afilió al PCM participando en el en la Juventud Comunista de México y construyeron la Central Nacional de Estudiantes Democráticos en mayo del 1963, en Morelia. 
Años después, Raúl y sus compañeros integran el Consejo Nacional de Huelga (CNH) en 1968; Alvarez Garín de alguna manera es el autor de la Marcha del silencio, como respuesta a las acciones represivas del 26 de julio, del 13, 28 y 29 de agosto de 1968. 
Después de los lamentables hechos del 2 de octubre Raúl estuvo desparecido; después se le localizo en la prisión de Lecumberrri. Ahí lo encontró Elena Poniatowska y de ahí surgió la idea de rescatar los testimonios para que se hiciera el libro La Noche de Tlateloco, que todos hemos leído, y algunas escenas han sido llevadas al cine.
Raúl estuvo mas de dos años en la cárcel y de ahí salió para irse exiliado a Chile, regresó a México en junio de 1971; y de ahí  un grupo importante de gente del 68 como Roberto Escudero; Gilberto Guevara Niebla; Luis González de Alba; Félix Hernández Gamundí; Eduardo Espinoza, El Búho; Salvador Martínez de la Rocca, El Pino, entre otros, decidieron reintegrarse a la lucha democrática. De ahí surgieron muchos proyectos.
Ese mismo años funda con un grupo de académicos la publicación de la revista Punto Crítico que circuló de 1972 hasta 1990, y cuyo primer director fue Fito, Adolfo Sánchez; participaron Rolando Cordera, José Woldenberg, Alejandro Álvarez y Javier González.
Años después en 1987. Raúl Álvarez impulsó la publicación del periódico Corre la Voz que circuló ininterrumpidamente durante catorce años; ese periódico fue clave en las elecciones de 1988.
Cuando surgió la Corriente Democrática del PRI que después se conformó con la creación del Frente Democrático Nacional Raúl y la Organización Revolucionaria Punto Crítico decidieron incorporarse a estos esfuerzos.
Se dice que Raúl fue el primero -o de los primeros- que solicitó al Ing. Heberto Castillo el retiro de su candidatura que sostenía el Partido Mexicano Socialista, cedesela al Ingeniero Cárdenas
Y cuando el FDN, decidió convertirse en partido político, Raúl apoyó esta decisión y pasó a formar parte del Comité de la dirección del PRD cargo que desempeñó desde 1989 a 1995; entonces Raúl ocupó una diputación federal en la LV Legislatura.
En 1998, Raúl publicó su libro La estela de Tlatelolco. Una reconstrucción histórica del Movimiento estudiantil del 68; constituye la crónica más completa  que se haya hecho de este proceso histórico (La Noche de Tlatelolco es una avanzada); hace pocos años  Raúl también quien promovió la construcción del monumento de la Estela de Tlatelolco que se levanta en la Plaza de las Tres Culturas y vemos brillar en las noches.
Raúl ha sido un incansable luchador él fue quien convocó a la fundación del Comité del 68; esa 
y muchos otros, lograron que a Luis Echeverría, tuviera por un tiempo como prisión su casa de San Jerónimo; a su puerta acudió un grupo encabezado por Raúl y doña Rosario Ibarra de Piedra y aventaron cubetazos de pintura roja.
Raúl esta dando una batalla...Espero que salga victorioso.
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Algunos comentarios sobre Raúl, recientemente publicados.
Comienzo por el de Elena Poniatowska
Los camarones del líder Raúl Álvarez Garín/Elena Poniatowska
La Jornada,  18 de agosto de 2013
Por desgracia no estaba yo en México cuando el homenaje a Raúl Álvarez Garín en la sala Miguel Covarrubias de la Universidad Nacional Autónoma de México. Habría yo ido corriendo. Hace 45 años que conozco a Raúl y soy su deudora. Sin él no habría La noche de Tlatelolco. Sin él no habría ese líder valiente y justiciero, capaz de permanecer meses, semanas y días en huelga de hambre. Sin él, jamás se habría dado el juicio que lo hizo llevar a Luis Echeverría al banquillo de los acusados. Sin él no sabríamos qué son la continuidad y la constancia de la lucha; sin él no habría Estela de Tlatelolco; sin él jamás habríamos leído Punto crítico; sin él no habría una constancia escrita de los infames procesos que el solo se preocupó en publicar; sin él el Politécnico sería distinto, porque Raúl está ligado al Poli de por vida (al menos en mi cabeza). Sin él tampoco habría camarones gigantes a la vinagreta preparados entre carcajadas.
En Lecumberri, en noviembre, diciembre y enero de 1968, Raúl reunió a varios estudiantes en su celda y les dijo: Cuéntenle a Elena. Era el jefe indiscutible acompañado por su inseparable Félix Lucio Hernández Gamundi. Me hizo llegar testimonios de hombres y mujeres mediante los abogados Carlos Fernández del Real y Carmen Merino, que acudían todos los días a Defensores, un galerón en el que resonaban las máquinas de escribir del año de la canica. María Fernanda Campa, entonces su mujer, le pidió a Guillermo Haro guardar escondidos en un ropero los 777 mil pesados tomos de los procesos de cada preso político, llenos de delitos absurdos.
Raúl entonces era un muchacho delgadito y nervioso que se acuclillaba en su pequeña celda para que otros pudieran sentarse en la litera, en el escusado de hierro, en el primer butaquito, en lo que fuera. Su autoridad era indiscutible. Todos acudían a su llamado. Por eso pude escribir La noche de Tlatelolco.
Cuando lo liberaron nos vimos en varias ocasiones y nos seguimos viendo a lo largo de la vida. En 1985 lo hicimos con gran frecuencia, porque Raúl organizó con Daniel Molina un centro de información y de terapia para los damnificados por los sismos del 19 y el 20 de septiembre. Muchos hombres, mujeres y niños llegaron a contar su tragedia en una terapia de grupo. Todos necesitaban que alguien los oyera y Raúl lo comprendió antes que nadie.
Un cineasta de Los Ángeles, de nombre Juan Garduño, quiso filmar la saga estudiantil y nos reunimos en la casa: la Tita (Roberta Avendaño), Roberto Escudero, Raúl y quienes quisieran escribir un guión del movimiento y de la masacre. La película nunca se hizo, pero a nosotros nos encantó vernos de nuevo.
Más tarde Raúl y yo fuimos juntos a Cuernavaca para dar una charla acerca del 68 con Rius, y nos condujo su hijo, Santiago, del que Raúl está tan orgulloso que hasta engordó. Durante el trayecto de ida y de venida sólo hablamos de música. No sabía yo que Raúl era melómano y que oía a Frescobaldi y a Vivaldi.
Un hombre como Raúl no se crea de un día para otro; un hombre que lucha por la justicia, que defiende la verdad sólo puede formarse con el ejemplo de padre y madre que tengan los mismos ideales, que le enseñen que en el mundo existe la injusticia, el hambre, la desigualdad y es indispensable combatirla.
Manuela Garín de Álvarez, madre de Raúl, jamás imaginó que su hijo pudiera caer preso. Sabía que Raúl pertenecía al Consejo Nacional de Huelga, porque así era él, aguerrido y defensor de las causas justas. Su espíritu de pelea se manifestó desde que era niño. Tania, su hermana, fue más dócil, obedecía, pero Raúl quería una explicación para cada una de las órdenes que le daban sus padres. Manuela, matemática, intentaba domar su rebeldía. El 2 de octubre a Manuela la llamó su marido, también Raúl: No salgas, porque esto está horrible. El Ejército tomó la plaza. Esa misma noche, su hijo Raúl desapareció y a partir de ese momento Manuela y Raúl padre sacaron desplegados durante más de un mes en El Día, que decían: Han pasado cinco días y no sabemos nada de nuestro hijo Raúl Álvarez Garín. Cuando Manuela por fin logró verlo en su celda, en Lecumberri, no hubo lágrimas ni lamentaciones. Raúl, muy serio la saludó con una frase que 40 años después no olvida: “Mamá, hay muchos muchachos que no tienen quién los defienda, hay que buscarles un abogado…” También le advirtió: Mamá, por favor, no vayas a traer nada que esté prohibido para no tener que pedirles nunca nada a estos carceleros. Tráeme una cazuela grande para cocinar para varios, fue lo único que Raúl sí pidió y Manuela tuvo que sacar el permiso en la dirección del penal. Le espetó al militar que lo autorizó: A usted le consta que la cárcel de estos muchachos es una injusticia.
Cuando Raúl salió exilado a Perú (fue a Chile), después de dos años y ocho meses de cárcel, el juez le dijo a Manuela:
–La felicito señora, porque su hijo es una persona íntegra, correcta.
Raúl Álvarez Garín y su inseparable Félix Lucio Hernández Gamundi, Daniel Molina y muchos otros, Javier El Güero González Garza, también matemático, enjuiciaron y consiguieron que a Luis Echeverría, entonces secretario de gobernación, le dieran su casa en San Jerónimo como cárcel. A la gran puerta de madera en San Jerónimo acudieron Rosario Ibarra de Piedra y Jesusa Rodríguez y le aventaron cubetazos de pintura roja.
Seguramente muchas madres, como Manuela, están más tranquilas porque la masacre no es un capítulo que se ha borrado de la historia del país: Lo que va a quedarse para siempre en la historia es que el 2 de octubre fue un genocidio. Si Luis Echeverría cometió un genocidio, debe responder por el; lo mismo que los demás –dice Manuela Álvarez Garín con esa seguridad que la agiganta y la hace admirable.
En Raúl Álvarez Garín, leal a Cuauhtémoc Cárdenas, yace la verdad del 68 y su voz es la más autorizada. A su honestidad sólo la supera la destreza con la que prepara sus camarones escogidos uno a uno en La Viga, que esperamos comer pronto para chuparnos los dedos y serenarnos el alma.
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Raúl Álvarez Garín y el 68/Manuel Peimbert*
La Jornada, 18 de noviembre de 2013
Conocí a Raúl Álvarez Garín en 1960, cuando los dos éramos estudiantes en la Facultad de Ciencias de la UNAM, y desde entonces hemos sido amigos. Él ingresaba en ese año y yo era estudiante de tercer año. En ese entonces la política estudiantil giraba alrededor de cuatro o cinco temas principales: la sociedad de alumnos, que estaba dirigida por una mesa directiva de 18 miembros; las asambleas estudiantiles, donde uno de los temas principales a discusión era la participación o no de los estudiantes en las marchas de protesta o de apoyo a diversas causas que se realizaban en el centro de la ciudad de México; la participación en dichas marchas; la participación en la política estudiantil universitaria a través de la o las federaciones de estudiantes de todas las escuelas de la UNAM; la defensa de los presos políticos, fundamentalmente los del movimiento ferrocarrilero de 1958-1959.
Raúl y yo participamos en la planilla de izquierda de la Facultad de Ciencias ese año (1960), en el que, por cierto, perdimos las elecciones ante la planilla de derecha. El resultado fue de 350 votos contra 228. Raúl iba de secretario general y yo de presidente. Participamos en varias marchas en favor del movimiento revolucionario del magisterio, de apoyo a la revolución cubana y a favor de la libertad de los presos políticos. Se discutía en las asambleas de la Facultad de Ciencias sobre la participación de la facultad en dichas marchas y se votaba; cuando ganaba nuestra propuesta marchábamos con una manta que decía Facultad de Ciencias, cuando perdía nuestra propuesta marchábamos a título personal sin la manta de la facultad.
Nos encontramos otra vez en 1968, él era representante ante el Consejo Nacional de Huelga por la Escuela de Físico Matemáticas del Instituto Politécnico Nacional y yo era representante del Colegio de Profesores de la Facultad de Ciencias de la UNAM a la Coalición de Profesores de Enseñanza Media y Superior pro Libertades Democráticas que apoyaba al Consejo General de Huelga. La coalición de profesores empezó sus labores a principios de agosto y llegó a tener representantes de 72 escuelas y facultades; su última reunión fue el 2 de octubre en la mañana, con la asistencia de representantes de 12 escuelas nada más. La coalición de profesores surgió en gran medida debido al movimiento estudiantil y Raúl jugó un importante papel político, no sólo en la creación del Consejo General de Huelga sino también en la creación de la Coalición de Profesores.
Raúl ha sido un luchador social que ha dedicado su vida a defender las mejores causas del pueblo mexicano, me siento muy honrado de contar con su amistad.
* Astrónomo mexicano, investigador emérito de la UNAM e integrante de El Colegio Nacional. Palabras pronunciadas en el homenaje a Raúl Álvarez Garín en la Casa Lamm el 16 de noviembre de 2013
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Raúl Alvarez Garín y la generación del 68/ José Luis Alonso Vargas
Publicado en La Jornada de Oriente,21 de noviembre de 2013
Hace 45 años, miles de estudiantes salieron a defender los derechos democráticos plasmados en la Constitución. Contaron con la simpatía del pueblo que los acompañó en sus grandes manifestaciones y los apoyó cuando las brigadas juveniles expresaban sus demandas en camiones, mercados y plazas públicas del Distrito Federal. Hoy, la paradigmática Generación del 68 está haciendo el recuento de sus acciones. En ocasión del cumpleaños 72 de Raúl Álvarez Garín, se han reunido para hacer el balance de sus logros y para comprometerse a seguir en la lucha hasta el último aliento de su vida.
Jóvenes del 68, como Raúl Álvarez Garín, acompañaron a los maestros en las luchas que encabezó el insigne profesor Othón Salazar a fines de los años 50. Estuvieron con Valentín Campa y Demetrio Vallejo cuando el ejército intervino salvajemente contra los combativos ferrocarrileros del 59, llevándose detenidos a miles y dejando más de 10 años en la cárcel a sus dirigentes. Se llenaron de rabia cuando el mismo ejército asesinó a Rubén Jaramillo y a su familia el 23 de mayo de 1962, después del abrazo traidor del presidente López Mateos con el líder campesino. 
Participaron en la Juventud Comunista de México y construyeron la Central Nacional de Estudiantes Democráticos en mayo del 1963, redactando en Morelia un histórico documento de línea política para las luchas que se avecinaban. Estuvieron con los médicos en 1965, con los estudiantes de agricultura en 1967, y arribaron al año 68 con la experiencia que da la participación en decenas de combates en defensa de los derechos democráticos de obreros, campesinos, maestros, médicos y estudiantes.
La Generación del 68 no fue derrotada, a pesar de la masacre del 2 de octubre, el encarcelamiento de los miembros del Consejo Nacional de Huelga y la persecución posterior de decenas de cuadros formados en las batallas por el Pliego Petitorio de seis puntos. No fue derrotada porque emergió en las luchas sindicales de los electricistas, en la formación de los cogobiernos y los sindicatos universitarios, en la guerra de guerrillas rurales y urbanas de los 70s y en la reforma política que le dio registro y vida legal al Partido Comunista Mexicano. La Generación del 68 participó en los años 80 en la fracción parlamentaria de izquierda, en la organización del movimiento urbano popular que surge para superar la catástrofe provocada por el sismo del 85 y acompañó a Cuauhtémoc Cárdenas en la victoria electoral del 88, aplastada por el fraude ignominioso de Carlos Salinas de Gortari. La Generación del 68 generó un nuevo periodismo, libre y sin censuras; impulsó grandes reformas democráticas en los centros universitarios, fortaleció el sindicalismo y participó en la constitución del PRD y de decenas de espacios para el desarrollo de la vida política, social y cultural de las nuevas generaciones.
La Generación del 68 está de pie. Cientos de veteranos siguen dando la batalla. Y miles de jóvenes de hoy siguen su ejemplo y toman sus banderas. Todos juntos, al lado del pueblo, se aprestan a defender el petróleo y todos los energéticos, que son de los  mexicanos. La continuidad en la lucha está garantizada.
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Raúl Álvarez Garín/José Woldenberg
Reforma, 21-Nov-2013;
El 16 de noviembre, en Casa Lamm, se le hizo un cálido y bien ganado reconocimiento a Raúl Álvarez Garín. La siguiente fue mi breve intervención.
Raúl Álvarez Garín fue, para mí, primero una referencia rodeada del halo mágico del 68. Uno de los dos o tres dirigentes más importantes del Consejo Nacional de Huelga y por ello mismo la encarnación de un sueño de libertad y democracia segado por la violencia paranoide del Estado.
Luego, en los años setenta, en el marco de los esfuerzos por construir sindicatos en las universidades del país, siendo yo parte del Consejo Sindical, Raúl era una referencia constante, rotunda. Me explico. Si el Consejo Sindical era la corriente de profesores que se convertiría en una especie de columna vertebral del Sindicato del Personal Académico de la UNAM; el Consejo Sindical tenía a su vez una columna vertebral un poco más reducida: la de los integrantes de la revista Punto Crítico. Pablo Pascual, Rolando Cordera, Isabel García Coll, Montserrat Gispert, Margarita Collazo, Raúl Trejo, entre otros, eran al mismo tiempo parte de los afanes de la revista militante y de la organización laboral de los académicos universitarios. Y a través de ellos, una voz se escuchaba de cuando en cuando: la de Raúl. No estaba presente en la UNAM pero por boca de sus compañeros de Punto Crítico sus opiniones se oían.
Punto Crítico era entonces una revista indispensable de y para la izquierda mexicana. Su primer número había empezado a circular en enero de 1972, y en su directorio aparecía como su director general Adolfo Sánchez Rebolledo y como su administrador Raúl Álvarez Garín. Se trataba -sobre todo visto en retrospectiva- del esfuerzo político/editorial más ambicioso de una parte de la generación del 68. Algunos líderes de aquel movimiento (Raúl, Gilberto Guevara, Roberto Escudero, Félix Hernández Gamundi, Eduardo Valle, entre otros) una vez libres luego de más de dos años y medio de prisión, de un breve exilio, y de la reaparición de la violencia criminal el 10 de junio de 1971, junto con algunos profesores universitarios jóvenes y militantes de la izquierda (Rolando Cordera, Juan Felipe Leal, María Antonieta Rascón, Santiago Ramírez, Pablo Pascual, etcétera), echaron a andar una publicación singular.
Punto Crítico fue una escuela a distancia para muchos de nosotros. Más allá de las lecturas dogmáticas y cerradas que por entonces eran de curso común en el mundo de la izquierda, la revista abrió un campo para el análisis y la reflexión inédito hasta entonces. Quizá su mayor virtud fue su apuesta a documentar, acompañar y ayudar a pensar a eso que de manera genérica se llamaba el movimiento. Una constelación de movilizaciones, intentos de organización, reivindicaciones, denuncias, que en conjunto expresaban un aliento transformador en términos democráticos y con un horizonte socialista. Así, huelgas, invasiones de tierras, paros estudiantiles, comunicados de organizaciones armadas, esfuerzos por construir partidos, persecuciones, represiones, fueron documentados y analizados en sus páginas. Se trataba de estar o escoltar o dar a conocer a un México cuyo rostro no aparecía en los medios de comunicación tradicionales. Un México diverso, profundamente agraviado, que no se reconocía ni quería hacerlo en los rituales tradicionales del oficialismo estatal. Un México emergente en términos políticos que combatía los usos y costumbres de una pirámide autoritaria.
Sin aquel esfuerzo pionero, del que Raúl fue una de sus cabezas, no se entendería mucho de lo que sucedió después. Estoy hablando de la creación de sindicatos y organizaciones agrarias, de agrupaciones populares y formaciones políticas, de grandes movilizaciones y actos de denuncia del autoritarismo prevaleciente. De un potente movimiento, con múltiples expresiones, que hizo patente que el país no cabía ya bajo el manto, los rituales, el discurso y la organización del oficialismo de entonces.
No me extraña el afecto y el respeto múltiple que hoy se le expresan a Raúl Álvarez Garín. Es apenas el merecido reconocimiento de que la conquista de buena parte de las libertades que hoy se ejercen es fruto de las batallas emprendidas por lo que el propio Raúl gusta denominar la generación del 68. Y todos lo sabemos, él fue y es un pilar y un referente obligado de dicha generación. En alguno de sus cuentos, Francis Scott Fitzgerald decía que hay generaciones condenadas a no tener sucesores (La última belleza sureña); no fue el caso de la del 68. Su herencia sigue viva.
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Raúl Álvarez Garín: Notas para una semblanza política/Félix Hernández Gamundi,
(Texto íntegro del discurso pronunciado por Daniel Molina Álvarez el 9 de agosto de 2013 durante el Homenaje a Raúl Álvarez Garín y a la Generación del 68 en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.)
Voy a hablar de Raúl Álvarez Garín, a ver si la emoción me lo permite. Tengo la satisfacción y el privilegio de conocer a Raúl desde hace poco más de 55 años a lo largo de los cuales he disfrutado de su amistad y tenido la oportunidad de compartir con él algunas experiencias de militancia; este trato tan prolongado me ha permitido observar como Raúl Álvarez se ha convertido en uno de los dirigentes políticos más importantes de la izquierda democrática y socialista de nuestro país. Raúl es hoy una presencia viva y combativa que reivindica y practica la ética, los valores y los principios como base de la acción política.
A Raúl Álvarez lo conocí por los años de 1957-1958 cuando juntos nos iniciamos políticamente; tuvimos nuestro bautizo de fuego en el apoyo a las luchas de la insurgencia sindical del magisterio que encabezó Othón Salazar a quien acompañamos en la ocupación y el plantón que por varias semanas se mantuvo en la Secretaría de Educación Pública, participamos asimismo en las movilizaciones de los trabajadores petroleros, de los electricistas del SME y de los ferrocarrileros que impulsaban su Plan del Sureste bajo la dirección de Demetrio Vallejo y de Valentín Campa Salazar; compartimos con los maestros la alegría de su triunfo cuando ganaron la dirección de la Sección IX del SNTE y con los ferrocarrileros cuando se impusieron en las elecciones que les dieron el acceso a la dirección nacional de su sindicato.
También estuvo presente Raúl en la defensa de la economía popular y en contra del alza de las tarifas del transporte urbano, que estaba en manos del Rubén Figueroa y su corrupta Alianza de Camioneros de México y participó en el ya legendario “movimiento camionero”; Raúl se desempeñó en los preparativos de una huelga general de pagos en contra de la Compañía Mexicana de Luz, para impedir el alza de las tarifas eléctricas y en demanda de la expropiación y nacionalización del sistema eléctrico nacional que estaba en manos de compañías extranjeras, los preparativos de la huelga de pagos los dirigía el Consejo del Pueblo Mexicano, organización frentista de masas que tenía como su columna vertebral al Sindicato Ferrocarrilero; la huelga de pagos no pudo estallar ya que el 29 de marzo de 1959, Adolfo López Mateos desató la represión para romper la huelga de los ferrocarrileros: su sindicato fue intervenido militarmente, sus locales fueron ocupados por el Ejército, sus dirigentes fueron desconocidos y encarcelados junto con miles de ferrocarrileros en el Campo Militar N° 1; Raúl Álvarez Garín y yo sostuvimos una entrevista con Gustavo Díaz Ordaz, entonces secretario de Gobernación para solicitarle la libertad de algunos estudiantes presos, entre ellos José Guerrero y Guerrero, dirigente estudiantil de la Facultad de Derecho de la UNAM; Díaz Ordaz nos prometió liberarlos y nos ofreció garantías para nuestras personas; sin embargo, Raúl y yo fuimos detenidos al salir en las puertas de la Secretaría de Gobernación; permanecimos presos en el Campo Militar N° 1 unas dos semanas. Cuando estuvimos libres, continuamos nuestros estudios y concentramos nuestros esfuerzos en la lucha en favor de los presos políticos y a la organización de un movimiento estudiantil de izquierda; así nos iniciamos en la militancia, fueron los trabajadores mexicanos quienes nos enseñaron y nos abrieron el camino de la lucha revolucionaria.
Raúl participó entonces en la fundación en la UNAM del Bloque Estudiantil Revolucionario en el que confluyeron los grupos Prometeo de la Facultad de Ciencias; “Miguel Hernández” y “César Vallejo” de la Facultad de Filosofía y Letras; “Patricio Lubumba” y “Román Guerra Montemayor” de la Facultad de Derecho y el Partido Estudiantil Socialista de la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales, este Bloque Estudiantil logró obtener la conducción de varias de estas escuelas y se convirtió en el semillero de donde surgieron algunos de los dirigentes del Movimiento del 68, como el compañero Roberto Escudero. En el Instituto Politécnico Nacional, María Fernanda Campa impulsó la creación de la Vanguardia Politécnica; estos fueron los antecedentes organizativos de las posteriores luchas estudiantiles, como la huelga universitaria de 1966 en contra de Ignacio Chávez y la de Ciencias Políticas y Sociales que estalló en los primeros meses de 1968 en apoyo a los choferes de la línea General Anaya y en demanda de la libertad de los presos políticos. A nivel nacional se inició la organización de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED) que desde Michoacán emitió en 17 de mayo de 1963 su Declaración de Morelia anunciando su nacimiento; Raúl Álvarez participó en la comisión de redacción de esta declaración y formó parte de su dirección nacional; se desarrollaron asimismo movilizaciones en las universidades de Puebla, Monterrey, Guadalajara y Morelia; vivimos también la huelga nacional estudiantil de las escuelas agrícolas.
Las organizaciones estudiantiles de aquellos años estuvieron influenciadas notablemente por el triunfo de la Revolución Cubana y se inspiraron en el pensamiento humanista de Ernesto Ché Guevara plasmado en textos como El Hombre y el Socialismo en Cuba y en las Declaraciones de La Habana. El movimiento estudiantil reivindicó y practicó los principios del internacionalismo y la solidaridad latinoamericana: repudió la invasión de Bahía de Cochinos, formó las Brigadas en Defensa de la Revolución Cubana y varios de nuestros camaradas perdieron la vida combatiendo en las guerrillas latinoamericanas ejemplo de ello son Héctor Zelaya Alger caído en la guerrilla del Dorado del FSLN en Nicaragua y David Aguilar Mora y Eunice Campirán, que se incorporaron a las filas del Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre en Guatemala y que fueron asesinados por la dictadura. 
Cuando estalló el movimiento estudiantil de 1968, Raúl Álvarez Garín, que había pasado de la Facultad de Ciencias de la UNAM a estudiar en la Escuela Superior de Físico Matemáticas del IPN, asumió la dirección política de esta escuela y convocó a la creación del Consejo Nacional de Huelga que se encargó de la dirección democrática y colectiva del Movimiento; también participó centralmente en la redacción de su pliego petitorio.
Consumada la represión del movimiento, el mismo 2 de Octubre, en Tlatelolco, después de la masacre se detuvo a cientos de estudiantes que fueron conducidos al Campo Militar N°1; Raúl Álvarez Garín, también fue detenido, secuestrado por el Ejército, permaneció varios días desaparecido. Algunos estudiantes presos fueron liberados, pero a más de 1 500 de ellos se les trasladó a la prisión en Lecumberri, donde protagonizaron su histórica huelga de hambre en demanda de su libertad, huelga que fue agredida brutalmente por los presos comunes, con el permiso y bajo la dirección de las autoridades penitenciarias. Nuestros compañeros y dirigentes permanecieron presos dos años y siete meses, al cabo de los cuales algunos de ellos, Raúl Álvarez Garín incluido, partieron al exilio a Santiago de Chile de donde regresaron el 3 de junio de 1971; fueron recibidos en el aeropuerto de la ciudad de México por una multitud y conducidos al auditorio Ché Guevara de la Facultad de Filosofía y Letras, en donde frente a una entusiasta asistencia que colmaba el auditorio, anunciaron su reincorporación a la militancia y a la lucha democrática, compromiso en la que han permanecido fieles desde entonces.
El régimen político de partido único se negó en 1968 a aceptar el cambio democrático que proponía el movimiento estudiantil y optó por la represión para intentar detener y aplastar el descontento y la movilización popular y por esta razón Luis Echevarría ordenó perpetrar fríamente la masacre del 2 de octubre de 1968; en vísperas de la inauguración de los Juegos Olímpicos, el gobierno de Díaz Ordaz prefirió obtener un efímero y falso prestigio internacional y desoyó las demandas populares. En cualquier forma, los años subsecuentes a 1968 fueron para nuestra generación los años del plomo, fríos, pesados y duros: a la prisión de cientos de compañeros y al exilio de algunos dirigentes, se siguió la represión sistemática de los movimientos populares y se iniciaron los años de la guerra sucia.
Si el descontento y la protesta popular no pudieron ser ahogados en sangre, fue debido a la fuerza y vitalidad de sus principios y a que se enriquecieron con la incorporación masiva de nuevos contingentes y a la aparición de nuevas expresiones y métodos de lucha y porque animó a las luchas el histórico grito de “¡Viva la disidencia!” que nos legó nuestro querido rector Javier Barros Sierra. Con grandes esfuerzos se había logrado reorganizar el movimiento estudiantil y cuando logró salir a tomar las calles nuevamente, fue masacrado el 10 de junio de 1971, fecha en que Alfonso Martínez Domínguez, Regente de la ciudad envió a sus Halcones a masacrar la pacífica marcha del 10 de junio.
Impedida la lucha ciudadana pacífica y legal, surgió como respuesta un renacimiento de la lucha armada urbana y rural y se desató desde entonces la espiral de la violencia, personificada en la Brigada Blanca y una pandilla de torturadores; se iniciaron los años de la guerra sucia y la desaparición y asesinato de militantes de las organizaciones armadas; Genaro Vázquez y Lucio Cabañas en Guerrero y Diego Lucero y Avelina Gallegos en Chihuahua, junto con Óscar González Eguiarte y Carlos Armendariz, así como Ignacio Salas Obregón y David Jiménez Sarmiento de la Liga Comunista 23 de Septiembre son algunas de las figuras emblemáticas de estos movimientos armados.
Otros contingentes sociales intentaron nuevas formas de lucha pacífica y legal, surgieron así nuevos partidos políticos, las coordinadoras regionales y de masas, se activó el sindicalismo, se generaron las movilizaciones de los electricistas de la Tendencia Democrática del SUTERM y se organizó el Frente Nacional de Acción Popular.
La vida universitaria experimentó cambios muy importantes: nació el sindicalismo magisterial representado por el Consejo Sindical y el Sindicato del Personal Académico en la UNAM y el SITUAM en la Universidad Autónoma Metropolitana; surgieron las preparatorias populares y bajo la rectoría del Dr. Pablo González Casanova en la UNAM se creó el sistema de Colegios de Ciencias y Humanidades, algunas universidades públicas de los estados conquistaron su democratización, así sucedió en Puebla, Sonora, Sinaloa y Nuevo León. Raúl Álvarez, al lado de Rosalio Wences Reza, impulsó el proyecto de Universidad Pueblo en la Universidad Autónoma de Guerrero que sostuvo por años una lucha ejemplar en defensa de la educación universitaria pública y gratuita, que pretendió aplastar Jesús Reyes Heroles, mediante la asfixia presupuestal y la negación del subsidio.
Después de 1968, se vivió el surgimiento de la prensa democrática, a este esfuerzo se sumó Raúl Álvarez Garín que en 1971 fundó e inició la publicación de la revista Punto Crítico que se editó de 1972 hasta 1990, y cuyo primer director fue Fito, Adolfo Sánchez Rebolledo; en 1987 Raúl Álvarez impulsó la publicación del periódico Corre la Voz que circuló ininterrumpidamente durante catorce años y que jugó un importante papel en la información y apoyo del movimiento democrático; en resumen, podemos afirmar que Raúl se ha desempeñado en la prensa revolucionaria durante más de 30 años.
Como analista político y editor Raúl Álvarez también ha destacado, desde la cárcel editó con otros compañeros Los procesos de México 68 y publicó los textos de su defensa legal en un folleto titulado Tiempo de hablar, que recoge asimismo los alegatos de José Revueltas y de Eduardo Valle, El Búho. En 1998, Raúl Álvarez publicó su libro La estela de Tlatelolco.
Una reconstrucción histórica del Movimiento estudiantil del 68, que constituye la crónica más completa y la interpretación más lúcida que se haya hecho de este proceso histórico; en años recientes, Raúl impulsó la publicación de una colección de diez libros referidos al Movimiento, a las luchas democráticas, y materiales jurídicos de algunos integrantes Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD).
También en la línea de la defensa y conservación de la memoria del 68 Raúl Álvarez ha mantenido una acción constante desde hace 45 años, organizando la marcha conmemorativa anual del 2 de Octubre; fue Raúl quien promovió la construcción del monumento de la Estela de Tlatelolco que se levanta en la Plaza de las Tres Culturas, ejemplo de la edificación de un monumento histórico por iniciativa popular. Raúl convocó también a la fundación del Comité del 68, iniciativa de organización abierta que agrupa desde veteranos del 68 hasta jóvenes revolucionarios solidarios que tienen como único interés promover acciones solidarias de apoyo a las reivindicaciones populares; impulsar la lucha contra la represión del Estado y participar en las acciones en contra de la impunidad y el castigo a los responsables de la represión, el Comité del 68 ha logrado triunfos importantes, como el de imponer el enjuiciamiento y condena de Luis Echeverría Álvarez, primer ex–jefe de Estado procesado bajo el cargo de genocidio.
En otro plano, señalemos como cuando surgió la Corriente Democrática del PRI que encabezó el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, que finalmente se escindió del Partido Revolucionario Institucional y convocó a la creación del Frente Democrático Nacional; Raúl Álvarez Garín y la Organización Revolucionaria Punto Crítico decidieron incorporarse a estos esfuerzos y apoyaron al Ing. Cuauhtémoc Cárdenas; la participación de Raúl en 1988 planteó el impulso de una candidatura única de la izquierda y fue el primero que solicitó al Ing. Heberto Castillo el retiro de su candidatura que sostenía el Partido Mexicano Socialista y ayudó así a obtener la unidad electoral de la izquierda ; la Organización Revolucionaria Punto Crítico fue el primer destacamento de la izquierda socialista que ingresó al FDN y que para garantizar su identidad como fuerza política socialista impulsara la creación del Movimiento al Socialismo, (MAS). Finalmente, Carlos Salinas de Gortari se impuso en la presidencia de la República mediante el fraude electoral; aun así, al Frente Democrático Nacional se le tuvo que reconocer la votación más alta en la historia de la izquierda en México y logró el reconocimiento del triunfo de 104 diputados federales. Cuando el FDN, decidió convertirse en partido político, Raúl Álvarez apoyó esta decisión y pasó a formar parte del Comité Ejecutivo Nacional del Partido de la Revolución Democrática, cargo que desempeñó desde 1989 a 1995; asimismo, Raúl ocupó una diputación federal en la LV Legislatura, en la que se desempeñó en las comisiones de trabajo y previsión social en la que se opuso a la reforma laboral neoliberal y en la Comisión de Energéticos en donde asumió la defensa del petróleo nacionalizado. Las posiciones políticas de Raúl fueron la causa de su despido laboral injustificado de la Comisión Federal de Electricidad, despido que la CFE mantiene rencorosamente hasta la fecha.
Hacer una semblanza de Raúl Álvarez en unas cuantas páginas es tarea imposible; resumir sus acciones que abarcan más de medio siglo es vana tarea; tal vez resulte más efectivo para hacer el reconocimiento de Raúl, evocar la imagen de un hombre que vive con plenitud y optimismo; que se sostiene con firmeza en la vida porque sus raíces familiares son fuertes y profundas, porque se nutre de la savia que heredó de su padre el Ing. Raúl Álvarez Encarnación, inquebrantable militante internacionalista y porque corre en sus venas la sangre de Manuela Garín, una admirable mujer de una gran inteligencia, valor y lucidez. Raúl vive ahora condiciones difíciles de salud que enfrenta con entereza, rodeado del afecto de sus seres queridos, de María Emilia, de sus hijos Raúl, Manuela y Santiago, de sus nietos, de su hermana Tania, en este universo del Raúl íntimo es el que podemos distinguir su verdadero rostro, el de un hombre culto y sensible, afectuoso, amante y conocedor de la música, defensor irreductible de la naturaleza y de ciudad a la que tanto ayudó durante los sismos de 1985 desde el Centro de Información y Análisis de los Sismos y con su ayuda en la fundación de la Coordinadora Única de Damnificados y de la Asamblea de Barrios. Hombre incorruptible y por encima de todo compañero y amigo a toda prueba. Con deliberada intención se celebra este acto el día en que Raúl cumple 72 años de vida, Raúl nos envía un saludo; en reciprocidad sólo nos resta remitirle a cambio, en el más puro estilo mexicano, un ramo de flores, un puñado de palabras de afecto y un poquito de música que le dedican su hijo Santiago, nuestro querido Horacio Franco Asaf Kolerstein y a Mailo, cantor del 68 y su grupo; porque finalmente, como mexicanos y como parte de la tribu de los que hemos luchado en Tlatelolco, es lo más valioso que podemos ofrecerte, porque sólo somos flor y canto, in xochitl, in cuicatl…
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Raúl Álvarez y la generación del 68/MARCO RASCÓN
Milenio, 31/07/13
A 45 años de nuestro verano mexicano, el homenaje a la generación de 1968 establece un trazo que reivindica la vigencia y el reconocimiento a esa obra política monumental de cambios y reformas. De esa generación, nada más merecido que el homenaje a Raúl Álvarez Garín como uno de los principales ideólogos y estrategas del movimiento estudiantil-popular.
Fundador de la Juventud Comunista años antes de 1968, matemático, politécnico, maestro en la UNAM, proveniente de una estirpe republicana española radicada en Cuba y que vino a México, es hijo de Manuela Garín también matemática y maestra emérita de la Facultad de Ingeniería de la UNAM; Raúl no fue el más famoso, pero sí el de mayor reconocimiento de sus compañeros y contemporáneos que les tocara tomar las decisiones de dirección del movimiento estudiantil.
Una de las tareas fundamentales de ese momento para Raúl y sus compañeros fue la integración del Consejo Nacional de Huelga (CNH); integrar las demandas y sostenerlas, y lo más importante: las estrategias para eludir la represión. Raúl es el autor de la Marcha del silencio, como respuesta a las acciones represivas del 26 de julio, del 13, 28 y 29 de agosto. Con ello se demostró que la represión era una imposición del gobierno, no del movimiento.
Con esa marcha que mostró organización, disciplina, simpatía popular y legitimidad del CNH surgió, del lado gubernamental, la idea torva de acabar con el movimiento mediante el terror.
Las manifestaciones de aquel momento son fundamentales, pues eran medio y fin al mismo tiempo; eran demanda y propuesta, pues frente a la posición represiva contra el pliego petitorio el movimiento tiene un programa profundo que trasciende el verano del 68 y se convierte en reivindicación histórica: la defensa de la autonomía universitaria como principio de la libertad de pensamiento; la defensa de las libertades democráticas y las garantías individuales y, por tanto, la exigencia del respeto a la Constitución hoy vigente.
La generación del 68 siembra la vocación democrática y su herencia permea la cultura, la formación de periodistas, la exigencia de la democratización de los medios de comunicación escritos y electrónicos entregados en forma monolítica al Estado.
De la represión surgió la respuesta armada y las guerrillas rurales y urbanas. Vino luego la guerra sucia y de ahí se formó una generación de impunes, torturadores y sicarios del régimen, que se convirtieron en criminales y delincuentes. Fue desde la impunidad dentro del gobierno que se organizó “el crimen organizado”, que hoy somete al país a graves consecuencias.
La generación de 1968 fue contenida el 2 de octubre y el 10 de junio. Su exigencia contra la impunidad y la responsabilidad de aquella determinación gubernamental tiene vigencia en la actualidad, pues constituye la base para construir una gobernabilidad democrática. A esa generación que buscó alternativas, pertenece Heberto Castillo.
De aquella generación surgieron muchos proyectos. Al salir de Lecumberri y regresar del breve exilio en Chile, Raúl y un grupo importante como Roberto Escudero; Gilberto Guevara Niebla; Luis González de Alba; Félix Hernández Gamundí; Eduardo Espinoza, El Búho; Salvador Martínez de la Rocca, El Pino, y Juan Manuel Ramos Moraira, El Pollo, entre otros, decidieron al salir en libertad y reintegrarse a la lucha democrática construir un pensamiento político basado en la realidad concreta a través del periodismo y para ello fundaron la revista Punto Crítico, junto a un grupo de intelectuales y universitarios como Adolfo Sánchez Rebolledo (su director), Rolando Cordera, José Woldenberg, Alejandro Álvarez y Javier González, entre los cuales surgieron muchas de las iniciativas que dieron origen posteriormente al sindicalismo universitario.
Raúl Álvarez fue posterior a la reforma política impulsada por el Partido Comunista (PCM), actor fundamental para establecer la candidatura única de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 y que logró que la opción electoral de la izquierda pasara de la marginalidad a la disputa real por la conducción del Estado mexicano, generando la masificación de cambios y reformas que componen el mosaico de hoy.
Frente a la intención de querer hoy cerrar el proceso del 68, la generación formada hace 45 años se pone de pie y por ello se ha convocado a este homenaje a Raúl Álvarez Garín y la Generación del 68. Viernes 9 de agosto a las 17:00 horas en la Sala Covarrubias del Centro Cultural Universitario de la UNAM.
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Raúl Álvarez Garín: la referencia indispensable/Luis Hernández Navarro
La Jornada, 6 de agosto de 2013
Raúl Álvarez Garín es uno de los personajes más emblemáticos del movimiento estudiantil-popular de 1968. Durante el conflicto tuvo una enorme influencia en la conducción del Consejo Nacional de Huelga. Preso en Lecumberri durante dos años y siete meses, desempeñó un papel central en atenuar los efectos degradantes de la vida en la cárcel y fomentar a su interior un ambiente de estudio organizado. Años más tarde, su reflexión sobre los acontecimientos fue central para esclarecer lo sucedido. Con mucho, su trayectoria política encarna las aspiraciones y convicciones de la generación que protagonizó esa protesta.
“El 68 –escribió Carlos Monsiváis en La tradición de la resistencia– es el fenómeno más significativo de la historia de México en la segunda mitad del siglo XX”. Para muchos jóvenes, esa fecha fue su bautizo de fuego en el mundo de una política distinta. Hasta ese momento, política era, en lo esencial, sinónimo de transa, corrupción, componenda y manipulación. Pero el movimiento dio a esa actividad un nuevo sentido de honradez, dignidad y verticalidad, de compromisos con causas colectivas. Raúl Álvarez ha mantenido a lo largo de todos estos años esos valores. Él es un político de convicciones morales.
Nacido en 1941, militante de izquierda desde su adolescencia, integrante de la Juventud Comunista, con la que rompió antes del estallido de 68, animador infatigable de la izquierda revolucionaria, Álvarez Garín es un hombre coherente. Ya lo era cuando con 27 años de edad se encontró en la cresta del descontento estudiantil del 68, había pasado por la Facultad de Ciencias de la UNAM y cursaba el tramo final de la licenciatura en físico-matemáticas en el IPN. Lo ha seguido siendo hasta nuestros días. Crítico implacable del poder, ha navegado toda su vida contra la corriente, apostado siempre a los movimientos sociales para transformar el país.
Su formación política inicial estuvo marcada por el activismo estudiantil, la influencia de la revolución cubana y su crítica a los partidos comunistas y las discusiones ideológicas promovidas por las organizaciones revolucionarias que surgieron en el país. Simultáneamente tímido y hosco, formal y responsable, desarrolló grandes dotes como organizador.
Ante asambleas y grupos, Raúl habla pausadamente, con sencillez y autoridad. Así lo ha hecho durante décadas. En sus intervenciones políticas busca explicar el significado de los hechos, los alcances de las acciones. Es simultáneamente estratega y pedagogo. De manera directa da contexto y problematiza el alcance de las posiciones a debate. Su lenguaje es comprensible, ajeno a la jerga marxista aunque profundamente influido por esta teoría.
Casado en primeras nupcias con María Fernanda Campa, hija del dirigente ferrocarrilero comunista Valentín Campa, quien pasó la mitad de su vida en cárceles y en la clandestinidad, Raúl vivió desde joven la experiencia de la represión de manera directa. Nunca ha olvidado esa lección.
Entrevistado hace cinco años por una publicación de izquierda, señalaba: Siento un compromiso vital con los aspectos políticos generales, no sólo por la experiencia propia, sino por lo que se muestra que continúa como amenaza grave en la vida nacional. Esto lo vivo como un problema de emoción también, porque uno siente que las amenazas de violencia represiva, de irracionalidad total, se mantienen y son de los componentes más graves.
Periodista revolucionario, al salir de la cárcel, en 1971, Álvarez Garín fue promotor, junto a un grupo de dirigentes del movimiento de 68, de la revista y organización política Punto Crítico. En el México de aquellos años los espacios para ejercer un periodismo independiente se limitaban al Excélsior de Julio Scherer, el suplemento La Cultura en México de Siempre! y la revista ¿Por qué? De allí que contar con una publicación que rompiera el cerco informativo fuera vista por la izquierda como una tarea central.
Punto Crítico apareció por vez primera en enero de 1972 para contribuir con una política editorial clara y consecuente, al debate organizado de las fuerzas de izquierda sobre bases objetivas y permanentemente renovadas, con la intención de acceder a una unidad creadora y no a una unidad estéril y a la postre burocrática.
Han pasado ya muchos años desde aquella aventura pero, ya como militante del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Raúl continúa promoviendo la prensa crítica, ahora como coordinador de asuntos laborales y sindicales de Corre la Voz, un periódico de masas ampliamente distribuido entre movimientos populares del valle de México.
Incansable guardián de la memoria, Alvarez Garín presentó, a finales de 1993, siendo diputado de la 55 Legislatura, la iniciativa para adicionar al artículo 8 de la Constitución un párrafo que dice: Los ciudadanos tienen derecho al libre acceso a todos los archivos y registros oficiales, salvo aquellos relacionados con la seguridad y defensa del Estado, que estarán reservados hasta por un periodo máximo de 25 años, contados a partir de la fecha original de expedición del documento. Su propuesta fue congelada.
Como parte de su lucha contra el olvido publicó La estela de Tlaltelolco: una reconstrucción histórica del movimiento estudiantil del 68, uno de los libros más brillantes de cuantos se han escrito sobre los acontecimientos de ese año. También forma parte de esta misión, su incansable labor para que se esclarezcan los crímenes del pasado perpetrados por el Estado y se castigue al ex presidente Luis Echeverría.
El movimiento de 68 no se ha diluido ni asimilado. Su espíritu sigue vivo en los movimientos que hoy cuestionan el autoritarismo estatal y la falta de democracia, la desigualdad y la exclusión social. Para ellos, 68 es, como Raúl Álvarez, una re­ferencia indispensable. Por eso, este vier­nes 9, a las 5 de la tarde, en la sala Mi­guel Covarrubias del Centro Cultural Uni­versitario, se le realizará un homenaje.

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