19 ene 2014

Cruz Azul.. 50 años... y nada que celebrar


 50 años... y nada que celebrar/RAÚL OCHOA
Revista Proceso, # 1942, 18 de enero de 2014

Cruz Azul cumple medio siglo en el máximo circuito justo en el momento más complicado de su historia: acusaciones de fraude, lavado de dinero y caciquismo, montañas de juicios, dos directivas paralelas y multitud de fracasos deportivos en el último minuto. La larguísima administración de Billy Álvarez (30 años en el cargo y un solo título de liga) ha hecho que el logotipo cementero sea símbolo de estancamiento.
En medio de disputas entre cooperativistas, escándalos de corrupción, presunta evasión fiscal y lavado de dinero cometido por el director general de la Cooperativa La Cruz Azul, S.C.L., Guillermo Billy Álvarez Cuevas, ese equipo de futbol cumple medio siglo de su ascenso a la Primera División sin nada que celebrar.
La historia reciente de Cruz Azul está empañada por conflictos internos y denuncias en los tribunales que comprometen el futuro de la cooperativa y del club de futbol.

En el balance de daños destaca la obtención del mote de Subcampeonísimo, ya que apenas ha ganado títulos. Considerada una de las cuatro grandes franquicias del futbol mexicano por el sitio especializado Transfermarkt, Cruz Azul sólo obtuvo un campeonato de liga durante las tres décadas de gestión de Billy Álvarez, quien hace 16 años levantó su única copa de campeón (de las ocho que suma el equipo en su historia).
 Otra polémica que atraviesa el club es la desafiliación del grupo de animación más representativo del equipo, Sangre Azul. El ejecutivo también es acusado de tener al borde de la extinción a la llamada Barra Hidalgo, integrada por aficionados de esa entidad, la mayoría hijos de trabajadores de la cooperativa en Ciudad Jasso. De las 100 personas que inicialmente acudían a los juegos del equipo, ahora sólo cuatro viajan regularmente a los partidos de La Máquina, revela uno de sus integrantes.
 A ello se agregan acusaciones del Consejo de Administración de la Cooperativa La Cruz Azul contra el promotor Carlos Hurtado. Presuntamente él es el verdadero propietario de los derechos federativos de los principales jugadores del primer plantel, entre extranjeros y nacionales.
 Otra muestra de las tensiones internas la dio la llamada directiva disidente, que difundió datos de la presunta venta irregular de los terrenos de La Noria, sede del equipo.
La indignación
La Cooperativa La Cruz Azul, S.C.L., es un gran consorcio que agrupa a la cementera, al equipo de futbol y otras empresas.
Uno de los casos que mejor representa los problemas dentro del cuadro fue la pérdida del nombre del equipo, que dejó de llamarse Club Deportivo Social y Cultural Cruz Azul A.C., para devenir Cruz Azul Futbol Club A.C. El cambio se hizo mediante un contrato de cesión de derechos protocolizado ante la titular de la notaría número 197 del Distrito Federal, Sara Cuevas Villalobos, y fue firmado el 29 de julio de 2011 por Guillermo Álvarez Cuevas. La intención de ese movimiento, acusan los detractores del director general, fue evadir el pago de impuestos.
Además, el 1 de diciembre de 2011 Álvarez cedió los derechos de la marca “Cruz Azul”, mediante un contrato en el que fungió tanto como representante de la cooperativa como de la propia beneficiada, la recién rebautizada Cruz Azul FC, que él mismo preside y cuyos estatutos prevén incluso la participación de socios extranjeros, según consta en el artículo 4.
La inclusión de esa posibilidad quebranta “el principio cooperativista de nacionalidad”, establecido en las bases constitutivas del club y en la Ley General de Sociedades Cooperativas.
De acuerdo con el Consejo de Administración de la cooperativa, que encabeza el disidente Armando Valverde, lo ocurrido incorpora una notable divergencia entre los estatutos de la cooperativa y los de Cruz Azul FC. El abogado de este grupo, Eugenio Olvera, advierte que se establece “una incompatibilidad, además de que se propicia la absoluta separación jurídica, social y estatutaria de la cooperativa y los socios de Cruz Azul FC”.
La cesión ocurrió a pesar de que Guillermo Álvarez Cuevas había sido removido de su puesto de director general de la cooperativa meses atrás, según se detalla en la resolución del 27 de mayo de 2011, emitida por el Consejo de Administración de la Cooperativa La Cruz Azul S.C.L., e inscrita en el Registro Público de la Propiedad y el Comercio el 31 de mayo de ese año, con número de entrada 38 mil 524. Se argumentaron “faltas graves y probables actos de defraudación” durante el desempeño de su labor.
La determinación obligaba a Álvarez a abstenerse de realizar “por su propia cuenta” todo tipo de actos jurídicos en nombre de la cooperativa. Asimismo, debía desocupar las oficinas y entregar al consejo todos los bienes inmuebles que utilizó durante su encargo.
Álvarez, sin embargo, se aferró a su puesto y siguió despachando. De hecho, él nombró un Consejo de Administración a modo.
Uno de los aspectos más significativos en los estatutos del “nuevo” Cruz Azul FC es el punto f, que establece la inscripción y afiliación del equipo ante los organismos competentes que acuerde su consejo directivo.
“Este artículo transfiere de facto la titularidad de los derechos reconocidos por el Club Deportivo Social y Cultural Cruz Azul AC y todas sus filiales reconocidas por la Federación Mexicana de Futbol y la FIFA a Cruz Azul FC, lo que es un despojo a los bienes activos y derechos reconocidos. Asimismo, la plusvalía de la marca impacta directamente en el capital social de los socios al ser ajenos a esta asociación, que se apropia y usurpa todos sus activos y derechos”, advierte Olvera.
El punto g se refiere a aquellas personas que, mediando o no retribución económica, se dediquen a la práctica del futbol en representación de la asociación civil. “El régimen de los deportistas será objeto de regulación independiente mediante reglamento especial. Los deportistas no tendrán el carácter de asociados”, indica el inciso.
Según el litigante, se trata de un esquema fraudulento, “ya que no propone que los emolumentos, salarios y bonos de los profesionistas sean erogados por Cruz Azul FC. En los hechos, dichos gastos serían erogados por la cooperativa y sus filiales para beneficio de una sociedad ajena a ella: Cruz Azul FC”.
En el artículo sexto, relativo a los asociados, se deja en claro que Cruz Azul FC es una sociedad ajena a la cooperativa. Marca también que sólo tendrán carácter de “asociados corporativos” los “socios activos” de la Cooperativa La Cruz Azul SCL reconocidos como tales por la asamblea general ordinaria de asociados. Además, sólo podrán ser socios honorarios aquéllos que sean reconocidos por la asamblea general ordinaria de asociados, “a propuesta del presidente del consejo directivo”, es decir, Guillermo Álvarez.
 Su equipo
La Asociación Civil Cruz Azul FC es administrada por un consejo directivo integrado por un presidente, Billy Álvarez; un secretario, José Antonio Marín Gutiérrez, y un vocal, Raúl Antonio Enríquez López, quienes permanecerán en sus puestos por tiempo indefinido. En la actualidad, Marín y López se ostentan también, respectivamente, como el presidente del Consejo de Administración (el mismo puesto que ocupa Valverde en el organigrama disidente) y el titular del Consejo de Vigilancia.
El contrato de cesión de marca fue celebrado por el Club Deportivo Social y Cultural Cruz Azul, A.C., representado por Guillermo Álvarez, quien también es presidente de Cruz Azul FC… empresa a la que se le cedieron los derechos.
Por esta razón, el 30 de abril pasado, el consejo disidente promovió demandas de nulidad ante el juez sexto de Distrito en Materia Civil en el Distrito Federal, relacionadas con los juicios mercantiles 136/2011 y 360/2011. Acusaban que un puñado de cooperativistas había decidido crear Cruz Azul FC y que se había realizado una “cesión onerosa” de la marca Cruz Azul, que consistía en entregar la propiedad y el derecho de explotación de todos los “signos distintivos” cruzazulinos.
El problema trasciende los símbolos: también se ha lucrado con los inmuebles del equipo. El abogado Eugenio Olvera acusa a Billy Álvarez de vender “nada menos que el predio de La Noria, por cuya venta acaba de pagar más de 10 millones de pesos de impuestos. Si realizó un pago de esa índole por la compraventa y tomando en cuenta que 4% del valor catastral corresponde a los impuestos por la venta de un predio, el terreno fue vendido en más de 200 millones de pesos”.
La acción ya fue denunciada ante la PGR (UEIDFF/AC/43/2013) y una ampliación de la demanda se presentó el pasado 3 de octubre.
El abogado aporta documentos contables de la cooperativa, en los que figuran dos pagos por concepto de “impuestos por derechos de venta La Noria” con fecha del 29 de diciembre de 2011 a través del proveedor Gestiones y Servicios Notariales.
El letrado acepta que el Consejo de Administración al que representa únicamente dispone de una parte del concentrado de contabilidad, por lo que desconoce la parte del predio que fue vendida y el nombre del comprador.
Hasta este momento, Guillermo Álvarez Cuevas no ha acatado lo ordenado en el juicio 136/2011-1 por el Juzgado Sexto de Distrito en Materia Civil del DF, que le mandó entregar al Consejo de Administración los documentos relativos al club respecto de los derechos federativos de los jugadores del primer equipo, así como de toda la estructura orgánica, toma de decisiones, estado fiscal, administrativo y financiero de la empresa, “para evitar y en su caso denunciar el lavado de dinero. Ya fue multado y se amparó contra el arresto”, indica el abogado.
“También tenemos reportes del mismo personal del club de que los derechos federativos de los principales futbolistas ni siquiera pertenecen a la cooperativa, sino al promotor Carlos Hurtado. Ésa es la razón de que Álvarez Cuevas haya promovido 12 amparos y 16 quejas para evitar la entrega de los documentos.”
 Fichados y amenazados
 No sólo en los juzgados hay problemas, también en las gradas: Integrantes de la porra Sangre Azul se dicen víctimas de lo que consideran una “persecución” de Guillermo Álvarez tras los disturbios del 30 de noviembre pasado, al término del juego de vuelta de los cuartos de final entre La Máquina y Toluca, cuando un grupo de aficionados invadió la cancha del Estadio Azul en el momento en que algunos jugadores todavía permanecían en el césped.
 El hecho sin precedentes en la historia del equipo le costó a Cruz Azul un juego de veto y una multa de 3 mil días de salario mínimo (194 mil 280 pesos). En respuesta, la directiva encabezada por Álvarez anunció, el jueves 9, la desafiliación de Sangre Azul.
 La porra revisó el video de los hechos y detectó que la mayor parte de quienes invadieron el estadio no integra esa porra.
 En entrevista con Proceso, integrantes del grupo denuncian que han sido amenazados por agentes de la Secretaría de Seguridad Pública, a cargo de Jesús Rodríguez Almeida. Uno de los porristas de La Sangre Azul relata que el sábado 11 alrededor de 100 personas acudieron a manifestarse frente al hotel donde se concentraba el equipo, a unas horas del partido a puertas cerradas entre Cruz Azul y Santos, correspondiente a la jornada 2 del torneo Clausura 2014. En cuestión de minutos llegaron al lugar cerca de 10 camionetas con policías de la SSP.
 “Lo único que hicimos fue apoyar al equipo, pero nos mandaron a elementos de seguridad a amenazarnos. Que ya tenían nuestros datos personales, que sabían dónde vivíamos y que nos mandarían a levantar a nuestras casas. Estos señores llegaron bien aleccionados. En realidad creemos que saben bien quiénes somos porque las amenazas fueron directas, que le bajáramos de huevos, que ya no gritáramos consignas en contra de los directivos ni de los jugadores”, recuerda un aficionado.
 “Tampoco somos los únicos a quienes nos han afectado, como en el caso del grupo de socios de la cooperativa que fueron excluidos por pedirles rendición de cuentas de la empresa a Guillermo Álvarez. Qué nos esperamos con un personaje de ese nivel. Estamos molestos porque el señor ocupa al equipo para hacer negocios personales y la afición le valemos madres. Vamos a manifestarnos de forma pacífica porque ya queremos fuera a este señor, un mal para la institución.”

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