15 jun 2014

“El otro Efraín”, recopilación prosística /Carlos Ulises Mata Lucio


“El otro Efraín”, recopilación prosística/VERÓNICA ESPINOSA
REVISTA PROCESO # 1963, 14 de junio de 2014

GUANAJUATO, GTO.- Al escritor guanajuatense Carlos Ulises Mata Lucio (Premio Nacional de Ensayo Literario José Revueltas 2001) le fue encomendada la edición y selección de la antología prosística El otro Efraín (Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica), que ve la luz a propósito del centenario de Efraín Huerta.
La propia editorial lo invitó junto con la familia del poeta, a través de su hijo David Huerta, esta “antología del centenario”.
Dice Mata en breve entrevista con Proceso:
“Pronto me di cuenta de dos cosas. Una es que la mejor antología de la poesía de Huerta ya existe y es insuperable porque la hicieron juntos el tiempo, la memoria colectiva, en su momento Carlos Montemayor y el propio autor, además de que, en general, está bien editada y no ha dejado de ser accesible (hasta diría que se vende y está viva como pocas). Y la otra, que su prosa, con todo y que es abundante y de gran calidad, sigue siendo desconocida.
 “Le repropuse entonces al Fondo y a David hacer una compilación sólo de prosa; aceptaron y se hizo El otro Efraín, cuyo título (lo idearon en la empresa, creo que Tomás Granados, gerente editorial) es muy acertado, pues el libro revela a un Efraín (o a más de uno) diverso.”

 –¿Cómo se ha dado su acercamiento al autor y cuál fue su experiencia personal en esta revisión?
 –La experiencia de hacer la antología fue excepcional porque me vi abocado a descubrir una obra cuya dimensión y variedad no imaginaba. Primero, leí o releí la parte pequeña de la prosa de Huerta que ha sido editada, la que cuidó su autor –que está en dos cuadernillos: Textos profanos (1978) y Prólogos (1981)–, y la que se ha conocido gracias al trabajo muy valioso de Mónica Mansour, de Guillermo Sheridan y de Alejandro García: Aquellas conferencias, aquellas charlas (1983), nueve textos que Huerta leyó en 1964 y 1965; Aurora roja (2006), que es un centenar de crónicas, y Close-up (2010), con 127 artículos sobre cine. Supe que una selección de esas compilaciones, que han tenido muy poca difusión o están agotadas, ameritaba ponerse a recircular, previo cotejo con sus originales, que van de 1936 a 1971.
 “Luego, se sumaron otros escritos muy relevantes: los que Huerta publicó en Taller (la revista que dio nombre a su generación) y en otras como Taller Poético, Letras de México y Rueca; los prólogos que antepuso a sus propios libros, de gran valor crítico y autobiográfico, y muy divertidos; alguno otro rarísimo como La causa agraria, de 1959. Y como novedad propuse añadir seis entrevistas, que no sólo aportan datos valiosos, sino que son ‘obra’ de Huerta, por la razón de que las escribió, no las contestó de viva voz, pues la había perdido en 1973.
 “El resultado es un libro con 176 textos, ninguno inédito pero todos casi desconocidos.”.
 –¿Cuáles fueron las miradas con las que se revisó la obra de Huerta para elegir aquello que quedó?
 –La mirada principal fue la de un lector que busca placer en lo que lee, no la de un arqueólogo, tampoco la de un historiador. Entonces, el criterio fundamental que orientó la selección fue el de incluir textos que me gustan y que creo que gustarán a más lectores.
 “También busqué que fueran representativos en varios sentidos: de las preocupaciones y las posturas literarias y políticas de Huerta; de las afinidades y disputas que marcaron su presencia en la cultura mexicana; de una época entera y de sus encrucijadas; de sus registros estilísticos. Incluso de la existencia de textos afines que siguen empolvándose en las hemerotecas.
 “La idea fue armar un libro de lectura gozosa que fuera a la vez un mirador cualitativo y un mapa de indicios sobre lo que falta por conocer de la prosa de Efraín Huerta. Una obra que, sólo para estimular la avidez de los críticos y los lectores devotos, puedo asegurar que se compone de una cifra de escritos que quizá decuplica lo recogido en la antología.”
 –¿Hay descubrimientos en lo escudriñado, es posible tener nuevas formas de asomarse a Huerta como personaje y obra?
 –Sí, sin duda alguna. Te doy un ejemplo: en un punto de la elaboración de la antología, le pedí a dos buenos lectores de Efraín Huerta que me citaran el título de un solo escrito suyo en prosa. Se quedaron mudos.
 “La lección es muy clara: Huerta es un gran poeta, y la inmensa mayoría de lectores se dan por satisfechos con su excepcional obra poética, pero pasan por alto que fue también un periodista de toda la vida, que no dejaba de escribir ni cuando estaba enfermo o era domingo (a la manera de Salvador Novo, a quien de joven atacó y acabó siendo su amigo); que fue también un productivo y riguroso crítico de cine (del cine todo, no sólo de películas); que fue también un lector muy agudo que escribió aquí y allá sobre libros y autores; que fue también un combativo polemista (por ejemplo, con los Contemporáneos) y un comentador de la actualidad (publicó artículos muy lúcidos durante la Segunda Guerra Mundial); que escribió sobre artes plásticas, cuando, como él decía, ‘en México sólo había cuatro galerías’.
 “En fin, creo que cada uno de esos perfiles ‘otros’ del personaje y de la obra se asoman en la antología y nos ayudan a dibujar el rostro completo de Efraín Huerta.”
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