2 ene 2015

José Refugio Haro. Periodista de toda la vida/


José Refugio Haro. Periodista de toda la vida/ José Alfredo Beltrán
"En el periodismo cada vez que agarras lana, dádivas, regalos, baja un nivel tu dignidad, tu independencia, tu reputación, tu libertad."  Cuco Haro.
Publicado en El Noroeste, 29-06-20
Considerándose como tal desde los 8 años cuando vendía periódicos, 'Cuco' hoy ve concluida su carrera profesional en los diarios, de la cual dedicó sus últimos 15 años a Noroeste
Cuco' Haro compartió en Noroeste 15 años de su carrera profesional.
A Cuco, quien mucho nos dio... "En el periodismo cada vez que agarras lana, dádivas, regalos, baja un nivel tu dignidad, tu independencia, tu reputación, tu libertad". Así piensa Refugio Haro Haro. "Cuco", para los cuates. "Periodista" desde los 8 años, cuando de niño salía corriendo a vender periódicos por las calles de Los Mochis, para luego desayunar e irse a la escuela. "No conocía lo que era la noticia, pero fueron mis pininos en el periodismo", dice quien hoy se jubila, pero de la asistencia diaria y obligatoria a las salas de Redacción, como las de Noroeste, donde ha dejado sus últimos 15 años de vida.
--¿Cómo resumiría estos 15 años?

--En primer lugar, es el final de mi carrera profesional activa, fija en un periódico. Fue la época en donde conocí a muy buenos amigos del medio, en la que estuve en un periódico sui géneris en Sinaloa y en México, donde se puede trabajar, mantener una postura política, ideológica, sin envenenar las notas. Jugar siempre es bonito donde es permitido. Y nosotros jugamos mucho.
La vocación Los padres de Haro llegaron de Zacatecas a Sinaloa, en busca de mejores oportunidades a fines de los años 30, del siglo pasado. Venían a sembrar la tierra. Nació en 1944, en San Vicente, Ahome, junto al río, en una familia de 12 hijos, en la que nueve sobrevivieron. La "formación rústica" de su padre no fue impedimento para mandarlos a la escuela. Pero éste murió cuando él tenía 14 años, obligándolos a todos a trabajar, para cooperar con el gasto familiar y dejar los estudios.
En su niñez y adolescencia, Haro fue "multiusos". Cargó bultos, se metió al boxeo a los 16, aunque el ring no era lo suyo. La hizo de ayudante de albañil, radiotécnico, tornero, hasta que en 1962, a la edad de 18, tuvo su primer "trabajo serio", en una refaccionaria de Los Mochis. Toda su etapa estudiantil, posterior a la primaria, la hizo por las noches. Y
a era un adulto joven cuando se inscribió en una academia comercial, donde 2 años después terminó la carrera de contador privado. Se metió a la secundaria nocturna, y a los 23 años se fue al Distrito Federal a estudiar la prepa y concretar un sueño: estudiar periodismo. "Cuando todos terminaban la carrera profesional, yo apenas iba a estudiar la preparatoria. La carrera la termino a los 30, casi a los 31 años".
Fue en la secundaria donde el maestro de Civismo detectó su vocación por las letras. Éste les pidió una autobiografía como tarea. La de Haro destacó, e incluso, el profesor hizo de ésta una apología, ante los demás compañeros de clase. "Conté la neta, como era chamacón, no me cuidé de nadie. Conté mi vida, mis sinsabores, y el maestro se conmovió", relata. Y es que desde niño, Haro descubrió en los libros su vocación y destino. Iba a las bibliotecas públicas, leía en las bancas de la plazuela las aventuras de Julio Verne y otros autores. Un maestro de la primaria, Braulio Pizarro, sería años después fuente de inspiración, y de su propia superación. "Ya de grande, de viejo se preparó", señala. "No me conformé con la vida que me dieron mis padres. Algo a mí me acució, me empujó, yo sentía complejo, porque al pobre se le humilla mucho. Tengo fotos de la primaria, donde estoy descalzo y con las 'patas' de fuera. Tenía un suéter todo raído, puras piltrafitas, tiritas".
La primera portada
En 1967, Haro inició sus estudios de Periodismo en la UNAM, al tiempo que trabajaba para poder sostenerse en distintos puestos de dependencias del Gobierno federal. Al concluir su carrera, combinó el servicio público con responsabilidades en periódicos del Distrito Federal, por las noches, seleccionando los cables de las notas nacionales, coordinando o redactando editoriales, como ocurrió en el desaparecido Rotativo. También dio clases en el Colegio de Ciencias y Humanidades en la UNAM. En 1975, en su ruta dentro de la burocracia, el priista Heriberto Galindo se le cruzó en el camino. Éste le consiguió trabajo en Noroeste, al conectarlo con su amigo Silvino Silva. "Venía con muchas ínfulas. 'Seguramente me la van a dar de subdirector', me dije, para nada", recuerda, al soltar la carcajada. En su primera jornada, supo por la noche que se había llevado la nota de ocho columnas, del día siguiente. "Sí me sentí emocionado, pero no demasiado. Porque yo ya había visto mi nombre en letra en molde. Escribía artículos como estudiante y en el último año de la carrera habían seleccionado los mejores reportajes, para publicarlos en Excélsior, que era el número uno. Eso sí me impactó. "Ya acá (en Noroeste) fue 'ranazo', porque la nota era sobre los precios de la Cuaresma, y ya le iban a dar (la portada)". "Yo nunca he sido buen reportero", asegura Haro, "me incliné más por la corrección, soy celoso con la gramática, pero en cuanto a reportero, brincarme una barda para buscar la noticia, no se me da. Toqué la flauta como el burro, pero se reconoce que no tengo la vena para eso. Para las columnas sí". Haro sólo estuvo mes y medio en Noroeste. No se "adaptó" a las tracateras y balaceras que a diario estremecían los días y noches de Culiacán.
Regresó a Los Mochis, para colaborar en un noticiario de radio y revista, hasta que de nueva cuenta el destino lo mandó al Distrito Federal, donde le ofrecieron un mejor cargo público, con un sueldo nunca antes igualado en otra etapa de su vida. Algo en común tuvieron la mayoría de los cargos de Haro, en el servicio público. "Siempre", dice, "me ponían en lugares donde había que redactar. Hice manuales, prontuarios de leyes, análisis políticos...". A mí no me llenaba regresar los lunes a ver la misma película, monótona; por eso me metí a trabajar de noche a los periódicos. Las entrañas del oficio.
En 1981 volvió a presentársele una nueva oportunidad, para regresar a Sinaloa. En México, alguien lo conectó con el empresario mochiteco Guillermo Elizondo, quien a su vez le abrió las puertas de El Debate, tras leer y recomendar su trabajo. En ese diario se inició como seleccionador de cables en marzo de 1981, pero ahí estuvo muy poco tiempo, porque casi de inmediato lo ascendieron a jefe de Redacción. En esta etapa fue el primer presidente de la Asociación de Periodistas Aarón Flores Heredia, de la cual terminaría decepcionado, al transformarse después en "club".
En El Debate trabajó hasta fines de 1986 cuando Ernesto Álvarez Nolasco, un político priista con fama de honesto, lo invitó a ser su jefe de prensa; y en una posición similar, después, Ignacio Rodrigo Castro, pero ésta no la terminó. En estas posiciones, como jefe de prensa, Haro conoció las presiones de algunos periodistas, para conseguir "favores" a base de "golpes", aunque muchas veces a manera de insinuaciones. "Aunque yo me la llevaba bien, les decía que no había llegado ahí para dar. 'Quieren pedir algo, pídanle al Presidente, a mí no me dan dinero para dar, de mi bolsa, de mi sueldo no les voy a dar", les decía.
Muchos periodistas, lamenta, ven normal que el político les ofrezca comidas, cenas o regalos, a nombre de la libertad de expresión, cuando son actos que demuestran lo contrario. "El político no es que sea buena gente, que dé porque tiene ganas de dar, lo da porque quiere sacar algo o porque tiene miedo que le saquen algo. "Deberían acabarse todas las formas de dádivas del Gobierno. Es un robo porque es dinero del erario público".
Los años de Haro
Haro dirigía un programa radiofónico en el Grupo Oír en Los Mochis cuando en agosto de 1992 lo invitó Jesús Cantú, Director de Noroeste Culiacán, para dirigir la edición del diario en esa ciudad. "Jesús Cantú llegó de Monterrey", recuerda, "y junto con Manuel Clouthier (hijo) le dio a Noroeste el brinco, el gran salto modernista que hoy tiene". El 15 de agosto de 1992, 17 años después de su primer contacto con el diario, Haro se hizo cargo de Noroeste Los Mochis, hasta que el "error de diciembre" de Salinas y Zedillo de 1995, la peor crisis económica del México reciente, obligó a cerrarlo. Haro se trasladó a Culiacán, a la salida de Cantú, para dirigir Noroeste Culiacán desde 1995 hasta 2002, año en que volvió a dirigir las plazas de Noroeste en Los Mochis, Guasave y Évora.
En Culiacán, vive la consolidación y expansión de Noroeste y su "despintamiento de azul", por consigna de Clouthier, añade. El momento más difícil, expone, después de la crisis de 1995, fue la difusión en 1996 de las listas de periodistas que recibían apoyos del Gobierno, filtradas en el periodo del Alcalde Sadol Osorio. "Fue un momento crítico, porque yo no había visto nunca que denunciaran a tantos periodistas en masa, que salieran en masa, como gente que aceptaba ayudas del Gobierno. Y teníamos los recibos, que mandamos certificar con un notario, para que no dijeran que eran inventados". Las listas, añade, causaron un cataclismo. Reporteros incluidos lloraron. Viejos amigos suyos le retiraron la palabra. "Yo pienso que es muy doloroso perder un amigo, pero si es una nota de gran trascendencia, te lo vas a reprochar toda la vida", advierte.
Los maravillosos momentos en Noroeste, resume Haro, están relacionados con las publicaciones donde se busca la justicia. "Cuando se denunciaron monopolios, como el de la leche, cuando se denuncia a un abusivo, a un matón, a un gobernante corrupto que daña a la sociedad, y que sin embargo en la mayoría de las otras publicaciones aparece como santo o benefactor de la gente. Cuando lo haces tú, te da un poquito de luz, donde hay oscuridad dañina", subraya.
--¿Lo amenazaron de muerte alguna vez, en Noroeste?
 --Veladamente, pero ya en Los Mochis, un político que todavía está aquí (en Culiacán) me habló para amenazarme. Me dijo que estaba yo atacando, agrediendo a sus hijos, porque las empresas de él eran de sus hijos, no eran de él, según él, y que yo tenía hijos también, tenía familia. "Yo te puedo hacer daño", me dijo por teléfono.
Jesús Aguilar Padilla, entonces presidente del Congreso, y el ex Gobernador Juan Millán intervinieron en el asunto, señala. Dignidad, mercancía escasa A pesar de todo, dice Haro, el periodista nunca debe dejar de denunciar. "Si deja de denunciar se convierte en víctima. Lo más peligroso es tener una información grave y no publicarla. Cuando la publicas, se acabó el peligro. "Si no lo hace, se convierte en cómplice de alguna manera, porque haces lo que ellos quieren, y también porque te haces vulnerable. Ya no tienes arma", agrega. Principios éticos, dignidad y preparación son, para Haro, los elementos fundamentales que hacen a un buen periodista, con compromiso social. "Primeramente tener principios éticos, que te duela que te digan que eres ladrón, cuando no te duele, si no tienes dignidad, no pasa nada. "La dignidad es lo más importante del periodismo, y creo que es una mercancía muy escasa en el medio. Y prepararse, para ser capaz, porque no se puede estar transmitiendo ignorancia", concluye.
A sus 63 años, Haro está por comenzar una nueva etapa de su vida, junto a su esposa Luz Otilia, con quien tiene cuatro hijos, todos profesionistas o a punto de serlo. Rodrigo, Roldán, Bonita y Romina.
--¿Va a seguir escribiendo?
-Son los planes. Mi idea es descansar un tiempecito, vivir un poquito la experiencia de ser libre, para ser lo que yo quiera, flojear un poco, y después si mi cuerpo me lo permite, escribir cositas.
Perfil
Licenciado en Periodismo y Ciencias de la Información por la UNAM. Desde 1992 ocupó cargos directivos en Noroeste. Editor General de Noroeste Culiacán de 1995 a 2002. De 2002 a 2007 dirigió las sucursales Los Mochis, Évora y Guasave.

 "En el periodismo cada vez que agarras lana, dádivas, regalos, baja un nivel tu dignidad, tu independencia, tu reputación, tu libertad." "

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