Revista Proceso # 2052, 5 de marzo de 2016…
Guzmán
Loera nunca hablará, para proteger a sus hijos/J.
JESÚS ESQUIVEL
WASHINGTON.-
Aun cuando Estados Unidos quiere castigar con todo el peso de la ley a Joaquín
El Chapo Guzmán Loera por el daño que causó a su sociedad con el trasiego de
drogas, no lo considera un “activo” de información, comentan a Proceso dos
funcionarios del Departamento de Justicia.
“¿Nos
diría algo de lo que no estemos informados? –se pregunta uno de ellos–. ¡Claro
que no! Él sabe que por la seguridad de su propia familia no puede dar
información delicada sobre el Cártel de Sinaloa y el tráfico de drogas en
general ni a nosotros ni al gobierno de México.”
Su
compañero arguye: El Chapo sabe muchas cosas sobre esa organización criminal
que ayudarían a desmantelarla, pero no es imbécil. “Si lo hace –en México o
aquí, cuando nos lo entreguen–, sus palabras serían la sentencia de muerte de
sus hijos, porque las otras fracciones del cártel se les irían encima. Sería
como declarar una guerra”.
Los
dos funcionarios del gobierno de Barack Obama aceptaron hablar de la eventual
extradición de Guzmán Loera a Estados Unidos con la estricta condición de que
no se citaran sus nombres. Ambos aseguran que la entrega del capo sinaloense
ocurrirá pronto.
“El
presidente (Enrique) Pena Nieto ya se comprometió a extraditar al Chapo. Para
que esto ocurra, tendrán que agotarse los recursos legales en juzgados de
México; no hay prisa”, admite uno de los entrevistados.
De
acuerdo con las autoridades estadunidenses, desde que El Chapo fue recapturado
en febrero de 2014 en Mazatlán, Sinaloa, el gobierno mexicano las mantuvo al
tanto de las declaraciones que hizo el detenido ante la Procuraduría General de
la República y ante los agentes del Centro de Investigación y Seguridad
Nacional.
En
su segunda recaptura, la del pasado 8 de enero, los entrevistados aseguran que
El Chapo sólo ha aportado algunos detalles acerca de quiénes lo ayudaron a
escapar del penal del Altiplano a través de un túnel.
“Está
muy limitado –dice uno de los funcionarios del Departamento de Justicia–. Sus
hijos Iván Archivaldo y Alfredo Guzmán llevan varios años a cargo de la
fracción del Cártel (de Sinaloa) que él manejaba. Y aunque Iván Archivaldo y
Alfredo están distanciados de los otros capos de la organización, sus hijos
cumplen con los compromisos de mantener a flote el negocio.”
De
acuerdo con la radiografía que tiene el gobierno de Obama, el Cártel de Sinaloa
está dividido en tres fracciones: la de los hijos de Ismael El Mayo Zambada
García, la de los hijos del finado Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, y la
de los hijos del Chapo.
“Es
una nueva generación de mando. Y aunque El Mayo sigue al tanto de todo, son sus
vástagos quienes manejan la organización. En el caso de los hijos del Azul, se
mantienen como jefes desde hace tiempo, incluso tienen contacto con sus pares
colombianos para el tráfico de cocaína y heroína sudamericana”, agrega el
funcionario del Departamento de Justicia.
En
México, es usual que cuando algún capo cae en manos de la justicia o es
eliminado, inmediatamente es remplazado. De ahí que, para los entrevistados, El
Chapo ya no sea un “activo de información”, pues su segunda recaptura es
muestra de que incluso representaba un problema para el funcionamiento de la
organización criminal.
“Creemos
que su presencia en la sierra mexicana (la Sierra Madre Occidental) era una
dificultad hasta para sus propios hijos. Las autoridades mexicanas –y las
nuestras– lo seguían de cerca. Su detención era inminente”, apunta uno de los funcionarios.
–¿Alguna
fracción se disputa la hegemonía en la organización? –les pregunta el
corresponsal.
Uno
de los funcionarios contesta con otra pregunta:
–¿Lo
dice por lo que han dicho algunos de los familiares del Chapo a medios de
comunicación?
–Sí,
en parte, pero también por la manera de operar del Cártel de Sinaloa en el
manejo de las rutas para el tráfico de drogas –insiste el corresponsal.
–En
el Cártel de Sinaloa hay muchos intereses económicos. Más bien, el dinero es el
único interés de los criminales que lo manejan. A ninguno de ellos les gusta
perder dinero. El Chapo les estaba causando muchos problemas. Traiciones en el
narcotráfico siempre las hay, en todas direcciones. Habría que preguntarle a
Iván (Archivaldo) cuánto dinero le estaba costando que su padre fuera el
objetivo de una persecución tan grande.
Lo
reclaman en 10 estados
En
el Departamento de Justicia conocen las declaraciones de los familiares del
Chapo a los medios, incluidas las de su esposa Emma Coronel (Proceso 2052). Sin
embargo, según los entrevistados, no ven en ellas información sustantiva que
les sirva para combatir con mayor eficacia el tráfico de drogas en Estados
Unidos y en México.
Lo
que están haciendo los familiares del Chapo es una “comedia de mal gusto”. Lo
quieren presentar como víctima, cuando en realidad es el responsable directo o
indirecto de la muerte de miles de personas en ambos lados de la frontera. “En
términos generales, sabemos lo que declaran, pero no nos sirve de nada”, acota
uno de los entrevistados.
En
junio de 2015, un mes antes de la espectacular fuga del Chapo del penal del
Altiplano, el gobierno del presidente Obama calificó al Cártel de Sinaloa como
la organización criminal con mayor presencia en Estados Unidos.
Por
esas fechas, cuando el capo sinaloense aún permanecía en prisión, el propio
Departamento de Justicia divulgó los mapas en los que exponía que su
organización era la dueña casi absoluta del mercado estadunidense de la
heroína, metanfetamina y cocaína.
Las
estadísticas de las agencias de inteligencia de Estados Unidos incluidas en el
informe del Departamento de Justicia asentaban que aun sin El Chapo, el Cártel
de Sinaloa se consolidaba como la principal organización del crimen organizado
transnacional y como gran amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos y
México.
La
semana previa a la segunda fuga del Chapo, Jack Riley, administrador interino
de la DEA, declaró a este semanario que el éxito del Cártel de Sinaloa se debía
al liderazgo absoluto del Mayo Zambada (Proceso 2014).
En
Estados Unidos se acusa al Chapo de tráfico de drogas, lavado de dinero y otros
delitos en más de una decena de estados; también se le atribuye la introducción
de cientos de toneladas de estupefacientes durante más de dos décadas.
Los
principales encausamientos judiciales contra él se encuentran en las fiscalías
del Distrito Norte, en Chicago, y en la del Distrito de Brooklyn, en Nueva
York. Ahí acusan a Guzmán Loera de tráfico de drogas, lavado de dinero y
homicidio.
Según
los entrevistados, cuando algún criminal extranjero es acusado de delitos
federales en varias entidades de Estados Unidos –como es el caso del Chapo–, el
Departamento de Justicia por lo general lo procesa en el distrito donde haya
cometido los ilícitos más graves.
Y
aunque él se declarará culpable para buscar una sentencia menos severa, sabe
que no aportará la información que requieren las autoridades.
“Es
un iluso si piensa que le vamos a dar un trato especial una vez que lo
tengamos. Nosotros seríamos ilusos al creer que nos dará información
importante. Ya no es un activo significativo de información sobre el Cártel de Sinaloa”,
concluye uno de los entrevistados. l
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