6 mar 2016

Trump El rival a vencer... por los republicanos


 En los comicios generales del 1 de noviembre, además de la Presidencia estarán en juego los 435 lugares de la Cámara de Representantes, en la cual ahora 246 pertenecen a los republicanos, 188 a los demócratas y uno está vacante. De los 100 puestos del Senado, 34 serán sometidos a reelección. De éstos, 24 son republicanos y 10 demócratas
Revista Proceso # 2052, 5 de marzo de 2016...
El rival a vencer... por los republicanos/J. JESÚS ESQUIVEL
El Partido Republicano de Estados Unidos está en alerta: el precandidato presidencial de sus filas que ellos pensaban que se desinflaría solo, ha crecido como la espuma. La alarma es tal, que los líderes republicanos del Capitolio ya enviaron un memorándum a los otros candidatos al Poder Legislativo, que en síntesis dice: “Deslíndense de Donald Trump”. No es para menos: las declaraciones racistas de ese empresario, sus comentarios misóginos y su desdén por las minorías étnicas, además de su posición contra los acuerdos comerciales, son la receta perfecta para perder votos y, por ende, el control del Congreso. La última esperanza de las cabezas del partido conservador es que otro precandidato, Marco Rubio, repunte… antes que enfrentar una derrota abrumadora en noviembre frente a la casi segura candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton. 

Washington.- Las constantes victorias de Donald Trump en las elecciones y asambleas electorales primarias tienen divididos y preocupados a los líderes del Partido Republicano. La razón: no les gusta como su eventual abanderado presidencial. Es, para ellos, un candidato incómodo.

 Trump, magnate de la industria de la construcción, ganó ocho de los 11 procesos electorales primarios del llamado “supermartes”, el pasado día primero, con lo que se perfila como el más viable candidato a ganar la nominación presidencial de los republicanos y, al mismo tiempo, como la tragedia política de los dirigentes del partido al cual quiere representar.
 Menos de 24 horas después del triunfo de Trump en el supermartes, los líderes republicanos en el Congreso, Mitch McConnell, jefe de la mayoría en el Senado, y Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes, revelaron un plan que evidencia el estado de desesperación en el que se encuentra el establishment del partido por la posible candidatura del empresario.
 El objetivo de la estrategia de los líderes republicanos en el Capitolio se podría encapsular en la siguiente frase: deslindar totalmente a todos los legisladores y al partido, de un Donald Trump candidato a la presidencia.
 Varios asesores de McConnell y Ryan acudieron a los medios estadunidenses para difundir la estrategia y acusar a Trump de “pervertir” los principios políticos y valores cívicos que defiende el Partido Republicano, y que lo representan históricamente.
 “Los líderes en el Congreso condenan la posición de Trump de simpatía hacia David Duke, líder del Ku Klux Klan; su insistencia de calificar de terroristas a todos los musulmanes, de amenazar con deportar a todos los inmigrantes indocumentados y descalificar a los mexicanos”, declaró Josh Holmes, asesor de McConnell, al diario cibernético Político.
 La estrategia de los líderes republicanos frente a Trump consiste en abandonarlo como candidato presidencial del partido frente a la candidatura de Hillary Rodham Clinton, quien luego de su victoria inobjetable del supermartes es técnicamente ya la virtual abanderada presidencial por el Partido Demócrata.
 Ryan y McConnell comparten la perspectiva de que Clinton saldría ganadora frente a Trump en las elecciones presidenciales del próximo 1 de noviembre. Ante ese escenario, los republicanos del Congreso entraron en pánico. Quieren por lo menos mantenerse como bloque de oposición ante una presidenta demócrata.
 En el Senado y en la Cámara de Representantes todos los legisladores republicanos recibieron, el miércoles 2, un memorando firmado por McConnell y Ryan. El documento contiene las instrucciones y órdenes que deben acatar, de concretarse la candidatura de Trump.
 “Deberán concentrarse en su propia campaña electoral y alejarse de la presidencial, para asegurarnos de que el Partido Republicano se mantenga como dueño de la mayoría representativa en el Senado y en la Cámara de Representantes. Sólo así podremos contener los intentos de una presidencia demócrata de imponer su agenda liberal en el país”, se lee en el documento filtrado por los republicanos a los diarios The Washington Post, The New York Times, The Wall Street Journal y Político.
 La lucha por el Congreso
 El temor del establishment republicano no es tanto el que se dé como un hecho que Trump, como su candidato, perdería la Casa Blanca frente a Clinton, sino que esto conlleve a los electores a no votar por los otros candidatos republicanos que buscan la reelección o la elección en el Poder Legislativo.
 En los comicios generales del 1 de noviembre, además de la Presidencia estarán en juego los 435 lugares de la Cámara de Representantes, en la cual ahora 246 pertenecen a los republicanos, 188 a los demócratas y uno está vacante. De los 100 puestos del Senado, 34 serán sometidos a reelección. De éstos, 24 son republicanos y 10 demócratas. La composición política del Senado es de 54 republicanos, 45 demócratas y un independiente: Bernie Sanders, quien quiere arrebatarle a Clinton la nominación presidencial del Partido Demócrata, algo que los analistas consideran imposible.
 Al borde del desquicio, McConnell y Ryan no quieren ver que una eventual derrota presidencial con Trump implique a su vez que los demócratas les arrebaten el control del Congreso.
Hasta ahora, de los 16 procesos de elecciones y asambleas legislativas primarias del Partido Republicano que empezaron el 1 de febrero, Trump ha ganado 11. De los tres contrincantes republicanos que se mantienen en la contienda con Trump, el senador por Texas, Ted Cruz, se adjudicó tres victorias. El senador por Florida, Marco Rubio, sólo ganó una (Minnesota), y el gobernador de Ohio, John Kasich, no ha ganado ninguna.
Bajo las reglas del Partido Republicano, los procesos de elecciones y asambleas primarias establecen la repartición entre los candidatos de los delegados electorales que están en disputa, conforme a la proporción de puntos porcentuales de votos recibidos por cada aspirante.
En la contienda republicana la nominación presidencial la gana el candidato que obtenga mil 237 delegados de entre todos los que están en disputa hasta el 7 de junio, cuando concluyen las elecciones y asambleas electorales primarias. Al concluir el supermartes, Trump tenía 319 delegados, Cruz 226, Rubio 110 y Kasich 25.
Entre los comicios republicanos primarios que restan, quedan en juego mil 777 delegados electorales.
Los procesos de elección y asambleas electorales primarias se reiniciaron este sábado 5. Pero a partir del martes 15 los comicios republicanos cambian los mecanismos para la asignación de delegados. Ese día, por regla electoral republicana, el candidato que gane ciertas elecciones o asambleas electorales por simple mayoría, gana todos los delegados.
Así, a partir del martes 15 el candidato que gana se lleva todos los delegados. Esto va a pasar con Florida (99 delegados), Misuri (52), Ohio (66) y el territorio de las Islas Marianas (nueve).
Los líderes del Partido Republicano temen que si Trump, con base en lo que pronostican las encuestas, gana las primarias más importantes el martes 15, su consolidación como candidato presidencial es cuestión de tiempo.
La apuesta por Rubio
La paranoia con Trump entre los líderes del Partido Republicano los mantiene en vilo y con la esperanza de que por lo menos Rubio –de 44 años y de origen cubano– le quite al empresario Florida, estado que representa en el Senado. La esperanza del establishment se basa en el siguiente escenario: si Rubio gana Florida puede repuntar como candidato y no permitir que Trump obtenga los delegados requeridos para ganar la nominación.
Este escenario no solo le impediría a Trump proclamarse candidato presidencial republicano en junio, sino que provocaría un escenario de disputa política en este partido durante la celebración de su Convención Nacional, a celebrarse del 18 al 21 de julio en Cleveland, Ohio.
Desde 1976, cuando el entonces actor y aspirante a la nominación presidencial Ronald Reagan le disputó en la Convención al presidente Gerald Ford el abanderamiento republicano, en este partido no ha se vuelto a dar una circunstancia similar.
De acuerdo con los líderes republicanos, la elección en la Convención Nacional del candidato –si Rubio sigue vivo y Cruz se anota victorias de vez en cuando– es la mejor y más viable oportunidad que tienen para negarle a Trump la nominación.
Desde 1976 y hasta 2012, las convenciones republicanas se celebraron como mero trámite político, porque antes de que ocurrieran ya se conocía a su candidato presidencial.
“Sería el escenario óptimo. En la convención todos los candidatos tienen que negociar con los delegados y superdelegados de cada estado. El candidato que gane el mayor respaldo de los delegados (los mil 237 requeridos) es quien se lleva la nominación. En Cleveland, el Partido haría todo lo posible por que Rubio sea el ungido”, confió a The New York Times uno de los asesores de McConnell.
El establishment considera que sólo con Rubio como candidato, el Partido Republicano tiene posibilidad de ganar la Casa Blanca.
Este punto de vista es compartido por los resultados de las encuestas de preferencia electoral. De más de una decena de sondeos realizados recientemente por los medios impresos y electrónicos de Estados Unidos, el `esultado promedio indica que Clinton vencería en las elecciones presidenciales a Trump por un margen de 7 a 3.
Con Rubio como candidato presidencial, las encuestas colocan a Clinton con ventaja de 5 a 4. De ahí que los republicanos finquen sus esperanzas en que con el senador por Florida se pueden invertir los papeles en las elecciones de noviembre.
Las declaraciones racistas de Trump, sus comentarios misóginos y en general su desdén por las minorías étnicas, además de su posición contra los acuerdos comerciales, son una antítesis de los postulados de la plataforma electoral del Partido Republicano.
Trump comulga con el sector más conservador en su posición respecto a la inmigración indocumentada; de ahí su promesa de construir un muro en toda la frontera con México, obligando además al gobierno mexicano a cubrir el costo.
Los dirigentes republicanos saben que este tema es un suicidio político para el candidato de cualquier partido en una elección presidencial. El voto hispano que apoya la defensa de los inmigrantes puede definir al reemplazo del presidente Barack Obama. El mismo Colegio Electoral de Estados Unidos lo considera así para el caso de estados como Florida, Colorado, Nevada y Nuevo México.
La bomba del “Times”
La semana pasada circuló en Washington el rumor de que The New York Times posee una bomba que podría destruir las aspiraciones de Trump. Varios medios, e incluso algunos columnistas del mismo periódico, reportaron que en los primeros días de enero de este año Trump se reunió con la Junta Editorial del diario. En tal encuentro, en las oficinas del rotativo, presuntamente Trump –para convencer al Times de que en algún momento de la contienda por la presidencia lo endosara como candidato– dijo que si gana la Casa Blanca no deportaría a los 11 millones de inmigrantes indocumentados ni construiría el muro en la frontera con México.
Se dice que la Junta Editorial del New York Times tiene la grabación con estas declaraciones de Trump, pero que no las da a conocer porque el aspirante presidencial lo declaró bajo la regla del “off the record”.
En las filas del establishment republicano aspiran a que The New York Times las dé a conocer antes de que Trump siga consolidándose como posible candidato presidencial.
De ser cierto el rumor y si The New York Times hiciera pública la grabación, Trump perdería toda credibilidad ante el sector más conservador y racista de la sociedad estadunidense, que hasta ahora lo ha llevado al lugar donde se encuentra.
La estrategia de McConnell y Ryan para, por lo menos, preservar el control del Congreso frente a fiasco electoral con Trump, confirma lo que algunos analistas sostienen: que los republicanos pensaron que Trump, por sí solo, se desvanecería en los procesos primarios y por ello no lo atacaron y desacreditaron.
Ahora, frente a lo impensable, y tal vez ya muy tarde, los republicanos quieren hacerlo.
Clinton, por su parte, ha aprovechado los flancos débiles del empresario para desacreditarlo. “Este país necesita un líder con experiencia y que conozca las leyes para, con cordura, afrontar los retos económicos, políticos y sociales que tenemos al frente”, dijo la demócrata.
Para conseguir la nominación presidencial por el Partido Demócrata se requieren 2 mil 383 delegados. Al jueves 3, la exprimera dama, exsenadora y exsecretaria de Estado ya tenía mil 52 delegados, contra 427 de Sanders.
Hasta el 7 de junio, cuando terminen los comicios primarios demócratas, quedarán en disputa 3 mil 286 delegados.
De seguir como va la tendencia del voto de los demócratas, los analistas políticos y las encuestas adelantan que Clinton obtendría, a más tardar en un mes, los delegados necesarios para ser candidata presidencial y como tal llegar a la Convención Nacional Demócrata, del 25 al 28 de julio en Filadelfia, Pensilvania. l




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