Misioneras
de la caridad y ancianos son masacrados por terroristas
Cuatro religiosas de las Misioneras de la
Caridad, la Congregación fundada por la Beata Madre Teresa de Calcuta, fueron
masacradas el viernes 4 de marzo de 2016 junto a otras doce personas –varios de ellos ancianos-,
por presuntos terroristas que ingresaron al convento de Aden (Yemen), donde
funciona el albergue de ancianos que administran las monjas.
Según
las fuentes de seguridad de este país, ubicado al sur de Arabia Saudita, el
ataque fue perpetrado por extremistas musulmanes que acusan a la congregación
de hacer proselitismo cristiano.
Este
es el segundo ataque que sufren las misioneras de la caridad en este país de
mayoría musulmana. La primera vez ocurrió en julio de 1998, cuando hombres
armados atacaron su centro de cuidados para discapacitados en la ciudad de Al
Hodeida, a orillas del mar Rojo, donde murieron dos enfermeras, una india y
otra filipina.
El
papa visita por sorpresa a Misioneras de la Caridad en el Vaticano y les da
consuelo
El papa acudió un día despues por sorpresa
a la “Casa Dono di Maria” (Don de María) de las Misioneras de la Caridad para
darles el pésame y mostrarles su cercanía tras la masacre de cuatro integrantes
de su congregación en Yemen.
La
visita se produjo el sábado después de la hora del ángelus, a las
12:30 horas aproximadamente. Según ha podido conocer ACI Prensa, el apa entró
por las puertas principales del Aula Pablo VI que están junto a la residencia
de las religiosas. Una vez en “Dono di Maria”, el Santo Padre estuvo con ellas
de 10 a 15 minutos.
Según
fuentes de ACI Prensa, el Pontífice les habría asegurado su oración por las
víctimas de Aden, Yemen.
La
Casa “Dono di Maria” fue fundada en 1988 por San Juan Pablo II y la Beata
Teresa de Calcuta. El centro ofrece cada día comida a cientos de pobres,
hospeda a unas 25 mujeres y brinda servicios médicos femeninos.
Cuando
inauguró la casa, el 21 de mayo de 1988, San Juan Pablo II dijo que este lugar
"dará acogida, en los límites de lo posible, a cuantos, en esta Roma, no
tienen lugar en el que refugiarse en la noche, y sobre todo están privados de
un mínimo de calor familiar y humano que los circunde y sostenga en la dura
lucha por la vida”.
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