Audómar Ahumada, y la negativa de Guerra Liera/Ernesto Hernández Norzagaray
El Noroeste, 17/09/2017
Gracias, Noroeste, por los 44 años y seguir dándonos cuerda…
Fui a la cárcel por la UAS y ahora me niegan el acceso, expresó Audómar Ahumada al reportero de Línea Directa, con un dejo de amargura e ira contenida ante la intolerancia de las autoridades universitarias.
Unos sentimientos anclados al recuerdo de las gestas libertarias de los ya lejanos años setenta, y en perspectiva quizá de culpa por haber contribuido, activa o pasivamente, al punto donde se encuentra hoy la casa rosalina.
Es una negativa no sólo al otrora indomable Audómar, sino en forma interpósita, a toda una generación de universitarios que luchó en los setenta por la autonomía de la UAS contra el gobierno, entre ellos “Locho” Guerra, el padre de este Rector que hoy cierra puertas y que, recordemos, en un acto de comunión con las aspiraciones de esa generación, levantó una estatua en honor a una idea, una rebeldía, un amor filial.
Pero como canta Lupita Pineda: Todo cambia, todo cambia, en esta vida…
El cuenismo, esa anomalía hecha universidad-partido, está decidido a reescribir la historia de la casa rosalina, pero lo hace con un grave defecto metodológico, pues para su enfoque la historia empieza y termina con ellos, o sea para las calendas griegas.
No hay espacio para otros y menos para los que representan el “pasado”, los que fueron “derrotados” y a quienes hay que recibir sólo por cortesía, lo mínimo, el que decora con un toque de modernidad, civilidad y tolerancia, el de las ceremonias protocolarias del Consejo Universitario que brillan por la ausencia de autocrítica; la entrega de doctorados honoris causa como actos de relaciones públicas, o la reelección de un Rector que permita la “continuación del proyecto del maestro Cuén” en medio de exclusiones.
Audómar en el pecado lleva la penitencia, pensó que al ser parte de esa escenografía y los rituales estaban dadas las licencias para cuando cumpliera 50 años del día que ingresó a la UAS. Pensó que significaba un picaporte en automático para rendir tributo a sus íconos libertarios Rafael Buelna “El Granito de Oro”, y la joven universitaria María Isabel Landeros, quien con sus escasos 16 años y junto a Juan de Dios Quiñónez Domínguez, de 19, fueron asesinados la tarde del 7 de abril de 1972.
Los autores materiales de aquel atentado, recordemos, nunca se supo y fueron probablemente policías encubiertos del Gobierno de Valdez Montoya que tenían la orden de atacar esa manifestación pacífica de universitarios que luchaban contra la imposición de Gonzalo Armienta Calderón como rector de la UAS.
Han pasado 45 años desde aquellos acontecimientos trágicos, y la universidad sustantivamente ha cambiado mucho. Los jóvenes rebeldes de aquellos ayeres, sino es que se fueron, son la mayoría de ellos hombres y mujeres jubilados, que ven con pesar y nostalgia lo que ocurre en su universidad. Lo curioso es que quienes la dirigen hoy son contemporáneos y creen que por fin tomaron el cielo por asalto. Nunca aceptarán el daño que le hacen a la UAS al reducir o eliminar las libertades que le son consustanciales a una institución académica.
La decisión de cerrar el paso a Audómar, antes que intolerancia es un acto temeroso, de quien sabe que no le asiste la razón. Me recuerda lo sucedido al hoy Diputado federal Manuel Clouthier, a quien César Aguilar Soto, un director de triste memoria de la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas, le exigió el 6 de mayo de 2015 en un acto vergonzoso que se retirara cuando ofrecía una charla a estudiantes sobre ciudadanía y democracia, y había sido invitado por el joven académico Jorge Ibarra, hoy aspirante a la dirección de esa unidad universitaria.
El argumento, ayer y hoy, ha sido que no está permitido el proselitismo político en la UAS y ante tal despropósito me pregunto, de ser así, ¿dónde queda la actividad frenética de Cuén Ojeda en los actos institucionales de fin de cursos en las decenas de preparatorias donde preside y hasta da discursos de despedida?
Es tan grande el temor de estos personajes, como injustificable, en una institución universitaria pública que “per se” debe ser símbolo de libertad de tránsito, ideas, convicciones y, por qué no, creencias políticas, pues simple y sencillamente es sostenida con los impuestos de los contribuyentes, entre ellos los del propio Audómar.
Decir que Audómar en ese acto simbólico de nostalgia, haría política, sin duda la hace de contraste porque la memoria de aquellas gestas no es patrimonio de quienes hoy dicen querer una universidad aséptica, alejada de la política, y es que es un verdadero contrasentido, cuando todo mundo sabe que la controla un partido, un político conservador, sus comisarios políticos.
Es más, la difusión del portazo en medios se ha transformado en sí mismo un acto político, la gente se expresa en medios de comunicación y redes en contra de la intolerancia de quienes dirigen la universidad, incluso, en ese afán infame de reescribir la historia rosalina, se encuentra el texto injurioso del líbelo Proyecto 3 contra Audómar, que según una fuente universitaria confiable se distribuye desde la UAS y en Mazatlán desde la oficina de un diputado.
Finalmente, quizá al ex Rector le faltó la audacia de los años de su juventud, aquélla del tipo cuando enfrentó a un grupo de “enfermos” y éstos le dieron una paliza por “reformista”, y simplemente no debió pedir permiso, simple y llanamente llegar con la ofrenda y depositarla. Que los guardias le impidieran el paso y ese despropósito quedarán las imágenes de su rebeldía no opacada por los años.
Ése sí hubiera sido un verdadero acto político que hubiera sacado fuerza de su pasado comunista. El de los días y noches de la cárcel con los Terán, Medina, Meléndez, Valenzuela, y otros jóvenes que sacudieron la modorra de la UAS en los años setenta.
Pero le ganó la formalidad, esa que seguramente aprendió en su paso por las altas esferas del PRD y sobre todo en la burocracia malovista, y que en un acto lamentable le llevaron a dar un reconocimiento formal al ex gobernador Antonio Toledo Corro, cuando este personaje fue enemigo de la integridad de la UAS, y personalmente algo debió cuando siendo rector proclamó en un acto de defensa multiplicadora: “una prepa de la UAS donde haya un Cobaes”, un flaco favor a la UAS que terminaría convirtiéndose en una “universidad preparatoriana”, y esas prepas hoy son un instrumento de proselitismo, reclutamiento y campañas del PAS.
O sea, siendo justos, Cuén está en deuda con él.
¿Para qué cerrarle la puerta?
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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