5 nov 2017

El asesino de Texas sobre su rifle: “Es una mala puta”

El asesino de Texas sobre su rifle: “Es una mala puta”
El criminal era un exsoldado condenado por violencia contra su mujer e hijo, y que se ofrecía como docente para niños en centros evangelistas

J. M. AHRENS
El País, Washington 5 NOV 2017 - 22:29 CST
Devin Kelley, de 26 años, acudió este domingo a la pequeña parroquia baptista de Sutherland Springs (Texas) con un solo objetivo: matar. Vestido de negro y armado con su rifle Rueger AR, empezó disparando fuera de la iglesia y siguió dentro. Niños, embarazadas, ancianos. Le dio igual. Con su arma semiautomática, segó 26 vidas e hirió a 20. Solo unos pocos salieron indemnes.
Foto del arma que el asesino de Texas colgó en Facebook, con la siguiente frase: "Ella es una mala puta".
El detonante de su sed asesina aún permanecía anoche en las brumas. Los pocos datos que iban emergiendo mostraban a un hombre blanco, de presente oscuro y que había servido en las Fuerzas Aéreas de 2009 a 2013. Destinado a la base de Holloman (Nuevo México), allí se había encargado de trabajos de logística. Su vida militar terminó cuando, tras un juicio marcial, fue condenado a 12 meses de confinamiento por violencia contra su esposa e hijo. Salió del cuerpo degradado y con deshonor.

Desde entonces, Kelley no había conseguido ningún trabajo fijo, aunque sí que había impartido, según su ficha de LinkedIn, clases a niños de 4 a 6 años en los denominados colegios bíblicos, centros evangelistas donde se imparte una educación apegada a las sagradas escrituras. “Soy una persona altamente trabajadora y comprometida. Y vivo según los valores de las Fuerzas Aéreas”, dejó escrito en LinkedIn.
La vida familiar de Kelley aún está por emerger. Los parientes con los que han contactado medios estadounidenses se han mostrado parcos y se han limitado a lamentar lo ocurrido. "Ni en un millón de años habría pensado que Kevin pudiese hacer algo así, un acto tan cobarde", dijo su tío a la cadena NBC. En las redes sociales aparece como casado y se le ve en numerosas fotografías con un niño de corta edad. Algunos medios le daban por separado de su esposa e hijo tras el caso de malos tratos.
Menos dudas hay sobre su amor a las armas. Él mismo exhibió una imagen de su última adquisición en Facebook. Era una poderosa y metálica Rueger AR, un arma semiautomática, algunos de cuyos modelos se pueden conseguir por menos de 500 dólares y que en sus manos abrió las puertas del infierno en Sutherland Springs. "Ella es una mala puta", escribió junto a la foto.
El uso de este rifle de precisión, la vestimenta paramilitar y el hacinamiento en la parroquia, donde se agolpaban unas 50 personas, indican que el asesino buscaba una matanza masiva. Aunque su vínculo con la denominada Primera Iglesia Baptista no ha sido aclarado, las pesquisas apuntan a que pudo haber alguna conexión pasada con este grupo fundamentalista cristiano. Residente en el vecino condado de Comal, los investigadores se inclinan por pensar que no eligió la parroquia al azar. La premeditación del crimen lo parece confirmar.
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“Hoy hemos perdido a nuestra hija de 14 años”
Las edades de las más de 20 víctimas en la parroquia de Texas van de los cinco a los 72 años
AMANDA MARS
El País, Washington 5 NOV 2017 - 21:56
El gobernador de Texas, Greg Abbott, consuela a una vecina de Sutherland Springs. SUZANNE CORDEIRO AFP
La tragedia agarró al pastor de la parroquia, Frank Pomeroy, y su esposa, Sherri, lejos del pueblo. Ambos se encontraban de viaje por separado cuando, sobre las 11.20 de la mañana, Devin Kelley entró en la pequeña iglesia baptista de Sutherland Spring (Texas) en mitad de la misa y mató a más de 20 personas. Entre ellas estaba Annabelle. “Hoy hemos perdido a nuestra hija de 14 años y a muchos amigos. Ninguno de los dos hemos podido llegar aún a la ciudad para ver la devastación en persona”, declaró la mujer a la cadena NBC poco después del suceso.
La adolescente Annabelle se convirtió así en la primera víctima identificada del tiroteo, cuyo recuento de fallecidos sobre las ocho de la noche (hora de Washington DC) ya había alcanzado los 26 y el de heridos, los 20. Hay varios menores entre las víctimas mortales, niños que acompañaban a sus familias en la tradicional eucaristía del domingo por la mañana. Las autoridades no habían informado por la tarde de los nombres de los muertos, pero sí detallaron que tenían edades comprendidas entre los 5 y los 72 años.
La angustia invadió a los vecinos que tenían a seres queridos en la parroquia, un lugar muy familiar y con pocos feligreses, ya que al oír cómo engordaba el parte de víctimas sentían que aumentaban exponencialmente las probabilidades de que sus familiares o amigos se encontrasen entre ellos. Era el caso de Regina Rodriguez, una mujer que al poco de producirse el tiroteo se acercó al cordón policial y explicó a Associated Press que su padre, llamado Richard, acudía a esa misa cada domingo. “Creo que acabo de perder a mi padre”, dijo.
Nick Uhlig, de 34, contó también a AP que sus primos estaban en la misa cuando se produjo el ataque y que, según las noticias que le habían llegado, al menos uno de ellos, una mujer embarazada y madre de otros tres niños, figuraba entre los fallecidos. Otra parroquiana, Sandy Ward, declaró que su nuera y tres de sus nietos habían sido disparados. Uno de los pequeños, de cinco años, recibió cuatro balazos y lo estaban operando el domingo por la noche, según The New York Times.
La Iglesia del Primer Bautismo, como se llama la parroquia teñida de sangre este domingo, es el típico templo rural de paredes blancas y tejado marrón. Su comunidad es pequeña, pero con gente joven y activa, a juzgar por los misas que se encuentran colgados en su propio canal de YouTube. La última disponible corresponde al 29 de octubre. El vídeo comienza con una canción La felicidad es el señor, acompañada por dos jóvenes con guitarra eléctrica. Frente al altar hay aparcada una motocicleta inclinada sobre su pata. El pastor explica en su sermón que “de la misma manera que inclinarse en un giro puede no tener sentido, inclinarse hacia Dios debería ser nuestro camino, porque él lo tiene todo resuelto, aunque nosotros no lo tengamos”.
Los bancos que aparecen en esos vídeos estaban volcados este domingo. Kevin Jordan, un enfermero del pueblo que corrió a refugiarse en casa cuando oyó los disparos, corrió a la iglesia en cuanto cesaron los disparos para tratar de ayudar. Al llegar allí, según su relato a The Washington Post, lo encontró todo lleno de cuerpos y de sangre. Tuvo que salir. “Entré y salí, no pude aguantarlo”, dijo. “Soy auxiliar médico y eso no te prepara para esto”.
Devin P. Kelley, que residía en la zona, mató a 23 de sus víctimas dentro de la propia parroquia, a otras dos la abatió fuera y una perdió la vida camino del hospital. Uno de los vecinos del pueblo lo persiguió en su huida y le disparó. Kelley fue encontrado muerto poco después con varias heridas de bala. Por la noche aún no estaba confirmado si había muerto por estas o se había suicidado.


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