6 feb 2018

Raymundo Riva Palacio, los hijos de AMLO y el revire de Arreola en SDP

Los hijos de Andrés Manuel/Raymundo Riva Palacio
Estrictamente Personal...
El Financiero.., 6 de febrero de 2018..

El Estado Mayor de Andrés Manuel López Obrador es sanguíneo. La cúpula real del Movimiento de Regeneración Nacional, partido que bautizó como Morena para que la masa lo vinculara subliminalmente con la Virgen de Guadalupe, y quienes están en la línea de sucesión de su control por la vía de la herencia política, no son sus compañeros de trabajo político de décadas, sino sus hijos. López Obrador tiene cuatro, tres de su primer matrimonio con Rocío Beltrán, quien falleció en 2003 –José Ramón, Andrés y Gonzalo–, y uno más, menor de edad, de su segundo matrimonio, con Beatriz Gutiérrez –Jesús Ernesto–. Los tres primeros forman el cinturón que rodea al candidato presidencial, y ante quienes todos tienen que someterse y pasar sus aduanas para llegar a él.
Andrés es el más importante, en todos los sentidos. Es el preferido de López Obrador, que tiene un lenguaje de cuerpo muy expresivo y no puede ocultar su preferencia por 'Andy', como lo llaman en el entorno más cercano del tabasqueño. 'Andy', el único de sus hijos mayores a quien López Obrador saluda de beso, controla la agenda de su padre –él decide a quién ve y cuándo– y tiene bajo su responsabilidad la Ciudad de México. La precandidata de Morena al gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, no hace nada que no tenga la aprobación de 'Andy' o que no haya pasado por él. Andrés y la presidenta de Morena, Yeidckol Polevnsky, integran lo que Ricardo Monreal calificó, cuando perdió una encuesta secreta ante Sheinbaum para la candidatura capitalina, sin mencionarlos, como la 'nomenklatura'.

José Ramón, el mayor, es el coordinador estatal de Morena en el Estado de México, donde el partido ha tenido un avance significativo, y fue una pieza central en la pasada elección por la gubernatura para que Delfina Gómez, la candidata morenista, derrotara por 56 mil votos al candidato priista, Alfredo del Mazo, quien se levantó con la victoria por los votos que le dieron los partidos coaligados al PRI. José Ramón fue el responsable de formar seis mil 500 comités seccionales del partido en el estado, que sirvieron como defensa del voto aunque, dicho dentro de los órganos de poder de Morena, no fueron suficientes para cumplir el objetivo. Cuando menos en cuatro municipios, explican internamente, el voto rural priista fue completamente atípico y clave en la victoria de Del Mazo.
La experiencia del Estado de México ha sido el ejemplo tomado por Gonzalo, el tercer hijo de López Obrador, para hablar de la importancia de los comités seccionales, cuya coordinación le entregó su padre. Estos comités son una distribución territorial de defensa del voto que López Obrador, dicho por él mismo, nunca pudo armar en el PRD. La estructura de defensa del voto fue instaurada en 2015, casi un año después de que Morena obtuvo su registro como partido, en 2014. Cuando López Obrador se la encargó a Gonzalo, le exigió que cada una de las 68 mil secciones electorales del país estuviera compuesta por cuando menos ocho personas, que incluirían a un RC (representante de casilla) y a un RP (representante de partido); que debía haber un coordinador por cada 10 secciones urbanas y otro más por cada cinco rurales. En junio del año pasado, Gonzalo cumplió la tarea.
Si bien el trabajo que realizan Andrés y Juan Ramón es fundamental para mantener el bastión lopezobradorista en el Valle de México, el de Gonzalo es esencial para aspirar realmente a la victoria en las elecciones del primero de julio. “Hay que avanzar como la humedad”, decía López Obrador al describir cómo debía ser el armado de esos comités seccionales, que fueron fundamentales para que Morena fuera apareciendo como partido en comunidades, regiones y estados donde no había figurado nunca. La confianza en él es tan grande, que los cinco coordinadores regionales nombrados por López Obrador la semana pasada –Bertha Luján, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, Rabindranath Ramírez y Julio Scherer–, tienen a Gonzalo como su jefe directo.
El carácter endogámico del liderazgo real y formal en Morena no ha sido analizado dentro del partido. De hecho, se le considera como algo natural, derivado de una decisión de facto de López Obrador. Nadie lo cuestiona ni nadie lo reclama en la actualidad. Esta estructura de poder sería impensable en otro partido en México, donde la sola incorporación de personas cercanas a los liderazgos es motivo de ácidos cuestionamientos, curiosamente, en mayor medida de las trincheras que defienden a López Obrador. De manera paradójica, en el caso de López Obrador, su palabra es absolutista.
Si los partidos en el mundo no son democracias sino estructuras verticales, en el caso de Morena su conformación es monárquica. La verticalidad es autoritaria –las asambleas a mano alzada y las encuestas secretas para designar candidatos son una de sus expresiones más públicas– y los cimientos para la transición de Morena después de López Obrador, encuentran su modelo en las viejas casas reales europeas, donde el poder no se entrega mediante el ejercicio democrático o derivado de un sistema de méritos, sino que se cede a la misma sangre. El heredero de López Obrador es, como primero en la línea de sucesión, 'Andy'.
López Obrador puede hacer todo lo que quiere con Morena porque el movimiento es él. Nadie le alza la voz, nadie objeta estas decisiones. Los hijos, aunque inexpertos en muchos momentos, tampoco le han fallado. El control vertical lo reproducen cabalmente, legado claro del pensamiento del candidato.
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Reacción a la columna de Raymundo/ Arreola le revira....
Lo que Riva Palacio no entiende sobre el papel de los hijos de AMLO/FEDERICO ARREOLA
SDP, @FedericoArreola
Los hijos mayores de Andrés Manuel López Obrador colaboran con su padre en la organización de las actividades electorales de Morena. Para Raymundo Riva Palacio, columnista de El Financiero, ello significa:
1. Que “el Estado Mayor de Andrés Manuel López Obrador es sanguíneo”.
2. Que en “la cúpula real” de Morena “quienes están en la línea de sucesión de su control por la vía de la herencia política, no son sus compañeros de trabajo político de décadas, sino sus hijos”, José Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo.
3. Que esa “estructura de poder sería impensable en otro partido en México, donde la sola incorporación de personas cercanas a los liderazgos es motivo de ácidos cuestionamientos, curiosamente, mayoritariamente de las trincheras que defienden a López Obrador”.
4. Que “si los partidos en el mundo no son democracias sino estructuras verticales, en el caso de Morena su conformación es monárquica”.
5. Que Morena encuentra “su modelo en las viejas casas reales europeas, donde el poder no se entrega mediante el ejercicio democrático o derivado de un sistema de méritos, sino que se cede a la misma sangre”.
6. Que “el heredero de López Obrador es, como primero en la línea de sucesión, Andy”, el segundo de sus hijos.
Lo que Raymundo no entiende
Dos veces Andrés Manuel se quedó muy solo, después de las elecciones de 2006 y después de las de 2012.
Entendamos las cosas: mucha gente siguió colaborando con AMLO, pero, por así decirlo, de “tiempo parcial”, a ratitos, los fines de semana, después del trabajo.
El señor López Obrador dos veces fue considerado a políticamente un cadáver y, por lo tanto, había muy pocas personas capaces de dar su tiempo completo a la causa del tabasqueño.
Estuve con Andrés Manuel más de seis de mi vida, pero de tiempo total solo unos pocos meses: tenía que hacer otras cosas para mantenerme.
Entre los muy pocos que, por amor al padre, todo lo sacrificaron para ayudar a AMLO estuvieron sus tres hijos.
José Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo eran muy jóvenes e inexpertos en 2006 para colaborar con la eficacia que exige un proyecto político tan complejo como Morena, pero lo hicieron.
Los tres muchachos, más maduros en 2012, se entregaron a la causa de López Obrador no solo con la natural lealtad de los hijos, sino con toda su energía, sacrificando cada uno de ellos su propio desarrollo.
Así ocurre en la vida privada cuando alguien, con muchas dificultades empieza una empresa propia.
Lo que Raymundo vivió y no recuerda
Riva Palacio ha sido exitoso como columnista, reportero y hasta director editorial de diarios, pero casi siempre como empleado de grandes organizaciones periodísticas.
Al menos una vez en su vida intentó levantar su propia empresa, el portal Eje Central, que ahí sigue aunque no ha sido exitoso: tan no ha triunfado que Raymundo se ha visto obligado a seguir colaborando en otros medios para completar sus ingresos.
En la administración y la comercialización de Eje Central, ante la carencia de recursos para contratar a profesionales bien pagados, ha tenido que recurrir a amigos y a personas emocional y hasta familiarmente cercanas.
A mí me pasó en SDP Noticias. Cuando se me atoró la administración de lo que era El Sendero del Peje, tuve que pedirle a mi hijo Federico Manuel, que empezaba a trabajar en las finanzas y en la mercadotecnia de una empresa mediática en España, que regresara a México a ayudarme ¡con un sueldo bajísimo que, además, a veces no le iba a poder pagar!
Mi deseo y seguramente el de mi hijo era que Fede siguiera su propio camino, que mal que bien había empezado a recorrer en una compañía importante de la llamada Madre Patria, pero ante la imposibilidad de contratar profesionales caros, le pedí el favor. Aceptó simplemente por solidaridad con su padre.
El negocio creció y ahí sigue Federico Manuel manejándolo. Yo lo único que he hecho desde que llegó ha sido escribir estas columnas, muchas veces antes de las siete de la mañana dándole lata a otros columnistas, como Riva Palacio, en efecto.
Cuando llegó un socio a SDP Noticias, la empresa Televisa, los administradores de la televisora no vieron mal el trabajo de Federico y se le ratificó, para decirlo con cierta mamonería burocrática.
La ratificación obedeció, en principio, a que Fede tiene tantos controles en sus manos que, de plano. quitárselos para que los manejara alguien más, sería lo peor para SDP Noticias: lo que funciona no se arregla.
Así son estas cosas.
Los hijos de Andrés se ganaron un sitio en Morena, no irán al gobierno y, desde luego, quitarlos ahora de la estructura generaría problemas: lo que funciona no se arregla
Morena hoy es un gran partido político, líder en todas las encuestas. Pero esta es una situación reciente.
Morena vivió malas épocas y entre los muy pocos que colaboraban para que las cosas funcionaran estaban los hijos de AMLO.
Si ahora, en campaña presidencial, solo para agradar a los políticamente correctos, Andrés Manuel quitara a sus hijos de una administración que ellos crearon, Morena podría sufrir serios desequilibrios que favorecerían al PRI y al PAN.
¿Quitarlos para qué? Si los muchachos hacen bien su trabajo, que lo sigan haciendo. Entregar en el arranque de las campañas los controles que ellos traen a otras personas, sería un desastre. Esto es, no se cambia de caballo a la mitad del río.
Entonces, debes ser serio, querido Raymundo
Así que nada de monarquía, por favor. No eres serio en tus opiniones, Raymundo. Simplemente así se dio el desarrollo en Morena y ya habrá tiempo de cambiar las cosas.
Cuando las campañas actuales pasen, José Ramón, Andy y Gonzalo se irán a otra cosa. Es decir, se volverán a sacrificar. Les toca siempre lo peor.
Aunque tienen méritos de sobra para estar en el gabinete de AMLO si este gana las elecciones, el destino de los tres es el desempleo… y el empezar, con retraso, su propio camino, que no recorrieron antes por apoyar al padre.
Eso me parece digno de aplauso, sin duda...

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