9 sept 2018

Penélope en el Senado/Eduardo R. Huchim


Penélope en el Senado/Eduardo R. Huchim
Reforma, 09 Sep. 2018
Nuevos aires comenzaron a soplar el mediodía del martes 4 de septiembre en el Senado de la República, cuando el pleno rechazó la solicitud de licencia del entonces senador y hoy gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello. Tan sólo horas después, en la tarde de ese mismo día, con el aliento de Ricardo Monreal, coordinador de senadores de Morena, los viejos aires regresaron.
Volvieron la negociación ilegítima, el quid pro quo insano, con la recepción en la mayoría morenista de diputados convertidos en moneda de cambio procedentes del Partido Verde, al que la mayoría de los consejeros del INE le permitió en 2015 continuar con el registro, a pesar de que ese "partido" actualizó sobradamente las causales previstas en la ley para que le fuera cancelado.
Fue Monreal a la tribuna a decir que Velasco tenía derecho a la licencia y que no se le podía negar. Es decir, en la mentalidad monrealista, el pleno senatorial es una simple oficialía de partes. Si todo senador tiene en todo tiempo el derecho a retirarse del cargo para irse a otro, ambos de elección popular, entonces ¿para qué votarlo?

El derecho del legislador a pedir licencia tiene su correlato en la facultad del Senado a concederlo. Esta potestad -y no el otorgamiento automático- halla su justificación precisamente en casos como el de Velasco y su grotesco retorno a la gubernatura de Chiapas, para lograr el cual atropelló primero la dignidad del Congreso de Chiapas, al obligarlo a aprobar una reforma constitucional que permitiera el capricho, y luego atropelló el decoro del Senado, convertido en Penélope que teje y desteje al ritmo que le marquen sus líderes.
No es de extrañar conductas de ese tipo por parte de Ricardo Monreal, involucrado en sospechosos hechos explicados insuficientemente cuando fue delegado en Cuauhtémoc, pero sí es de extrañar la anuencia de Martí Batres Guadarrama, presidente de la Mesa Directiva del Senado, quien fue ¿forzado? a repetir una votación que en la tarde cambió el sentido de la mañana.
Horas después de la retractación senatorial, se anunció que cinco diputados federales del Partido Verde se sumaban al grupo parlamentario de Morena en San Lázaro y le daban así una mayoría absoluta que el partido de AMLO no necesitaba porque, para tenerla, le bastaba que algunos de los legisladores de los partidos aliados se sumaran a las votaciones morenistas cuando fuera necesario.
Importa detenerse en esto: aunque previamente al inicio de sesiones se originó un escándalo por la denuncia del PT de que candidatos morenistas a San Lázaro habían competido bajo sus siglas pero le eran ajenos, lo cierto es que la bancada de Morena, más los candidatos que efectivamente compitieron bajo las siglas del PT, quedaba justo en el límite permitido por la Constitución, de tal suerte que Morena no tenía sobrerrepresentación, entendida esta como la diferencia porcentual entre la votación conjunta que obtuvo y su porcentaje de diputados.
Veamos: Morena recibió para sus candidatos a diputados casi 21 millones de sufragios, que representan 41.3% del total de la votación nacional emitida. El límite constitucional de sobrerrepresentación es de 8 puntos porcentuales (el partido tenía derecho al 49.3% ya sumados los 8) y, al agregarse a su bancada los legisladores postulados por el PT, Morena alcanzó 247 diputados, que representaban 49.3% del total de sufragios, porcentaje equivalente a 246.7 curules. Ahora, después de que se agregaron los verdes, sí hay una ligera sobrerrepresentación, y esto propició que, además de la presidencia de la Cámara (con Porfirio Muñoz Ledo, que recibió una injusta embestida que supo sortear bien), Morena también presida la Junta de Coordinación Política. Esta quedó a cargo de Mario Delgado, quien negó el pacto Morena-Verde, versión a la cual se opuso la del impresentable coordinador verde, Arturo Escobar, quien argumentó que el canje lo acordó él con Delgado y se debió a que el PVEM quería tener el apoyo morenista para impulsar proyectos de atención a niños con cáncer. Sólo alguien como Escobar es capaz de escudarse en algo tan noble para justificar algo tan innoble.
Comoquiera, quedó confirmado el carácter mercenario de los verdes, si bien resulta extraño que Andrés Manuel López Obrador no se haya manifestado en contra de esa alianza. ¿Cómo conciliar el vergonzoso pacto Morena-Verde, con la ética que muchos suponemos guía la conducta del próximo Presidente?
@EduardoRHuchim

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