4 jul 2019

La crisis de la policía federal en columnas

 Policías federales que mantienen tomado el Centro de Mando de Iztapalapa rechazaron que exista "mano negra" en su protesta....
"Aquí no hay líderes, no hay mano negra, este es un movimiento que busca bienestar y dignidad de la Policía Federal", expuso en un mensaje a medios el agente Juan Carlos Vázquez.
Durante el mensaje, un agente gritó que invitan al ex Presidente Calderón a ser su representante, lo que generó rechiflas y críticas de sus compañeros. “Si me lo permiten los compañeros, queremos hacer una invitación al expresidente Felipe Calderón para que sea nuestro representante sindical”. 

El Secretario de Seguridad Pública y Seguridad Ciudadana, Alfonso Durazo, aseguró que el movimiento de policías federales ha sido aprovechado por críticos del sistema ..."No es casual que uno de los propios representantes solicitara que Felipe Calderón fuera su representante sindical", dijo.
En conferencia señaló que uno de los líderes de los inconformes estuvo preso por secuestro.
Se trata, dijo, de Ignacio Benavente Torres, quien se asume como presidente de Pro Libertad y Derechos Humanos en América AC, organización de Tijuana.
Reacciones...

El ex Presidente Calderón pidió al Secretario Alfonso Durazo, que si tiene pruebas de que está detrás de las protestas de policías federales, las presente. Niego categóricamente la cobarde insinuación que desde el poder se hace de que yo he organizado o estoy atrás de las protestas de los policías federales", dice en un video que publicó en su cuenta de Instagram.
"En particular al Presidente, pero específicamente al Secretario Durazo le exijo que si tiene pruebas las presente y actúe en consecuencia, y si no las tienen, retiren de inmediato esas calumnias”.
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Las columnas políticas, hoy 4 de julio de 2019
BAJO RESERVA /EL UNIVERSAL...
Policías y macanazos
Ayer, en medio de la crisis con elementos de Policía Federal, que según el Gobierno se resisten a pasar a la Guardia Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador abrió su agenda y se dio un espacio para ir a "macanear" y practicar su técnica de fildeo en el campo de béisbol de Ciudad Universitaria. Nos dicen que después de "tirar polilla", el mandatario despachó desde su domicilio particular. Tanto a miembros de su equipo, como a la prensa, les llamó la atención que el mandatario haya reducido en un día laboral su jornada de trabajo, al menos por algunas horas. Aunque por la noche tuvo que grabar desde su casa un video para hablar del conflicto con los policías, al que calificó como un motín y sacó nuevamente la "macana" para acusar que detrás de la rebelión de la PF hay una "mano negra”.
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TEMPLO MAYOR/REFORMA...
Por más que el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo aseguró que la rebelión de agentes de la Policía Federal que no quieren irse a la Guardia Nacional se debe a la "desinformación", varios agentes tienen "otros datos".
Y es que su molestia tiene que ver con el hecho de que les dieron a firmar su baja de la corporación policiaca y, a cambio, les presentaron un documento para darse de alta en la Guardia pero que sólo abarca un periodo de dos años.
Es decir, les dan una especie de "contrato temporal" que no les da seguridad de mantener su empleo más allá de julio del 2021. De ahí que se estén organizando para interponer amparos colectivos e insistan en convocar a un paro nacional.
Todo indica que el conflicto al interior del nuevo cuerpo de seguridad al que la administración federal le está apostando para combatir a la delincuencia no será algo menor y que, además, va para largo.
Podría verse como algo simplemente irónico si no fuera tan preocupante la diferencia de criterios para tratar a los servidores públicos que se aplican en estos tiempos de la Cuarta Transformación.
Mientras los policías federales se enfrentan a la obligación de ser evaluados como condición para poder formar parte de la Guardia Nacional, la contrarreforma educativa impulsada por el gobierno federal liberó a los profesores de las evaluaciones obligatorias. La gran duda que surge es por qué el doble rasero...
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TRASCENDIÓ /MILENIO...
Que si la recuperación de una operación de rodilla puso al secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, en silla de ruedas el lunes pasado, durante el festival-informe de su jefe en el Zócalo, la inusitada rebelión en curso de cientos de policías federales a su cargo bien puede añadirle un descalabro justamente en la semana de estreno de la Guardia Nacional.
El repudio de este grupo inconforme tiene como antecedente la descalificación que Andrés Manuel López Obrador, candidato y Presidente, lanzó periódicamente a la corporación con tildes como "corrupta", "inservible", "podrida", "rebasada" y ahora "movida por mano negra".
Que además de la amenaza de paro nacional para hoy a las nueve de la mañana, algunas voces dentro del grupo rebelde de la Policía Federal expresaron su temor por una supuesta intervención militar a las tres de la madrugada para la recuperación de instalaciones y acusaron al titular de la División de Investigación, Víctor Hugo Enríquez, y sus comisarios Rodrigo Mancera y Máximo Neri, de levantar actas de abandono de labores a los inconformes.
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FRENTES POLÍTICOS/EXCÉLSIOR...
 2. Día crucial. El miércoles sirvió para alzar la voz. Policías federales pararon por horas las calles de la Ciudad de México, denunciaron la disminución de sueldos y que los obligaron a firmar su baja para pertenecer a una nueva corporación. Argumentan que nadie les avisó que formarían parte de este nuevo organismo y reclaman a sus nuevos mandos el pago de bono de operatividad para quienes están desplegados en el combate al crimen organizado. Por desgracia, la mesa de diálogo entre policías federales y Ricardo Mejía, subsecretario de Seguridad Pública, no alcanzó acuerdos, tras lo cual los uniformados ratificaron que hoy jueves realizarán un paro nacional a partir de las 9:00 horas. Prueba de fuego para Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana: que nazca sin más contratiempos la Guardia Nacional. Primero, orden en casa.
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PEPE GRILLO/LA CRÓNICA...
La rebelión anunciada
La Policía Federal no tiene espacio en la 4T.
El distanciamiento comenzó desde que el presidente López Obrador era apenas candidato.
Varias veces el tabasqueño se refirió a la corporación en términos desfavorables, sin reconocerle mérito alguno en su lucha contra el crimen. Al contrario, la estigmatizó como un cuerpo ineficaz y corrupto.
Ya como presidente electo, AMLO no aceptó ninguna de las reiteradas invitaciones para conocer de cerca a la PF, sus integrantes, sus instalaciones, sus capacidades.
Guardó siempre una distancia que con el paso del tiempo terminó en rompimiento. La idea de desaparecer a la corporación tomó cuerpo con la creación de la Guardia Nacional. La PF quedó en el aire y sus agentes expuestos a cambios desfavorables en sus condiciones laborales.
** Llamados tardíos al diálogo
Una vez que cientos de integrantes de la PF se rebelaron, comenzaron a multiplicarse los llamados al diálogo.
El secretario de Seguridad Pública. Alfonso Durazo, es el más interesado en las pláticas, lo cual es irreprochable. Lo cuestionable es por qué tuvo que esperar a que el descontento estallara y se manifestara en bloqueos y manifestaciones para pedir diálogo.
¿No estaba Durazo al tanto de la inconformidad?
Tal vez lo que no se calculó fue que la Policía Federal sí tiene espíritu de cuerpo. Por eso sus integrantes pueden movilizarse de manera conjunta e incluso llamar a un paro nacional.
Un episodio grave. Un error político que ensombrece el inicio de operaciones de la Guardia Nacional. También fue lamentable que se haya causado molestias a la población con las movilizaciones.
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Columna SERPIENTES Y ESCALERAS/ SALVADOR GARCÍA SOTO 
EL UNIVERSAL
AMLO ante la rebelión en la PF, ¿la mano de Osorio Chong?
Ante la rebelión inédita en la Policía Federal que ayer miércoles puso en jaque a la Ciudad de México y hoy amenaza con extenderse a toda la República, por la denuncia de violaciones a sus derechos laborales al integrarlos a la Guardia Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador, como buen beisbolista, primero bateó las demandas y exigencias de los agentes federales descalificando su movimiento al considerar que "no hay razón y no es una causa justa", y luego, desde el montículo del poder, lanzó una bola caliente, con una delicada acusación: que "hay mano negra" detrás de este conflicto y que esa mano podría ser de "quien manejaba antes (a la PF) desde los sótanos de Bucareli".
No hace falta inferir mucho para leer en el señalamiento del presidente el nombre de quien, como secretario de Gobernación en el sexenio pasado y actual líder del PRI en el Senado, Miguel Ángel Osorio Chong, fue el responsable de la seguridad y del manejo de la Policía Federal en los últimos seis años. ¿Sugiere el presidente que Osorio Chong está detrás de este movimiento, hasta ahora pacífico de los policías federales, pero que amenaza con radicalizarse que puede descarrilar el arranque de su Guardia Nacional? De ser así sería una acusación grave y delicada que, no sólo tendría que probarse, sino también ser respondida por quien es aludido y, entre líneas, señalado de algo que puede parecer un amotinamiento o una rebelión de una fuerza federal. Veremos si Osorio Chong acusa recibo y responde a tan grave inferencia del presidente.
No deja de ser una paradoja que el presidente, quien construyó su carrera política y su liderazgo social precisamente con bloqueos, paros y plantones (desde su origen en los pozos petroleros de Tabasco, hasta la toma del Paseo de la Reforma en 2006, pasando por los "éxodos por la democracia" al antiguo DF) hoy deslegitime el movimiento de los policías federales que no se niegan a integrarse a la Guardia Nacional, sino que rechazan la forma en la que se les ha maltratado no sólo en este proceso, donde se desconoce su antigüedad, se modifica su estatus laboral y sus prestaciones, sino a lo largo de los últimos meses cuando, una y otra vez, desde la misma Presidencia, han sido señalados de "corruptos, echados a perder".
En contraparte, hay que reconocerle a López Obrador su disposición al diálogo y su ofrecimiento de que respetará el derecho de manifestación que tienen los federales, sin reprimir su movimiento y buscando llegar a un acuerdo que atienda sus demandas y no afecte sus derechos laborales. Porque según el presidente, el proceso de integración de los miembros de la PF a la Guardia Nacional no es obligatorio y sólo se invitará a participar a los que acepten y pasen los procesos de selección militares, algo a lo que también se oponen los policías en paro.
Por lo pronto, y en espera de que López Obrador le ponga nombre y apellidos a la "mano negra", y que en Palacio Nacional confirman que se refiere a "personajes de poder del sexenio pasado" a los que incluso ubican detrás de las primeras quejas de los federales enviados a los operativos del Instituto Nacional de Migración, a los que el comisionado Francisco Garduño llamara "fifís", lo que hoy queda claro es que Alfonso Durazo, que hasta ayer no quiso darles la cara a los policías amotinados y mandó sólo a sus subsecretarios, tiene enfrente un reto mayúsculo que, si no lo resuelve bien y supera la crisis que ya tiene en su dependencia, corre el riesgo de descarrilar no solo a la Guardia Nacional y a la incipiente estrategia federal de seguridad, sino también sus aspiraciones para irse como candidato al gobierno de Sonora en el 2021.
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COLUMNA / ESTRICTAMENTE PERSONAL/RAYMUNDO Riva Palacio
EL FINANCIERO..
Motín en la Policía Federal
La liga finalmente se rompió. Fueron meses de acusaciones de corruptos, de humillaciones políticas, maltrato y desprecio por parte del nuevo gobierno. Vivieron bajo amenazas de iniciar procesos penales para quienes no quisieran ser trasladados al Instituto Nacional de Migración y al resto lo trataron como objetos desechables. Los mandaron a las calles en condiciones laborales que nunca habían tenido y cuando se quejaron, los insultaron. ( parecen fifís)..Ningún respeto se había mostrado a una institución que durante años fue la primera línea de fuego contra los criminales. Desaparecerla e integrarla al Ejército, bajo el paraguas de formar parte de la nueva Guardia Nacional, como planteó el gobierno, galvanizó la molestia que venía creciendo y que provocó este miércoles una rebelión que cambió el metabolismo en el corazón de las áreas de seguridad pública federal.
La rebelión comenzó a las cuatro de la mañana del miércoles. A las 5:08 de la mañana se emitió el primer informe a las autoridades superiores, que daba cuenta de que los policías federales que iban a salir del Centro de Mando de la Policía Federal en Iztapalapa para pasar exámenes de control de confianza, habían cerrado los accesos para impedir la salida o entrada de cualquier vehículo. A través de los chats de los policías federales, comenzaron a llegar los avisos de refuerzos. Los primeros salieron de la zona de San Juanico, sobre la carretera que conecta la Ciudad de México con Pachuca, donde se encuentra un cuartel de la Policía Federal y de la Gendarmería -una base policial muy grande y considerada modelo-, y bloquearon la autopista.
Una alerta, jamás confirmada, apareció en los celulares: "Compañeros ya vienen los PM (policías militares) con equipo antimotines para sacarnos… compañeros compañeros hay que apoyarlos y vienen los guachos (soldados) con anti motín no hay que hacerles caso no hay que ser militarizados ánimo ánimo". Los reportes mostraban que la rebelión no se limitaba a los policías federales a quienes les habían quitado prestaciones, antigüedad y los habían alejado de sus familias para ser tratados como elementos de segunda clase dentro de la Guardia Nacional, sino que se estaban sumando elementos de las siete divisiones de la Policía Federal en todo el país. Sólo en la Ciudad de México hubo seis bloqueos, incluidas la sede de la Secretaría de Seguridad Pública Ciudadana y el cuartel general de la Policía Federal.
La rebelión pudo haber sorprendido a muchos, pero se venía gestando. El detonante fueron unas notificaciones que recibieron policías federales el martes, donde les informaban que a partir de la fecha del oficio estarían bajo las órdenes de la Secretaría de la Defensa Nacional que significaba un cambio radical a sus esquemas laborales: se acababan los descansos de cinco días al mes por 25 días de trabajo consecutivo, incluidos los fines de semana. La operatividad, que era el equivalente a un bono de riesgo, de nueve mil 800 pesos, también desaparecía. Serían absorbidos por el Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas a partir de enero de 2020, cuando también entraría en vigor la homologación de sus salarios con los de los militares. No sabían a cuánto equivaldría porque aún no lo precisa la Secretaría de Hacienda.
Los policías federales dejarían de ser civiles y pasarían a ser militares, aunque asignados a la Guardia Nacional, que es un cuerpo paramilitar mediante el cual el presidente Andrés Manuel López Obrador dio los primeros pasos para desaparecer a la Policía Federal, y sentar las bases para que, si encuentra las condiciones políticas durante su sexenio, eliminar a las Fuerzas Armadas, que serían absorbidas a esa nueva estructura que entró en vigor el domingo pasado. Las nuevas condiciones perfilaban que cerca del 30%, según circuló en los chats de los policías federales, pensaban pedir su baja, aun cuando no les dieran el finiquito.
El presidente López Obrador dijo durante la conferencia de prensa matutina que no se iba a despedir a nadie que cumpliera con los requisitos -uno muy importante es el peso, donde los militares están exigiendo dietas para reducir hasta 35 kilos- ni tampoco se iban a modificar sus prestaciones, lo que contrarrestó con la información que les habían dado a los policías federales en la víspera. Pero volvió a arremeter contra los policías al asegurar que la institución "se echó a perder" al relajarse la disciplina y se cometieron abusos. El presidente incurrió una vez más en el error que llevó a esta crisis, al personalizar en los policías las deficiencias, omisiones e incluso corrupciones de algunos mandos superiores, o en la Secretaría de Gobernación durante la administración del presidente Enrique Peña Nieto.
La rebelión no fue sofocada, y los federales preparaban continuar este jueves la protesta con un paro nacional. El secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, buscó neutralizar la rebelión con paliativos, algunos concretos -como el regreso de seguros médicos privados, que sirvieron para salvarle la vida a decenas de policías heridos en combate- y la no separación de sus familias. Poco efecto tendrán en el fondo del problema. La convicción es que los desaparecerán, que los militares aceptarán quedarse con un mínimo número de ellos y, sobre todo, que las palabras llegaron tarde. Las humillaciones, vejaciones, amenazas y descrédito permanecen como heridas incurables.
Las autoridades esperan sofocar la revuelta y podrá ser esa la solución inmediata. Pero el daño permanece. La moral dentro de la Policía Federal es muy baja, como consecuencia del maltrato sistemático del gobierno, como lo ratificó ayer mismo el presidente López Obrador. Más allá de alcanzar un resultado favorable, no ganan él, ni Durazo, ni los policías federales. Esta crisis favorece a los criminales. Nadie parece saber para quién trabaja.
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La rebelión y el engaño; ¡AMLO juega con fuego!
ITINERARIO POLÍTICO/RICARDO ALEMÁN
El Debate..., 
Del refranero popular: “El que miente siempre, siempre se engaña”.
Y vale recuperar del olvido la voz popular citada porque, sin duda, López Obrador la ignora.
Y viene a cuento porque el presidente mexicano construye su gobierno sobre una peligrosa montaña de mentiras, engaños y falsedades: “castillo de naipes” que, mas temprano que tarde, se desmoronará no solo sobre la cabeza presidencial, sino sobre la de todos los mexicanos.
Y es que a cada mentira presidencial le sigue otra aún más descabellada y luego otra… al extremo de que pronto nadie creerá nada de lo dicho por el presidente, con la consecuente pérdida de confianza y credibilidad; valores fundamentales en democracia.
Y, precisamente la confianza y la credibilidad en el presidente es lo que perdieron los efectivos de uno de los grupos de élite más importantes del Estado mexicano: la Policía Federal.
Como saben, ayer se vivió una rebelión de policías federales luego de la insensibilidad y la ignorancia del nuevo gobierno en materia de seguridad.
La protesta se produjo luego de una cadena de eventos represivos que, en suma, significan la extinción de la Policía Federal.
s decir, se les redujo el salario a los policías, se les retiraron bonos y beneficios y, al final, se les obligó a mudarse a la Guardia Nacional, con un menor salario y condiciones laborales precarias.
Y, frente a lo que parece la mayor crisis de confianza de su joven gobierno, el presidente Obrador recurrió a la más reciente de las mentiras —formulada apenas hace pocas horas—, cuando justificó al maltrato al que han sido sometidos los efectivos de la Policía Federal, para exaltar el juguete presidencial, “la medallita de moda” llamada Guardia Nacional.
Resulta que el presidente dijo, palabras más, palabras menos que a los policías federales —esos a los que todos los días se les pide dar la vida por el Estado mexicano—, se les bajó el salario, se les redujo el presupuesto y se les hizo a un lado, “porque se habían echado a perder”.
Es decir, el presidente recurrió a la justificación favorita: la corrupción, para satanizar a un cuerpo de élite que, sin más, es desechado, de manera arrogante e ilegal, con los riesgos que ello significa.
Peor aún, el presidente nunca presentó las pruebas de que “se echaron a perder” los integrantes de la Policía Federal, lo que se convierte en una calumnia de Estado.
En efecto, está claro que en ese cuerpo policial existe corrupción, como también la hay en toda la administración pública y hasta en la propia familia presidencial —y si no, que nos diga el presidente de qué viven sus hijos—, pero el problema se resuelve exhibiendo la corrupción, despidiendo a “las manzanas podridas” y rescatando todo lo bueno de las instituciones.
¿Cuántos policías federales son mujeres y hombres ejemplares; madres y padres de familia responsables, que dan la vida por su trabajo y por los ciudadanos? Es falso que todo el cuerpo policial esté “podrido”, como supone el presidente.
ero también es falso que —como también lo dijo Obrador—, los policías federales estén protestando porque intentan mantener sus privilegios dentro de las esferas de una corporación corrupta.
¿Por qué son falsas las premisas del presidente Obrador?
Las razones son elementales. Porque si la Policía Federal “se echó a perder” y si es una institución corrupta, es una soberana estupidez que el gobierno de Obrador pretenda nutrir a la Guardia Nacional con “manzanas podridas”.
 es que la principal queja de los uniformados es que lo que intenta el gobierno es, literalmente, una leva; el traslado obligado a la Guardia Nacional, con ingresos y prestaciones laborales peores.
Lo cierto es que el tamaño de la rebelión en la Policía Federal, el tamaño de la pérdida de confianza de policías, militares y marinos en el presidente Obrador, es del mismo tamaño del fracaso de las políticas públicas de AMLO en materia de seguridad.
¿Por qué se jugaría la vida un policía, un marino o un militar, si su jefe supremo, el presidente, los llama corruptos, si les dice que “si por él fuera” desaparecería a militares y marinos; si les llama instituciones podridas?
Pero hay más. ¿Sabrá el presidente Obrador que algunos ejemplos de la más cuestionable corrupción son la mentira, el engaño y la simulación?
¿Sabrá López Obrador que sus mentiras, su pulsión para el engaño “echan a perder” a todo su gobierno?
Pero no terminaron ahí los insultos y mensajes ofensivos. Si no fue suficiente burla a la Policía Federal, en medio de la crisis, Obrador se va al campo de pelota. ¡No juega beisbol, juega con fuego!
Al tiempo.
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Motín de policías agraviados; “hay mano negra”, dice AMLO
Columna Arsenal/ Francisco Garfías
Excelsior..
Era de esperarse el “motín” de policías federales que no quieren incorporarse a la Guardia Nacional ni obedecer mandos militares. La 4T no sólo los ha ignorado, sino que, además, los ha maltratado, desairado y ofendido.
Alfonso Durazo, hoy secretario de Seguridad Pública, los calificó alguna vez de “crimen uniformado”. Francisco Garduño, titular del Instituto Nacional de Migración, los llamo fifís por dar a conocer públicamente las precarias condiciones en las que sobreviven cuando los mandan a operativos fuera de sus lugares de origen. El mismísimo presidente López Obrador dijo ayer, antes de irse a CU a jugar beisbol, que la Policía Federal es una corporación que se “echó a perder” cuando estuvo en la Secretaría de Gobernación. Una generalización tras otra. Una afrenta tras otra. Como si no hubiese policías honestos que se han jugado la vida frente al crimen organizado; como si a muchos no los hubiesen emboscado en los estados más bravos. Como si todos fueran criminales; o como si pedir un mínimo de condiciones de higiene, alimentación y un mayor salario fuese vergonzoso.
Es cierto que hay federales coludidos con el crimen organizado, principalmente los altos mandos. Es cierto que han cometido abusos y han violado derechos humanos. Es cierto también que la población no los respeta como a los militares. Basta con revisar los índices de confianza.
Por esos malos elementos, sin embargo, no se puede juzgar a toda la corporación.
* Son tiempos de efervescencia, de cambios. La atmósfera se siente pesada, la sociedad polarizada. Nunca había escuchado policías gritar “¡Fuera AMLO!”, a sabiendas de que se trata del Presidente de la República.
Tampoco había visto a los federales convocar a paro nacional. Es un lujo que no se pueden dar. No pueden abandonar a ciudadanos que están obligados a proteger. Menos tomar las calles, realizar bloqueos. Nunca, desde que tengo uso de razón. Ni con Díaz Ordaz ni con Echeverría ni con López Portillo ni con De la Madrid, Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto.
* AMLO se dio cuenta después que el asunto merecía toda su atención. Mucho más que dar clínicas de beisbol. No esperó la próxima mañanera para abundar en un tema que había abordado previamente con los reporteros de la fuente.
Por la tarde, grabó un video en el que descalificó la protesta: “No es una causa justa. No se está despidiendo a ningún Policía Federal ni se les han bajado sueldos o prestaciones. Tampoco se les está obligando a ir a la Guardia Nacional. La transferencia es voluntaria. ¿Por qué las manifestaciones? Está raro, ¿verdad?
“Hay mano negra en este asunto. Esto se manejaba antes desde los sótanos de Bucareli. Piensan que va a ser lo mismo y no… No somos iguales. Se va a resolver este asunto porque no se está cometiendo ninguna injusticia. Que quede muy claro”, dijo.
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 RAZONES / Jorge Fernández M.
EXCÉLSIOR..
Crisis policial y ¿desaparición del Ejército?
La crisis de la Policía Federal estaba anunciada desde hace semanas, pero nadie escuchó, se subestimaron las señales del profundo descontento en el principal cuerpo policial del país. No es verdad que la Policía Federal se está manifestando ahora porque “se descompuso” durante el sexenio pasado. Más allá de errores e insuficiencias, incluyendo medidas tan controvertidas como el desmantelamiento de Plataforma México, lo cierto es que en la PF, como en casi todas las instituciones, coexisten áreas de gran calidad profesional con ramas corrompidas. El error, que es preocupante porque se repite una y otra vez, es que, en lugar de depurar las instituciones, fortaleciéndolas, se opta por erradicarlas, por desaparecerlas.
La idea de la creación de la Guardia Nacional no es nueva. El sexenio pasado también se barajó la misma propuesta con el nombre de Gendarmería Nacional, pero luego de un largo debate interno se decidió que ese cuerpo no estuviera formado ni bajo control militar, sino que, con un traspaso de policías militares, se convirtiera en una división más de la Policía Federal. No sé si fue un acierto, probablemente no, y quizás hubiera sido preferible tener dos cuerpos policiales diferentes, con responsabilidades específicas, incluso con mandos diferenciados, para poder atender la crisis de seguridad.
Ahora se decidió avanzar con la Guardia Nacional y creo que se acertó en su concepción y mandos. El error es querer desaparecer la Policía Federal cuando, como podría haber ocurrido el sexenio pasado, ambas instituciones podrían haber continuado operando con espacios y lógicas específicas, propias. Es un doble error fusionar a los elementos de la Policía Federal en la forma en la que se ha planteado hacerlo: reduciendo salarios, quitando bonos, prestaciones, antigüedad, grados, tratando de que se vayan por sí solos, que renuncien. Estamos hablando de una fuerza de miles de hombres y mujeres, muchos bien capacitados y con experiencia, y no se puede, de un plumazo, deshacerse de ellos, menos aún en la situación de inseguridad que vive el país.
Cuando se hizo algo similar, en una dimensión y una época completamente diferentes, fue en el gobierno de Miguel de la Madrid, cuando, por decreto, se desintegró la Dirección Federal de Seguridad y la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales. Tenían, ambas, muchísimos problemas y eran rémoras del pasado, pero también había elementos importantes, con gran cantidad de información. Muchos terminaron trabajando con el crimen organizado. Desde hace meses, los grupos criminales, sobre todo el Cártel Jalisco Nueva Generación, están enviando mensajes y ofreciendo a policías federales que se integren a esa organización criminal, aprovechando la forma despectiva con la que han sido tratados desde el Ejecutivo federal. No es difícil comprender que, por convicción o desesperación, pueden ser muchos los elementos que terminen aceptando esa oferta. Aunque fuera sólo por eso, se tendría que haber actuado de otra forma, con otra sensibilidad y sentido político.
Pero todo esto se torna más grave por la más desafortunada declaración que ha hecho el Presidente desde el primero de diciembre. Este lunes le dijo a La Jornada, en una entrevista con varios reporteros, que “si por mí fuera, yo desaparecería al Ejército y lo convertiría en Guardia Nacional, declararía que México es un país pacifista que no necesita Ejército y que la defensa de la nación, en el caso de que fuese necesaria, la haríamos todos. Que el Ejército y la Marina se convirtieran en Guardia Nacional para garantizar la seguridad. No lo puedo hacer porque hay resistencias. Una cosa es lo deseable y, otra, lo posible”. ¿De verdad el Presidente de la República y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas desea que desaparezcan el Ejército y la Marina?, ¿de verdad cree que no los necesitamos y que pueden ser reemplazados por una Guardia Nacional?, ¿que las tareas del Ejército, Fuerza Aérea y Marina las puede cumplir un cuerpo policial?
El candidato López Obrador criticaba al Ejército y a la Marina y los acusaba de masacres y violaciones, incluso de estar en guerra contra el pueblo. Al asumir la Presidencia el discurso cambió, “conoció de verdad”, decían en su entorno, a soldados y marinos y responsabilizó a las instituciones armadas de todo tipo de tareas, desde construir el aeropuerto en Santa Lucía y combatir el sargazo hasta conformar la Guardia Nacional. Pero resulta que el “deseo” profundo del Presidente, que no lleva a cabo, dice, porque “hay resistencias”, es “desaparecer” a las Fuerzas Armadas. No lo puedo, no lo quiero, entender.
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Fildeando y macaneando | Héctor De Mauleón
El Universal
En Tercera Persona
En febrero de 2018, Andrés Manuel López Obrador había emprendido ya la campaña de demolición de la Policía Federal (PF). “Se echó a perder”, dijo en un mitin en la Plaza de las Tres Culturas. Ese mismo día anunció que su gobierno no podría prescindir del Ejército ni de la Marina en las tareas de seguridad.
López Obrador se dedicó desde entonces a dinamitar el prestigio del cuerpo policial más profesional y confiable que existía en el país —con las limitaciones, claro, y los claroscuros inevitables—: un cuerpo cuya construcción le había costado al Estado mexicano años de aprendizaje, montañas de dinero y más de un millar de vidas.
Durante los peores años de la guerra contra el crimen organizado, la Policía Federal libró al país de algunos de sus monstruos más temibles. Jugó un papel crucial en la persecución contra el grupo más violento en nuestra historia contemporánea, Los Zetas; fue una pieza clave en el desmantelamiento de la Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios; logró la detención de algunos de los capos más peligrosos y sanguinarios, en una dinastía de capos peligrosos y sanguinarios: La Tuta y El Chapo, por citar solo a dos de ellos.
Con los años, la PF construyó el mejor grupo antisecuestros y la mejor policía cibernética en la historia del país. Sus capacidades y estándares de excelencia fueron reconocidos en diversos países de América Latina y de Europa. En los años del horror, fue un escudo que protegió a los ciudadanos de la barbarie desatada en estados incendiados por la violencia.
Para bien y para mal, el récord de la PF es totalmente público. El Inegi mostró que el 70% los mexicanos confiaba en la Policía Federal. Parece, sin embargo, que el presidente de México tiene otros datos. Desde su triunfo en julio de 2018, y antes incluso de tomar posesión, no hizo sino prodigarle desdenes, insultos, humillaciones, agravios.
Las siete divisiones que la componen, sus casi 40 mil elementos, quedaron sumidos en la incertidumbre. Nadie tenía claro si el nuevo gobierno respetaría sus estudios, sus acreditaciones, su preparación, sus grados, sus medallas, sus sueldos, su antigüedad. Quienes figuraban entre los mejores policías de México fueron sobajados, despedidos u obligados a renunciar. El secretario de Seguridad Ciudadana no los volteó a ver nunca. Les quitaron seguros de vida. Les cancelaron viáticos. Les recortaron incluso la gasolina de sus patrullas.
En redes sociales, los federales denunciaron las condiciones en que se les estaba integrando a la Guardia Nacional. Habitaban casas en obra negra, sin puertas ni ventanas; dormían en el suelo o en casas de campaña; las condiciones de los baños eran peores que en las cárceles.
Cuando protestaron, fueron acusados de fifís.
La bola de nieve fue creciendo durante un año. Ayer estalló. Los federales denunciaron la desprotección, el desprecio, el abandono del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Protestaron contra el atropello a sus derechos laborales y contra las expresiones denigratorias del mandatario y su equipo.
En un hecho inédito, tomaron las instalaciones de la PF en Iztapalapa, y bloquearon calles y avenidas. Tomaron la caseta de Tepotzotlán, y llamaron incluso a un paro nacional.
La respuesta del presidente fue aparecer en un video, vestido de beisbolista, “fildeando y macaneando” en el campo de CU. Lo grave de la crisis lo obligó, sin embargo, a subir un segundo video en el que pidió disculpas a los ciudadanos por las molestias ocasionadas por “el motín”, y en el que aseguró que la causa de los federales no era “una causa justa”.
AMLO aseveró que en la protesta había “mano negra”, recordó que en otros días cosas como estas venían “de los sótanos de Gobernación” y, en un acto más de humillación, dijo que los federales que no fueran admitidos en la Guardia serían enviados a vigilar edificios de gobierno.
Desde luego, ningún dato sobre la “mano negra”. ¿Mandos que vieron afectados sus intereses? ¿Criminales buscando desestabilizar la Guardia? ¿Políticos del sexenio anterior metiendo cizaña? ¿O simplemente López Obrador, fildeando y macaneando?
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JAVIER SOLÓRZANO ZINSER / 
QUEBRADERO 
LA RAZÓN...
La PF en las calles
Quizá en la euforia por la creación de la Guardia Nacional, no se tomó en cuenta lo que podía pasar al interior de la Policía Federal por la cantada decisión.
Es probable, como pareciera que sigue pasando en el país, que las grandes decisiones se siguen tomando vía las cúpulas políticas y se pasa por alto a quienes se van a encargar de instrumentarlas, o sea, quienes las hacen posibles.
Arreglan las cosas arriba, juntan votos en las Cámaras, se desarrollan largas e importantes discusiones para lograr consensos, hablan con los mandos que encabezan las instituciones, pero todo indica que al final se les olvidan quienes hacen la tarea diaria en la terca realidad.
No se puede menospreciar por ningún motivo la protesta de un número representativo de policías en diferentes plazas del país, sea cual fuere el desenlace. Hacia la tarde los policías empezaron a abrir las vías de acceso que tenían cerradas, en particular en la carretera a Pachuca en ambos sentidos la cual estuvo cerrada durante 11 horas, como parte de su estrategia y sus protestas, las cuales anunciaron que hoy se van a intensificar.
En varias ocasiones se cuestionó y se llamó la atención, sobre la relevancia que tendría estar al tanto de la reacción de los policías, cuando llegara formalmente el momento en que tuvieran que integrarse a la Guardia Nacional.
Sin embargo, no se hizo caso al respecto o se pensó que la situación no se saldría de control, bajo el supuesto de que los altos mandos se encargarían de ello.
Sin descartar escenarios de uso político, y eventualmente de confrontación y provocación, las exigencias de los policías merecen ser atendidas. Conversando con uno de ellos pidiendo el anonimato, nos dijo: "entendemos que pertenecemos a instituciones que tienen sus reglas, pero nos debieron informar, lo hicieron ya que todo estaba decidido y hecho, fue cuando nos ordenaron lo que teníamos que hacer. Nosotros tenemos derechos por nuestros años de trabajo y nuestro desempeño y ahora resulta que nos quieren contratar como si fuéramos nuevos".
El diálogo que desde ayer se ha establecido debiera ser la base de salidas al conflicto, debiera. No está para perderse de vista cuál pudiera ser la reacción y acción de los policías que no han salido a las calles, pero que quizá por temor, o por las razones que se quiera, no lo han hecho. Lo de ayer pudiera ser el detonador para que muchos más lo hagan este día.
Lo cierto es que las manifestaciones de ayer no fueron pasadas por alto en diversas ciudades, en particular en el caso de la capital. Nos dimos cuenta de todo, a pesar del discurso oficial, en el sentido de que la mayoría de los policías estaban en funciones o en sus cuarteles.
Los policías federales inconformes han anunciado para este día, desde las 9:00 am, un paro nacional. Independientemente de lo que haya pasado en las últimas horas de ayer, hay algo que no se hizo en el proceso de transición de las policías a la GN.
Las funciones de la PF y los militares son similares en cuanto los objetivos finales, pero diferentes en relación a métodos de trabajo y funciones. A pesar de que desde el 2006 el Ejército está en las calles en labores de seguridad, ha sido la PF, con su buena y mala fama, la que se ha encargado, en más de alguna ocasión, en coadyuvar en las investigaciones. No se olvide que fue la desesperación presidencial calderonista la que colocó al Ejército fuera de sus funciones originales.
La PF ha sido señalada y fustigada de manera severa en el último año. Ayer en la tarde les tocó una nueva andanada, lo que de seguro los hará enojar aún más.
Es un enigma lo que pudiera pasar hoy.
** Resquicios.
Bajo la lógica de Donald Trump: "si los migrantes no están satisfechos con las condiciones en los centros de detención díganles que no vengan. ¡Todos los problemas resueltos!".
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